LOURDES ORA PRO ME
En
la vida damos consejos y también los recibimos, y hay que saber recibir consejos
para poder llegar a viejos, como dice el refrán popular. En el sinfín de
consejos y palabras de apoyo que he recibido durante mi exilio religioso en el
Perú, éstas que les copio textualmente son unas de las mejores, por tres
razones concretas.
La
primera razón es porque quien me las dirige es una persona que manifiesta haber
pasado por lo mismo que yo, es decir, que ha sido víctima de la calumnia y la
persecución por parte de los poderosos. La segunda razón por la que valoro
especialmente este comentario, es porque en él se me manifiesta que hay
esperanzas de verme realizado como sacerdote católico, para dar gloria a Dios,
considerándome idóneo para tal ministerio. Y la tercera razón es porque mi
vocación sacerdotal ha sido encomendada por esta persona, a la Santísima Virgen
de Lourdes, precisamente en el sitio de su aparición al sur de Francia.
Sin
más preámbulos les dejo el comentario que recibí, no sin antes aclararles que
el remitente es un sacerdote, exitoso en su ministerio, buen amigo y muy
responsable de lo que dice y hace. En sus palabras, que me fueron dirigidas confidencialmente,
encontraremos el testimonio en primera persona de las crudas realidades que
tristemente se viven dentro de la jerarquía eclesiástica, a quienes siempre
debemos rendir obediencia, y sobre todo, a quienes siempre debemos encomendar
en la oración para que cumplan con autenticidad la misión de pastorear al
rebaño del Señor.
“Pedro,
-te lo digo por mi experiencia personal- Dios hace todo perfecto. Cuando vas al
seminario, te encuentras gente muy buena, muy santa, y también te encuentras
gente -como creo que ya te lo comenté- muy dañina, perversa y mala, que se
enfrasca en querer apartarte del camino, a veces sin ninguna justificación, yo
viví esa injusticia. Sin embargo, aprendí que Dios y la Virgen, siempre están a
nuestro lado cuando hay sincera vocación; y que, mientras los seres humanos,
los sacerdotes, toda esta gente, te cierran una puerta, Dios te abre otras, no
una, sino varias, hasta que una de esas puertas es la correcta. Bueno, a ti te
tocó que se te abriera esa puerta por allá, ése es tu presente, más el futuro
no lo conocemos, porque eso está en las manos de Dios. Tu ahora estás sirviendo
allí, no sabemos a qué te llamará Dios más adelante, al igual que a mí o a
cualquiera de nosotros. Sus tiempos son perfectos y su misericordia es
infinita. Entonces, pienso que allí donde estás, estás bien. Poco a poco ve
avanzando, ve estudiando, que eso es lo importante, ve saliendo adelante, ve
dando tus pasos vocacionales, recibe tus ministerios. Dios me permita
acompañarte algún día en tu Ordenación Sacerdotal, es una gracia que vamos a
pedir hoy aquí, que estoy en Lourdes, a la Santísima Virgen, ella que lo puede
todo por su poder de intercesión, vamos a pedirle que te conceda la gracia de
la Ordenación y que me conceda la gracia de estar, y bueno, apoyándote con mi
oración y como siempre con mi amistad. Puedes contar conmigo”.
Como ven, no todo está perdido. La
herida ha sido profunda, pero Dios hiere y venda la herida. Como el justo Job
debemos aprender a recibir de Dios los bienes y también los males. Me anima
muchísimo saber que un sacerdote me ha puesto en su oración durante su visita
al Santuario Mariano de Nuestra Señora de Lourdes, una de las advocaciones más
conmovedoras de los últimos tiempos. Saber que la Virgen me escucha y escucha
la oración de este sacerdote, me hace pensar que de seguro toda esta prueba ha
sido posible superarla porque Ella ha estado allí, como la siento cercana todos
los días, especialmente en el rezo del Santo Rosario.
No sé hasta cuándo Dios me permita
alabar y bendecir a su Santísima Madre a través de esta hermosa devoción del
Rosario, solo sé que mientras viva y pueda hacerlo conscientemente, rezaré el
Santo Rosario a María Santísima con piedad, porque he comprendido que esta
oración es poderosa, le agrada mucho a ella y me hace cada día mejor.
Recuerdo que desde que ingresé al
seminario menor, el 24 de julio de 2011, empecé a rezar todos los días el Santo
Rosario, pues estaba fijado en el horario del seminario. Una vez que pasé al
seminario mayor, en septiembre de 2013, ya no estaba esta piedad fijada
diariamente, sino un día sí y otro no, por lo que de seguro dejaba de rezarlo,
no lo recuerdo con certeza. Pero lo que sí sé, es que desde que cumplí 22 años,
el 10 de diciembre de 2017, hice el propósito de rezar a la Virgen el Santo
Rosario todos los días por unas intenciones personales particulares, y hasta la
fecha no le he fallado, pero no es mérito mío, sino bondad y misericordia de
Ella.
Pero de qué valen las más de 23.725
avemarías que he rezado hasta el momento, si no soy mejor persona cada día. La
Virgen fue inmaculada, pero de seguro también luchó contra la tentación y
venció, como lo hizo su Hijo. Es éste el mejor ejemplo que debo tomar, como
María, estar dispuesto a morir antes que pecar. Cómo me gustaría fomentar la
devoción al Rosario en las demás personas, pero empezando por mí mismo. Cómo me
gustaría ser un apóstol del Rosario.
Sé que cuento con la oración de muchas
personas, como la de éste sacerdote. Sé que hay muchos que esperan con
paciencia que Dios vaya acomodando mi camino para que pueda algún día servirle
como sacerdote, todo esto me anima, me hace sentir que no estoy solo, que Dios
está de mi parte, y “si Deus cum nobis,
¿quis contra nos?”, si Dios está conmigo, ¿Quién contra mí?
Como barco que sale del puerto, estoy
atento del timón, para corregir el rumbo a cada instante, y así llegar al
destino seguro, sin distracciones, superando tormentas y mareas altas, confiado
de que no soy yo quien maneja la embarcación, sino Dios, y si el Señor maneja
mi vida, pues no hay miedo, no hay tiempo perdido, todo es ganancia, todo es
victoria, pues con Dios todo lo podemos, sin Él, nada es posible.
P.A
García
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