BOOKLOVERS
Hace días leí en la web un excelente artículo titulado “Los libros como refugio de la realidad venezolana”[1], de José Gregorio Bello, publicado el 19 de agosto de 2021. Me animé a comentarle en privado a éste escritor por el excelente trabajo. Naturalmente recibí respuesta y para mi sorpresa me tomó en cuenta para hacerme unas breves preguntas con respecto a un artículo que realizaría, “sobre los libros dejados por la migración venezolana”. Estas fueron sus preguntas y mis respuestas:
1. ¿En qué país te
encuentras actualmente?
Me encuentro en el Perú, específicamente en la ciudad
serrana de Ayacucho. Los motivos de mi migración son netamente académicos, pues
en este país podré culminar mis estudios, además de contar con el apoyo y
presencia de todo mi núcleo familiar (papá, mamá y hermanas).
2. ¿Te llevaste algún libro
contigo? De ser así, ¿en qué criterio te basaste?
Viajé al Perú en noviembre de 2020, con una rigurosa restricción
fronteriza a causa de la pandemia, por lo que la prioridad era llevar lo menos
posible en el equipaje. El recorrido desde mi casa en Mérida hasta Ayacucho fue
por tierra, y no pude traer más de lo necesario. Dejé mis libros, sin poder
traer ninguno, pero sí me hubiese gustado traer unos cuantos. Mi madre viajó
tiempo después y ella sí pudo traerme cuatro valiosos libros (las Liturgias de
las Horas) que es una especie de manual de oraciones que usan los sacerdotes y
religiosos para orar a Dios.
3. ¿Qué sientes cuando
piensas en los libros que dejaste?
En mi casa dejé una biblioteca personal debidamente
organizada con más de 1.850 libros, todos indexados detalladamente en una lista
en Word que tengo en mi computadora. Cuando pienso en mis libros, naturalmente
me entristezco mucho, pues solamente yo sé lo que dejé y que ahora mismo no
puedo disfrutar, porque realmente disfruto de los libros, me hacen compañía,
los leo, los ojeo, los acomodo, etc. los libros son mi gran tesoro. Dejar mis
libros ha sido una de las decisiones más difíciles, pues son parte importante
de mi vida. En mis últimos años de estudios en Mérida, cada semana adquiría
algún texto nuevo, era experto en visitar todas las librerías de la ciudad y
conseguir lo que me interesaba y a buen precio. Además también hice amistad con
algunos personajes que no dudaron en hacerme buenas donaciones.
Justo antes de viajar al Perú, estaba colaborando con la
Biblioteca de mi pueblo, por lo que pensé donar algunos de mis libros, pero no
lo hice, pues tengo la esperanza tenerlos todos nuevamente conmigo, tal vez
trayéndolos poco a poco al Perú, porque regresar a Venezuela (por ahora) no es
una opción muy cómoda para mí, realmente pienso radicarme aquí de manera permanente.
4. ¿Has podido comenzar
una biblioteca en el extranjero? ¿Qué libros son los que te atraen ahora?
Cuando apenas llegué a Lima, visité la librería del
Terminal Plaza Norte, donde compré dos libros que me interesaban desde hacía
tiempo, uno fue el Diario de Ana Frank, del cual hice un resumen personal, y el
otro una biografía no autorizada de la Boy Band OneDirection. En seguida
adquirí los libros de la saga de Harry Potter para, luego de leerlos,
cambiarlos por otros de mayor interés.
Aquí ya estoy formando la “segunda parte” de mi biblioteca
personal. Hasta el momento, en diez meses que llevo en este país, ya tengo
treinta y tres textos que me han servido muchísimo para mis intereses particulares.
Los libros que compro ahora en el Perú, como los que compré
y tengo en Venezuela, son de historia, filosofía y teología, que son las
ciencias que estudio, además de la novedad del Quechua que estoy estudiando
particularmente y para lo cual he adquirido algunas gramáticas, diccionarios y
hasta la Biblia en Quechua.
Un lujo que ahora me puedo dar, es comprar libros antiguos,
primero por el interés de la lectura y segundo por el valor como antigüedad. El
libro más antiguo que poseo es del año 1831.
P.A
García
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