A continuación,
meditarás con los cuatro domingos de Adviento, a través de sus oraciones
colecta y evangelios. Profundizarás en la espiritualidad propia de este tiempo
de espera. Sirvan estas palabras como un pequeño retiro espiritual de Adviento,
el cual puedes realizar desde la intimidad de tu hogar. Al final de cada
domingo te propongo algunas interrogantes para llevar a la meditación personal.
Ánimo y que Dios te ayude.
PRIMER
DOMINGO DE ADVIENTO: En la oración colecta de este domingo, pedimos al
Señor que despierte en nosotros el deseo de prepararnos para reconocer la
presencia de Cristo, con la práctica de las obras de misericordia para que,
podamos participar constantemente de la vida nueva de su Reino.
Meditación: Los hombres
desde tiempos antiguos esperábamos a un Mesías, esta esperanza se ha visto
colmada por Dios en Jesús de Nazaret, su Hijo, en quien se han cumplido las
promesas, como garantía de la fidelidad y amor de Dios con toda la humanidad.
Mientras esperamos la revelación decisiva del Reino de Dios, los creyentes debemos
permanecer vigilantes, atentos al mensaje de la Palabra de Dios, a los
movimientos del Espíritu Santo y a los signos de los tiempos. Permanecemos en
vela cada vez que intentamos realizar el mundo como Dios quiere, contando con
su gracia y protección. Las obras de misericordia que realicemos revelarán nuestra auténtica
disposición por Dios y su Reino. No nos engañemos, es necesario trabajar duro
para ganar el premio. Toda fiesta importante se prepara con antelación; nos
aseamos, portamos nuestra mejor ropa, ponemos nuestra mejor cara, pues bien, de
igual manera en el Adviento nos preparamos para recibir a Dios. Que la
confesión sacramental sea una buena manera de preparar la venida del Salvador.
La Palabra
del Señor: En el evangelio de este domingo -puedes buscar en la Biblia- (Mt
24,37-44), es el mismo Jesús quien nos indica que debemos estar preparados,
porque a la hora que menos pensemos vendrá él. Luego de hacer una comparación
de la tragedia vivida en el Génesis con el diluvio universal, nuestro Señor
propone esta escena del Antiguo Testamento como una analogía de lo que será su
segunda venida: la Parusía. El Adviento espera con mayor fervor esa segunda
venida de nuestro Salvador Jesucristo, cuando venga a juzgar a vivos y muertos,
como lo profesamos en el credo. Estar en vela significa obrar siempre el bien,
agradar a Dios en todo momento, reconocerle y aceptarle en el prójimo, en los
que nos parecen buenos y los no tan buenos. Adviento es tiempo de apertura y
acogida.
Para la
reflexión: ¿Eres consciente de que Dios te pide que hagas siempre el
bien a los demás? ¿Crees que haces poco o mucho por vivir las obras de
misericordia? ¿Estás dispuesto a vivir este tiempo de Adviento como una real
espera de Jesús que viene a salvarnos? Medita en silencio y habla con Dios,
respóndele a él.
SEGUNDO
DOMINGO DE ADVIENTO: La oración colecta de este domingo suplica a Dios
que nuestras responsabilidades terrenas no nos impidan reconocer la venida de su
Hijo, y que la sabiduría que viene de él, nos disponga a recibirlo y a
participar de su propia vida.
Meditación: Dios
parece desconcertarnos un poco con los anuncios proféticos del mundo nuevo que
nos ofrece, pues cuando los oímos, algo nuevo golpea en la raíz misma de nuestra
pobre vida. Qué extraño y qué gracia tan grande: eso que nos anuncian es lo mismo
que deseamos, lo que verdaderamente necesitamos, aunque no seamos del todo
conscientes. Sin embargo, siendo sensatos, pensamos que es imposible alcanzar
lo que nos prometen. Porque somos pobres podemos esperar lo anunciado por
nuestro Dios, ya que solo podemos desear alcanzar lo que no tenemos. En este
Adviento, si estamos llenos de cosas, si la acumulación del dinero y del poder
nos impiden ver el despuntar de un mundo nuevo, si estamos satisfechos de
nosotros mismos, el anuncio de la nueva creación no despertará en nosotros ningún
interés, y eso sería muy lamentable, pues la desdicha sobreviene a los que
rechazan a Dios. En la vida hay tiempo para todo, no pongamos excusas a Dios,
démosle al él el tiempo que merece y que necesitamos para beber de su fuente
inagotable de sabiduría y paz verdaderas. Cada día es una nueva oportunidad
para ser mejor que el día anterior, con Dios de nuestra parte podemos lograrlo.
La Palabra
del Señor: En este domingo, el evangelio de Mateo (3,1-12) presenta a
Juan Bautista como el gran precursor inmediato de la venida de Jesús. Juan fue
aquel hombre que hizo vida las palabras del profeta Isaías, en las que se
invitaba a preparar y allanar los caminos del Señor. El Bautista pregona lo que
será el tema central de la predicación de Jesús: el Reino de los cielos.
Precisamente el último domingo del Tiempo Ordinario es la solemnidad de
Jesucristo, Rey del Universo, porque es realmente nuestro Señor el único y más
poderoso Rey. Del Reino de los cielos o del Reino de Dios es la Iglesia
Católica su mejor prefiguración, pues en la Iglesia vivimos el reinado de
Cristo perenne, le adoramos como Dios y buscamos extender su Reino por todo el
mundo, obedientes a sus mandatos y con el corazón dispuesto a recibirle cuando
venga. Recordemos que en nuestro bautismo fuimos ungidos sacerdotes, profetas y
reyes, por lo que somos desde esta Tierra partícipes del Reino de los Cielos,
al mismo que no entrará nada impuro, nada incorrecto. Esforcémonos por entrar
al Reino que Dios nos tiene preparados, para gozar de la presencia del Rey de
reyes y Señor de señores. ¡Venga a nosotros tu reino, Señor!
Para la
reflexión: ¿Trabajas por el Reino de Dios? ¿Crees realmente que Cristo
es el Rey de tu vida, o hay otros reyes? ¿Estás dispuesto a optar
definitivamente por el Reino de los cielos ya desde esta tierra con una vida
santa y alegre? Comprométete con Dios, háblale a él, cree en él.
TERCER
DOMINGO DE ADVIENTO: La Iglesia implora en este tercer domingo al
Padre celestial que mire a su pueblo que espera con fe la fiesta del nacimiento
de su Hijo, y que nos conceda celebrar el gran misterio de nuestra salvación
con corazón nuevo e inmensa alegría.
Meditación: Toda
festividad o celebración tiene como característica esencial la alegría, y
precisamente el Adviento es un tiempo de espera gozosa. Pero, seamos
conscientes, hay alegrías superficiales, frívolas, ligeras. Nuestra sociedad ha
inventado diversas maneras de producir alegría: los vicios, la comida
abundante, la música, la danza desenfrenada, el dinero, los espectáculos
inmorales, etc. Sin embargo, la única alegría posible es la que nace del
corazón, no de lo pasajero, de lo superficial, pues no son las cosas exteriores
la fuente del gozo verdadero; es el hombre y la mujer en paz consigo mismo, en
relación fraterna con su prójimo y en armonía total con la creación. Dios
nuestro Padre está en la raíz misma de la alegría, porque Dios es amor y
alegría, Dios es la fuente de la vida y del amor. Los creyentes estamos llenos
de gozo porque el Señor está cerca de nosotros y nos salva en nuestras vidas
particulares. Apostemos en este Adviento por ser siempre cristianos alegres,
que a pesar de las dificultades llevemos la cara en alto, con mente activa,
buscando el lado positivo de las cosas, superando dificultades sin perder el
ánimo. Un santo triste es un triste santo. ¿Qué fue lo primero que le dijo el
arcángel Gabriel a María? Alégrate, pero no porque estuviera triste, sino
porque es la alegría el fruto del encuentro con Dios. María vivió alegre, pues
siempre confió en Dios.
La Palabra
del Señor: En este tercer domingo de Adviento, san Mateo (11,2-11)
continúa presentándonos a Juan Bautista como un profeta importante en relación
a Cristo. En esta escena evangélica tenemos un conversatorio a distancia entre
san Juan, apresado, y Jesús en pleno ejercicio de su predicación a las
multitudes. San Juan parece querer esclarecer las dudas sobre la persona de
Jesús, por eso le manda a preguntar si era él el mesías o si se debía esperar a
otro; pero esta no era la duda del Bautista, sino la duda de todos nosotros, a
quienes tal vez nos cuesta un poquito creer en Jesús y su evangelio, los mismos
que debemos implorar a Jesús como lo hicieron sus amigos: “Señor, auméntanos la
fe”. La respuesta del Señor fue contundente, y propuso como solución a la
interrogante todas las obras que él estaba realizando, porque así es la
pedagogía divina, que enseña con palabras y con obras, que da testimonio de lo
que predica y busca atraer más con hechos que solo con palabras. Los cristianos
necesitamos vivir más lo que decimos creer. Nos hace falta más acción, más
compromiso eclesial, mayor interés por Dios, por su Iglesia, por su Palabra
contenida en la santa Biblia. Este Adviento es la oportunidad de oro que
tenemos para ser mejores personas, transformar nuestras vidas desde la humildad
del Niño que veremos en el Pesebre, envuelto en pañales.
Para la
reflexión: ¿Soy un cristiano alegre? ¿Vivo las dificultades con rostro y
actitud serena y esperanzadora? ¿Quiero vivir la alegría que Dios me ofrece con
el nacimiento de su Hijo Jesucristo? Cierra tus ojos un momento y responde al
Señor, sé sincero con él.
CUARTO
DOMINGO DE ADVIENTO: Finalmente, en este cuarto y último domingo de
Adviento, pedimos a Dios que derrame su gracia sobre nosotros, que hemos
conocido por el anuncio del ángel la encarnación de su Hijo, para que
lleguemos, por su pasión y su cruz, a la gloria de la resurrección.
Meditación: El
Adviento está sujeto por grandiosas figuras: los precursores. Entre ellos
destaca la Santísima Virgen María, quien es la doncella que fue anunciada por el
profeta Isaías es ella misma un testimonio en el que se evidencia que Dios
salva en la pobreza y desde la humildad. La fuerza de Dios resplandece en la
debilidad de la humanidad. Los hombres, seres materiales y esencialmente
incrédulos, buscamos signos contundentes para creer, pues el orgullo puede más,
por eso se nos dio el signo de la Virgen-Madre, el signo de la aparente
contradicción, pues ¿cómo puede ser virgen y madre a la vez? Lo que para
nosotros parece imposible, para Dios es posible, porque él es el Creador de
todas las cosas, y en razón de su Hijo Jesucristo tenemos la obra más perfecta
de su creación: María, la Madre de Dios y Madre nuestra. Solo Dios salva, por
su pasión y su cruz, de esta manera hemos sido convocados a la fe y bienaventurados
serán los que crean sin haber visto. Como a María, el arcángel Gabriel también
nos anuncia a nosotros que Dios salva, por puro amor.
La
Palabra de Dios: En el último domingo de Adviento (Mt 1,18-24),
el evangelio nos permite conocer cómo fue el nacimiento de Jesucristo, es
decir, el propósito mismo de este tiempo de espera. San Mateo especifica la
importancia de María y de José en el plan salvador de Dios. Sin María, la joven
virgen inmaculada, y sin José, el casto varón judío, no hubiese sido posible la
redención de la humanidad, o, dicho de otra manera, Dios quiso tener necesidad
de María y de José. Ella, por ser la elegida, la predestinada para llevar en su
vientre al “Dios con nosotros”, y él, por ser descendiente del rey David, que
con su paternidad putativa justificaba la profecía de Isaías en la que se
anunciaba que del tronco de Jesé nacería el que habría de gobernar a todas las
naciones: Jesús el Mesías. Pero, no olvidemos que José pretendió por un momento
alejarse de los planes de Dios, pues María estaba embarazada sin antes haber
vivido con él, sin embargo, a José le habló un ángel en sueños, para advertirle
que esa criatura era obra del Espíritu Santo, y además le encargó a él nombrar
al niño como Jesús, que significa “Dios salva”. ¿Por qué un ángel habló a José
en sueños? Porque José era un hombre de profunda oración, y esas almas que
viven de la oración son privilegiadas por Dios. Hablemos con Dios y hablemos de
Dios a los demás. Que nuestra vida sea un reflejo de nuestra oración y que a
nuestra oración llevemos todas las circunstancias de nuestra vida. Oremos sin
desfallecer, que la oración nos fortalece y alimenta espiritualmente.
Para la
reflexión: ¿Crees en el poder de la oración? ¿Reconoces el plan de Dios
en tu vida? ¿Estás preparándote para recibir a Jesús en esta próxima Navidad?
En lo más recóndito de tu ser, responde a Dios con humildad, con confianza, que
él siempre te escucha atentamente.
Finalmente,
que Dios todopoderoso te bendiga en este Adviento y que puedas prepararte de la
mejor manera para recibir en tu corazón al Mesías que nacerá. Comparte en
familia, no malgastes tu dinero en vicios o superficialidades materiales. Vive
por Cristo y para los demás, que buscando la felicidad de los otros alcanzarás
la tuya.
Feliz
Adviento, feliz Navidad y próspero Año Nuevo 2023. Con Dios todo y sin Dios
nada.
P.A
García
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