Ἡρώδης
En la solemnidad de los santos Pedro y Pablo, me
correspondió presidir la Celebración de la Palabra en la capilla de Miraflores,
perteneciente a la parroquia de Pilcomayo. Durante la reflexión sobre las
lecturas del día, cometí una imprecisión cronológica al referirme al Herodes
mencionado en la primera lectura, la cual narraba la prisión de Pedro y su
milagrosa liberación. Identifiqué erróneamente a este Herodes —Herodes Agripa
I, también llamado el Mayor— con Herodes Antipas, su antecesor.
La confusión no pasó desapercibida. Para mi fortuna, al
finalizar la celebración, uno de los asistentes se me acercó para aclarar el
asunto, gesto que recibí con profunda gratitud como una auténtica corrección
fraterna. Se trataba de un hermano exseminarista y docente licenciado en
Teología, quien, con gran caridad, quiso invitarme —con su actitud y palabras—
a preparar mejor las reflexiones o, al menos, a evitar afirmar con seguridad
aquello de lo que no se tiene certeza. Al menos, ese fue el mensaje que yo
recogí.
Como remedio a mi lapsus, me propongo ahora ofrecer una
breve explicación sobre los Herodes que aparecen en el Nuevo Testamento,
limitándome únicamente a aquellos que tienen referencia directa en los textos
bíblicos[1].
Estos seis monarcas hebreos homónimos eran originarios de
Idumea —aunque no todos habían nacido allí— y practicaban el judaísmo, aunque
su fidelidad política se inclinaba claramente hacia el Imperio romano.
Dependientes del poder imperial, enviaban a sus hijos a formarse en Roma y
erigieron ciudades en honor de sus protectores, como Cesarea, Sebaste y Tiberíades,
entre otras.
1. Herodes el Grande:
Fundador de la última dinastía judía, fue rey de Judea
desde el año 37 hasta el 4 a.C. Hijo de Antípatro, procurador de Judea
designado por Julio César, Herodes fue reconocido por Roma como “monarca
aliado”, lo que le otorgaba autonomía administrativa en su reino. Gobernó un
amplio territorio que incluía Idumea, Judea, Samaria, Galilea, Perea y regiones
al noreste del Jordán. A él se le atribuye la tristemente célebre matanza de
los inocentes (Mt 2,13-18), así como el ambicioso proyecto de reconstrucción del
Templo de Jerusalén, iniciado en el año 20 a.C.
2. Herodes Felipe I o simplemente Filipo:
Hijo de Herodes el Grande, es mencionado en los
evangelios de Marcos (6,17) y Mateo (14,3) como el primer esposo de Herodías,
quien era hija de su medio hermano Aristóbulo. Herodías lo abandonó para unirse
a Herodes Antipas. A diferencia de otros hijos de Herodes el Grande, Felipe I
no ejerció ningún cargo de gobierno, pues fue desheredado.
3. Herodes Antipas:
Hijo de Herodes el Grande y de Maltace, fue hermano menor
de Arquelao (cf. Mt 2,22) y gobernó como tetrarca sobre Galilea y Perea, según
señala Lucas (3,1.19). Convivió escandalosamente con su sobrina Herodías, quien
era esposa de su hermanastro Herodes Felipe I. Fundó la ciudad de Tiberíades. Casi
todo su gobierno coincidió con la vida pública de Jesús. Es recordado por
diversos episodios evangélicos: fue llamado “zorro” por Jesús (Lc 13,32), se
encontraba en Jerusalén como peregrino durante la Pascua (Lc 23,7), mandó
decapitar a Juan el Bautista (Mc 6,27), creyó que Jesús era Juan resucitado (Lc
9,7-9), y finalmente, tuvo un breve encuentro con el Señor durante su pasión
(Lc 23,8).
4. Herodes Felipe II:
También hijo de Herodes el Grande, fue nombrado tetrarca
de los territorios situados al este del Jordán, función en la que es mencionado
por Lucas (3,1). Se le reconoce como el reconstructor de Cesarea de Filipo,
ciudad edificada en honor del emperador romano y destinada a servir como centro
administrativo de su región.
5. Herodes Agripa I o el Mayor:
Hijo de Aristóbulo y nieto de Herodes el Grande, fue
nombrado tetrarca de Galilea y Perea, y más tarde obtuvo el título de rey sobre
un territorio casi tan extenso como el de su abuelo. Es recordado en los Hechos
de los Apóstoles por haber hecho decapitar a Santiago, el hermano de Juan (Hch
12,2), y por haber mandado encarcelar a Pedro (Hch 12,3). Murió repentinamente
en el año 44 d.C., según el relato lucano, “comido por gusanos” tras aceptar
honores divinos (Hch 12,23). Tres de sus hijos son mencionados en el Nuevo
Testamento: Agripa II, Berenice y Drusila.
6. Herodes Agripa II o el Menor:
Hijo de Herodes Agripa I, nació en Roma en el año 27 d.C.
Fue el último representante de la dinastía herodiana en ejercer alguna
autoridad. Aparece en los Hechos de los Apóstoles como oyente de la defensa de
san Pablo ante el procurador Festo, en Cesarea (Hch 25,13; 26,32). Se le
atribuye la conclusión de las obras del Templo iniciado por su abuelo, Herodes
el Grande. Con él se extinguió la línea judía de la casa de Herodes.
Esta breve exposición ha querido ser una modesta
reparación del desliz cometido durante la reflexión litúrgica del 29 de junio.
La confusión entre Herodes Agripa I —el rey responsable de la prisión del
apóstol Pedro, según Hechos 12— y Herodes Antipas —tetrarca de Galilea en
tiempos de Jesús— fue fruto de una simplificación apresurada y no de una
contradicción doctrinal. Aunque ambos personajes pertenecen a la misma familia
herodiana, vivieron en momentos distintos y ejercieron funciones diversas.
Reconocer este error no solo me permite crecer en humildad, sino también
reafirmar la importancia de una interpretación bíblica seria, contextualizada y
bien informada.
Este episodio me ha recordado que el estudio de la
Sagrada Escritura no se agota nunca y que nuestra tarea como predicadores y
agentes de pastoral exige una constante actitud de aprendizaje. La Biblia no es
un libro cualquiera: es Palabra viva de Dios, cuyo mensaje se nos desvela
progresivamente, en la medida en que nos acercamos a ella con fe,
responsabilidad y amor. Que este sencillo repaso a los Herodes del Nuevo
Testamento sirva de aliento para todos los que desean conocer mejor la historia
de la salvación y comunicarla con verdad, claridad y fidelidad evangélica.