PRODITOR
“…et
Iudam Iscarioth, qui fuit proditor”
Lucas 6,
16
La suerte de un traidor es la perdición.
Traicionar a un amigo significa asesinarlo y de igual manera dar muerte a la
amistad. En la lectura bíblica sobre los pasajes de la traición de Judas
Iscariote, conocemos cómo el Diablo entró en él, y levantándose de la mesa
junto a Jesús, salió para entregarlo a sus enemigos, convirtiéndose en uno de
ellos por “treinta monedas de plata”, (Mt 26, 15,) pero, “¡más le valdría a ese hombre no haber nacido!” (Mt 26, 24).
Comprendamos de una vez que nuestro Dios no castiga, pero el mal en sí mismo
conlleva un castigo. Quien obra mal contradice completamente la vocación a la
que fue llamado. El pecado se perdona, pero el delito se paga.
Antes de hablar de la muerte, hablemos
sobre la traición de Judas, y en este sentido es menester comprender que aquel
pobre hombre actuó con plena libertad y movido por Satanás, lo que entrevé la
acción de Satanás que actúa en el corazón del ser humano, sin embargo, el Señor
no sufre con impotencia el golpe de la traición, ni le toma por sorpresa el
plan de Satanás, sino que, Él mismo da la orden de empezar. A Jesús nadie le
quita la vida, Él mismo la da.
Lo que interesa en este artículo no es
precisar si Judas se condenó o no por su traición. Eso es cosa de Dios. Aquí lo
importante es hacer un brevísimo análisis de las dos versiones que tiene la
Sagrada Escritura sobre la muerte del Apóstol Traidor. Sí, dos versiones de un
mismo hecho. Los textos a conocer los presenta Mateo en su evangelio y Lucas en
sus Hechos de los Apóstoles. Estamos tratando con dos tradiciones distintas,
puesto que distintos son los autores, pero un mismo hecho en común y verídico,
el trágico final del Proditor Domini,
del Traidor del Señor.
Lo que el evangelista Mateo nos comenta
sobre la muerte de Judas Iscariote lo ubicamos en (27, 3-8), en resumen explica
que Judas, después de traicionar a Jesús, fue acosado por el remordimiento, y devolvió
las treinta monedas de plata, consciente de que había pecado entregando sangre
inocente, tiró las monedas en el Santuario; después se retiró y fue y se
ahorcó. Hasta aquí parece que el final de Judas fue ahorcarse. Luego, los sumos
sacerdotes compraron con las monedas el Campo del Alfarero como lugar de sepultura
para los forasteros, siendo por esta razón que aquel lugar se llamó «Campo de
Sangre».
Por su parte, Lucas en sus Hechos de
los Apóstoles (1, 18-19) comenta, en resumen, que Judas compró un campo con el
precio de su iniquidad, y cayendo de cabeza, se reventó por medio y se derramaron
todas sus entrañas, evento trágico que fue conocido por todos los habitantes de
Jerusalén de forma que el campo se llamó en su lengua Haqueldamá, es decir: “Campo
de Sangre”. Esta explicación, traducida del arameo, la incluyó Lucas para que
sus lectores comprendieran mejor las palabras de Pedro, puesto que el fin de Judas
no había sido narrado ni en su Evangelio ni en sus Hechos. Vemos cómo Lucas no
se pone de acuerdo con Mateo sobre la manera en la que muere el Traidor. Percibamos
ahora las similitudes de los dos relatos.
El precio de su pecado no trajo prosperidad
a Judas puesto que la suerte de un traidor es la perdición. Lo que los dos
evangelistas repiten es lo que más impresionó a aquella comunidad cristiana, y
en conclusión, Judas se arrepiente de su mal obrar y busca acabar con el
remordimiento quitándose la vida. Con el dinero de la entrega de Jesús, treinta
monedas de plata, fue comprado un campo, que es conocido como “Campo de
Sangre”. Para Mateo, el campo fue comprado por los judíos, mientras que para
Lucas, el campo lo compra el mismo Judas, aquí lo importante es que el “Campo
de Sangre” es el resultado de la inversión de las treinta monedas de plata, ya
que no se podía destinar para otra cosa. Estudiosos piensan que Judas se cuelga, probablemente con su cinto;
éste se rompe, o se suelta de la rama, y su cuerpo se precipita contra las
rocas, con lo que queda reventado. De esta forma se unen y se complementan
las dos tradiciones Mateo-Lucas.
Haqueldamá es un
pequeño terreno en Jerusalén, que se llamaba “Campo del alfarero” antes de la
muerte de Cristo, como lo explica (Jer. 19), este campo fue destinado a ser cementerio
de extranjeros, ya que, no podía dedicarse a sepultura de judíos. En la
actualidad este campo puede localizarse casi con certeza en el lado sur del
valle de Hinom, donde existen multitud de tumbas de los cruzados.
Judas Iscariote era hijo
de un Simón, y recibió el nombre de Iscariote para distinguirlo del otro
apóstol que también se llamaba Judas. Por lo general, su apelativo se
interpreta como significando que Judas era originario de Queriot, lo cual
indicaría que no era galileo. Judas siguió a Jesús por las ventajas materiales
que obtendría gracias al establecimiento del Reino mesiánico. A Judas le había
sido confiado el cuidado de la bolsa común, era el ecónomo de los trece, pero
se dio a la avaricia; traicionó la confianza de sus amigos, apropiándose de una
parte del dinero.
Señor, que nunca Satán siembre en mi alma el deseo de
traicionarte,
ni de traicionar a mis amigos,
y que sepa acoger con bondad al que conmigo lo hiciere.
Amén.
P.A
García
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