SACERDOTE PARA
SIEMPRE
El
1 de agosto de 2024, a los 58 años de edad, entregó su alma sacerdotal al Dios
Creador el querido padre Argenis Evangelista Zambrano Albarrán, después de una
paciente y sufrida enfermedad y a varios años de haber dejado el encargo de la
parroquia San Vicente Ferrer de La Playa, donde tuve la oportunidad de
compartir muy de cerca con él.
Con
motivo de su cumpleaños 55, en diciembre de 2020, le dediqué unas palabras que
no pretendo ahora repetir, pero dada la noticia de su fallecimiento es preciso
ahondar un poco más en lo que pude conocer de este sacerdote merideño, que
había nacido en la población de La Azulita el 27 de diciembre de 1965, del
matrimonio de Ulises e Isolina.
Recuerdo
cuando el padre Ramón Olivo Gómez Huiza estaba dejando la parroquia San Vicente
Ferrer luego de un brevísimo curato; por razones obvias estuve presente en todo
el proceso de recibimiento del nuevo párroco, que sería el padre Argenis
Zambrano; él venía de ser cura de La Mesa de los Indios de Ejido, parroquia
“Santiago Apóstol”. Algunas veces lo había saludado de pasada en las
multitudinarias reuniones del clero merideño que se realizan en el Seminario
San Buenaventura. Hasta su llegada a La Playa yo no había tenido un trato
cercano con él, pero me di con la sorpresa de que el padre Argenis decía
conocerme, pues había leído alguno de mis artículos publicados en el Blog y en
la revista del seminario.
La
primera vez que nos saludamos en la Casa Cural de La Playa, conversamos
brevemente y lo que me dijo fue eso, que me conocía porque me había leído,
además de seguir mis cuentas en las redes sociales (entonces muy activas); y me
dedicó unas cuantas palabras elogiosas, pero, sobre todo, sembró en mí el ánimo
de seguir adelante. Yo solo le recordé que en oportunidades nos habíamos
saludado en el seminario.
El
padre Argenis llegó a La Playa con una gran mudanza. Cajas y cajas, de libros,
de cosas, pero lo más importante para él era el cuidado de sus acompañantes,
buenas amistades conseguidas en su paso por las parroquias, y sus queridas
mascotas, que superaban la docena de caninos, todos con nombre propio y trato
especial con cada uno de ellos. Al principio esto nos sorprendió muchísimo,
porque no estábamos acostumbrados a ver animales en la casa cural y mucho menos
en el templo; pero el padre Argenis nos enseñó a querer a estas criaturitas,
que también son creación de Dios. Aunque en honor a la verdad, las mascotas
estaban siempre en la casa, y rara vez en el templo.
El
Dr. Luis Alfonso Rodríguez fue su hijo predilecto y fiel, en el espíritu y en
el aspecto humano de un hombre que era realmente un padre, tierno y
responsable. Recuerdo la gran angustia del padre Argenis cuando no pudo asistir
a la defensa de tesis doctoral de Luis Alfonso, a la que yo si pude ir.
Mientras Luis Alfonso exponía su titánico trabajo, le tomé algunas fotos que
compartí por teléfono con el padre Argenis, y él, desde La Playa, deseó haber
acompañado a su hijo adoptivo, pero por alguna razón no fue posible. Se admiraban
mutuamente, padre e hijo se reconocían el uno al otro como lo más importante. Ahora
pienso en lo duro que habrá sido para el Dr. Luis Alfonso el haber visto morir
al padre Argenis tan joven, tan sufrido por su enfermedad. De seguro él también
sufrió con paciencia la agonía de su mentor.
En
las conversaciones privadas, era habitual verlo acariciar a uno de sus perros,
que se acomodaba en sus piernas, obediente y confiado en su cariño. Nunca
llegué a aprender el nombre de ninguno de sus perritos, pero no era necesario;
ellos tenían un excelente dueño, y eso les bastaba. En las charlas más íntimas,
siempre había lugar para buenos chistes, porque el padre Argenis, sin duda,
poseía un gran sentido del humor. También aprovechaba para compartir recuerdos
y experiencias de sus parroquias anteriores y hasta de su misma formación en el
seminario. Aunque merideño de nacimiento y luego bien incardinado en la
Arquidiócesis de Mérida, él siempre se supo venido de otro lugar, pues el Seminario
Mayor San Judas Tadeo de San Felipe fue su etapa forjadora, moldeadora y
configuradora, la base y guía de su ministerio sacerdotal.
Del
padre Argenis todos conocimos su amor abnegado por Venezuela, y de ahí su afincada
animadversión con el actual narco-régimen dictatorial chavista que gobierna el
país, pesadilla de nunca acabar. Nunca lo ocultó y no tenía por qué hacerlo, él
tenía sus razones, pues era enemigo del comunismo y del socialismo empobrecedor
de los pueblos. Como todo hombre bien formado en ideas, sabía que nada bueno se
puede sacar de la ideología marxista-leninista, porque la historia así lo ha
demostrado, y lo que está claro a la vista no necesita de anteojos. Tal fue su reconocido
compromiso con la libertad y la democracia que, el movimiento político Vente
Venezuela, liderado por María Corina Machado, en su seccional de Mérida, se
expresó con nota de duelo en sus redes, lamentando el fallecimiento del padre
Argenis. Estamos seguros de que el padre bajó al sepulcro con la certeza del
triunfo de la oposición venezolana en las elecciones del 28 de julio, cuatro
días antes de su muerte. Esta esperanza por la libertad de su pueblo lo
acompañó hasta entregar su alma al cielo.
Gran
predicador, eximio evangelizador, eso fue el padre Argenis, a cuyo segundo
nombre hizo honor merecido, pues realmente se le puede llamar Evangelista,
porque hizo del evangelio su ideal de vida y su camino a seguir. Los que
tuvimos la dicha de escucharlo a diario en la santa misa podemos dar testimonio
de su sana doctrina, de su profundo conocimiento de las Sagradas Escrituras, y,
sobre todo, de su tacto pastoral para acercar este mensaje de Dios al pueblo
fiel, con palabras elocuentes y sencillas a la vez. Si las homilías diarias
eran un verdadero deleite, aún más las dominicales. El padre Argenis transmitía
un mensaje al hablar, no eran palabras sueltas ni vanas, sino cada una
pronunciada de manera correcta y en el hilo conductor de su expresión. Fue un
experto comunicador.
Como
buen padre, sacerdote, fue también buen maestro, pues a mí mismo me dio la
oportunidad de compartir la reflexión de la palabra en sus eucaristías,
poniendo un gran voto de confianza en mí, al disponer su rebaño a la escucha de
mis pobres palabras juveniles. Al final de la misa él mismo me daba una
brevísima opinión valorativa del discurso pronunciado, siempre animando a
seguir adelante, y en ocasiones, antes de iniciar la misa, me decía que quería
escucharme predicar, y me indicaba dos o tres puntos en los que él quería que yo
centrase la predicación. Me lanzaba al ruedo, pero no me dejaba solo.
Una
cuestión que nunca se me olvidará fue el consejo sabio y prudente que el padre
Argenis me dio aquella vez que le comenté que los frutos de mi investigación
histórica sobre el patrono del pueblo los sometería en coautoría con el
cronista del municipio para la publicación de un libro. Desde el primer momento
y como iluminado del cielo él me animó a desistir de aquella idea, pues me
aseguraba que yo no vería justicia en la publicación, pues según él iban a
apropiarse de mi esfuerzo, a robar mi trabajo, cosa que efectivamente ocurrió cuando
agregaron al grupo de dos coautores a un tercer personaje venido más allá de no
sé dónde, y tampoco se sabe cuándo, pero que sí parecía un espanto. Cuánta
razón tuvo, pero yo no le hice caso.
Antes
de la publicación del libro, él me acompañó en una pequeña ponencia en el templo
de La Playa, sobre la devoción a san Vicente Ferrer en el pueblo y un poco de
su historia, al menos la que hasta el momento se conocía y datos novedosos
presentados por mí. Y no solo me acompañó en la Iglesia, sino que por
iniciativa suya fuimos los dos a los estudios de Radio Occidente en la ciudad
de Tovar, para hablar sobre el tema e invitar a los oyentes a participar del
evento, que fue todo un éxito al menos en la concurrencia de la feligresía.
La
noticia de su fallecimiento la recibí con inmenso dolor y asombro, pues desde
hacía bastante había perdido el contacto con él. El jueves (sacerdotal) primero
de agosto, en la memoria de san Alfonso María de Ligorio, en horas de la
madrugada, y luego de un mes internado, falleció el padre Argenis Zambrano en
el Instituto Autónomo Hospital Universitario de Los Andes, de la ciudad de
Mérida. Había sufrido muchísimo, su enfermedad le obligó a entrar a quirófano
en numerosas oportunidades, y a solicitar de la buena generosidad de los
cristianos el apoyo necesario para costear sus tratamientos tan elevados en los
precios y tan difíciles de conseguir en un país en ruinas como Venezuela.
El
padre Argenis, como mencionamos anteriormente, nació en La Azulita y fue
bautizado allí por el Patriarca del Sur del Lago, el padre Deogracias Corredor.
Realizó sus estudios de seminario en la Diócesis de San Felipe en lugar de en
Mérida, ya que, como él mismo me contó en una ocasión, había expresado su
vocación al padre Corredor, quien a su vez lo presentó al entonces arzobispo de
Mérida, Mons. Miguel Antonio Salas C.J.M. (actualmente en proceso de
beatificación), pero el prelado no apostó por el joven azulitense, es decir, no
le cayó en gracia (omito aquí la posible razón deducida por el entonces
vocacionado); por lo que el padre Deogracias lo refirió al estado Yaracuy,
donde fue bien recibido, estudió y se
ordenó de diácono el 7 de junio de 1992, recibiendo la ordenación presbiteral
el 28 de noviembre del mismo año, de manos de Mons. Nelson Martínez. Como hemos
visto, también los santos se equivocan.
En esa diócesis fue párroco en la parroquia Divina Pastora de Saloa y formador del seminario desde 1993 hasta 1997, año en el que regresó a su natal arquidiócesis de Mérida, para estar cercano a su familia y por razones de salud. En Mérida fue a la población de Guaraque, “Parroquia Santa Bárbara” desde 1997 hasta 1999, luego a Zea “Parroquia Nuestra Señora de las Mercedes” de 1999 a 2002, luego se fue a Mucurubá, en el páramo, “Parroquia Inmaculada Concepción”, de 2002 a 2007 de ahí a La Mesa de los Indios, parroquia “Santiago Apóstol de la Mesa” en Ejido de 2007 a 2017 y de allí lo recibimos en su último encargo pastoral, la parroquia “San Vicente Ferrer” de La Playa, de 2017 a 2021.
He escrito sobre
el padre Argenis Zambrano, lo que conocí de él, la experiencia que tuve a su
lado. Pero esto no acaba sin dar a conocer lo que él pensaba de mí. A
continuación, dejo solo dos párrafos de un informe escrito por el padre Argenis
el 31 de julio de 2019, sobre mí, al culminar la etapa de formación en Mérida.
“A
Pedro, que acaba de culminar su segundo año de Teología, le conozco desde el
inicio de su formación. Procede de una familia honrada, honesta, católicos
practicantes, muy cercanos y colaboradores de la parroquia. Según el testimonio
de los vecinos, desde su infancia siempre ha manifestado el deseo de ser
sacerdote. Humanamente, se trata de un joven alegre, comunicativo, humilde,
sincero y sociable. En el ámbito moral ha mantenido una conducta intachable
desde su infancia. En cuanto a su vida espiritual, siempre se le ha observado
como un joven piadoso, mariano, amante del Santo Rosario y de la Liturgia de
las Horas (…); adorador del Santísimo Sacramento y eucaristía diaria.
Intelectualmente, se puede afirmar que se trata de un joven amante del estudio
y de la investigación. Sus recientes investigaciones acerca del culto y
devoción de San Vicente Ferrer en La Playa, constituyen un valioso aporte para
la historia profana y eclesiástica de esta parroquia, y vienen a dar fe a esta
aseveración.
En
cuanto al acompañamiento y seguimiento en estos años de formación, podemos
decir que se ha caracterizado por la responsabilidad y cumplimiento de las
tareas asignadas en el ámbito pastoral, desde las misiones que le han sido
fijadas aun en los pueblos y aldeas más lejanas, pasando por sus
responsabilidades de la pastoral vocacional del seminario. En sus tiempos
libres, especialmente las vacaciones, las aprovecha para realizar convivencias
y experiencias espirituales y pastorales, trabajar en la parroquia y así tener
la oportunidad de aprender más acerca de la vida parroquial.”
Cuánto bien me
hicieron estas palabras en su momento y ahora. Fue el apoyo que necesité en
aquel año 2019. Saber que el párroco estaba conmigo, a pesar de las circunstancias,
fue un verdadero consuelo, y ahora los es mayor, pues el cielo acorta las
distancias y sé, que Dios lo recibe en el Reino de su Gloria, y desde allí el
padre está más cercano a todos los que un día le conocimos y le veneramos como
padre y pastor que fue de la grey de Dios.
Su cuerpo fue
sepultado el viernes 2 de agosto en el Panteón Sacerdotal Arquidiocesano, al lado del Santuario
Nuestra Señora de El Espejo, en la ciudad de Santiago de los Caballeros de
Mérida, Venezuela, el viernes 2 de agosto de 2024.
Padre Argenis,
que el Señor te tenga en su Gloria. Amén.
P.A
García
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