jueves, 1 de agosto de 2024

Falleció el padre Argenis Zambrano

SACERDOTE PARA SIEMPRE

         El 1 de agosto de 2024, a los 58 años de edad, entregó su alma sacerdotal al Dios Creador el querido padre Argenis Evangelista Zambrano Albarrán, después de una paciente y sufrida enfermedad y a varios años de haber dejado el encargo de la parroquia San Vicente Ferrer de La Playa, donde tuve la oportunidad de compartir muy de cerca con él.

         Con motivo de su cumpleaños 55, en diciembre de 2020, le dediqué unas palabras que no pretendo ahora repetir, pero dada la noticia de su fallecimiento es preciso ahondar un poco más en lo que pude conocer de este sacerdote merideño, que había nacido en la población de La Azulita el 27 de diciembre de 1965, del matrimonio de Ulises e Isolina.

         Recuerdo cuando el padre Ramón Olivo Gómez Huiza estaba dejando la parroquia San Vicente Ferrer luego de un brevísimo curato; por razones obvias estuve presente en todo el proceso de recibimiento del nuevo párroco, que sería el padre Argenis Zambrano; él venía de ser cura de La Mesa de los Indios de Ejido, parroquia “Santiago Apóstol”. Algunas veces lo había saludado de pasada en las multitudinarias reuniones del clero merideño que se realizan en el Seminario San Buenaventura. Hasta su llegada a La Playa yo no había tenido un trato cercano con él, pero me di con la sorpresa de que el padre Argenis decía conocerme, pues había leído alguno de mis artículos publicados en el Blog y en la revista del seminario.

         La primera vez que nos saludamos en la Casa Cural de La Playa, conversamos brevemente y lo que me dijo fue eso, que me conocía porque me había leído, además de seguir mis cuentas en las redes sociales (entonces muy activas); y me dedicó unas cuantas palabras elogiosas, pero, sobre todo, sembró en mí el ánimo de seguir adelante. Yo solo le recordé que en oportunidades nos habíamos saludado en el seminario.

         El padre Argenis llegó a La Playa con una gran mudanza. Cajas y cajas, de libros, de cosas, pero lo más importante para él era el cuidado de sus acompañantes, buenas amistades conseguidas en su paso por las parroquias, y sus queridas mascotas, que superaban la docena de caninos, todos con nombre propio y trato especial con cada uno de ellos. Al principio esto nos sorprendió muchísimo, porque no estábamos acostumbrados a ver animales en la casa cural y mucho menos en el templo; pero el padre Argenis nos enseñó a querer a estas criaturitas, que también son creación de Dios. Aunque en honor a la verdad, las mascotas estaban siempre en la casa, y rara vez en el templo.

         El Dr. Luis Alfonso Rodríguez fue su hijo predilecto y fiel, en el espíritu y en el aspecto humano de un hombre que era realmente un padre, tierno y responsable. Recuerdo la gran angustia del padre Argenis cuando no pudo asistir a la defensa de tesis doctoral de Luis Alfonso, a la que yo si pude ir. Mientras Luis Alfonso exponía su titánico trabajo, le tomé algunas fotos que compartí por teléfono con el padre Argenis, y él, desde La Playa, deseó haber acompañado a su hijo adoptivo, pero por alguna razón no fue posible. Se admiraban mutuamente, padre e hijo se reconocían el uno al otro como lo más importante. Ahora pienso en lo duro que habrá sido para el Dr. Luis Alfonso el haber visto morir al padre Argenis tan joven, tan sufrido por su enfermedad. De seguro él también sufrió con paciencia la agonía de su mentor.

         En las conversaciones privadas, era habitual verlo acariciar a uno de sus perros, que se acomodaba en sus piernas, obediente y confiado en su cariño. Nunca llegué a aprender el nombre de ninguno de sus perritos, pero no era necesario; ellos tenían un excelente dueño, y eso les bastaba. En las charlas más íntimas, siempre había lugar para buenos chistes, porque el padre Argenis, sin duda, poseía un gran sentido del humor. También aprovechaba para compartir recuerdos y experiencias de sus parroquias anteriores y hasta de su misma formación en el seminario. Aunque merideño de nacimiento y luego bien incardinado en la Arquidiócesis de Mérida, él siempre se supo venido de otro lugar, pues el Seminario Mayor San Judas Tadeo de San Felipe fue su etapa forjadora, moldeadora y configuradora, la base y guía de su ministerio sacerdotal.

         Del padre Argenis todos conocimos su amor abnegado por Venezuela, y de ahí su afincada animadversión con el actual narco-régimen dictatorial chavista que gobierna el país, pesadilla de nunca acabar. Nunca lo ocultó y no tenía por qué hacerlo, él tenía sus razones, pues era enemigo del comunismo y del socialismo empobrecedor de los pueblos. Como todo hombre bien formado en ideas, sabía que nada bueno se puede sacar de la ideología marxista-leninista, porque la historia así lo ha demostrado, y lo que está claro a la vista no necesita de anteojos. Tal fue su reconocido compromiso con la libertad y la democracia que, el movimiento político Vente Venezuela, liderado por María Corina Machado, en su seccional de Mérida, se expresó con nota de duelo en sus redes, lamentando el fallecimiento del padre Argenis. Estamos seguros de que el padre bajó al sepulcro con la certeza del triunfo de la oposición venezolana en las elecciones del 28 de julio, cuatro días antes de su muerte. Esta esperanza por la libertad de su pueblo lo acompañó hasta entregar su alma al cielo.

         Gran predicador, eximio evangelizador, eso fue el padre Argenis, a cuyo segundo nombre hizo honor merecido, pues realmente se le puede llamar Evangelista, porque hizo del evangelio su ideal de vida y su camino a seguir. Los que tuvimos la dicha de escucharlo a diario en la santa misa podemos dar testimonio de su sana doctrina, de su profundo conocimiento de las Sagradas Escrituras, y, sobre todo, de su tacto pastoral para acercar este mensaje de Dios al pueblo fiel, con palabras elocuentes y sencillas a la vez. Si las homilías diarias eran un verdadero deleite, aún más las dominicales. El padre Argenis transmitía un mensaje al hablar, no eran palabras sueltas ni vanas, sino cada una pronunciada de manera correcta y en el hilo conductor de su expresión. Fue un experto comunicador.

         Como buen padre, sacerdote, fue también buen maestro, pues a mí mismo me dio la oportunidad de compartir la reflexión de la palabra en sus eucaristías, poniendo un gran voto de confianza en mí, al disponer su rebaño a la escucha de mis pobres palabras juveniles. Al final de la misa él mismo me daba una brevísima opinión valorativa del discurso pronunciado, siempre animando a seguir adelante, y en ocasiones, antes de iniciar la misa, me decía que quería escucharme predicar, y me indicaba dos o tres puntos en los que él quería que yo centrase la predicación. Me lanzaba al ruedo, pero no me dejaba solo.

         Una cuestión que nunca se me olvidará fue el consejo sabio y prudente que el padre Argenis me dio aquella vez que le comenté que los frutos de mi investigación histórica sobre el patrono del pueblo los sometería en coautoría con el cronista del municipio para la publicación de un libro. Desde el primer momento y como iluminado del cielo él me animó a desistir de aquella idea, pues me aseguraba que yo no vería justicia en la publicación, pues según él iban a apropiarse de mi esfuerzo, a robar mi trabajo, cosa que efectivamente ocurrió cuando agregaron al grupo de dos coautores a un tercer personaje venido más allá de no sé dónde, y tampoco se sabe cuándo, pero que sí parecía un espanto. Cuánta razón tuvo, pero yo no le hice caso.

         Antes de la publicación del libro, él me acompañó en una pequeña ponencia en el templo de La Playa, sobre la devoción a san Vicente Ferrer en el pueblo y un poco de su historia, al menos la que hasta el momento se conocía y datos novedosos presentados por mí. Y no solo me acompañó en la Iglesia, sino que por iniciativa suya fuimos los dos a los estudios de Radio Occidente en la ciudad de Tovar, para hablar sobre el tema e invitar a los oyentes a participar del evento, que fue todo un éxito al menos en la concurrencia de la feligresía.

         La noticia de su fallecimiento la recibí con inmenso dolor y asombro, pues desde hacía bastante había perdido el contacto con él. El jueves (sacerdotal) primero de agosto, en la memoria de san Alfonso María de Ligorio, en horas de la madrugada, y luego de un mes internado, falleció el padre Argenis Zambrano en el Instituto Autónomo Hospital Universitario de Los Andes, de la ciudad de Mérida. Había sufrido muchísimo, su enfermedad le obligó a entrar a quirófano en numerosas oportunidades, y a solicitar de la buena generosidad de los cristianos el apoyo necesario para costear sus tratamientos tan elevados en los precios y tan difíciles de conseguir en un país en ruinas como Venezuela.

         El padre Argenis, como mencionamos anteriormente, nació en La Azulita y fue bautizado allí por el Patriarca del Sur del Lago, el padre Deogracias Corredor. Realizó sus estudios de seminario en la Diócesis de San Felipe en lugar de en Mérida, ya que, como él mismo me contó en una ocasión, había expresado su vocación al padre Corredor, quien a su vez lo presentó al entonces arzobispo de Mérida, Mons. Miguel Antonio Salas C.J.M. (actualmente en proceso de beatificación), pero el prelado no apostó por el joven azulitense, es decir, no le cayó en gracia (omito aquí la posible razón deducida por el entonces vocacionado); por lo que el padre Deogracias lo refirió al estado Yaracuy, donde  fue bien recibido, estudió y se ordenó de diácono el 7 de junio de 1992, recibiendo la ordenación presbiteral el 28 de noviembre del mismo año, de manos de Mons. Nelson Martínez. Como hemos visto, también los santos se equivocan.

En esa diócesis fue párroco en la parroquia Divina Pastora de Saloa y formador del seminario desde 1993 hasta 1997, año en el que regresó a su natal arquidiócesis de Mérida, para estar cercano a su familia y por razones de salud. En Mérida fue a la población de Guaraque, “Parroquia Santa Bárbara” desde 1997 hasta 1999, luego a Zea “Parroquia Nuestra Señora de las Mercedes” de 1999 a 2002, luego se fue a Mucurubá, en el páramo, “Parroquia Inmaculada Concepción”, de 2002 a 2007 de ahí a La Mesa de los Indios, parroquia “Santiago Apóstol de la Mesa” en Ejido de 2007 a 2017 y de allí lo recibimos en su último encargo pastoral, la parroquia “San Vicente Ferrer” de La Playa, de 2017 a 2021.

He escrito sobre el padre Argenis Zambrano, lo que conocí de él, la experiencia que tuve a su lado. Pero esto no acaba sin dar a conocer lo que él pensaba de mí. A continuación, dejo solo dos párrafos de un informe escrito por el padre Argenis el 31 de julio de 2019, sobre mí, al culminar la etapa de formación en Mérida.

“A Pedro, que acaba de culminar su segundo año de Teología, le conozco desde el inicio de su formación. Procede de una familia honrada, honesta, católicos practicantes, muy cercanos y colaboradores de la parroquia. Según el testimonio de los vecinos, desde su infancia siempre ha manifestado el deseo de ser sacerdote. Humanamente, se trata de un joven alegre, comunicativo, humilde, sincero y sociable. En el ámbito moral ha mantenido una conducta intachable desde su infancia. En cuanto a su vida espiritual, siempre se le ha observado como un joven piadoso, mariano, amante del Santo Rosario y de la Liturgia de las Horas (…); adorador del Santísimo Sacramento y eucaristía diaria. Intelectualmente, se puede afirmar que se trata de un joven amante del estudio y de la investigación. Sus recientes investigaciones acerca del culto y devoción de San Vicente Ferrer en La Playa, constituyen un valioso aporte para la historia profana y eclesiástica de esta parroquia, y vienen a dar fe a esta aseveración.

En cuanto al acompañamiento y seguimiento en estos años de formación, podemos decir que se ha caracterizado por la responsabilidad y cumplimiento de las tareas asignadas en el ámbito pastoral, desde las misiones que le han sido fijadas aun en los pueblos y aldeas más lejanas, pasando por sus responsabilidades de la pastoral vocacional del seminario. En sus tiempos libres, especialmente las vacaciones, las aprovecha para realizar convivencias y experiencias espirituales y pastorales, trabajar en la parroquia y así tener la oportunidad de aprender más acerca de la vida parroquial.”

Cuánto bien me hicieron estas palabras en su momento y ahora. Fue el apoyo que necesité en aquel año 2019. Saber que el párroco estaba conmigo, a pesar de las circunstancias, fue un verdadero consuelo, y ahora los es mayor, pues el cielo acorta las distancias y sé, que Dios lo recibe en el Reino de su Gloria, y desde allí el padre está más cercano a todos los que un día le conocimos y le veneramos como padre y pastor que fue de la grey de Dios.

Su cuerpo fue sepultado el viernes 2 de agosto en el Panteón Sacerdotal Arquidiocesano, al lado del Santuario Nuestra Señora de El Espejo, en la ciudad de Santiago de los Caballeros de Mérida, Venezuela, el viernes 2 de agosto de 2024.

Padre Argenis, que el Señor te tenga en su Gloria. Amén.

P.A

García

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