martes, 6 de agosto de 2024

Mi viaje al Cusco, la Capital Histórica del Perú

QOSQO

         El Cusco no está tan lejos, y soñar con visitarlo tampoco; y el viaje en avión supone más rapidez y comodidad. Tal fue la suerte que corrimos mi mamá, mi hermana mayor, mi sobrina y yo del 2 al 5 de agosto de este año 2024.

         Planificamos y compramos los boletos de avión con seis meses de anticipación, una verdadera oferta que supimos aprovechar, pues el total invertido por los cuatro ida y vuelta fue de tan solo mil soles. El hospedaje también fue económico por las tres noches.

         El viernes 2 de agosto en horas de la tarde despegamos del aeropuerto de Ayacucho “Coronel FAP Alfredo Mendívil Duarte” rumbo a la ciudad del Cusco, donde finalmente aterrizamos en el aeropuerto “Teniente Alejandro Velasco Astete” luego de un brevísimo vuelo que no superó los cuarenta minutos. Hubo leves turbulencias, más de uno en el avión se puso a rezar, yo el primero.

         Esa noche decidimos salir a caminar hacia el centro, ya que estábamos hospedados muy cerca. Fue una caminata libertadora. Bien abrigados todos, nos guiamos por Google Maps y llegamos sin ningún problema a la Plaza Mayor de la ciudad. Desde algunas cuadras previas ya se veía tal movimiento de personas que parecía aquello una aglomeración de transeúntes universales, cabezas subían y bajaban al caminar; y sí, hay más extranjeros en el Cusco que en ningún otro lugar del Perú, por algo es la primera ciudad turística de esta nación. Los gringos son los más fáciles de identificar por su idioma, pero también conseguimos franceses e italianos, sin hacer mención de los nuestros, los hispanoamericanos.

         El aspecto del centro es perfecto, casi utópico. Calles empedradas, pero bien conservadas, como las edificaciones comerciales de los alrededores de la plaza, y por supuesto lo más imponente son los dos templos católicos, por un lado, la Catedral “de las más hermosas de América” y la iglesia de la Compañía de Jesús. A ninguno de estos recintos pudimos ingresar, el primero por lo elevado de su entrada, y el segundo porque estaba aparatado en exclusividad para una boda justo cuando nos dispusimos a escuchar la misa vespertina del domingo.

         Ese viernes por la noche, estando sentados en la Plaza Mayor, se nos acercó un hombre queriendo conversar con nosotros, pero ante la negativa nuestra insistió y finalmente nos pidió dinero. Mi hermana sacó de su bolsillo algunos céntimos que sumados llegaban al sol, él los recibió y en seguida profirió malas palabras contra nosotros, en especial dirigiéndose a mí, pero no lo miré mientras nos insultaba, tratando de evitar cualquier alteración mía.

         El sábado por la mañana conocimos el Qoricancha, que fue el principal templo al dios Inti de los incas. Allí con la llegada de los españoles se estableció el Convento de Santo Domingo. Por dentro seguimos el recorrido de los demás grupos de visitantes, prescindiendo de guía, de igual forma pudimos escuchar los comentarios en inglés, francés e italiano, sin embargo, lo que más nos sirvió a los hispanohablantes fue simple: leer las reseñas informativas que están debidamente ubicadas en pequeñas carteleras por todo el recinto arquitectónico.

         Por la tarde estuvimos un poco más extremos, pues decidimos ir caminando hasta Saqsaywuaman, un antiguo recinto ceremonial al norte de la ciudad, cercano por la distancia, pero medianamente agitador en su camino por lo empinado del recorrido. Llama la atención la enorme explanada y las murallas en zigzag. El aire fresco de la tarde recompensó el esfuerzo.

Ya entrada la noche, el templo de la Merced nos acogió con su armónico espacio que invita a la oración y allí sí tuvimos la gracia de participar en la santa misa, en cuya homilía el sacerdote hizo mención de la triste situación que atraviesa Venezuela luego de sus elecciones presidenciales del pasado 28 de julio, por lo que invitó a los presentes a orar por esta república tan golpeada por la dictadura. Igualmente llamó la atención de los presentes comentando el penoso espectáculo ofensivo en París, donde, en la inauguración de los Juegos Olímpicos simularon la Última Cena del Señor con personajes grotescos y por lo menos burlones o ridículos. Al finalizar la liturgia nos acercamos para agradecerle al cura el gesto de orar por los venezolanos.

         Ese sábado en la noche, luego de regresar al hospedaje para cambiarnos y de haber participado en la misa, buscamos en el centro un lugar tranquilo para cenar y cantar el cumpleaños de mi madre. El lugar lo conseguimos y allí estuvimos, cenamos y con un pequeño trozo de torta de chocolate, sobre el cual pusimos un palillo de fósforo encendido, cantamos el cumpleaños feliz. Las fotos de rigor y los cumplió feliz, con dos de sus hijos y su única nieta en el Cusco, pasándola bien, sin deudas ni preocupaciones.

         Antes de regresar a descansar compramos el tour del domingo, hacia el Valle Sagrado de los Incas, un recorrido de toda una jornada con la visita gratuita a varios sitios arqueológicos. Lo gratuito salió porque cada primer domingo de mes, para los peruanos, la entrada a ciertos lugares es libre, solo con presentar su DNI en físico. Nosotros no somos peruanos, pero sí tenemos el Carnet de Extranjería con residencia permanente, lo que es casi igual para efectos de ser considerados como turistas nacionales.

         Antes de llegar al hospedaje pasamos por una tienda de zapatos, había algunas ofertas imposibles de ignorar. Yo compré un buen par de zapatos negros que calcé al instante para estrenarlos en el camino de regreso, mamá no quiso nada. Como íbamos caminando, pasamos nuevamente sobre los rieles del tren que no sabemos si funciona, lo cierto es que la ciudad del Cusco es atravesada por rieles metálicos que cruzan avenidas principales y sectores públicos. La impresión de cruzar un camino ferroviario es bastante curiosa, pues en la imaginación está la fugaz idea de que de la nada aparecerá un tren a todo vapor y, al menos con su silbato, nos puede asustar.

         El domingo bien temprano salimos para el Valle Sagrado de los Incas, un largo trayecto donde se visitan varios pueblos, en los que pudimos conocer el arte del tejido y el teñido de hilos con tintas naturales en Chinchero, seguido de los sitios arqueológicos de Moray, Pisac, Ollantaytambo, las Salineras de Maras, y Urubamba, entre otras localidades; en todas ellas observamos la impresionante ingeniería y arquitectura de aquellos lugares construidos con piedras labradas y traídas de canteras de difícil acceso. Siempre impresiona ver cómo enormes rocas están ubicadas unas junto a otras en perfecta alineación, sin aparente error de cálculo. Juan Carlos, nuestro guía, fue un libro abierto y nos explicó cada detalle por donde íbamos pasando.

         Una de esas piedras labradas y perfectamente encajada junto a las demás, la más famosa se podría decir, es la piedra de los doce ángulos, ubicada en uno de los muros laterales del Palacio Arzobispal del Cusco. Pudimos visitarla y, luego de hacer la cola, logramos la foto con el atractivo turístico.

         El lunes por la mañana desayunamos en McDonald´s, para luego conocer el Mercado de San Pedro y el templo homónimo. Yo me escapé un instante y fui a la Librería San Pablo, a ver libros. Allí tuve una larga conversación con el librero, quien me comentó de sus últimas lecturas, todas ellas en el campo de lo sobrenatural y lo referente a los exorcismos y liberaciones demoniacas según los autores y casos reales plasmados en textos a la venta. No compré nada, aunque sí me quedé con las ganas.

         Cercanos al mediodía regresamos al aeropuerto y allí, tranquilos, esperamos la hora del vuelo de retorno. Qué comodidad más grande la de volar por los aires contemplando el horizonte, donde parecen unirse el cielo y la tierra, para luego de otros brevísimos cuarenta minutos volver a encontrarnos en nuestro querido Ayacucho, ciudad que queremos mucho.

P.A

García

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