MINISTERIOS LAICALES
El
viernes 16 de febrero tomé papel y lápiz para apuntar el decreto arzobispal que
el obispo me dictaría, referente a mi institución como lector y acólito de la Iglesia
Católica, en respuesta de mi petición escrita hecha el pasado 24 de octubre de
2023. Monseñor me había manifestado su intención de que yo participara del retiro
anual de los sacerdotes en Luricocha, Huanta, para luego sí recibir ambos
ministerios laicales.
El decreto
arzobispal fue el número 035-2024, y tuvo el siguiente tenor: “1. Habiendo
recibido la petición de nuestro apreciado secretario Pedro Andrés García
Barillas de recibir los ministerios del lectorado y acolitado para el servicio
pastoral en la Arquidiócesis y atención en el Establecimiento Penitenciario de
Ayacucho. 2.Escuchado el parecer de nuestra Curia Arzobispal y reconociendo sus
estudios teológicos en la PUCP e investigaciones históricas. Por las presentes
letras concedemos la institución de los ministerios de Lector y Acólito. Que se
llevará a cabo en la Santa Iglesia Catedral Metropolitana el domingo 18 de
febrero, I de la Santa Cuaresma, a las 6:00 p.m. Acompañamos este servicio
eclesial con nuestra oración y apostolados. Dado en esta Curia Arzobispal, a
los dieciséis días del mes de febrero del año dos mil veinticuatro. Comuníquese,
regístrese y archívese. +Mons. Salvador Piñeiro García-Calderón, Arzobispo
Metropolitano de Ayacucho. Pbro. Percy Quispe Misaico, Canciller”.
Dada la
proximidad de la fecha el mismo decreto escaneado y compartido por las redes
sociales sirvió de invitación para conocidos y amigos. Aquel que se tomó la
molestia de leer todo el documento se enteró del acontecimiento y pudo
compartir conmigo la alegría de estar un poco más cerca del servicio y del
altar de Dios.
Llegado el
domingo 18 de febrero, primero de Cuaresma, participé en la santa misa en el penal,
acompañando al padre capellán, quien me dio la oportunidad de compartir con los
internos la reflexión de la palabra de Dios de ese día. Por la mañana con ellos
y por la tarde con ellas. Mis hermanos internos demostraron su alegría por la noticia
que esa misma tarde se llevaría a cabo en la Catedral de la ciudad. Les prometí
que les mostraría el vídeo resumen de la ceremonia, tal como lo hice el martes
20.
A las
5:45 p.m. llegué a la catedral y me dirigí a la sacristía para revestirme. Con permiso
expreso del obispo porté la sotana bajo el alba. Recé las Vísperas en la
pequeña capilla del seminario y esperé que llegara el obispo y demás sacerdotes
acompañantes.
Eran las
6:00 p.m. cuando salimos de la sacristía para iniciar la procesión de entrada
por un lateral de la Catedral y luego por la nave central hasta el altar. La procesión
iba principiada por la Santa Cruz de madera, que era llevada en hombros por mis
familiares, cuestión que me sorprendió, pues no estaba enterado de tal
participación.
Luego del
Evangelio y antes de la homilía el padre rector del seminario San Cristóbal de
Huamanga leyó el decreto arzobispal y seguidamente me llamó como “el que va a
ser instituido lector y acólito”, para lo cual abandoné la primera banca donde
estaba sentado y pasando frente al altar respondí con un claro y sonoro “presente”,
mirando al obispo sentado y mitrado. La seña recibida por él me invitaba a
pasar a sentarme en una silla ubicada en el presbiterio, la misma que en
principio no observé y por eso caminé dudoso y desorientado hasta ella.
La homilía
del obispo estuvo centrada en las lecturas del día, con una congruente mención a
mí y lo que iba a recibir. Aunque la misa estaba siendo transmitida por el
canal de la Catedral, justo las palabras más hermosas y significativas hacia mí
no quedaron grabadas debido a problemas comunes de conectividad, sin embargo, las
recordaré siempre y las llevaré bien guardadas y memorizadas en el corazón y en
la mente, pues en ese momento, mientras las escuchaba, la emoción me hizo
perder por breves instantes la noción del tiempo y del espacio, pues no pasaba
a creer lo que estaba viendo y escuchando. Son esos minúsculos momentos de
gloria que todo ser humano necesita para poder afirmar que vale la pena
perseverar.
Culminada
la reflexión procedimos al breve rito de la institución. Pasé al frente y por indicación
del obispo me puse de rodillas en frente suyo. El ritual prescribe primero la institución
del acolitado, en la que recibí la patena con las hostias de manos del obispo. De
la oración rememoro aquí lo siguiente: “vive de tal manera que puedas servir
dignamente a la mesa del Señor y de la Iglesia”. Con el lectorado recibí el
Evangeliario, un hermoso libro solemnemente decorado, impactantes fueron las siguientes
palabras de la oración institucional: “penetrado y transformado plenamente por
la Palabra de Dios, la anuncie con fidelidad a los hermanos”.
Puesto de
pie me ubiqué a la derecha del obispo quien con una notoria sonrisa de alegría
me presentó ante los fieles congregados esa noche como nuevo lector y acólito. Los
aplausos de la feligresía aprueban y reciben con gozo esta nueva misión de un
laico frecuente de la Basílica Catedral de Ayacucho y, además, secretario del
arzobispo y del arzobispado.
Una vez
culminada la profesión de fe y las preces, me dirigía al altar y en uso de mis
nuevas facultades adquiridas, extendí el corporal, coloque la patena a un lado,
fuera del corporal, eché el vino sobre el cáliz y puse el purificador sobre el
corporal, para luego entregar en manos del que preside la patena, seguida del cáliz
para que él mismo agregue la gota de agua que se mezcla con el vino. Finalmente
puse la palia sobre el cáliz y pasé a sostener el manutergio para el lavabo del
obispo.
En el
rito de la paz, después de saludar a varios de los presentes alrededor del
altar, el acólito acompañante me indicó que fuera a buscar la reserva del Santísimo
Sacramento que está en el sagrario, bajo el altar mayor de la catedral, un lugar
un tanto lúgubre y de proporciones menores a mi estatura, por lo que ingresar
allí me supone un abajamiento necesario, en primer lugar porque se trata de la
presencia divina del mismo Dios hecho pan por nosotros, y muy en segundo lugar
porque si pretendo permanecer erguido podría dejar la frente estampada en las
maderas que hacen de techo.
El obispo
tuvo el gesto de compartir con los dos acólitos que estábamos presentes un
trozo de la Hostia Consagrada, para comulgar luego bajo las dos especies. Seguidamente
al acólito seminarista y próximamente diácono le entregó la patena para que
distribuyera la Comunión en la mitad del templo y a mi me indicó que debía
hacerlo al pie del presbiterio, mientras el capellán del penal se encargó de
los laterales. Durante la distribución de la Sagrada Comunión el coro
polifónico de la Catedral entonó un bello canto vocacional compuesto por un sacerdote
ayacuchano, fue un gesto bonito, ya que esta canción es de mi total agrado: “He
conocido la Buena Nueva, y me llamas a anunciarla por todas partes. ¿El límite?
Es que no hay límite; el horizonte, todo el mundo. Te seguiré, donde tú quieras,
te seguiré…”. Terminada la distribución, reservé de nuevo el Santísimo. El obispo,
impartida la bendición final, propició la foto de recuerdo y animo a los
presentes a, en la libertad de cada uno, formar una fila para saludarme como
nuevo ministro de la Iglesia desde el servicio como lector y acólito.
El saludo
de la gente fue sincero y sus abrazos muy conmovedores. Hubo quienes se
acercaron pidiendo una bendición especial para superar momentos difíciles, otros
solo expresaron su felicitación y bienvenida. Los más allegados me alegraron el
corazón con su compañía: profesores y trabajadores del Colegio Discovery,
fieles de la parroquia Santa Rosa de Lima, agentes de la pastoral carcelaria arquidiocesana
y un trabajador del Arzobispado de Ayacucho. Pero el gran número de hermanos y
hermanas eran personas totalmente desconocidas para mí.
Fue un
día muy especial, domingo 18 de febrero de 2024, de nunca olvidar. Fue un día
para recordar que Dios tarda, pero no olvida; que Dios aprieta, pero no ahorca;
que Dios hiere y venda la herida; que Dios ama y es infinitamente misericordioso
con todos, con sus elegidos.
P.A
García
https://www.youtube.com/watch?v=Fjah5aaBf3o&t=1009s
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