“TRACTATUS
LOGICO-PHILOSOPHICUS”
Ludwig Wittgenstein (1889-1951), es el
autor que a continuación vamos a considerar, especialmente a partir de su obra “Tractatus
Logico-Philosophicus”, publicada en lengua alemana en 1918, y de la
cual Bertrand Russel expresa que: “Wittgenstein intenta llegar a la verdad
última en las materias que trata y merece por su intento, objeto y profundidad,
que se le considere un acontecimiento de suma importancia en el mundo
filosófico” (Albornoz, 2014, p. 263[1]),
esto se pudo evidenciar con la lectura realizada en las horas de clase,
haciendo un intento de comprender la materia que el autor trata.
La obra de Ludwig Wittgenstein se
encuentra enclavada en el cuadro del agudo debate acerca de los problemas de la
lógica y del mismo lenguaje, que marca una de las direcciones del pensamiento
de la primera parte del siglo XX, en este enfoque, el autor se esfuerza por
realizar una crítica radical a la posibilidad misma de la filosofía, de sus
tareas y de su lenguaje (cfr. Pulido, 2005, p.p. 278-279[2]).
Además
de una investigación aproximada del autor, se llega a la conclusión de que se
está estudiando la obra más importante de este filósofo austriaco, quien fuera
profesor de filosofía de la Universidad de Cambridge, y de quien se conoce tuvo
gran relación con los llamados filósofos del Circulo de Viena, además de ser
considerado como uno de los mayores representantes de la filosofía analítica
(cfr. Albornoz, 2014, p. 263).
El
Tractatus Logico-Philosophicus se
articula alrededor de siete grandes temas o también llamados “proposiciones
fundamentales” con las cuales el autor elabora una teoría de la lógica
consolidada alrededor de las nociones de “sentido” y “significado”, una teoría
del mundo como conjunto de hechos atómicos, una teoría de la relación existente
entre el lenguaje y el mundo, una teoría de la leyes científicas y una teoría
lógica de la probabilidad (cfr. Méndez, 2000, p. 366[3]).
En
el Prólogo de la obra estudiada, se veía cómo los problemas de la filosofía se
pueden solucionar si se comprende cómo funciona la lógica entera del lenguaje,
además se hacía una reflexión sobre este pensamiento: “todo aquello que puede
ser dicho, puede decirse con claridad: y lo que no se puede decir, mejor
quedarse callado”, con lo que se hacía alusión a que el estudio de la
filosofía, y en este caso haciendo énfasis en una filosofía del lenguaje,
encontraba en esta frase su justificación y razón de ser.
Desde
un principio se dejó claro que el objetivo del Tractatus Logico-Philosophicus es trazar al pensamiento, o mejor,
no al pensamiento sino a la expresión de los pensamientos; porque para trazar
un límite al pensamiento tendríamos que ser capaces de pensar ambos lados de
este límite, y tendríamos por consiguiente que ser capaces de pensar lo que no
se puede pensar. Este límite, por lo tanto, solo puede ser trazado en el
lenguaje y todo cuanto quede al otro lado del límite será simplemente un
sinsentido.
En
resumidas cuentas, para comprender a Ludwig Wittgenstein, es necesario precisar
que su pensamiento evoca a la aseveración de que “conocer entonces el lenguaje,
es conocer la realidad. El lenguaje es el espejo de la realidad” (Méndez, 2000,
p. 369), con lo que se concluye una filosofía del lenguaje presente en las
páginas del Tractatus
Logico-Philosophicus, con la cual el autor pretende constreñir que el
mundo, su parecer efectivo y concreto, se reduce al conjunto de hechos atómicos
estructurados y en permanente relación biunívoca con las representaciones
humanas, dentro de un espacio formal, lógico (cfr. Méndez, 2000, p. 369).
Termino
presentando que no se puede abandonar los límites del lenguaje y tal aspiración
nos aboca a contradicciones ilímites (cfr. Méndez, 2000, p. 373), además de
esto, para que el lenguaje pueda representar el mundo, estos dos, tanto mundo
como lenguaje, deben poseer alguna semejanza, algo en común, por eso nuestro
autor dice que, el mundo y el lenguaje son isomórficos, es decir, que tienen la
misma estructura, la misma forma lógica (cfr. Sarrión, 2009, p.p. 46-47[4]).
En
última instancia, el objetivo que se plantea el Tractatus Logico-Philosophicus, es trazar unos límites al lenguaje,
que de hecho, son los límites del mismo pensamiento. Este filósofo austriaco
intentará separar el lenguaje que guarda sentido, del lenguaje sin sentido,
además según Wittgenstein, el lenguaje consta de proposiciones o enunciados que
intentan describir el mundo (cfr. Sarrión, 2009, p. 49).
P.A
García
[1]Albornoz, J. (2014). Diccionario de Filosofía. Caracas,
Venezuela: Editorial Vadell Hermanos.
[2]
Pulido, C. (2005). Introducción a la Filosofía. Los Dos
Caminos, Venezuela: Universidad Pedagógica Experimental Libertador.
[3] Méndez, R. (2000). Clásicos del pensamiento universal
resumidos. Bogotá, Colombia: Editorial Intermedio.
[4] Sarrión, A. (2009). Lecturas de Filosofía. Madrid, España:
Editorial Akal.
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