UNA VIAJE A VENEZUELA
El bogotano Isidoro Laverde Amaya
(1852-1903), fue un escritor colombiano que a su paso por La Playa, el 24 de
diciembre de 1885, pernoctó y aprovechó para copiar un magnifico recuerdo de la
situación general de este pueblo andino. El texto ordinario de su libro se
tituló “Un viaje a Venezuela” y fue publicado en la ciudad de Santafé
de Bogotá, por la Imprenta de “La Nación”, en el año 1889.
Isidoro parte desde la capital colombiana el 15 de diciembre
de 1885, y pasó por La Playa el mencionado día decembrino. En su arqueo literario
deja clara una descripción casi paradisiaca de esta población agrícola. A
continuación les dejo el texto íntegro de Laverde, para, al final, solo hacer
una aclaración de términos encontrados en la cita.
Capítulo V - La
Playa de Bailadores. –Las diversiones que prefieren.
Siguiendo rumbo hacia
Tovar, y a una legua nada más de buen camino, se levanta un caserío de variado
aspecto, en la fértil planicie que llaman Playa de Bailadores, cultivada con
esmero; abundante en plantaciones de caña, y con pequeñas dehesas de rico
pasto. También se encuentran algunas sementeras bien cultivadas. Y si la
naturaleza ha andado pródiga en dotar de belleza y fecundidad estos terrenos,
en ellos no se ha hecho sentir todavía la despiadada codicia del hombre, porque
la propiedad está muy dividida: todos tienen algo, de suerte que aquel grupo de
población, exclusivamente agrícola, vive con absoluta independencia y relativa
virilidad, en campos pintorescos y amenos.
Era el día de nochebuena
cuando llegamos, y, en consecuencia, todos los dueños de predios y labriegos
andaban por ahí sueltos o en partidas haciendo frecuentes libaciones en las
bodegas y preparándose para echar al siguiente día peleas de gallos, diversión
muy del agrado de los venezolanos, y para fomentar la cual gastan tiempo y
dinero, porque casan apuestas de consideración y emprenden viajes distantes con
el objeto de presenciarlas.
Aun cuando hubiéramos
podido llegar sin fatigarnos a Tovar, quisimos pasar la noche en una casita de
las de La Playa, teniendo en cuenta, principalmente, que había modo de procurar
seguro descanso a las cabalgaduras. Por lo demás, nuestra resolución fue
acertada, porque el dueño de la casa donde pedimos hospitalidad estuvo acucioso
y atento, hasta el punto de cedernos su propio cuarto, en el que lucían, como
objetos principales de su uso, una famosa silla con enchapados de bruñida
plata, espuelas de idéntico metal, un gran puñal con mango de lo mismo, y un
jarro grande de ídem, para tomar agua; lujo muy codiciado por estos lados.
Hasta muy tarde
estuvimos oyendo el alboroto de las gentes y el rasgueo de los tiples, junto
con el canto agudo y monótono de los trapicheros. Sus voces herían el aire con
sentidas quejas; tal parecía que quisiesen desquitarse de las pesadas faenas de
la semana, agotando el repertorio de su predilección, y que pretendiesen
también comunicar a la muda naturaleza que los rodeaba el sentimiento melancólico
de sus canciones.
En el pesebre del dueño
de la venta inmediata oí a un muchacho estos versos:
Nació Jesús en Belén,
Se bautizó en el Jordán,
Padeció en Jerusalén,
Visitó el seno de Abraham.
Hoy pregunta la memoria,
Diga la sabiduría,
¿Qué cosas mi Dios haría
Antes de formar la gloria?
Y a uno que imitaba el canto de los llaneros, esta especie
de galerón de varias rimas:
Escúcheme usté compare.
Tengo una moza tan beya
Que hasta el mismo Cristo pare
Diera la gloria por eya.
Me quere con toa el arma
Y con toa fieliá,
Es eya como la parma
Que nace en el arená.
Son tan negros sus cabeyos
Cuar la mesma escuriá;
Y barre er suelo con eyos,
Si los deja en libertá.
Son sus manos de argodón,
Por lo brancas y pulías,
Me queman er corazón
Cuando chocan con las mías.
Si sus ojos encantaos
Miran de noche los cielos,
Se esconden avergonzaos
Toiticos los luceros.
Yo la yamo durce prenda,
Y la yamo vida mía,
Porque quiero que comprenda,
Es el arma de mi via.
Ahora
solo quiero ayudar al lector a comprender el sentido y significado de algunas
palabras que pueden ser desconocidas para el común, encontradas en este texto: dehesas, campos cercados; sementeras, siembras o sembrados; pródiga, generosa; virilidad, pujanza o potencia; amenos,
placenteros o atractivos; predios,
haciendas o fincas; labriegos,
campesinos agricultores; partidas,
grupos; libaciones, degustaciones,
bebidas; bodegas, negocios o lugares
de comercio de licor en este caso; casan,
que ajustan o logran; resolución,
decisión valiente; acucioso,
diligente, amable; bruñida, brillante
o reluciente; ídem, idéntico, en este
caso hace referencia a la plata; tiples,
instrumento musical de cuerda; trapicheros,
trabajadores de los trapiches; faenas,
trabajos diarios.
P.A
García
lastima no menciona la familia que les brindo hospitalidad
ResponderEliminarCorrecto, el autor como venía recorriendo desde Bogotá hasta Caracas, de seguro prefirió omitir nombres de particulares para no hacer el relato tan largo.
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