Escuchar la Palabra de Dios
EL CÓDIGO Y EL CONCILIO: la Iglesia
resume en este numeral del Código de Derecho Canónico el ministerio de la
Palabra: «Los predicadores de la palabra de Dios propongan a los fieles en
primer lugar lo que es necesario creer y hacer para la gloria de Dios y
salvación de los hombres» (CIC can. 768).
Por su parte, El Código de Derecho Canónico resalta la necesidad de una
predicación fundamentada en las fuentes de la revelación y sus intérpretes auténticos.
LECTURA DEL TEXTO: La constitución Dei
Verbum (n 22) indica la necesidad de traer a la actualidad del presente, a
través de traducciones adecuadas, una lengua que pertenece al pasado Para este propósito,
será bueno disponer, por una parte, de una traducción literalmente fiel al
texto y, por otra, de una traducción moderna.
EXEGESIS: con la exégesis se pretende que «que todos
los clérigos, sobre todo los sacerdotes de Cristo y los demás que, como los
diáconos y catequistas, se dedican legítimamente al ministerio de la Palabra, se
sumerjan en las Escrituras con asidua lectura y con estudio diligente, para que
ninguno de ellos resulte "predicador vacío y superfluo de la palabra de
Dios, que no la escucha en su interior", puesto que debe comunicar a los
fieles que se le han confiado, sobre todo en la sagrada liturgia, las inmensas
riquezas de la palabra divina» (DV 25).
EL PAPEL DE LA TRANSMISIÓN: En la
predicación hay que atenerse al sentido de la tradición y de los evangelistas o
buscar el sentido original. Las dos fórmulas son posibles y están justificadas.
Lo que no se debe hacer es mezclar las dos. Al final de esta labor debo disponer
de la exégesis necesaria para la predicación la cual puede resumirse en tres
puntos ¿Cuál es el sentido principal del texto? ¿Qué sentidos secundarios
apoyan el sentido principal? ¿Cómo sirven al fin principal los diversos
versículos?
POSIBILIDADES DE INTERPRETACIÓN: Para la cuestión
de cómo se debe interpretar el contenido de un texto bíblico se ofrecen
diversas posibilidades: la comprensión de un pasaje desde la doctrina de la
Iglesia, la comprensión de una perícopa desde la composición del libro
correspondiente, la ubicación del
pasaje en el conjunto del libro, la idea fundamental del libro, el pensamiento
del autor, la comprensión a partir de la misma perícopa, el «Sitz im Leben» de
la Iglesia primitiva, el «Sitz im Leben Jesu, la comprensión de una perícopa
desde la Eucaristía, el uso litúrgico, la agrupación con otros textos
litúrgicos, el carácter didáctico, el relato de la Cena.
LA MEDITACIÓN: Al trabajo exegético le sucede la
meditación. La meditación del texto sagrado de la predicación debe estar
apoyada por una actitud de oración a lo largo de la semana. La predicación no
puede ser sin oración La oración, según la recomendación de San Agustín, debe
acompañar antes y después a la predicación. Sin la meditación, la predicación
se convierte en un producto de la mesa de despacho, que luego hay que verter al
pueblo desde el pulpito. La meditación de los textos bíblicos es la ayuda mejor
para no quedarse en la superficie de la exégesis, en las opiniones de los autores
sobre el pasaje, en lugar de experimentar en nosotros la fuerza viva del texto.
En este sentido, nunca la predicación está acabada, sino que permanece viva en
un proceso de crecimiento, como María que «guardaba todo esto y lo meditaba en
su corazón» (Lc 7,19). El esfuerzo principal de la predicación no hay que
hacerlo en el ambón, sino ya antes de llegar allí, una predicación se tiene que
preparar con diligencia mediante el estudio, la oración y la meditación.
P.A
García
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