lunes, 7 de octubre de 2024

Los obispos en el Perú de la Independencia (1821)

FORJADORES DE LA PERUANIDAD

En el contexto de la independencia del Perú, los obispos desempeñaron un papel crucial, reflejando la compleja relación entre la Iglesia y los movimientos patrióticos. En 1821, el Perú contaba con seis diócesis, cada una con un obispo que, a su vez, representaba no solo una autoridad religiosa, sino también un vínculo con el poder colonial. La postura de cada obispo variaba, desde el firme apoyo a la monarquía española hasta la aceptación de la independencia, lo que evidencia las tensiones internas dentro de la Iglesia y su adaptación a un nuevo orden social y político.

Estos líderes religiosos, la mitad de ellos peninsulares, enfrentaron desafíos significativos mientras el país se sumía en el tumulto de la emancipación. Desde la negativa a aceptar la independencia hasta el respaldo a los movimientos liberales, sus decisiones tuvieron repercusiones tanto en la vida espiritual de sus feligreses como en la estructura política emergente. Las cartas pastorales y las acciones de cada obispo no solo definieron su legado personal, sino que también reflejaron las luchas de una nación en búsqueda de su identidad.

De los seis Prelados de 1821 tres eran españoles: (De Las Heras, Carrión y Marfil y Sánchez Rangel) y tres criollos (Orihuela, Goyeneche y Gutiérrez de Coz), de éstos un boliviano -de la Real Audiencia de Charcas- (Orihuela) y los otros dos peruanos. De los seis, dos eran religiosos, (Sánchez Rangel –franciscano- y Orihuela –agustino-) y los otros cuatro del clero secular.

El pontificado de los obispos en este período fue sumamente complicado, ya que debían ponerse del lado de uno u otro bando, quedando a merced de la victoria o la derrota. Los obispos Carrión y Marfil, Gutiérrez de Coz y Sánchez Rangel enfrentaron la derrota tras el triunfo de San Martín, mientras que De Las Heras y Orihuela sufrieron las consecuencias de las decisiones arbitrarias de Monteagudo y Gamarra, que resultaron en su destierro. En contraste, Goyeneche logró sobrellevar las dificultades con notable paciencia y flexibilidad.

Es necesario analizar los casos de los seis obispos que gobernaban la Iglesia en el Perú durante ese período. Algunos mostraron perplejidad y vacilación ante el ambiente insurgente, mientras que otros adoptaron una postura de rechazo y negativa intransigente. También es relevante considerar la vigencia del régimen de patronato, donde la Santa Sede nombraba a los obispos, pero la "presentación" recaía en el Rey de España, un derecho consagrado en la legislación canónica. Así, cualquier actitud separatista o duda sobre la fidelidad monárquica se interpretaría en España como una falta de reconocimiento hacia el gobernante, a quien debían indirectamente su nombramiento episcopal.

El refrán de la época de la independencia que dice "Las monjas están rezando, en abierta oposición: unas piden por Fernando, otras ruegan por Simón" encapsula la tensión y la polarización que caracterizaban a la Iglesia en ese período. La imagen de las monjas, figuras tradicionalmente asociadas con la unidad y la paz, enfrentándose en sus rezos revela cómo las diferencias ideológicas y políticas permeaban incluso el ámbito espiritual. Fernando VII y Simón Bolívar, representan bandos opuestos en el conflicto realista-patriota, simbolizan la lucha entre lealtades en un contexto de crisis. Este refrán no solo refleja el ambiente de divisiones internas dentro de la Iglesia, sino que también ilustra cómo la espiritualidad se entrelazaba con la política, mostrando que la fe y la devoción podían ser profundamente influenciadas por las circunstancias históricas.

 

Seis diócesis en el Virreinato del Perú y sus obispos en 1821

1.    Lima: Creada Diócesis en 1541 y Arquidiócesis en 1546.

Arzobispo: Bartolomé María de las Heras Navarro (1743-1823)

 

17° arzobispo de Lima. Nacido en Carmona, Sevilla, España, el 24 de abril de 1743. Primero fue Obispo del Cusco. Le tocó presenciar el movimiento patriótico siendo arzobispo de Lima. El virrey don José de la Serna y Martínez de Hinojosa le invitó a adentrarse con él en el Cusco, pero no aceptó, poniendo por encima su papel de Pastor de la grey limeña, a la que no quiso abandonar en los momentos más imperiosos. Aunque de ideas monárquicas por su origen peninsular, firmó la Declaración de la Independencia el 15 de julio y acompañó a San Martín en la proclamación solemne en Lima, aquel 28 de julio de 1821.

Al General argentino le dejó claro que él y su clero en todo le obedecerían sin mayor resistencia, siempre y cuando se garantizara a la Iglesia su permanencia y unidad con el Romano Pontífice. Poco tiempo después fue desterrado a España por negarse a obedecer las arbitrariedades de Bernardo de Monteagudo, pues la Iglesia limeña estaba siendo acusada de propiciar el apoyo a los realistas, mientras que su arzobispo la defendía y aseguraba transparencia a San Martín. De espíritu sereno, una vez en España informó al Nuncio de cómo la gesta emancipadora fue bien acogida por el clero criollo, quienes deseaban un régimen independiente, pues, como San Martín “les ofrecía la independencia y libertad a que siempre habían sido tan inclinados, abrazaron con júbilo sus propuestas y siguieron sin dificultad todas sus máximas”.

Murió en Madrid el 5 de septiembre de 1823.

 

2.    Cusco: Creada Diócesis en 1536 y Arquidiócesis en 1943.

Obispo: José Calixto de Orihuela y Valderrama, O.S.A. (1767-1844)

 

Nació en Villa de Oropesa, actual Cochabamba-Bolivia, el 14 de octubre de 1767. Murió en Lima, el 1 de abril de 1844. De la Orden de San Agustín recibió y reconoció la lucha patriota siendo Administrador Apostólico de la diócesis de la que había sido obispo auxiliar, tiempo en el que había publicado una pastoral en contra de la emancipación, tratando de comprobar la incompatibilidad de los principios cristianos con los de la independencia.

Convivió con el virrey La Serna en el Cusco, pues la capital del Virreinato se había trasladado de Lima a la Ciudad Imperial. En 1820, en su paso por Huancayo le prometió al General Juan Antonio Álvarez de Arenales su adhesión a la causa patriota. Tras la Capitulación de Ayacucho en 1824 aceptó la Independencia como “obra divina”. La razón del cambio en su parecer la firmó con la siguiente frase: “Por el principio sentido de que toda potestad viene de Dios y porque el que resiste a la potestad constituida resiste a la voluntad de Dios”. Renunció al obispado por desavenencias con Agustín Gamarra, Prefecto del Cusco, pues este le exigía aportes monetarios a la causa libertaria, que el prelado juzgó improcedentes según el Derecho Canónico.

 

3.    Arequipa: Creada Diócesis en 1609 y Arquidiócesis en 1943.

Obispo: José Sebastián de Goyeneche y Barreda (1784-1824)

 

Arequipeño de origen, nació el 19 de enero de 1784. Entre 1826 y 1835 fue el único obispo en todo el Perú, Chile, Bolivia y Ecuador. Durante la proclamación y consolidación de la independencia se mostró ejemplar en su papel de obispo, pues no se turbó por consideraciones políticas, buscando ante todo el bien espiritual de su Iglesia local. Realista por tradición familiar, se mantuvo rodeado de este ambiente hasta la victoria de Ayacucho (1824), cuando cambiado el régimen, reconoció sin problemas la nueva gestión. Dejó escrito en este contexto: “La mano de Dios ha intervenido para levantar al Perú desde la humillación colonial al rango de las naciones libres.”

En años posteriores fue delegado papal para toda la República Peruana, pues la figura del Nuncio Apostólico no había llegado todavía la recién nacida nación.

Murió en Lima, 19 de febrero de 1872 como vigésimo segundo arzobispo metropolitano de la capital peruana, con un total de 55 años de ministerio episcopal.

 

4.    Trujillo: Creada Diócesis en 1577 y Arquidiócesis en 1943.

Obispo: José Carrión y Marfil (1747-1827)

 

Natural de Málaga, España, vino a América a ocupar sedes episcopales en los diferentes virreinatos. El intendente marqués de Torre Tagle proclamó la independencia de Trujillo el 29 de diciembre de 1820, lo que fue rechazado por el prelado, quien creía que su lealtad a Fernando VII y al Real Patronato estaba por encima de las aspiraciones de los rebeldes. De fuertes ideales realistas y anticriollos, destinó una buena suma de dinero a favor de la causa del Rey, además de abogar por la resistencia armada. Sus joyas las quiso poner a salvo, pero fueron interceptadas.

Se entrevistó con San Martín en Ancón, pero al negarse a reconocer la independencia del Perú fue finalmente desterrado en 1821. Esta acción motivó la publicación en 1821 de un folleto titulado Memoria interesante para servir a la historia de las persecuciones de la Iglesia en América, en defensa del obispo, cuyo autor podría haber sido el canónigo de Lima Pedro Fernández de Córdova. Ese mismo año, se publicó un Suplemento necesario que corregía un error sobre la apropiación de bienes del obispo por parte de Torre Tagle, aclarando que estos fueron retirados con un inventario.

Nombrado abad de la colegiata de Alcalá la Real (Jaén), falleció en la villa de Noalejo, de la misma provincia, el 13 de mayo de 1827.

 

5.    Huamanga (Ayacucho desde 1825): Creada Diócesis en 1609 y Arquidiócesis en 1966.

Obispo: Pedro Gutiérrez de Coz y Saavedra Seminario (1750-1833)

 

Nació el 24 de octubre de 1750 en Piura. Motivado por un espíritu prudente, no quiso firmar ni participar en la Independencia, con la esperanza de regresar a su diócesis, que estaba en manos de los realistas. Cuando el General Arenales llegó a Huamanga, el obispo se encontraba en una visita pastoral y, al enterarse de la situación, decidió huir a Lima.

En Huancayo se reunió con Arenales, pero optó por regresar a la capital, donde San Martín lo obligó a jurar la independencia. Él respondió: “No puedo prescindir de la suerte de mi diócesis ni oponerme a la Independencia en el territorio en que me hallo”, refiriéndose a que Huamanga seguía bajo control realista, aunque él estuviera en Lima. San Martín le pidió que redactara una pastoral en apoyo de la causa libertadora, pero el obispo no lo hizo. Esta actitud neutral le permitió evitar ser catalogado como un realista radical, aunque tampoco fue reconocido como un patriota.

La paciencia de San Martín se agotó rápidamente y decidió desterrarlo en 1821, dándole solo ocho días para abandonar el país, rechazando la solicitud de Gutiérrez de Coz para extender su plazo a treinta días para organizar su partida. Posteriormente, fue obispo de San Juan de Puerto Rico, donde falleció el 2 de abril de 1833. En 1822, la Junta Gubernativa del Perú lo declaró "americano desterrado sin causa".

 

6.    Maynas (Chachapoyas desde 1843): Creada Diócesis en 1803.

Obispo: Hipólito Sánchez Rangel OFM (1761-1839)

 

Nació en Villa de los Santos, Badajoz, España, el 2 de diciembre de 1761. Murió en Lugo, España. El 29 de abril de 1839. Antes de establecerse en su sede episcopal de Jéberos, que era la capital del territorio en febrero de 1808, comenzó una visita general a la diócesis que se extendió hasta 1810. Esta acción fue precedida por la primera medida significativa de su episcopado: logró la destitución del gobernador de Maynas, Diego Alfaro, a quien se le había denunciado por maltratar a los indígenas.

En marzo de 1820, con el inicio del proceso de independencia del Perú, los independentistas, ante su firme lealtad a la Monarquía española, saquearon su palacio episcopal y lo amenazaron de muerte. Así, huyó a pie de Moyobamba a Chachapoyas, cubierto solo con su breviario y báculo. A finales de 1820 y principios de 1821, tuvo que realizar una segunda huida, hasta que en octubre se refugió en Brasil. En 1822, viajó a Lisboa y en agosto de 1823 se trasladó a Madrid, donde al final del año solicitó al rey Fernando VI un nuevo destino.

Para el obispo franciscano, apartarse de la fidelidad al rey de España es un delito y un pecado. Sus cartas pastorales son vehementes y severas, y lanza excomuniones contra los separatistas. No acepta en absoluto que pueda haber legitimidad o justicia en el deseo de independizarse de la metrópoli. Dejó plasmada su opinión con las siguientes palabras: “Los Americanos, todos, naturalmente se inclinan al sistema de su Independencia. Obrando conforme a él, le hacían una grande brecha a la nación su madre, por consiguiente, daban más fermento a la discordia entre americanos y europeos; casi necesitados dañaban su conciencia y prostituían su ministerio.”

En resumen, es importante reiterar las reflexiones con las que comenzamos este artículo. El grupo de los obispos del Perú en la etapa sanmartiniana no constituye un bloque homogéneo, ni en contra ni a favor de la Independencia. La participación de la jerarquía en su conjunto se resiste a ser encasillada en afirmaciones o esquemas de carácter universal. La investigación histórica nos lleva ante la problemática de individuos como nosotros, con responsabilidades muy serias, quienes, por esa misma razón, ante situaciones no del todo claras, sienten en diversos grados vacilaciones, perplejidades y dudas; y en medio del tumultuoso vaivén de los acontecimientos, experimentan el deseo y la dificultad de encontrar un camino coherente y justo.

P.A

García

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