¿QUÉ ES
LA EXPERIENCIA?
Oswald Aulestia es un famoso pintor español que se
ha dado a conocer por su facilidad para copiar “falsificar” grandes obras del
arte pictórico. Invitado por el presentador de televisión David Broncano a su
programa “La Resistencia” por Movistar+, Oswald asistió al plató portando unas elegantes
gafas oscuras y una gorra negra con la siguiente inscripción en letras blancas “Todo
es un fraude”, frase bastante humorística al hacer alusión a su trabajo
profesional: el mayor falsificador de la historia.
Broncano, pillo como él solo, no dejó pasar esta
oportunidad para preguntarle a su invitado si creía que realmente todo era un
fraude, a lo que Aulestia respondió contundentemente que sí, que él creía que
todo era un fraude, sin embargo, su entrevistador prefirió dejar claro que él
por su parte no lo creía tan así, a pesar de ser un “poco descreído”. Oswald
prosiguió explicando que “el amor que profesa una madre hacia su hijo no es
un fraude, todo lo demás, cerca…”, estallando en aplausos el público
presente.
Después de hacer alusión a grandes pensadores
filosóficos de la Antigüedad, Oswald afirmó que “solo los jóvenes saben”,
pues para él la juventud es aquella etapa en la que se cree saberse todo, sobre
todo. Broncano le interrogó si estaba de acuerdo con aquello de que a partir de
los años vividos se logra adquirir más experiencia, a lo que el entrevistado
contestó con un descrédito total a dicha aseveración común, para luego pasar a
explicar lo que para él es la experiencia:
“La experiencia no sirve para nada. La
experiencia es un caminante que va por un camino de noche con un palo sobre su
hombro y al final del palo una luz. Esto es la experiencia. Pero, cada paso que
das, quedas en el suelo. La experiencia es el pasado, y el pasado… Ahora, habría
que llevar el palo y la luz hacia adelante, pero entonces no es experiencia,
podría ser ciencia.” Coincidiendo en esta parte final
con la opinión de Broncano.
Esta brevísima alegoría filosófica del pensamiento
aulestiano me parece que no está muy alejada de la realidad. Ya les explicaré
mi parecer. Analicemos sus palabras.
En primer lugar, el caminante, somos todos
y cada uno de nosotros, los que tenemos un propósito en la vida y por eso vamos
caminando, es decir, no estamos quietos, sino en movimiento, en busca de algo o
de alguien. La vida es un caminar, una breve peregrinación. La vida es ponerse
en marcha en busca de nuestras propias experiencias, no es quedarnos de brazos
cruzados esperando que nos sucedan cosas. El sentido de la vida es encontrarle
a la vida un sentido, y en este propósito, lo más importante es que lo más
importante sea realmente lo más importante: Dios.
En segundo lugar, las circunstancias del camino,
que se camina “de noche”, lo que perfectamente hace referencia a la carencia
de luz y clarividencia de nuestra realidad humana, pues, aunque sea cierto que
somos seres inteligentes, lo es más aún que nos hace falta luz para saber dónde
pisar y qué pasos dar con seguridad, sobre todo evitando el error, porque es
lógico que nadie quiere errar en la vida, aunque también es verídico que de los
errores se aprende. Es cierto que de día el Sol nos ilumina, pero de noche no
siempre tendremos la luz de la Luna.
En tercer lugar, el palo con la luz a las
espaldas, esta es la experiencia según Oswald Aulestia, una luz que
cargamos detrás de nosotros, luz que nos ilumina desde atrás -porque la
experiencia es el pasado- pero que se ve truncada por la sombra que genera
nuestro propio cuerpo, por eso afirma Aulestia que, aunque se lleve esa luz de
la experiencia detrás, con cada paso que se da se termina en el suelo, ya que
la luz, no obstante se posea, no termina de iluminar bien el camino que se
tiene por delante, de ahí que para Aulestia la experiencia no sirva de nada.
Muchas veces el mayor obstáculo en nuestras vidas somos nosotros mismos, los
miedos, el mal uso de la libertad, la ignorancia de las leyes universales más
sencillas (si juegas con fuego te quemarás).
Finalmente, Aulestia deja la posibilidad abierta
de que, en su relato filosófico, el caminante pueda hacer un importante cambio
y empezar a llevar el palo con la luz delante de sí, para iluminar su camino,
sin embargo, para el pintor esto ya no sería experiencia, sino probablemente ciencia,
es decir, una luz que va delante del caminante, una luz que puede no ser la
propia, sino la de otros…
Ahora bien, la vida es un caminar que no se hace
solo, pues evidentemente aunque cada uno camine con su propia luz, de noche, en
la incertidumbre, no se camina solo, hay otras personas que tal vez van por el
mismo camino que vamos transitando, entonces, sería oportuno encontrar a esa
persona, para que su experiencia nos sirva a nosotros como faro, pues, si
dejamos que la otra persona camine delante, su luz, que lleva a espaldas, nos
iluminará el camino, ya que vamos detrás de ella, y a su vez, nuestra luz de
seguro estaría iluminado el camino de los que vienen detrás…
Otro famoso español, José Ferrater Mora, en su Diccionario
de Filosofía, dice que la experiencia es “la enseñanza adquirida con la
práctica. Se habla entonces de la experiencia en un oficio y en general, de la
experiencia de la vida”. Pero, la experiencia no puede ser un camino ya
recorrido, porque esto no tiene sentido, ya que cada cosa es distinta, nada
permanece, todo cambia; la experiencia debe ser la manera habilidosa de caminar
por un camino desconocido, con la luz de los demás, con la astucia y la audacia
de saber superar obstáculos en el camino, porque no es lo mismo rodear una gran
piedra que proponerse pasar por encima de ella, no significa esto que deban
evitarse los obstáculos, por el contrario, evadir una guerra es de sabios y
valientes, sin olvidar que la vida es también una guerra con distintas
batallas…
En conclusión: como nos recuerda un adagio popular
chino, o árabe, o africano, no importa en realidad su procedencia, “solo,
llegarás más rápido, pero, acompañado llegarás más lejos”, es decir,
valoremos la experiencia de los demás, aprendamos de los errores ajenos, y
seamos también una luz que alumbre el paso de los que vienen detrás, porque en
esta vida todos nos necesitamos y es ahí donde comprendemos que en la unión
está la fuerza y que, así como he recibido gratis, debo dar gratuitamente.
Nuestra vida ha de ser un ejemplo a seguir, un modelo a imitar, porque a su vez
nosotros hemos aprendido de aquellos que se nos han adelantado. Nada hay nuevo
bajo el Sol y a su vez todo es distinto, todo es sorprendentemente novedoso
cada día.
El poeta Antonio Machado -otro español- dijo al “caminante”
que no hay camino, sino que se hace camino al andar, cosa que también es muy
cierta, y de esta frase podemos rescatar que no debemos tener miedo de abrir
nuevos caminos, aquellos que nunca nadie ha transitado, y descubrir otros
horizontes, los mismos que nunca nadie haya visto. Cada vida es distinta y cada
camino también debe serlo. Seguir el camino de otro no significa repetir la
ruta, pues cada persona percibe el mundo a su manera, desde sus limitaciones
personales, y en este sentido, aunque se transite por el sendero antes caminado
por otro, se está teniendo una experiencia distinta, incluso mejor,
perfeccionada.
Finalizo esta absurda reflexión, intento de
filosofar, dejándoles unas palabras del último español que será citado en este
artículo, san Josemaría Escrivá de Balaguer:
“¿Que has fracasado? -Tú -estás bien
convencido- no puedes fracasar. No has fracasado: has adquirido experiencia. -
¡Adelante!” (Camino 405).
P.A
García
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