“EL MAESTRO DEL LIBERTADOR”
Supuestos restos mortales de Simón Rodríguez en Amotape, Perú, y la casa donde se dice que murió en la misma localidad.
Amotape
es un pequeño caserío de la provincia de Paita en Piura, al norte del Perú. En este
pueblo falleció don Simón Rodríguez el 28 de febrero de 1854 y sus restos
fueron enterrados en el templo del pueblo.
El profesor
Nelson Ernesto Chávez Herrera escribió una crónica de su investigación personal
sobre el verdadero paradero de los restos mortales del Maestro del Libertador
que, según la historia oficial, fueron llevados de Amotape a Lima (1924) y
luego a Caracas (1954), pero, al parecer, esto no es del todo cierto.
La obra
de Chávez se titula “Los restos del cholo Facundo”, publicada en 2019 bajo el
patrocinio de la Alcaldía de Caracas, al ser la ganadora del Premio Nacional de
Literatura Stefanía Mosca 2018, en la mención crónica con el seudónimo de
Coromoto Montilla.
Es a
partir del capítulo IV, página 29 de 83, donde Nelson Chávez comienza a narrar la
intriga sobre lo ocurrido con el supuesto traslado de los restos de Simón
Rodríguez desde Amotape hasta el Panteón Nacional de los Próceres del Perú en
Lima, con motivo del centenario de la Batalla de Ayacucho a finales de 1924. Al
parecer la idea fue de Fabio Lozano y Lozano, autor de la primera biografía de
don Simón Rodríguez, quien comentó a Luis Ernesto Denegri, secretario del
presidente Augusto B. Leguía, la idea del traslado.
El presidente
Leguía autorizó la exhumación y se empezó a preparar la ceremonia, a la que,
pudo estar invitado el general Eleazar López Contreras, encabezando la
delegación militar del general Juan Vicente Gómez, presidente de Venezuela,
quien a su vez festejó en su país el centenario de Ayacucho. Lo cierto fue que
en Amotape no supieron dar con el paradero de la osamenta, por lo que,
presionados por Lima, decidieron enviar en calidad de auténticos, los restos de
otro ser humano.
Antes del
envío a Lima llegaron a Amotape unos periodistas que supieron de la patraña
cometida por las autoridades locales, pues al no tener certeza de la ubicación
de los restos dentro de la iglesia del pueblo, confabularon en armar unos
supuestos testimonios justificando una conjeturada “memoria oral”. El acta
oficial de la exhumación se firmó el 26 de noviembre de 1924, pero el periodista
Carlos Chávez Sánchez no consintió la farsa y publicó en periódicos de la época
su apreciación del evento, cuestión que tardó en salir a la luz dos años, por
las reservas al asunto que los altos mandatarios objetaron.
En 1953
surgió desde Venezuela la intención de repatriar los restos de Simón Rodríguez
que, para la opinión de ambas naciones, el Perú y Venezuela, estaban en Lima
desde 1924. Con las gestiones del general Marcos Pérez Jiménez en Venezuela y
Manuel Arturo Odría en el Perú se logró que los supuestos restos del Maestro
del Libertador llegaran a su país natal el 27 de febrero de 1954, un día antes
del centenario de su fallecimiento.
Pérez Jiménez
fue advertido del engaño, pero optó por la diplomacia. Pero no tardó mucho
tiempo en correr la verdad como pólvora, pues periódicos del Perú y Venezuela
paulatinamente fueron publicando entrevistas y opiniones sobre lo que realmente
ocurrió en 1924 y luego en 1954 con los restos de Simón Rodríguez, de modo que
es sabido por todos desde hace ya bastante tiempo el bulo de Amotape.
Nelson Chávez
llegó a Amotape y entrevistó a los lugareños entre los días 14 y 15 de abril de
2013. Allí conoció de primera mano los relatos que todavía subsisten entre los
pobladores sobre los restos de Simón Rodríguez. En resumidas cuentas, la
iglesia del pueblo fue refaccionada en el año 1994 y en los trabajos de rigor
fueron encontrados en el subsuelo una osamenta con una característica
delatadora, una “corbata miche”, idéntica a la usanza del maestro Rodríguez, y
que se refleja en cada pintura o busto que de él se hace.
Según el
relato de Chávez, los amotapeños conservaron los restos encontrados en 1994 en
el depósito trasero del templo, en un cajón de madera que él pudo observar y
fotografiar. Para todos ellos, que han conocido como protagonistas la historia
verdadera, los restos repatriados a Venezuela no son los de Simón Rodríguez, sino
los de un habitante de Amotape que fue conocido como “el cholo Facundo”.
P.A
García
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