sábado, 15 de octubre de 2016

Reflexión del Domingo XXIX del Tiempo Ordinario

DOMINGO XXIX

Monición de Entrada: Queridos hermanos, sean bienvenidos al Templo del Señor en este día domingo, tiempo en el que nos reunimos como una sola familia para celebrar el misterio de la fe. Hoy la Palabra nos hace tres invitaciones, dejarnos ayudar por nuestros hermanos, dejarnos educar por las Sagradas Escrituras y orar con insistencia. Que el Dios de Misericordia nos permita vivir esta Santa Misa con toda la disposición del alma y del cuerpo, y que su Palabra que es vida nos anime a seguir luchando por ser mejores cada día.

Monición Primera Lectura: (Éx 17, 8-13) La primera lectura, tomada del libro del Éxodo, nos enseña que para tener éxito en el camino de la vida, debemos confiarnos primeramente de Dios y luego si de las personas que él pone a nuestro lado para que sean nuestro apoyo. Moisés se dejó ayudar por sus hermanos y la victoria fue del pueblo entero. El bien que hacemos a una persona puede tener efectos no solo personales, sino también comunitarios. Las dificultades siempre se pueden superar, basta tener fe.

Monición Segunda Lectura: (2Tim 3, 14-4,2) El Apóstol Pablo, incasable predicador del Evangelio de la alegría, en su epístola a Timoteo, nos recuerda que es necesario permanecer firmes en la fe, que por medio de las Sagradas Escrituras podemos formarnos en la virtud de los hijos de Dios, y que para ser verdaderos discípulos del Señor resucitado necesitamos vivir la fe con insistencia, a tiempo y a destiempo, porque solo siendo perseverantes alcanzaremos la salvación que viene de Dios para todos los hombres, dada por amor.

Monición Santo Evangelio: (Lc 18, 1-8) El evangelista Lucas, en su capítulo dieciocho presenta una parábola del Señor, que viene a explicar lo que alcanza la perseverancia de aquel que tiene miseria. La insistencia de la viuda hizo que incluso un juez sin fe le hiciera justicia. Jesús nos manifiesta con su discurso que Dios, nuestro Padre, con mayor razón atenderá la súplica de sus hijos, de aquellos que sufren, solo una cosa es necesaria, orar, es decir, pedir con fe y con la confianza puesta en Dios que todo lo puede y que a nadie desampara.

P.A
García

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