RETIRO CUARESMAL
Cuaresma: tiempo de conversión.
A continuación,
meditarás con los cinco domingos de Cuaresma, a través de sus oraciones colecta
y evangelios. Profundizarás en la espiritualidad propia de este tiempo de penitencia
y preparación para la Pascua. Sirvan estas palabras como un pequeño retiro
espiritual de Cuaresma, el cual puedes realizar desde la intimidad de tu hogar
o en compañía de la comunidad. Al final de cada domingo te propongo algunas
interrogantes para llevar a la meditación personal; puedes responderlas por
escrito para involucrar todos tus sentidos en este acto de piedad.
PRIMER
DOMINGO DE CUARESMA: En la oración colecta de este domingo, pedimos al
Señor que, al celebrar un año más la santa Cuaresma, nos conceda avanzar en la
inteligencia del misterio de Cristo y vivirlo en su plenitud.
Meditación: La vida
litúrgica de la Iglesia es cíclica, es decir, va repitiendo a lo largo del año
los acontecimientos más importantes de la fe, en este sentido, la santa
Cuaresma es para los creyentes una intensificación de la propia conversión:
tanto como personas individuales como miembros de la Iglesia y de este mundo,
que necesita de Dios. Todo camino espiritual es una puesta hacia adelante, es
avanzar, no retroceder ni quedarnos estancados. Avanzar en la inteligencia del
misterio de Cristo significa escuchar con atención la Palabra de Dios y
dejarnos interpelar por su mensaje; solo así podremos vivir a plenitud la fe
que profesamos.
La Palabra
del Señor: “Domingo de la tentación”. En el
evangelio de este domingo -puedes buscar en la Biblia- (Mateo 4, 1-11), se nos
narra el episodio de Cristo ayunando durante cuarenta días en el desierto y, finalmente,
estando tentado por el diablo. Así como nuestro Señor fue tentado, siendo él
Dios y hombre verdadero, de igual modo nosotros, simples mortales, también lo
somos. Dios permite, con la tentación, probar nuestra fidelidad. Para los
cristianos existen tres principales tentaciones: creer que las cosas dan la
vida, olvidándonos de Dios, fuente única de vida; buscar la comprobación de la
fe con signos deslumbrantes, no confiando en Dios mismo; y, dejándonos llevar
por el deseo de poder y de triunfo, sin comprender definitivamente que la vida
consiste en el servicio a Dios y a los hermanos.
Para la
reflexión: Fijémonos en las tentaciones que el Señor sufre en el
desierto: el placer (pan), la manipulación de lo sagrado (saltar desde el
templo) y el poder absoluto (los reinos de la tierra). En nuestra vida es común
que surjan tentaciones. ¿Tú cómo las enfrentas? Encomiéndate al Espíritu Santo
para que te ayude a afrontar con éxito las tentaciones de la vida. Ahora,
¿sabes cuál es la tentación que te causa más problemas? Identifícala y precisa
los pasos necesarios para superarla.
Oración jaculatoria (para repetir en la intimidad
con Dios): ¡Oh
Dios!, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme.
SEGUNDO
DOMINGO DE CUARESMA: La oración colecta de este domingo suplica a Dios
que, él que nos ha mandado escuchar a su Hijo, el predilecto, alimente nuestro
espíritu con su palabra, para que nosotros, con mirada limpia, contemplemos
gozosos la gloria de su rostro.
Meditación: El
camino que debemos recorrer para amar cada día más a Dios, pasa por conocerle a
través de su Palabra, la cual nos es proclamada solemnemente por la Iglesia en
su Liturgia. Dios Padre nos ha mandado escuchar a Jesucristo, quien continúa
hablando hasta nuestros días en la predicación de los sacerdotes y ministros
del Evangelio. La cuaresma es tiempo de escucha atenta; el mensaje de la
Palabra es alimento para el espíritu; tomar este alimento produce en nosotros
la gracia de poder contemplar -en las próximas fiestas pascuales- la gloria del
rostro de Dios. Toda fiesta ha de preparase de la mejor manera y la Cuaresma
bien vivida prepara la fiesta de la Pascua.
La Palabra
del Señor: “Domingo de la Transfiguración”. En este domingo, el
evangelio de Mateo (17, 1-9) presenta a Jesús con su rostro resplandeciente
como el sol. En la conversación del Señor con Moisés y Elías y siendo testigos
de esto sus discípulos Pedro, Santiago y Juan, vemos el deseo de Dios por
manifestarnos la gloria de su resurrección futura. Pedro dice lo que nosotros
experimentamos hoy: “¡qué bien se está en tu presencia, Señor!”. Apartarnos del
mundo por un instante y entrar en la presencia de Dios es una experiencia
hermosa, fortalecedora y gratificante que podemos vivir en esta Cuaresma. No
perdamos el tiempo, acudamos a Dios y dejémonos transfigurar por su gracia. Escuchemos
la voz del Padre que nos indica estar atentos al mensaje de su Hijo. Abramos
los oídos, la mente y el corazón.
Para la
reflexión: La transfiguración es una experiencia que anima a los
creyentes que tienen miedo de caminar con la cruz a cuestas. No temamos imitar
a Cristo aún en su pasión, pues la gloria futura también nos espera. No
esquivemos nunca una experiencia de encuentro con lo divino. Las experiencias
religiosas ocurren con frecuencia en nuestras vidas: ¿recuerdas una que te haya
sucedido?, ¿podrías describirla? Ora en la presencia de Dios, en lo secreto y
escondido de tu corazón. Contempla a Dios en todo lo que te rodea, en los
pobres y necesitados, pero especialmente encuéntrate con Jesús en el milagro de
la Eucaristía.
Oración
jaculatoria (para repetir en la intimidad con Dios): Oigo en
mi corazón: “Buscad mi rostro”. Tu rostro busco, Señor; no me escondas tu
rostro.
TERCER
DOMINGO DE CUARESMA: La Iglesia implora en este tercer domingo al
Padre celestial que, él que es Padre de misericordia y origen de todo bien, que
acepta el ayuno, la oración y la limosna como remedio de nuestros pecados, nos
mire con amor a nosotros penitentes, y restaure con su misericordia a los que
están hundidos bajo el peso de sus culpas.
Meditación: Las
tres palabras más repetidas durante la Cuaresma son: ayuno, oración y limosna.
Existen innumerables maneras de ayunar y de dar limosna, que es en definitiva
vivir la caridad con los necesitados, sin embargo, la oración es siempre el
encuentro personal con Dios, nuestro Señor. La oración es oxígeno para el alma,
si no oramos, nos veremos asfixiados por el mundo. Dios ve con agrado nuestros
pequeños o grandes sacrificios cuaresmales, pero él va más allá, pues nos mira
con amor y restaura nuestra vida pecaminosa, él carga con el peso de nuestros
pecados, nos alivia, nos auxilia, nos hace llegar hasta el final.
La
Palabra del Señor: “Domingo de la samaritana”. En este tercer
domingo de Cuaresma, el Evangelio (Juan 4, 5-42) presenta a Jesús como el
surtidor del agua que lleva hasta la vida eterna, en su diálogo con la mujer
samaritana. Preguntémonos ¿cómo se llega a ser cristiano? A partir del
evangelio podemos contestarnos: respondiendo a la llamada del amor de Dios y
recibiendo el agua viva del bautismo, que contiene el Espíritu Santo. Jesús es
el nuevo Moisés, que da agua viva a su pueblo. Recordemos el agua y la sangre
que brotaron del costado abierto de Cristo en la cruz; esta agua y esta sangre
son los sacramentos y la Iglesia misma, que es sacramento universal de
salvación. Como bautizados hemos recibido el agua que da la vida y estamos
capacitados para embebernos cada vez más con la recepción de los siete
sacramentos.
Para la
reflexión: Sabemos que judíos y samaritanos rivalizaban, de ahí que la
mujer se sorprendiera de que Jesús le dirigiese la palabra. ¿Tú tienes rivales?
¿Le hablas a todos por igual? La acción salvadora de Jesús rompe paradigmas,
Jesús se da a todos por igual. Todos tenemos prejuicios, ¿puedes reconocer los
tuyos para superarlos? ¿En tu comunidad hay prejuicios? ¿Qué puedes hacer tú
para erradicarlos? Promueve el reconocimiento de la labor femenina en la
Iglesia. Como aquella mujer de Sicar, ¿crees que estás siguiendo el llamado del
maestro?
Oración
jaculatoria (para repetir en la intimidad con Dios): Señor,
dame a beber el agua viva; así no tendré más sed.
CUARTO
DOMINGO DE CUARESMA: En este cuarto domingo de Cuaresma, pedimos a Dios
que, él que reconcilia consigo a los hombres por su Palabra hecha carne, haga
que el pueblo cristiano se apresure, con fe viva y entrega generosa, a celebrar
las próximas fiestas pascuales.
Meditación: Los
cinco domingos de Cuaresma ven en el cuarto de ellos una proximidad gozosa del
misterio pascual. El fruto del misterio de la encarnación es la reconciliación
entre Dios y los hombres, pues “el Verbo se hizo carne y habitó entre
nosotros”. Apresurarnos con fe viva y entrega generosa significa apostar
definitivamente por la luz de Dios, hacer un punto y aparte en nuestras vidas y
recomenzar desde cero para agradar a Dios en todo lo que hagamos. El camino de
penitencia que antes hemos iniciado ya va viendo su destino feliz. La Pascua de
Cristo es la mayor festividad litúrgica que podemos celebrar. ¡Resurrección!
La
Palabra de Dios: “Domingo del Ciego de nacimiento”.
Ubicamos en el Evangelio (Juan 9, 1-41) al invidente que obedeciendo a Jesús
fue, se lavó, y recobró la vista. Los hombres nacemos ciegos, en tinieblas,
aturdidos por el pecado original, pero una vez aceptemos a Cristo, nuestra vida
se ve iluminada; es como si se nos hubieran abierto los ojos. La fe ilumina el
camino a seguir. No estamos solos, no vamos a tientas, caminamos seguros porque
Jesús va de nuestro lado. El Señor puede curarnos de nuestras cegueras, de
nuestras faltas de confianza en su providencia, hagámosle caso y acudamos a la
piscina de Siloé, que es el sacramento de la confesión, para lavarnos con el
agua de la gracia divina y purificarnos de nuestras culpas para ver con
claridad. Jesús nos cura en el sábado de nuestras vidas, es decir, en aquellos
momentos en los que menos esperamos su acción poderosa.
Para la
reflexión: El amor de Dios es controversial para el mundo.
Los poderosos no ven la liberación que ofrece Jesucristo, están ciegos y
tercamente permanecen en su ceguera. Y tú, ¿estás interiormente ciego?
¿Reconoces que pudieras no estar viendo las cosas desde la perspectiva de Dios?
Pide al Espíritu Santo luz para reconocer tu propia ceguera, es decir, tu
imposibilidad de ver y experimentar la obra misericordiosa de Dios en tu vida.
Vive la caridad con los discapacitados, o con los alejados de Dios. Antes de
juzgar a los demás, examina con temor de Dios las situaciones tu vida personal,
porque eres ciego también y necesitas de la luz de Dios.
Oración
jaculatoria (para repetir en la intimidad con Dios): Señor,
que vea; que tu Palabra sea lámpara para mis pasos y luz en mi camino.
QUINTO
DOMINGO DE CUARESMA: Finalmente, en este quinto y último domingo de Cuaresma,
pedimos a Dios que su gracia nos ayude, para que vivamos siempre de aquel mismo
amor que movió a su Hijo a entregarse a la muerte por la salvación del mundo.
Meditación: El
camino penitencial que se inicia con el Miércoles de Ceniza, va llegando a su
final con la quinta semana del tiempo cuaresmal y los días de la Semana Santa,
siendo en total cuarenta y cinco días de profunda introspección espiritual
hasta el Viernes Santo de la Pasión del Señor. En este quinto domingo nos habla
la oración colecta del “amor de Dios”, el mismo que llevó a Jesús a sufrir el
cruento sacrificio de la cruz para redimirnos. Ciertamente el amor todo lo
soporta, amar es sufrir, ya lo indica la piedad cristiana: “ama hasta que
duela”. Somos capaces de amar a los demás porque antes hemos sido amados por
Dios, y amor con amor se paga.
La
Palabra de Dios: “Domingo de Lázaro”. El Evangelio (Juan
11, 1-45) nos presenta a nuestro Señor como la resurrección y la vida. Esta
resurrección de Lázaro es realmente una “vuelta a la vida”, no es la
resurrección definitiva, pues, ciertamente Lázaro volvió a morir. El texto
sagrado demuestra cómo, gracias a Jesús, se da la victoria de la vida sobre la
muerte, que es causa del pecado original. Nuestra nueva vida de resucitados
empieza desde este mundo terrenal, cuando testimoniamos la gracia de Dios en
nosotros. Como hombres debemos regenerarnos, es decir, adquirir una nueva
sensibilidad. El pecado nos hace oler a podrido, pero Jesús nos manda a
caminar, a seguir adelante, aún cuando apestemos por nuestra vida desgraciada y
pecaminosa. Este domingo afianzamos la fe en la resurrección de los muertos y
en la vida del mundo futuro, como lo expresa el Credo.
Para la
reflexión: Jesús resucita a su amigo Lázaro, unos creyeron en
el milagro, otros incrédulos se cerraron aún más en sus propias convicciones. Y
tú, ¿crees realmente que resucitarás algún día? Los cristianos no creemos en la
reencarnación, sino en la resurrección, que no es lo mismo. ¿Reconoces las
actitudes de Jesús con las hermanas de Lázaro? ¿Eres tú consolador de aquellos
que pierden a un ser querido? No te canses de pedir todas las noches a Dios la
gracia de la buena muerte, la que se vive con la fe puesta en la resurrección.
La muerte no es el final, sino el verdadero comienzo de la vida en la eternidad
con Dios, nuestro Padre Creador.
Oración
jaculatoria (para repetir en la intimidad con Dios): Cristo,
tú fuiste torturado por nuestros pecados, ten piedad de nosotros.
Oración
final: Señor, Dios de amor y de perdón, te doy gracias por este retiro
espiritual personal de Cuaresma, en el que he meditado tu mensaje para cada
domingo de este tiempo penitencial. Ayúdame a perseverar en las buenas obras.
Quiero siempre mantenerme en tu presencia. Deseo llegar purificado a la fiesta
de la Pascua. Dame la gracia de la conversión. Ilumíname siempre para no caer
en el error. Te lo pido por la intercesión gloriosa de mi madre santa, la
Virgen María. Por el mismo Jesucristo nuestro hermano y Señor. Amén.
P.A
García