lunes, 24 de julio de 2023

240 natalicio del Libertador

BOLÍVAR EN AYACUCHO


Hoy es 24 de julio y se cumplen 240 años del natalicio del Libertador Simón Bolívar, quien nació en Caracas, siendo esta ciudad la capital de la Capitanía General de Venezuela en 1783.

Bolívar estuvo en la ciudad de Huamanga, la actual Ayacucho, después de la batalla de Junín en agosto de 1824, y antes de la batalla de Ayacucho, en diciembre del mismo año, de la cual no participó. A su paso por Huamanga observó y quedó maravillado por las hermosas montañas serranas de esta ciudad de las 33 iglesias y despachó con determinación en favor de los habitantes de la época que solicitaban la devolución de las propiedades que le habían sido confiscadas por los realistas.

De la estancia de Bolívar en esta ciudad se recuerda en el imaginario popular una anécdota en un par de versiones, contradictorias una de otra, y es que en primer lugar se sitúa un baile de distinguidas personalidades al que asistió también Bolívar, quien, al bailar con la joven más hermosa de la ciudad, se atrevió a darle un beso que fue respondido con una deshonrosa bofetada. La otra versión indica que el beso nunca fue dado, pues la doncella advertida por las pretensiones de don Simón, lo esquivó agachando la cabeza, y acto seguido al erguirse hirió con su peineta la nariz del Libertador perforándole hasta hacerlo derramar sangre. En ambas fábulas se enaltece el coraje y dignidad de la mujer huamanguina y la supuesta caballerosidad de Bolívar al comportarse en supuestas situaciones con calma y consecuente generosidad.

Lo cierto es que Bolívar estuvo por aquí al mando de su Ejército Unido Libertador y en compañía de su secretario José Faustino Sánchez Carrión, de quien se conservan cartas firmadas de su puño y letra expedidas en el Cuartel General de Huamanga, una casona que todavía está en pie y que sirvió de despacho militar del Libertador en septiembre 1824.

Al cumplirse el 150 aniversario de la Batalla de Ayacucho, el 9 de diciembre de 1974, se inauguró la estatua ecuestre de Bolívar en la Plaza que lleva su nombre, ubicada en la Asociación Licenciados, en la avenida Independencia. En esta estatua podemos contemplar a Simón Bolívar montado en su caballo galopante en dirección hacia el centro de la ciudad de Ayacucho, de la que él mismo decretó su cambio de nombre en febrero de 1825, para perpetuar la gesta liderada por Sucre, el gran Mariscal de Ayacucho. El pedestal de la ecuestre muestra en señorial bronce una placa con la inscripción dedicatoria: “A Simón Bolívar vencedor de Junín y Ayacucho. Libertador de Colombia, Ecuador, Bolivia, Panamá y Venezuela. Fundador de Bolivia. 1824-Ayacucho-9 de diciembre de 1974.” De ahí la afirmación de que Bolívar es padre de cinco naciones e hijo de una de ellas.

Aprovecho la oportunidad para recomendar un trabajo documental de TVPerú sobre la presencia de Bolívar en esta república, y es que el famoso programa “Sucedió en el Perú” conducido por Norma Martínez publicó hace poco su reportaje sobre este tema, desde la perspectiva más objetiva y fiel a la cronología histórica, dejando a un lado toda mezquindad y recelo sobre la figura del Libertador del Perú. En menos de 50 minutos se presenta al espectador los hechos más resaltantes de la gestión bolivariana, dejando claro que el Libertador vino a estas tierras invitado por el Congreso, el mismo que le otorgó el título de dictador el 10 de febrero de 1824.

Es cierto que la figura de Bolívar no deja de despertar admiración en unos como rechazo en otros, lo justo sería pensar que fue un gran hombre con luces y sombras, más luces que sombras, diría yo, pero que, en definitiva, fue grande por lo que logró y más aún por lo que pensó y dejó por escrito. Ya vemos que el actuar muchas veces es insuficiente, quedando el verdadero tesoro en lo utópico del pensamiento humano.

Ser bolivariano, en la actualidad, no tiene por qué significar un odio a lo hispano, pues esto es un grave error. Ser bolivariano es sentirse parte de una patria grande llamada América en la que todos deberíamos tratarnos como hermanos, arroparnos bajo el manto protector de la fe católica y reconocer que tenemos por padre a Bolívar y por madre a España y su cultura.

No olvidemos el esfuerzo y la sangre derramada de quienes nos precedieron y nos enseñaron a valorar cada centímetro del suelo que pisamos. Borremos las fronteras de la indiferencia y los hirientes nacionalismos y vivamos apostando por la unión de nuestros países, respetando diferencias y fortaleciendo lazos de amistad y cooperación mutua, que es el verdadero ideal bolivariano.

¡Viva Bolívar!

P.A

García

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