Los obispos son sucesores de los Apóstoles del Señor. Están
llamados a una entrega más exigente por el pastoreo del Pueblo de Dios. El
episcopado es el primer grado del Orden Sacerdotal, y es el último en
recibirse, después del Diaconado y del Presbiterado. Existe una errónea
concepción del carácter sacramental del Episcopado, pues se piensa que es una
consagración, pero no es así, por consiguiente no podemos hablar de “consagración
episcopal” sino más bien de “ordenación episcopal”.
Mons. Juan de Dios Peña Rojas es el actual Obispo de la
Diócesis de El Vigía – San Carlos del Zulia, él nos comenta, a continuación,
detalles sobre su llamado al episcopado. Sus palabras son transcritas a
continuación, con algunos arreglos personales, para lograr una óptima
narración.
Mons. Juan de Dios
comenta: Recibí una llamada del Sr.
Nuncio Apostólico en Venezuela Mons. Aldo Giordano mientras regresábamos de unas
ordenaciones en Machiques. Lo primero que hizo, después de saludarme
afectuosamente, fue preguntarme por el Seminario San Buenaventura de Mérida,
institución de la cual yo era Rector, cosa que me preocupó un poco, pues meses
anteriores habíamos tenido una Visita Apostólica, es decir, una supervisión, y
me imaginé que tenía alguna observación para nosotros en Mérida. Serenamente le
expresé la situación normal del Seminario, y después de esto, una vez que había
logrado envolver mi mente en el tema del Seminario, dijo que me llamaba para
comunicarme que el Papa Francisco me había elegido Obispo de la Diócesis de El
Vigía – San Carlos del Zulia. Era una coincidencia que en ese preciso momento
nos encontráramos en los límites de la Diócesis, por lo que el Sr. Nuncio
precisó que así eran las cosas de Dios.
Después de comunicarme tan impactante noticia, de la cual yo
quedé frío, el Nuncio dijo que me daba un día para pensarlo, y que solamente
podía consultarlo con mi Obispo, Mons. Porras y con mi director espiritual. Al
día siguiente debía llamarlo para darle una respuesta. Me despidió deseándome
una noche tranquila, a pesar de semejante noticia. Yo nunca pensé ir a El Vigía
y mucho menos de Obispo.
Esa noche, iba de regreso al Seminario, pero no llegué a
Mérida, pues pernocté en Lagunillas, en la casa de retiros de las Hermanas
Dominicas de Santa Rosa de Lima, y no pude dormir nada, no por la noticia, sino
porque cerca de aquel lugar está la laguna de Urao y algunos acostumbran a
festejar en sus inmediaciones con música en alto volumen. Los vallenatos de
aquella noche no me dejaron dormir.
Al día siguiente, con la pesadumbre de no haber descansado
nada, me fui a hablar con Mons. Porras. Al expresarle la decisión del Santo
Padre, él me recordó que nosotros estamos formados para la obediencia, y que
aun pudiendo decir que no, teníamos que ver en esa decisión del Papa Francisco
la voluntad de Dios.
Yo no quise molestar al Nuncio ese mismo día, que era
domingo, por lo que pensé en devolverle la llamada al día siguiente, sin
embargo, noté en mi teléfono una llamada perdida de un número capitalino y
efectivamente era el Nuncio, que no esperó mi llamada y decidió él mismo volver
a contactarme para saber mi respuesta. Cuando le dije que sí, me pidió que
hiciera una carta escrita a mano, para enviarla personalmente al Papa y éste
supiera mi respuesta.
No tenía a la mano papel bond, por lo que pedí a uno de los
sacerdotes formadores dos hojas blancas, no le dije para qué las quería,
gracias a Dios y me dio como veinte hojas, pues dañé más de la mitad, no porque
estuviera nervioso, sino porque uno pierde la costumbre de escribir a mano,
puesto que ahora todo es computarizado. Me equivoqué varias veces, y empezaba
de nuevo, hasta que por fin logré hacer la carta y fue enviada de inmediato al
Santo Padre.
Todo esto ocurrió el 14 de marzo de 2015, mi nombramiento se
hizo público el 17 de abril del mismo año. El 16 de marzo se le hizo la
consulta de rigor al Estado venezolano, y justo al mes se hizo público el
nombramiento por parte de la Santa Sede. En Venezuela, para ser elegido obispo,
es necesario ser venezolano, además de hacer una consulta al Estado, con la
espera de 30 días por la respuesta.
P.A
García
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