sábado, 15 de julio de 2023

Reliquia ex indumentis de san Josemaría Escrivá

“EX INUMENTIS”


         El Catecismo de la Iglesia Católica en su numeral 1674 nos dice de las reliquias de los santos que su veneración prolonga la vida litúrgica de la Iglesia, y más adelante indica que esto ha de “preparar a los hombres para recibir el fruto de los sacramentos y santificar las diversas circunstancias de la vida” (cf. 1677), es decir, allí donde se venere una reliquia de un santo, se recuerda especialmente su vida y entrega a Dios.

         El Vaticano II afirma: “De acuerdo con la tradición, la Iglesia rinde culto a los santos y venera sus imágenes y reliquias auténticas.” (Constitución “Sacrosanctum Concilium” n°111), así que no es cosa inventada a ultima hora, sino que es tradición en la Iglesia venerar las reliquias de los santos.

         Una mujer en el evangelio se acercó a Jesús creyendo que por tocar su ropa quedaría sana, y lo mejor fue que así sucedió, pero no fue por el hecho de tocar la túnica del maestro, sino porque tenía fe. La fe es el sustento de la vida, sin fe no se tiene esperanza ni caridad. El cristiano ha de acercarse a las reliquias de los santos con fe, no con superstición. El objeto no cura ni salva, sino Dios en su infinito poder.

         El pasado 13 de junio, en la festividad de san Antonio de Padua, asistí a la reunión del clero ayacuchano para acompañar al arzobispo en sus gestiones y avisos generales a los párrocos asistentes. Dentro de los sacerdotes estaba también un padre del Opus Dei que viene asistiendo a estas reuniones para encontrarse con un grupo cercano a la espiritualidad de la Obra. A él le dirigí la petición que tengo desde hace varios años, de tener una reliquia ex indumentis de la sotana de san Josemaría Escrivá para mi devoción personal. Este sacerdote muy serenamente me indicó que la próxima vez que viniera a Ayacucho me traería lo solicitado. Y felizmente cumplió.

         El martes 11 de julio de 2023, a las 11:45 a.m., mientras arreglaba los libros de la secretaría del Arzobispado, recibí la visita del padre de la Obra que me traía la estampa con la reliquia del santo español. Sacó un pequeño sobre amarillo del bolsillo de su camisa y me entregó en las manos el compromiso que había adquirido conmigo hacía casi un mes. Quise de inmediato fijarme en la estampa, pero por decencia me contuve hasta finalizada la breve conversación con el sacerdote que venía de Lima. Él se fue para el seminario a encontrarse con los otros padres y yo me quedé contentísimo contemplando por fin la reliquia, un pedacito de la sotana de san Josemaría, entre mis manos. De inmediato pensé en mandarla a enmarcar o comprarle un portarretrato para protegerla y poder venerarla como Dios manda.

         En la noche me dispuse a buscar en todos los locales del centro de la ciudad un portarretratos que fuera idóneo para ubicar la reliquia, pero no lo hallé, por lo que tuve que visitar la marquetería más popular, y efectivamente, allí dejé el encargo con la intención de buscarlo al día siguiente, lo cual ocurrió como era de esperarse, sin embargo, mi madre y yo nos dimos cuenta que la estampa no estaba centrada en el cuadro, sino que estaba muy esquinada hacia los márgenes izquierdos, notablemente a la vista de cualquier persona, por ende tuvimos que dejarlo para su acomodo y buscarlo el día siguiente.

         Luego de una segunda corrección finalmente recogí la reliquia enmarcada y la llevé a la misa a la catedral, al final de la misma la presenté al arzobispo quien la besó y sugirió que la guardara con devoción. Gracias a Dios ya tengo mi reliquia, un pedacito de la sotana de san Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás, fundador del Opus Dei.

P.A

García

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