LA
RENOVACIÓN DE LA PREDICACIÓN
Para comprender las actuales
consideraciones sobre la Homilética será necesario ahondar en la evolución
teológica, el contexto sociocultural y los factores individuales que componen la
acción de la predicación. Es necesario dejar claro que en la actual predicación,
se ha experimentado un retorno a las
fuentes, lo que ha hecho mucho bien a la Iglesia, además de esto, la nueva comprensión de la Biblia y de la
liturgia ha llevado a una nueva comprensión de la predicación, en todo este
devenir teológico la Iglesia ha experimentado una verdadera renovación de la predicación en los últimos sesenta años.
En las disquisiciones litúrgicas que se
pueden hacer sobre la homilía, se tiene a dos pensadores que, haciendo
teología, presentaron dos tendencias evaluadoras de la predicación, una primero
y la otra como consecuencia de esta, precisamente para dar complementariedad a
la manera de juzgar la homilía dentro de la acción litúrgica de la Iglesia. Fue
por eso que, en primer lugar la teología
de los misterios, presentada por Odo Casel, trataba de centrar el sentido
de la predicación a la vivencia de la Eucaristía y de los misterios de la fe exhibidos
por la liturgia, esto llevaba consigo el peligro de una
reducción de los objetivos homiléticos. Por otra parte, Pío Parsch, en el movimiento litúrgico popular, apoyó la
idea de que la homilía centre su
esfuerzo en la predicación bíblica, es decir, desde la Palabra de Dios.
La llamada teología kerigmática brota con un grupo de profesores de la Facultad
de Teología de Innsbruck en el año 1936. Ellos proponían que la predicación se
transformase en una predicación más
esencial, cristocéntrica, que se distancia de la teología de la Contrarreforma
y vuelve a las fuentes del cristianismo, a partir de entonces, la predicación se realiza como noticia e
invitación a nivel persuasivo por el testimonio del predicador, lo que va a
exigir de manera contundente la preparación del discurso.
La Iglesia, animosa en responder siempre
con prontitud a las necesidades de sus fieles, aprovechó de manera positiva el influjo de la exégesis protestante, ya
que a partir de esto se da en el campo
católico un giro hacia la Biblia con el que se intenta que el texto bíblico
ofrezca su intención original, es decir, la interpretación bíblica se hace
más palpable en el contacto con el pueblo, sin embargo, esta interpretación se
quedaba más en lo que el texto bíblico decía para el momento en que fue
escrito, he ahí el peligro de una radical exégesis a la hora de la predicación,
se corre el riesgo de no saber actualizar la palabra al sentir y vivir de los
oyentes.
Por otro lado, R Bultmann, al plantear
la hermenéutica existencial, intentó
hacer que el texto bíblico se pudiera interpretar
y actualizar, lo que ponía en un lugar más apropiado a los oyentes, ya que,
el fin de una predicación con esta metodología es la inmediata interpelación del oyente por la palabra de Dios, alcanzando
de esta manera, el objetivo principal de la predicación misma. Sin embargo, en
este mismo sentido, la teología política,
que era una predicación condicionada
por la situación social y política de
finales de los sesenta, intentó reflejar el interés por los oyentes, con
esto se valió de la reflexión consciente
a su trasfondo social, es decir, lo
político y social pasó a ser lo central en la predicación, dando lugar a un tipo de predicación profética que denunciaba el
pisoteo de los derechos humanos, es en este momento donde la teología de la
liberación influye notablemente.
Más adelante, con la ayuda de un buen
número de ciencias auxiliares a la Homilética (la psicología, la sociología, la
cibernética, la informática, la retórica y la teoría de la comunicación) se
viene a considerar a la predicación como un proceso
de comunicación, desde el punto de vista sociocultural únicamente, estas
dos últimas ciencias, la retórica y la teoría de la comunicación, hacen su
mayor esfuerzo por darle a la predicación un carácter más científico, ya que a
partir de entonces se le presta mayor atención al lenguaje utilizado a la hora
de predicar.
Finalmente, en este primer apartado
sobre la renovación de la predicación, es necesario dejar claro que la acción Homilética,
a partir de lo que se ha visto, vendrá a conjugar los diferentes factores de la
predicación, sacando de cada uno de ellos lo más conveniente para el discurso
eclesial, es así como el movimiento litúrgico,
la fase material-kerigmática, la fase bíblica, la hermenéutica existencial y
el diálogo con las ciencias humanas serán
parte de un conjunto cuyo único fin será favorecer el arte de predicar de la
Iglesia Católica.
FRANCISCO JAVIER CALVO GUINDA;
Homilética (2003)
P.A
García
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