RETIRO
ESPIRITUAL
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Grupo de catequistas en Luricocha, Huanta. |
Ser
catequista significa seguir a Jesús para aprenderlo todo de él y luego poder
transmitir lo aprendido. El catequista conoce primero al Maestro, conoce su
voz, su actuar, su amor, y movido por esta experiencia dedica su vida a dar
gratis lo que gratis ha recibido: la fe.
Ser
catequista joven significa mucho más, porque se va conociendo al Señor a la par
de ir transmitiendo a los más pequeños esta vivencia, esta experiencia, este “kerigma”,
como le gusta llamarlo a la santa Iglesia. El catequista joven no es que tenga
su trabajo más difícil, ni más fácil, la cuestión es que, desde su situación de
discípulo, camina de la mano a sus condiscípulos, los catequizando, para juntos
ver el rostro misericordioso de Dios.
Los
jóvenes catequistas de primera comunión y confirmación de la Parroquia Santa
Rosa de Lima de Ayacucho participaron de un breve retiro espiritual, los días 4
y 5 de mayo, en la casa de retiros de la Parroquia San Antonio de Padua de
Luricocha, Huanta. Fueron dos días de agradable compartir comunitario. Las meditaciones
estuvieron a cargo del padre Braulio Alarcón Contreras, párroco de Santa Rosa,
la hermana Sandra Medrano, religiosa hija de Santa Ana, y mi persona.
El
sábado en la mañana, al llegar a la casa de retiros, nos ubicamos en las
habitaciones y pasamos a desayunar. El primer tema de la mañana estaba a cargo
del padre Braulio, sobre las tentaciones de Jesús en el desierto, para lo cual
él quiso que escenificáramos dicho pasaje bíblico, y como al padre no se le
puede decir que no, nos tocó a Sahara y a mí actuar como el demonio y Jesús
respectivamente, mientras que la hermana Sandra se limitó a ser la enfática
narradora. Gracias a Dios todo salió bien, aun sin antes haber practicado. Todos
de pie y alrededor del enorme y vetusto árbol de palta (aguacate) escuchamos la
meditación del padre Braulio. Fueron unos minutos intensos y bonitos.
Seguido
del primer tema vino un receso para pasar al segundo, que me correspondió a mí,
el cual versaba sobre los cinco domingos de cuaresma, el texto que preparé para
Perú Católico. Las indicaciones fueron sencillas. Se armaron cinco grupos, cada
uno de ellos buscaría un lugar apartado en la casa de retiros para leer y
meditar el material que se les proporcionó, para finalmente dibujar sobre un
papelote alguna escena característica de los evangelios correspondientes para
cada domingo. La participación de los jóvenes fue bastante buena, cada grupo se
preparó con un pequeño parlamento a modo de resumen, a la vez que mostraban a todos
los presentes los dibujos que pudieron realizar.
Antes
del almuerzo rezamos el Santo Rosario, caminando, intercalado de cantos
marianos. Por iniciativa de la hermana Sandra salimos a la plaza de Luricocha
mientras rezábamos. Afortunadamente el pueblo es bastante tranquilo, por lo que
esto no significó mayor distracción. Cada uno de los grupos anteriormente
formados se encargó del rezo de un misterio. No se pudo finalizar con las
letanías, ya que el tiempo nos era corto y seguidamente nos esperaba el rico
almuerzo.
En
horas de la tarde hubo un pequeño momento de juegos, en los que nos divertimos
como nunca. Gracias a Dios la hermana Sandra tiene bastante iniciativa en este
aspecto lúdico, cuestión que no es campo de mi destreza. Luego de los juegos
vino el tercer tema, intitulado “Carta a mí mismo”, lo trabajó la hermana
Sandra y en esta actividad se quiso hacer entender a los jóvenes catequistas el
compromiso que debían hacer frente a Dios en esta nueva tarea como transmisores
de la fe.
Una
vez realizada la actividad con la hermana Sandra, pasamos a ver la película “Un
Dios prohibido”, sobre el martirio que sufrieron los seminaristas y sacerdotes
claretianos en Barbastro, España. La película es muy vocacional, tiene sus momentos
graciosos y llamativos, sin embargo, es bastante sentimental, pues se trata de
muertes injustas de personas muy jóvenes. Al final de la proyección compartimos
algunas ideas sobre lo visto, la conversación la encaminé yo, intercalando con
la respuesta de algunas preguntas que tenían los catequistas.
Después
de la cena. Pasamos al 5to tema del retiro, sobre el pecado y el perdón, en el
cual realizamos una sencilla meditación sobre la realidad del pecado en
nuestras vidas y la necesidad de ser borrado a través del sacramento de la Reconciliación,
para lo cual se dedicaron los dos sacerdotes presentes, el padre Braulio y el
padre Percy, párroco de San Antonio de Padua de Luricocha. Los jóvenes, a
medida que íbamos haciendo el examen de conciencia con la lectura y comentario
de algunos pecados más comunes, iban saliendo del auditorio, Sahara les ensuciaba
las manos con barro, en señal del pecado, y una vez confesados y absueltos,
subían para la capilla donde estaba expuesto el Santísimo Sacramento en la
Custodia; allí, después de un rato de oración personal, accedían a lavarse las
manos delante de Jesús Eucaristía, un bonito gesto para significar que es Dios quien
nos libera de la esclavitud del pecado, de la suciedad de la trasgresión a la
ley de Dios. La adoración a la Eucaristía se descontroló un poco, pues los jóvenes
quisieron expresar a viva voz algunas de sus experiencias personales, cuestión
que es muy positiva, pero fuera del ambiente de adoración eucarística. El padre
Braulio avanzada la noche bendijo a los presentes con el Santísimo y todos
fuimos a descansar.
En
la habitación donde yo pernocté también estaban conmigo tres jóvenes catequistas,
muy amigos entre ellos desde la infancia, tanto, que decidieron dormir los tres
en la misma cama, pero me sorprendió la madurez con que se quedaron dormidos,
casi de inmediato. Al día siguiente me enteré que no tuvieron muchos ánimos de
bromear o quedarse hasta más tarde hablando, pues mi presencia en la habitación
les cortó toda inspiración.
El
domingo 5 de marzo, rezamos Laudes, luego el Viacrucis y pasamos a desayunar. Seguido
del desayuno el padre Braulio habló sobre la Virgen María, yo me ausenté por
unos minutos para conocer el solar (chacra) de la casa de retiros, el cual
tiene diversidad de árboles frutales, entre los que destaca los de pacay (guama).
Seguido del tema de la Virgen María, realizamos por grupos la Lectio Divina
sobre el evangelio de ese día, es decir, el segundo domingo de Cuaresma, la
Transfiguración del Señor, esta vez en cuatro grupos, conmigo, con Sahara, con
la hermana Sandra y con el padre Braulio.
A
la hora pautada salimos para el templo para participar de la misa dominical, presidida
por el padre Percy, pero predicada por el padre Braulio. El coro de esta parroquia
es exageradamente profesional, podría competir y ganar con creces al reconocido
coro polifónico de la Catedral de Ayacucho. En esta misa pude leer las peticiones
preparadas en el librito litúrgico, que, providencialmente hacía mención de los
migrantes.
Después
del almuerzo, en el viaje de regreso, pasamos por el mirador Cristo Blanco de
Huanta, y después subimos a la cueva de Pikimachay (cueva de las pulgas), cuya
caminería casi se encuentra en su totalidad encementada y empedrada.
Este
breve retiro espiritual fue bastante bonito. Noté en los jóvenes el deseo de
Dios y también las dificultades naturales para la meditación y reflexión
personal, tal vez por la constante distracción a la que están expuestos con el
uso excesivo de las redes sociales y la dependencia de estos que se crea por la
misma costumbre y, como dice la canción, no cabe duda que es verdad que la
costumbre es más fuerte que el amor.
P.A
García
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En la Casa de Retiros de Luricocha, marzo 2023 |
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