miércoles, 30 de diciembre de 2020

El misterio del Nacimiento de Dios, según Juan Arias

JUAN BAUTISTA ARIAS


         El presente artículo, sobre el misterio del nacimiento de Dios, aprovechando que estamos en la octava de Navidad, está inspirado en un vídeo que poseo en mi computadora personal titulado: “Sr. Juan Arias. Conversaciones”, el cual fue grabado el lunes 6 de julio de 2015, a las 4:15 p.m. con una duración total de 21 minutos y 16 segundos.

El protagonista del vídeo es el señor Juan Bautista Arias, que ha sido durante muchos años, el acompañante del padre Juan de Dios Peña Rojas, hoy Obispo de la Diócesis de El Vigía – San Carlos del Zulia. El señor Juan Arias acostumbraba pasear por los pasillos del seminario San Buenaventura de Mérida, para conversar con los seminaristas que estuvieran fuera de sus habitaciones, en los salones o en la biblioteca, durante las horas de estudio o de receso.

         La escena de éste vídeo se ubica en lo que fue para nosotros el salón de I de Filosofía, que estaba recién restaurado e inaugurado por nuestro curso, en compañía del padre Juan Rangel. Aquella tarde nos encontrábamos estudiando en común los seminaristas José Abrahán Rangel, Eudes Ovidio Puentes y yo, Pedro Andrés García, cuando recibimos la grata interrupción del señor Juan, a quién invitamos de inmediato a pasar y sentarse con nosotros, para charlar.

Valga la acotación: las conversaciones con el señor Juan no siempre eran interesantes, la mayoría de las veces versaban sobre temas jocosos y burlones, casi nadie le tomaba en serio, y él por su parte vivía en una eterna pelea con Dios por su pasado, pero esta vez fue diferente. Decidimos grabar sus palabras con mi computadora, organizamos el fondo: luz, cámara y acción.

         A continuación copio textualmente las palabras del señor Juan Arias, hablando sobre la Virgen María y el misterio del nacimiento de Jesús, un aproximado de 5 minutos del total del vídeo.

Debemos creer en el poder que Dios tiene para hacer las cosas. Dios tiene poder para hacer y deshacer. ¿Cómo explico yo eso?, que con el gran poder de Dios no puede nadie. Poder para hacer y deshacer, es el que tiene Dios, como lo tuvo con María, eligió a una mujer que no fue una cualquiera, fue una mujer que se dedicó en la obediencia del papá y la mamá, san Joaquín y santa Ana, que eran otros santos, y fueron santos porque esas dos personas lo demostraron en la vida conyugal, esa santidad en saber formar a su hija, de la cual ni se imaginaban que iba a ser elegida por Dios por medio del Espíritu Santo, y que después de parir a su Hijo iba a ser Virgen; antes de concebirlo en su vientre, virgen; virgen en mantenerlo nueve meses en su vientre y virgen fue después que nos lo dio a nosotros, al mundo, no se lo dio a Dios, nos lo dio a nosotros.

¿Por qué?, porque Dios vio en esa mujer, que era mujer, la esencia de la vida de Jesús, venir a nacer de un vientre, porque nosotros no vamos a creer, que si Dios hubiera bajado directamente del cielo, tierra no quedaría buena. Si Jesucristo hubiera bajado directamente de la mano de Dios, la tierra no hubiera quedado buena. Si Jesucristo hubiera bajado directamente de la mano de Dios, ¿cómo hubiera quedado la tierra?, hubiera sido un estruendo tan grande, porque al abrirse el cielo iba a reventar todo, Jesucristo tuvo que nacer de mujer para que nosotros consideráramos a la Madre de él nuestra madre, y a la madre de nosotros respetarla como madre, porque los mismos dolores que sintió María por Jesús, pariendo a Jesús, los siente la madre de uno pariéndolo a uno. Nosotros nos debemos a la mamá, nosotros no nos debemos a otra mujer que no es ni arte ni parte de uno, sino a la mamá, a la que lo pare a uno.

Lo primero a lo que hace referencia Juan Arias es a la fe en el gran poder de Dios, solamente así se puede explicar que haya elegido a una mujer para ser su Madre. Luego resalta las virtudes de María, especialmente la obediencia a sus padres, quienes también fueron santos. Después resalta la perpetua virginidad de María, antes, durante y después del parto. Finalmente opina que María dio a luz a Jesús para el mundo y no para Dios, como tratando de resaltar que el nacimiento de este Salvador sólo tendrá sentido si nosotros como humanidad le recibimos, pues ciertamente Jesús es Mesías en referencia estricta al pueblo que vino a redimir, la raza humana.

En un segundo plano, Juan Arias resalta la importancia del nacimiento de Jesús a partir del vientre de una mujer, porque, si hubiera bajado Dios directamente del cielo -expresa Juan- “la tierra no hubiera quedado buena”, y esto demuestra la humildad del Todopoderoso, que para venir al mundo lo hace por los medios más regulares o normales, el vientre de una mujer. En esta frase de Juan Arias, podemos notar su profunda fe en Dios, pues él se imagina la omnipotencia y estruendo que ocasionaría la venida de Dios al mundo, comparando la escena con el mismo apocalipsis, en sentido pavoroso. Valga esta reflexión para imaginarnos la “Parusía” que es la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo a la tierra, con todo su esplendor y gloria.

En tercer y último lugar, Juan Arias reflexiona en la importancia de la madre, para Jesús y para la humanidad. Reconoce a María como madre de Dios y de los hombres. Manifiesta su profunda devoción a la Virgen María y recomienda la misma devoción o veneración por cada una de nuestras madres, a quienes nos debemos, como hijos.

Quién se iba a imaginar que palabras tan acertadas salieran de la boca de este señor que es marginado por muchos y a veces hasta tenido por trastornado. Definitivamente, Dios se manifiesta en los humildes y sencillos, su sabiduría se derrama sobre aquellos que de corazón le temen.

Timor Domini Initium Sapientiae: el inicio de la sabiduría es el temor de Dios

P.A

García

domingo, 27 de diciembre de 2020

Palabras al padre Argenis Zambrano en La Playa

EVANGELISTA


El Directorio Arquidiocesano de Mérida presenta los datos más resaltantes del clero local, y del padre Argenis Zambrano dice que nació el 27 de diciembre de 1965; ordenado sacerdote el 28 de noviembre de 1992, e incardinado a esta Arquidiócesis de Mérida el 26 de julio de 1997, por lo que en este día nuestro párroco está cumpliendo 55 años de edad, con 28 años de fructífero ministerio sacerdotal, de los cuales 23 años ha dedicado al trabajo pastoral en el territorio merideño.

Padre Argenis, fuiste tomado de entre los hombres para una vocación celestial: el sacerdocio ministerial católico; pero antes fuiste bautizado con el agua de la salvación y ahora no te cansas de abrir el cielo a quienes sumerges en esas mismas aguas. En la madurez de tu juventud recibiste por puro don de Dios el sacramento del Orden Sacerdotal, para dar a los demás gratuitamente lo que has recibido de Dios también gratuitamente. En tu sacerdocio sabemos que oras todos los días con el Breviario, porque eres consciente de que así te unes a la plegaria de la Iglesia Universal, que nunca se cansa de alabar y dar gracias a Dios a través del rezo y meditación de los salmos. El Santo Rosario está no sólo a la cabecera de tu cama, sino arraigado en tu profunda devoción mariana.

Administras el sacramento de la Reconciliación, juzgando con misericordia la debilidad de los penitentes, que es tu misma debilidad, la realidad pecadora que a todos nos alcanza, pero que se ve curada por este mismo sacramento de sanación y liberación. Sabemos que celebras piadosamente el Santo Sacrificio de la Misa, porque con él alimentas tu alma y la de los demás cristianos. Elevas el Cuerpo y la Sangre del Señor para mostrarlos al mundo, presentando así a todos el Camino, la Verdad y la Vida verdadera. Predicas solemnemente la Palabra de Dios con profundo conocimiento de la misma, comprometido siempre con los ideales de un profeta de Dios, que vive anunciando y denunciando: anunciando la salvación con optimismo y denunciando las injusticias propias de nuestro tiempo con valentía y sin miedo al qué dirán, demostrando que amas al mundo apasionadamente y por eso le alertas cuando el mundo, tu mundo, se aleja de Dios y sus mandamientos. El amor por tu patria Venezuela lo demuestras en cada oración, en cada plegaria, en cada oportunidad que tienes para crear conciencia en los ciudadanos de que merecemos un país mejor y para el cual podemos trabajar desde el presente sin pronosticar obstinadamente el futuro, para por fin gozarnos de tener una Venezuela libre y de los venezolanos.

Celebras el sacramento del Matrimonio dejando claro a los contrayentes las maravillas de esta particular vocación. Valoras la familia como célula de la sociedad y como Iglesia doméstica y primera escuela. Catequizas a tiempo y a destiempo, porque procuras la formación doctrinal necesaria para una vivencia auténtica del catolicismo.

Conoces los principales fundamentos filosóficos y teológicos, teniendo una capacidad intelectual que se deja notar en todas las circunstancias de tu vida, desde una sencilla conversación que puede terminar en una clase magistral, hasta las homilías dominicales y también diarias, como antes lo he expresado. La cultura general que posees te hace acreedor de ser un sacerdote integral, conocedor de las realidades temporales que nos acompañan en el peregrinar hacia las realidades eternas.

Saludas con amabilidad, aconsejas con sabiduría y generosidad, y vives la caridad como máxima en tu vida diaria. Tus amistades te valoran por lo que eres, por lo que has hecho, por lo que haces y porque saben que seguirás haciendo más, por Dios, por la Iglesia y por todo aquel que en algún momento necesite de ti.

Todos sabemos, pero no mejor que tú mismo, que en los últimos meses has padecido cual calvario el sufrimiento propio de la enfermedad, conociendo en carne propia el dolor, la fatiga y la necesidad económica que, por providencia divina, se ha visto solventada gracias a la generosidad y colaboración de tus familiares, amigos y personas cercanas. En estas circunstancias muchos de nosotros tus feligreses no hemos podido estar cerca de ti, sin embargo, como creemos en el poder de la oración y en la comunión de los Santos, podemos decir convencidos que nunca hemos estado más unidos como lo hemos estado en la oración, sincera, oculta y esperanzadora.

Tu alma es fuerte porque estás lleno de fe. Tu ánimo no decae, porque el Señor que te llamó es tu fortaleza. Tu alegría se mantiene y es contagiosa, porque estás lleno de Dios. Como nuestro patrono San Vicente Ferrer, eres el mensajero del Señor en nuestro pueblo de La Playa, eres el heraldo del gran Rey.

Padre Argenis, tú sabes que muchos corazones soberbios no te comprenden, muchos te critican y te juzgan, como lo hicieron con Cristo, pero eso no te hace mella, pues conoces y vives en carne propia aquel himno del glorioso San Francisco de Asís, tu santo de devoción, que invita a comprender más que a ser comprendido… esos mismos que te critican son los que te exigen resultados que ni un santo lograría…

Te reconocemos Guardián de la fe, Apóstol abnegado, Evangelista de nombre y de oficio, eso eres. Figura venerable, respetable y acogedora. Muchos hablan de ti, pero pocos contigo, y no porque no puedan hacerlo, sino porque simplemente no quieren, ya que tu apertura y disponibilidad siempre te han caracterizado y el que diga lo contario peca por mentiroso.

Te equivocas, como cualquiera se puede equivocar. Fallas, como todos podemos fallar, pero en ti encontramos una gran virtud, la humildad, porque, como lo dice San Josemaría Escrivá: santo no es el que no cae, sino el que siempre se levanta.

Muchos gozamos de tu valiosa amistad, de tu compañía, por eso hoy damos gracias a Dios por el don de tu vida, porque tu opinión es acertada y tu consejo es siempre oportuno.

Querido padre Argenis, sabes que no lo puedes todo, ciertamente necesitas de manos colaboradoras que te apoyen, que te ayuden. Necesitas también de gente que te sepa aconsejar, que te ayude a proyectarte pastoralmente en las actividades parroquiales en las cuales tu experiencia es siempre de admirar.

Tener a un amigo sacerdote no es tener a la persona misma, sino es tener a Cristo como amigo. Eres sacerdote, qué noble tarea para la que has sido convocado, es la cruz que tú mismo has aceptado voluntariamente, la cruz que ha dado a tu vida un carácter serio que te ha hecho fuerte y lleno de sabiduría.

En el pueblo de La Playa y en todos los lugares donde se lean estas palabras en el día de tu cumpleaños, elevamos una oración a Dios por tu salud, corporal y espiritual, y te deseamos un feliz cumpleaños al lado de los tuyos.

Dios todopoderoso te bendiga, la Virgen Santísima te cubra con su manto, San Juan Evangelista, San Francisco de Asís y San Vicente Ferrer intercedan por ti.

Señor, danos sacerdotes, danos sacerdotes santos, danos muchos sacerdotes santos. Amén.

P.A

García


jueves, 24 de diciembre de 2020

Mensaje de Navidad 2020. Pedro Andrés García Barillas

 Homilía para la Misa de Medianoche, 24 de diciembre 2020

NAVIDAD ES JESÚS



Primera Lectura: Is 9, 1-6; Salmo Responsorial: Sal 95, 1-2ª. 2b-3. 11-12. 13 Respuesta: (R.: cf. Lc 2, 11); Segunda Lectura: Tit 2, 11-13; Aleluya: Lc 2, 10-11; Santo Evangelio: Lc 2, 1.14.

Queridos hermanos. Hoy nos ha nacido el Salvador y estamos alegres. Celebrar la Natividad del Señor en este 2020, debe ser para nosotros una experiencia esperanzadora, pues reconocemos así que Dios ha venido al mundo para hacerse uno con nosotros; he aquí el auténtico sentido de esta fiesta religiosa.

La pandemia del Covid-19 ha dejado víctimas humanas por todo el orbe, no hay lugar en la tierra donde no se llore a un ser querido fallecido a causa de este terrible virus, sin embargo, Dios nace para consolarnos, para salvarnos, para darnos la paz y la salud que tanto necesitamos.

Es imposible no hablar de la pandemia en esta reflexión navideña, pues estamos condicionados por ella. Pensemos en todos los católicos que en este día desean asistir a la Santa Misa, pero no pueden hacerlo, porque el confinamiento social parece ser la mejor defensa contra la enfermedad que nos acecha. Pensemos también en tantos ministros de Dios que se esfuerzan por transmitir las celebraciones a través de las redes sociales, para hacer llegar el mensaje del Evangelio a todos los hogares que deseen recibirlo. Por último, pensemos en los trabajadores de la salud que en esta nochebuena estarán cerca de los contagiados, cuidando de ellos, en algunos sitios con la ayuda de la medicina moderna, en otros, con la mayor precariedad y escasez de insumos necesarios, a todos ellos vaya nuestra oración y felicitación.

Para toda circunstancia de la vida Dios tiene una palabra oportuna. En la primera lectura, tomada del profeta Isaías, conocemos la noticia grande que llega al pueblo que caminaba en tinieblas, y es que éste pueblo por fin ve una gran luz. Las tinieblas de este 2020 todos las conocemos, pero la luz que brilla al final de este 2020 ¿todos podrán reconocerla? Hermanos en el Señor, hace falta poner de nuestra parte para ver en la Natividad del Señor, el remedio de nuestros males, la luz que alumbra nuestro mundo tenebroso, la paz que verdaderamente necesitamos. Jesús, como lo presenta Isaías, es el Príncipe de la Paz.

En el salmo de esta noche meditamos una frase de Lucas, (2,11) “Hoy nos ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor”, para luego entonar el canto de toda la creación a nuestro Dios, porque ha hecho maravillas y ya llega para regir la tierra. Así es, todos queremos que Dios venga a regir la tierra, pero muchas veces no somos capaces de dejar que Dios regia nuestros corazones, de donde salen nuestros deseos e intenciones. Que en esta Navidad esperemos con firmeza la justicia de Dios, prometiendo de nuestra parte servirle a él con toda nuestra fidelidad.

En la segunda lectura de hoy, san Pablo recuerda a Timoteo y a todos nosotros, como si nos hablara al oído, que “se ha manifestado la gracia de Dios para todos los hombres”, es decir, para todos y cada uno de nosotros. Esta gracia nos enseña a renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos. En esta Navidad, con la ayuda de la Pandemia, por así decirlo, Dios espera de nosotros que llevemos un ritmo de vida más sobrio, una vida justa y piadosa. Dediquémonos a las obras buenas.

La antífona del Aleluya de esta noche, es una de mis frases bíblicas favoritas: “Os anuncio una buena noticia: hoy nos ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor” (Lc 2,10-11). Estas palabras nos las presenta el evangelista san Lucas, pero no han sido pronunciadas por hombre alguno, estas palabras son dichas por el Ángel del Señor, que nos invita a no tener miedo. El miedo en la Navidad no cuenta, no hace falta, no es necesario. En la Navidad necesitamos paz, alegría, felicidad, pero para encontrarla debemos buscarla en Dios. Lo material es y será siempre algo necesario, pero secundario, menesteroso, pero no lo más importante. Como diría Mons. José Ignacio Munilla, “Lo más importante en esta vida es que lo más importante sea lo más importante”: Dios.

Finalmente, Lucas relata la escena evangélica de esta noche. A María se le anunció que sería la Madre de Dios en un momento inesperado, pero no porque estuviera indispuesta, sino porque simplemente no se lo esperaba; y es en Belén donde da a luz a su Hijo, también en un momento inesperado, pues  ella y José no habían viajado hasta ese pueblo para ello, sino para cumplir el decreto imperial del censo. Dios, aunque lo esperemos y lo busquemos aquí y allá, viene a nuestras vidas en el momento menos esperado, por eso no podemos perder la oportunidad de recibirlo, cuando Él venga, cuando Él quiera. El momento no lo sabemos, pero la certeza sí la tenemos. ¿Esperamos o no a Jesús? ¿Nos hemos preparado para cuando venga? ¿Le queremos recibir?

La Santísima Virgen María y San José hicieron lo que les correspondía, para que Jesús viniera al mundo. Nosotros también podemos colaborar con el plan salvífico de Dios, ¿cómo?, viviendo en el amor, haciendo el bien, sonriendo, procurando la felicidad de los demás, compartiendo, trabajando, orando, dando limosna, escuchando a los demás, abriendo nuestro corazón a quien esté necesitado de comprensión, siendo amigable con todos y siendo buenos con nuestros amigos. En esta época de tecnología, antes de reenviar un video de felicitaciones navideñas, detengámonos un momento y escribamos nosotros mismos el mensaje que queremos compartir con nuestros familiares y amigos, que sean nuestras propias palabras las que lleguen a sus corazones, y no un mensaje preestablecido, a veces sin mucho sentido.

En nuestras Navidades estamos acostumbrados a ubicar la pequeña imagen del recién nacido en el Pesebre, junto a su madre María y su padre José, padre adoptivo, pero padre también. Que en esta Navidad del 2020, al ubicar la imagen, podamos recibirlo al mismo tiempo en nuestro corazón. No hay nada más grandioso que encontrar a Jesús en nuestro propio corazón y reconocerlo también en el de los demás, porque eso se nota, quien tiene a Dios en el corazón no lo puede ocultar. Es como haber preparado el Pesebre en nuestra propia alma, para que ya no tenga que pedir posada la Virgen, sino que presurosa dé a luz a su Hijo en nosotros. Si Dios viene a nosotros, podemos decir con el Ángel: “Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad”

Vemos que en estos últimos días se intensifica el nivel de contagio del Covid-19 y por eso todos consideran oportuno hacer uso de la mascarilla (cubrebocas o tapabocas), pues bien, el énfasis que le ponen a esto me parece que es dantesco, pareciera que esto nos dará la vida eterna, la salvación. ¿De qué nos sirve usar todo el día el tapabocas si miramos con odio a los demás, si no hacemos el bien? Incluso, aunque no se note tanto, usemos el tapabocas, pero sonriamos a los demás, en las calles, en los lugares en donde estemos, que con la mirada podamos decir feliz Navidad a todo aquel que nos ve. Que debajo de los tapabocas haya una sonrisa, esa sonrisa de solidaridad para con los demás, esa sonrisa aparentemente oculta que sí ve Dios.

Navidad es Jesús, por eso ¡Feliz Navidad!

P.A

García

sábado, 19 de diciembre de 2020

Teresa Cegarra de Hernández está en el cielo

TERESA HERNÁNDEZ


          El 18 de diciembre de 2020, recibimos la triste noticia del fallecimiento de la señora Teresa de Hernández. Mujer valiosa. Feligrés activa de nuestra Parroquia San Vicente Ferrer de La Playa. Misionera por vocación. Miembro especialísimo de la Cofradía del Santísimo Sacramento del Altar y del movimiento de apostolado seglar de la Legión de María, el ejército de la Madre de Dios.

         En el campo laboral se destacó por muchos años como bedel en la Escuela Básica Bolivariana “Flor de Maldonado” de La Playa, donde manifestó preocupación por la institución y demás cuestiones del pueblo.

Amante del rezo diario del Santísimo Rosario y practicante de la oración y adoración a Jesús Eucaristía, de manera especial los Jueves Eucarísticos, cuando llegaba al templo de La Playa con un buen ramo de flores, para adornar el altar del Señor. Siempre alegre, animada, generosa y servicial con todos. Su vehículo sirvió innumerables veces para trasladar a los sacerdotes en la visita a los enfermos y demás diligencias parroquiales. Muchos la recuerdan manejando su carro con notable aceleración.

Siempre asistió con compromiso y puntualidad a todas las actividades religiosas que se organizaban en la Arquidiócesis de Mérida. Donde era requerida una representación de la Parroquia San Vicente Ferrer allí estaba ella, con sus manos en alto, su escapulario colgando del cuello y su cartera bien sostenida, pegada al cuerpo.

Preocupada siempre por la salud espiritual propia y de todos aquellos que le rodeaban. Acudía con frecuencia al sacramento de la reconciliación, porque procuraba tener su alma limpia para recibir honestamente la Sagrada Comunión. Orante incansable por las vocaciones sacerdotales y, en este sentido, fiel amiga de sacerdotes y seminaristas, a quienes no dudó en apoyar económicamente.

Todos los años ofrecía una eucaristía en acción de gracias por el matrimonio con su amado esposo Wilmer Hernández, con quien ahora se ha reunido en el gozo del cielo.

Amiga de todos, buscaba siempre atraer a más y más personas a la vida de la fe católica.

Recordamos su actitud alegre y jovial en las celebraciones eucarísticas, bailando al son de las canciones que le hacían vibrar el alma de emoción, porque creía en una Iglesia viva y animada, creía en una Iglesia en salida. Desde las primeras bancas del templo adoraba al Señor, dando ejemplo a muchos al arrodillarse, al levantar las manos, al contestar con voz fuerte la santa Misa y también, cuando era necesario, acompañando los cantos, con su voz y con las palmas. Estuvo siempre disponible para leer la Palabra de Dios, aun cuando olvidaba sus lentes en el carro.

El 19 de diciembre de 2020 sus restos mortales fueron enterrados en el Cementerio de La Playa. El carro fúnebre, mientras recorría la Avenida Rivas Dávila se topó con amistades y conocidos, que se aglomeraron en las aceras, mientras aplaudían, y así pudieron ver pasar la caravana, cuyos vehículos sonaban las cornetas, para recordar la alegría de esta mujer de Dios. Fue una despedida rápida, entre lágrimas y tristeza, al no poder acompañar los actos fúnebres.

Su cuerpo se detuvo frente a la Casa Cural y Templo Parroquial de San Vicente Ferrer, el padre Argenis Zambrano, desde el balcón de la Casa Cural, le cantó el Responso Solemne e impartió la bendición, asperjando con agua bendita. Después del responso, las campanas de la iglesia rindieron justo y merecido homenaje a Teresa de Hernández, antes de continuar su travesía hacia el cementerio, al cual sólo pudieron acceder un reducido número de personas.

Nuestro mejor homenaje a Teresa es seguir fielmente a quien ella seguía, a Jesús Eucaristía.

Dios la reciba en la Patria Celestial. Fortaleza y esperanza para sus familiares.

Ave María purísima, sin pecado original concebida.

Concédele, Señor, el descanso eterno y brille para ella la luz perpetua. Que descanse en paz. Amen.

P.A

García


El padre Alfredo Uzcátegui en La Playa

PADRE ALFREDO


En la ciudad de Mérida, el 19 de diciembre de 1972, nació Alfredo José, en la familia Uzcátegui Martínez. Su padre es Alfredo Antonio y su madre Lucinda, fallecida recientemente. Sus hermanos son: Alfonso Javier y Luis Ricardo.

Vocación sacerdotal formada en el Seminario Arquidiocesano San Buenaventura. Se incardinó a la Arquidiócesis de Mérida el 15 de julio del 2001. Fue ordenado sacerdote en la Iglesia de El Llano, Parroquia San Miguel Arcángel, Mérida, el 29 septiembre de 2001, por imposición de manos y oración consecratoria de Mons. Baltazar Porras, Arzobispo Metropolitano de Mérida.

El 20 de septiembre de 2003 recibió de manos de Mons. Porras el nombramiento de Administrador Parroquial de la Parroquia San Vicente Ferrer de La Playa, donde estuvo hasta agosto de 2007. De sus cuatro años como párroco en La Playa son los siguientes testimonios: 

Testimonio de Zenaida Navas:

El padre Alfredo Uzcátegui fue un párroco muy apreciado en la comunidad de La Playa. Yo lo recuerdo con mucho cariño por su vocación de servicio sacerdotal. Su empatía con las personas y su amor y entrega a la comunidad de La Playa y la Parroquia San Vicente Ferrer. No cabe duda que nos marcó con sus bellas eucaristías y todas las actividades que realizaba tanto para los niños como para los adultos de la comunidad. Su alegría y entusiasmo son contagiosos. Es imposible no tener un buen recuerdo del padre Alfredo. Recuerdo cuando mi hija Andrea se enfermó de dengue hemorrágico, y el padre Alfredo llegó al Hospital, en la noche, cuando ya íbamos saliendo para el I.A.H.U.L.A. de Mérida. El padre pidió a la Ambulancia que por favor lo dejaran subir para bendecirla y orar por Andrea. Por el camino tuvo otra hemorragia, pero antes de llegar a Santa Cruz se le trancó. Al llegar a Mérida una doctora me preguntó que si ésa era la niña que iba con dengue hemorrágico y yo le dije que sí, me preguntó cómo había hecho para trancar la hemorragia, y le conté a la doctora lo sucedido con el padre, ella me dijo que eso era un milagro, porque esas hemorragias son difíciles de trancar. Los días que mi hija estuvo en el Hospital el padre Alfredo oró mucho por ella y hacía misas por su salud, y él iba a Mérida a visitarla. Sin duda es un recuerdo que quedó grabado en mi corazón.

Testimonio de Ana Leida Ramírez:

Este testimonio va dirigido para una persona que apreciamos y queremos, y que por ser hoy un día muy especial para esa persona, le recordamos y le deseamos muchas felicidades. Feliz cumpleaños padre Alfredo. Cómo no recordarlo. En alguna oportunidad, escuchando una de sus homilías, recuerdo algo que dijo al final: ¡oren por mí! Eso me llegó como un grito de auxilio, lo recordé, y como aquellas diocidencias que nos pasan a los que creemos, en esos días vi un programa de televisión que hablaba del gran acto de amor que las personas podíamos hacer por los sacerdotes, y que era adoptando un sacerdote para orar siempre por él, para pedir por su perseverancia en el servicio de Dios, por su gracia santificante… y bueno, el padre Alfredo fue el primer sacerdote que yo adopté, por eso siempre le recuerdo y le bendigo en todas mis oraciones del día, especialmente en el Santo Rosario, cuando pido por todos los sacerdotes y mis sacerdotes adoptados. Padre Alfredo, un gran abrazo, mil felicidades. Que Dios lo bendiga y que le dé muchos años colmados de dicha y felicidad y le deseo que Dios lo colme de paz cuando esté de ánimo caído y que lo provea de fortaleza cuando necesite apoyo y que lo colme de su amor cuando se sienta solo. Bendiciones padre.

Testimonio de Adelaida de Montero:

Son tantas las vivencias que tengo con ese guía espiritual que estuvo aquí en esta parroquia, y ese gran amigo, que no encuentro por dónde empezar. Bueno, recuerdo que me hacía llorar en las Misas, yo pienso en la fuerza de esas palabras. Otra, sus cumpleaños no dejábamos que pasaran por debajo de la mesa, siempre estábamos pendiente de él. Feliz cumpleaños, padre Alfredo. Dios lo bendiga, de parte de una de las hijas de San Vicente: Adelaida.

Testimonio de María Montero:

Padre Alfredo, que Dios te siga bendiciendo por haber sido nuestro guía espiritual en nuestra Parroquia San Vicente Ferrer. Recordar tantas experiencias vividas fundamentadas en la fe. Feliz cumpleaños. Que Dios y la Virgen María lo protejan y le concedan muchos años de vida y salud. Te queremos mucho, un abrazo.

Testimonio de Gabriela Martínez:

Para mí hablar del padre Alfredo es recordar mis inicios como cantante en la Parroquia San Vicente Ferrer. Es un sacerdote al cual aprecio mucho, porque inspiró en mí, junto con mis compañeros de coro, el amor por cantarle a Dios, a entender lo maravilloso que era prestar nuestra voz para las hermosas celebraciones que se tenían. De él tengo los mejores recuerdos, porque era un sacerdote demasiado alegre, era un hombre que se desvivía para que la Parroquia siempre estuviera alegre, para que tuviera la participación de jóvenes y niños, de todas las personas que llenan de alegría una parroquia, una iglesia. Tenía un equipo de trabajo bastante bueno. Fue una persona que no solamente se preocupaba por la celebración de la Eucaristía, él quería que todas las personas se involucraran en las diferentes actividades, pero siempre teniendo como centro a Dios. Recuerdo que junto a Yecenia, su prima, montaron las Danzas Litúrgicas, estaban también los Scouts, donde él formaba parte, donde varios niños de La Playa estaban incluidos, y les gustaba bastante ir los sábados. Siempre se veía la alegría y la participación de bastantes personas porque era mucha la gente que se congregaba en cualquier actividad que él convocaba. Emilia y Yanir, que eran mis vecinas, estaban cantando en la Iglesia, y yo cantaba música venezolana, pero no música de la Iglesia. Empezamos a cantar por una navidad, hace 17 años, y eran esos típicos grupos en los que el de arriba pasaba buscando al que estaba más abajo, y así íbamos todos. En Las Delicias, Lubin nos buscaba a Daniela y a mí, luego nosotras buscábamos a Oswaldo y Luisana, de ahí seguíamos con Yanir, Jorge y Yamileth, si Emilia había pernoctado en Las Delicias la buscábamos, todos nos bajábamos para la iglesia a cantar las misas de aguinaldos, y en aquel momento Yanir era la jefa del grupo y nos divertíamos muchísimo tanto en los ensayos como en las misas de aguinaldos y en las posadas. Ese diciembre no paramos en la casa nunca, porque estábamos metidos en la Iglesia, cuando no era ensayando, era cantando. 

Una anécdota muy bonita, es que se nos ocurrió por un 19 diciembre, el día del cumpleaños del padre Alfredo, ir a hacerle una serenata, lo planeamos, era ir a cantarle bajo el balcón de la casa cural, y fue muy gracioso. A esa hora todos bajamos, con los mismos instrumentos que teníamos, a cantarle, con unas velitas, parecíamos una animas en pena y todos cantándole. Fue una gran sorpresa para él cuando nos vio llegar, y cuando salió al balcón para escuchar la serenata.

El padre Alfredo fue testigo de mi noviazgo con quien hoy en día es mi esposo, Javier, y siempre nos decía que nos portáramos muy bien, que nos cuidáramos mucho y luego, cuando yo estaba embarazada de mi hija, le cayó de sorpresa la noticia, por lo joven que yo era para el momento, sin embargo, nos bendijo y nos dijo que nos cuidáramos muchísimo.

Recuerdo el día que lo cambiaron de Parroquia, para Santa María de Caparo, y nos bendijo como pareja, para que cuidáramos mucho al bebé que venía en camino y por eso siempre Javier y yo lo recordamos con mucho cariño, porque el padre Alfredo fue testigo de ese amor que siempre nos hemos tenido.

Padre Alfredo, lo aprecio mucho, tengo de usted los mejores recuerdos, le deseo en este día de su cumpleaños que Dios lo bendiga su ministerio sacerdotal, que donde quiera que se encuentre Dios derrame sobre usted infinitas bendiciones.

Estoy agradecida por la iniciativa de festejar a un sacerdote que hizo tanto por La Playa y estoy segura que más de una persona recuerda con agrado al padre Alfredo, porque involucró a La Playa con las cosas de Dios, en lo religioso, en lo cultural, en lo social, y que su semilla sigue germinando en los corazones de niños y jóvenes que ya hoy en día somos hombre y mujeres en La Playa. Padre Alfredo, recuerde que aquí en La Playa somos muchas las personas que lo queremos y que siempre le deseamos lo mejor.

Testimonio de Marbella Rodríguez:

Una de las cosas que más recuerdo es cuando el padre Alfredo llegó a La Playa, su alegría, su jovialidad para transmitir las cosas de Dios y tantas cosas hermosas espiritualmente que él nos enseñó. En la primera semana que le padre empezó a trabajar se dedicó a arreglar las campanas, y a los ocho o diez días empezaron a sonar las campanas después de tanto tiempo que no sonaban, eso fue una alegría muy grande para todos. En esa semana se dedicó a planificar tantas actividades, a organizar los grupos de apostolado, lo que había en La Playa para el momento era la Cofradía del Santísimo Sacramento del Altar y la Catequesis Parroquial, pero no funcionaba como tenía que ser. El padre organizó todo de la mejor manera. A los meses fuimos un grupo de personas de La Playa a un congreso en Mérida, y allá nos preguntaban dónde quedaba esa parroquia, era desconocida para muchos en la Arquidiócesis. Con el padre Alfredo nuestra parroquia se dio a conocer a nivel de catequesis, de monaguillos, de la Cofradía, y así poco a poco.

Recuerdo que en la vaguada el padre Alfredo trabajó muchísimo, la parroquia fue un centro de acopio para la distribución de ayudas, se sumó con Cártias y se hizo un buen trabajo en la zona del Mocotíes. Luego de la vaguada tuvimos la peregrinación de la Virgen de la Candelaria, que la trajeron a La Playa, ya van 15 años en esa peregrinación que dejó el padre Alfredo junto con el padre Aldemar.

El padre Alfredo entusiasmó mucho las fiestas patronales a San Vicente Ferrer, que se venían celebrando, pero no cómo lo hizo él, que involucró a todos los sectores en la novena, y el día central nos acompañó el monseñor, con tanta alegría, las carrozas de casa sector en honor a San Vicente, hubo un niño disfrazado del santo. Desde el 2004 la fiesta de San Vicente se ha celebrado de la mejor manera posible, y eso es fruto del trabajo del padre Alfredo en La Playa.

Testimonio de Emilia García

Al padre Alfredo lo conocí cuando lo recibimos en La Playa. A los días él empezó a organizar los grupos de apostolado, en mi caso me incluí en el coro parroquial, el grupo lo conformábamos: Gabriela Martínez, Yanir, Jorge y Yamileth Belandria, Oswaldo y Luisana, y yo, entre otros jóvenes de la comunidad. Empezamos los ensayos y algunos fuimos con los representantes, él nos comentó parte de su vida y mencionó que había vivido y estudiado en el sector Los Curos, donde había trabajado mi tía Melva, indagamos y ciertamente había sido alumno de ella, de ahí empezó una bonita amistad con nosotros, de manera especial con mi abuela Josefa, estando pendiente de ella en su enfermedad, celebró sus exequias antes de irse de La Playa para su nueva parroquia, fue el último entierro que celebró.

El padre Alfredo era una persona alegre, divertida, le gustaba echar broma, pero, en los momentos de tener seriedad era muy serio, en los días de Semana Santa era un cambio total con nosotros, porque nos decía que debíamos tener respeto por esas fechas. Una vez en un viacrucis, por una tontería a un grupito nos dio risa, en plena procesión, al llegar a la iglesia nos llamó la atención. En lo que tenía que ser estricto lo era, y cuando tenía que regañarnos lo hacía.

Conmigo fue muy especial. El día de mis quince años él celebró la Misa, luego de acuerdo con papá y mamá y Yoser, organizaron con los del coro y me trajeron una torta, y con Sandino me cantaron cumpleaños en la madrugada. Con la ayuda del padre participamos en Timotes en un festival de música religiosa, fueron muchas cosas bonitas las que se vivieron. La cruz de la montaña fue algo notable. Al padre Alfredo le gustaban los animales, tenía su perrito, le gustaba el deporte.

En una oportunidad para una misa ofrendaron un vino que no se podía usar para consagrar, nosotros los del coro agarramos la botella de vino y empezamos a tomar, el padre se dio cuenta y fue regaño de los regaños.

Rescató en el templo el bautisterio, sacó los confesionarios, recuperó muchas cosas. Reorganizó las misas de aguinaldos.

Como amigo el padre Alfredo es especial, está siempre pendiente de uno, está pendiente de la familia.

Sus papás la señora Lucina y el Señor Alfredo eran unas personas muy especiales y humildes, sus hermanos. Cuando uno iba a Mérida los visitaba y ellos estaban muy pendiente de su hijo.

Cuando el padre Alfredo se enfermaba iba para mi casa, a preguntarle a mama Josefa por algún remedio.

Activó a los monaguillos de la parroquia. Incluyó como sacristán a  Julito. Nos invitaba al coro para acompañarlo en las posadas navieñas, organizaba con nosotros el intercambio de regalos, no podía faltar la cena navideña, era muy presto para el compartir, siempre tenía detalles para con nosotros. Le gustaban los Pesebres vivientes. Su mascota, Kioko, lo puso como oveja un pesebre viviente de la parroquia.

De parte de mi familia le deseamos un feliz cumpleaños.

Testimonio de Yrma del Carmen Mora

El padre Alfredo es un excelente sacerdote, una persona maravillosa y un gran amigo. Le agradezco muchas cosas, tengo muchas anécdotas, bonitos recuerdos, pero hay una en especial que yo le agradezco, que fue el haber despertado la devoción a San Vicente Ferrer, tanto en la comunidad como en lo personal. Porque no teníamos una novena a San Vicente, había mucha frialdad hacia el Patrono, y el padre hizo que se sintiera y que todos aprendiésemos a querer a nuestro santo patrono. Eso yo se lo agradezco siempre al padre Alfredo, cuando vienen las fiestas de san Vicente y veo a mi patrono allá, apuntándome con el dedito, yo siempre me cuerdo del padre Alfredo que despertó esa fe para la veneración a nuestro santo patrono.

Agradezco a Dios el paso del padre Alfredo por La Playa, el paso del padre por mi vida, como mi buen amigo. Hoy en su cumpleaños, padre, pido para usted que Dios lo colme de salud y de bendiciones, que su ministerio sacerdotal se fortalezca cada día más y que siga siendo esa persona alegre, con ese carisma tan bonito que usted tiene. Espero que la distancia y que los años no separen la bonita amistad que quedó. Gracias por todo, por el tiempo dedicado a la parroquia y sobre todo hoy agradecer a Dios por el regalo de su vida. Que tenga un hermoso día, que Dios lo colme de mucha salud, de muchas bendiciones, y siempre donde vaya y donde esté, padre, recuerde que tiene en Yrma una buena amiga.

Testimonio de Yanir Belandria

Fueron muchos los años compartidos, donde se pasaron alegrías, tristezas, pero sobre todo momentos únicos de mucho aprendizaje, hoy agradezco a Dios que haya sido parte de mi formación, como buena católica, persona y ser humano. Gracias por todos los valores inculcados, siempre vas a ocupar un lugar muy especial en cada una de las personas que tuvimos la dicha de trabajar a su lado. Que Dios lo bendiga y le regale mil años más de vida, para que siga siendo ese gran pastor que encamine su rebaño. Feliz cumpleaños de parte de mi mamá, mis hermanos, mis hijos y de toda mi familia.

P.A

García


jueves, 17 de diciembre de 2020

Juan Vicente Gómez en La Playa


FUTURO DICTADOR


“Caminante no hay camino, se hace camino al andar”

Antonio Machado

El pregonereño Venancio Morales, en 1899 con tan solo 14 años de edad, formó parte de las tropas de la “Revolución Liberal Restauradora”, movimiento revolucionario originado en la frontera con el Táchira en la madrugada del 23 de mayo de 1899, comandado por el General Cipriano Castro.

En 1968 el mismo Venancio Morales, ya anciano, relató el paso de Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez por La Playa y El Volcán, cuando se detuvieron las tropas en la hacienda del español Vicente Mora Moreno para el pase de lista y refrigerio, momentos previos a la Batalla de Tovar de agosto de 1899. El relato completo lo presenta detalladamente Leonardo Mora Arias en su libro Camonina[1]. A continuación sólo un resumen de lo más significativo.

Montados sobre sus caballos, Castro y Gómez observaban el amplio horizonte que se deja ver desde la hacienda “El Volcán”, en lo que hoy día conocemos como la curva de Sogamoso. De pie, al lado de los generales estaba Vicente Mora Moreno, el propietario, quien les explicaba la geografía de la zona.

La conversación la había iniciado Vicente Mora, en calidad de anfitrión, pero éste fue interrumpido por Castro, quien se interesó por saber el origen de aquel diligente hombre. Vicente Mora era oriundo de España, había llegado a América huyendo de la guerra carlista y tenía como firme propósito poner a producir aquellas tierras, cuestión que estaba logrando.

Gómez toma la palabra y pregunta a Vicente sobre el nombre del lugar en el que se encontraban, tal vez le causó curiosidad los toponímicos de “La Playa” y “El Volcán”. Vicente Mora no se queda callado y explica a los dos visitantes la historia del terremoto de 1610, el desplazamiento del cerro, la laguna que se formó y luego el sitio por donde reventó. Seguramente quedaron impresionados aquellos dos, lo cierto fue que, gracias a ese terremoto, ellos podían tener una vista prodigiosa sobre todo el Valle del Mocotíes, en ambas direcciones norte-sur.

Al final de la conversa no pudo faltar el café servido en pocillos de peltre. El pase de lista había sido concluido. En aquellas tropas, tal vez al lado de Venancio Moreno de 14 años, se encontraba Eleazar López Contreras, con 15 años, futuro presidente de los Estados Unidos de Venezuela, sucesor del General Gómez en la silla caraqueña. Y en todas estas andanzas, otro personaje de gran valor, el Dr. Gerónimo Maldonado Morales, estaría en sus oficios propios como Director de las fuerzas en Bailadores, Secretario General del Jefe de Operaciones de Mérida y Jefe del Estado Mayor del Ejército revolucionario.

La Playa había sido testigo del paso de prominentes hombres y de Gómez, que con armas y con razones o sin ellas, gobernaría la nación al mejor estilo de un hacendado andino. Años más tarde, en visita de Desiderio Mora, el hijo de Vicente, al General Gómez, el benemérito recordó su paso por La Playa y no dudó en calificar aquel Valle como uno de los más hermosos de Venezuela.

Viva Gómez

P.A

García



[1] Mora, Leonardo. (2005). Camonina, Un modelo de desarrollo endógeno, Ediciones del Ministerio de la Cultura, Caracas, Venezuela, p.p. 255-257.

miércoles, 16 de diciembre de 2020

La fe de Juan Vicente Gómez

!VIVA GÓMEZ¡



         Sobre la vida espiritual del General Juan Vicente Gómez se tienen muchas interrogantes, sin embargo, podemos concluir sin lugar a dudas que era católico por naturaleza. En los siguientes testimonios conoceremos cuál era su relación con la jerarquía eclesiástica. Explica el mismo Juan Vicente Gómez:

Cuando llegué a la Presidencia y el año 15 vino un nuncio del Papa, un tal Pietropaoli y me ofreció hacerme Conde Romano si le firmaba el Concordato, le pregunté al Doctor García qué era el Concordato y él me explicó, muy sencillo, que si firmaba ese papel me iban a nombrar todos los Obispos y yo no podía escoger Obispo, ni Arzobispo como escogí al padre Rincón González de San Cristóbal como Arzobispo de Caracas, cuando el pleito entre los aspirantes después de la muerte de Monseñor Castro y como yo no necesitaba ser Conde entonces le dije a Pietropaoli que discutiera con Zumeta, que era ateo y muy leído y no pasó nada, y después apenas hubo uno que otro cura que se quiso meter en política, pero los puse en su puesto, pues yo no me metía en las cosas de la iglesia para que ellos no se metieran en las cosas del Gobierno y así cada quién en su negocio todo va bien y no hay enredos[1].

         El doctor Ramón J. Velásquez relató con presteza las confidencias imaginarias de Gómez, en ellas se conoce el pasado espiritual del General, es así como se da razón a que el Benemérito haya escogido a un sacerdote conocido suyo como Arzobispo de Caracas. En sus años mozos fue cercano a la Iglesia, asistía a misa dominical y fiestas de precepto. Consideraba a las demás religiones como impostoras y creía profundamente en Dios y su providencia.

         Gómez no era partidario de que los curas se metieran en política porque, según él, él no se metía en cuestiones de la Iglesia, contradiciéndose notablemente pues no quiso firmar el Concordato, para así seguir nombrando obispos, cuestión que es netamente asunto eclesiástico.

Ya hemos conocido lo que pensaba Gómez sobre la Iglesia y sus jerarcas, ahora conoceremos el testimonio del mismo nuncio Monseñor Carlo Pietropaoli, quien se desempeñó  como embajador de la Santa Sede en Venezuela durante el régimen gomecista, dejando escritos de gran provecho para la comprensión de la época.

Pietropaoli escribió al Papa Benedicto XV en noviembre de 1915:

“Como tantas veces he comunicado, el Gobierno de esta República al presente es absolutamente personal. Las formas externas, aun cuando se observan, no cambian al hecho real; y el hecho es que aquí domina única y soberanamente la voluntad del general Gómez. Se hace lo que él manda y nadie se atreve a contradecirle. Para obtener alguna cosa y despachar los asuntos hay que gozar de la confianza y la benevolencia suyas. Los ministros que él nombra y despide cuando él quiere, son como simples empleados; dan buenas y bellas palabras y nada más. Afortunadamente, Gómez con todos sus defectos no es malo, es creyente y respeta a la Iglesia. Hombre sagaz, reflexivo, prudente, es tardo en resolver y pronto en ejecutar[2]”.

Las palabras finales de este prelado parecen ser su carta de residencia en Venezuela, ya que, una opinión muy contraria al General, le habría dejado como producto un repentino abandono de sus funciones diplomáticas. Según Pietropaoli, Gómez con todos sus defectos no es malo, es creyente y respeta a la Iglesia.

La dictatorial actitud de Gómez se ha encarnado hoy en día en alguno que otro prelado y purpurado de la Iglesia Católica venezolana, pues, para obtener alguna cosa y despachar los asuntos hay que gozar de la confianza y la benevolencia suyas.

Por lo general lo que desde la Iglesia se ha criticado a los gobiernos suele suceder al interior de la misma, es por eso que tuvo mucha razón Gómez al mantener distancia entre los asuntos gubernamentales y eclesiásticos, pues, evidentemente, ¿cómo podemos denunciar o criticar aquello que nosotros mismos hacemos descaradamente?

!Viva Gómez¡

P.A

García



[1] Velásquez, Ramón, (1980), Confidencias imaginarias de Juan Vicente Gómez, 7ma Edición, Ediciones Centauro, Caraca, Venezuela, p. 61

[2] El desafío de la Historia, Año 1, Número 5, p.9

martes, 15 de diciembre de 2020

Orador de Orden en 2015

JUVENTUD


REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

ESTADO BOLIVARIANO DE MÉRIDA

CONCEJO MUNICIPAL DEL MUNICIPIO RIVAS DÁVILA

BAILADORES, ESTADO BOLIVARIANO DE MÉRIDA

 

ACUERDO DEL CONCEJO MUNICIPAL N° 56

 

EL CONCEJO MUNICIPAL EN USO DE LAS ATRIBUCIONES LEGALES QUE LE CONFIERE EL ARTÍCULO 54 ORDINAL 2° DE LA LEY DEL PODER PÚBLICO MUNICIPAL EN CONCORDANCIA CON EL ORDINAL 4° Y EL PARÁGRAFO ÚNICO DEL ARTÍCULO 7 DEL REGLAMENTO DE INTERIOR Y DE DEBATES.

 

CONDIDERANDO

 

Que el 12 de Febrero se celebra el Día de la Juventud en Venezuela.

 

CONSIDERANDO

 

Que los jóvenes estudiantes del Seminario y de la Universidad de Caracas, jugaron un papel protagónico en la Batalla de La Victoria al impedir el avance de las huestes realistas de Boves y Morales sobre Caracas, durante la Segunda República, ofrendando hasta su vida, lo cual constituye una muestra de su altruismo y valentía.

 

CONSIDERANDO

 

Que la Juventud Venezolana continua hoy día siendo protagonista de cambios, logros, triunfos y bastión de lucha por la Democracia, valores que nos llena de orgullo reconocerle.

 

CONSIDERANDO

 

Que es un deber de nuestra Municipalidad rendir Homenaje a la Juventud Venezolana y en especial a Bailadores en su día.

 

ACUERDA

 

1.    Celebrar Sesión Solemne este 12 de Febrero de 2015 a las 10:00 a.m. en la Plaza Bolívar de la ciudad de Bailadores.

2.    Designar al joven Pedro Andrés García Barillas como Orador de Orden, en reconocimiento a su destacada devoción y formación cristiana que contribuye en un ejemplo a seguir.

3.    Dar lectura y hacer entrega del presente acuerdo al Orador de Orden con ocasión de la Celebración del Día de la Juventud.

Dado, firmado, sellado y refrendado en el Salón de Sesiones “19 de Mayo”, en Bailadores a los Seis (06) días del mes de Febrero de Dos Mil Quince (2015). Años: 204° de la Independencia y 155° de la Federación.

Sr. José Genadio Pereira Zambrano

Presidente del Concejo Municipal

 

Lic. Irma Ilia Contreras Belandria

Secretaria del Concejo Municipal