domingo, 5 de marzo de 2023

Jóvenes catequistas: la esperanza del aggiornamento.

RETIRO ESPIRITUAL

Grupo de catequistas en Luricocha, Huanta.

         Ser catequista significa seguir a Jesús para aprenderlo todo de él y luego poder transmitir lo aprendido. El catequista conoce primero al Maestro, conoce su voz, su actuar, su amor, y movido por esta experiencia dedica su vida a dar gratis lo que gratis ha recibido: la fe.

         Ser catequista joven significa mucho más, porque se va conociendo al Señor a la par de ir transmitiendo a los más pequeños esta vivencia, esta experiencia, este “kerigma”, como le gusta llamarlo a la santa Iglesia. El catequista joven no es que tenga su trabajo más difícil, ni más fácil, la cuestión es que, desde su situación de discípulo, camina de la mano a sus condiscípulos, los catequizando, para juntos ver el rostro misericordioso de Dios.

         Los jóvenes catequistas de primera comunión y confirmación de la Parroquia Santa Rosa de Lima de Ayacucho participaron de un breve retiro espiritual, los días 4 y 5 de mayo, en la casa de retiros de la Parroquia San Antonio de Padua de Luricocha, Huanta. Fueron dos días de agradable compartir comunitario. Las meditaciones estuvieron a cargo del padre Braulio Alarcón Contreras, párroco de Santa Rosa, la hermana Sandra Medrano, religiosa hija de Santa Ana, y mi persona.

         El sábado en la mañana, al llegar a la casa de retiros, nos ubicamos en las habitaciones y pasamos a desayunar. El primer tema de la mañana estaba a cargo del padre Braulio, sobre las tentaciones de Jesús en el desierto, para lo cual él quiso que escenificáramos dicho pasaje bíblico, y como al padre no se le puede decir que no, nos tocó a Sahara y a mí actuar como el demonio y Jesús respectivamente, mientras que la hermana Sandra se limitó a ser la enfática narradora. Gracias a Dios todo salió bien, aun sin antes haber practicado. Todos de pie y alrededor del enorme y vetusto árbol de palta (aguacate) escuchamos la meditación del padre Braulio. Fueron unos minutos intensos y bonitos.

         Seguido del primer tema vino un receso para pasar al segundo, que me correspondió a mí, el cual versaba sobre los cinco domingos de cuaresma, el texto que preparé para Perú Católico. Las indicaciones fueron sencillas. Se armaron cinco grupos, cada uno de ellos buscaría un lugar apartado en la casa de retiros para leer y meditar el material que se les proporcionó, para finalmente dibujar sobre un papelote alguna escena característica de los evangelios correspondientes para cada domingo. La participación de los jóvenes fue bastante buena, cada grupo se preparó con un pequeño parlamento a modo de resumen, a la vez que mostraban a todos los presentes los dibujos que pudieron realizar.

         Antes del almuerzo rezamos el Santo Rosario, caminando, intercalado de cantos marianos. Por iniciativa de la hermana Sandra salimos a la plaza de Luricocha mientras rezábamos. Afortunadamente el pueblo es bastante tranquilo, por lo que esto no significó mayor distracción. Cada uno de los grupos anteriormente formados se encargó del rezo de un misterio. No se pudo finalizar con las letanías, ya que el tiempo nos era corto y seguidamente nos esperaba el rico almuerzo.

         En horas de la tarde hubo un pequeño momento de juegos, en los que nos divertimos como nunca. Gracias a Dios la hermana Sandra tiene bastante iniciativa en este aspecto lúdico, cuestión que no es campo de mi destreza. Luego de los juegos vino el tercer tema, intitulado “Carta a mí mismo”, lo trabajó la hermana Sandra y en esta actividad se quiso hacer entender a los jóvenes catequistas el compromiso que debían hacer frente a Dios en esta nueva tarea como transmisores de la fe.

         Una vez realizada la actividad con la hermana Sandra, pasamos a ver la película “Un Dios prohibido”, sobre el martirio que sufrieron los seminaristas y sacerdotes claretianos en Barbastro, España. La película es muy vocacional, tiene sus momentos graciosos y llamativos, sin embargo, es bastante sentimental, pues se trata de muertes injustas de personas muy jóvenes. Al final de la proyección compartimos algunas ideas sobre lo visto, la conversación la encaminé yo, intercalando con la respuesta de algunas preguntas que tenían los catequistas.

         Después de la cena. Pasamos al 5to tema del retiro, sobre el pecado y el perdón, en el cual realizamos una sencilla meditación sobre la realidad del pecado en nuestras vidas y la necesidad de ser borrado a través del sacramento de la Reconciliación, para lo cual se dedicaron los dos sacerdotes presentes, el padre Braulio y el padre Percy, párroco de San Antonio de Padua de Luricocha. Los jóvenes, a medida que íbamos haciendo el examen de conciencia con la lectura y comentario de algunos pecados más comunes, iban saliendo del auditorio, Sahara les ensuciaba las manos con barro, en señal del pecado, y una vez confesados y absueltos, subían para la capilla donde estaba expuesto el Santísimo Sacramento en la Custodia; allí, después de un rato de oración personal, accedían a lavarse las manos delante de Jesús Eucaristía, un bonito gesto para significar que es Dios quien nos libera de la esclavitud del pecado, de la suciedad de la trasgresión a la ley de Dios. La adoración a la Eucaristía se descontroló un poco, pues los jóvenes quisieron expresar a viva voz algunas de sus experiencias personales, cuestión que es muy positiva, pero fuera del ambiente de adoración eucarística. El padre Braulio avanzada la noche bendijo a los presentes con el Santísimo y todos fuimos a descansar.

         En la habitación donde yo pernocté también estaban conmigo tres jóvenes catequistas, muy amigos entre ellos desde la infancia, tanto, que decidieron dormir los tres en la misma cama, pero me sorprendió la madurez con que se quedaron dormidos, casi de inmediato. Al día siguiente me enteré que no tuvieron muchos ánimos de bromear o quedarse hasta más tarde hablando, pues mi presencia en la habitación les cortó toda inspiración.

         El domingo 5 de marzo, rezamos Laudes, luego el Viacrucis y pasamos a desayunar. Seguido del desayuno el padre Braulio habló sobre la Virgen María, yo me ausenté por unos minutos para conocer el solar (chacra) de la casa de retiros, el cual tiene diversidad de árboles frutales, entre los que destaca los de pacay (guama). Seguido del tema de la Virgen María, realizamos por grupos la Lectio Divina sobre el evangelio de ese día, es decir, el segundo domingo de Cuaresma, la Transfiguración del Señor, esta vez en cuatro grupos, conmigo, con Sahara, con la hermana Sandra y con el padre Braulio.

         A la hora pautada salimos para el templo para participar de la misa dominical, presidida por el padre Percy, pero predicada por el padre Braulio. El coro de esta parroquia es exageradamente profesional, podría competir y ganar con creces al reconocido coro polifónico de la Catedral de Ayacucho. En esta misa pude leer las peticiones preparadas en el librito litúrgico, que, providencialmente hacía mención de los migrantes.

         Después del almuerzo, en el viaje de regreso, pasamos por el mirador Cristo Blanco de Huanta, y después subimos a la cueva de Pikimachay (cueva de las pulgas), cuya caminería casi se encuentra en su totalidad encementada y empedrada.

         Este breve retiro espiritual fue bastante bonito. Noté en los jóvenes el deseo de Dios y también las dificultades naturales para la meditación y reflexión personal, tal vez por la constante distracción a la que están expuestos con el uso excesivo de las redes sociales y la dependencia de estos que se crea por la misma costumbre y, como dice la canción, no cabe duda que es verdad que la costumbre es más fuerte que el amor.

P.A

García

En la Casa de Retiros de Luricocha, marzo 2023


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