jueves, 24 de octubre de 2019

El Diablo le teme a san Juan Pablo II, pero más a Benedicto XVI


BENEDICTUS P.P. XVI
Benedicto XVI
         
La fe nos enseña que nuestro Señor Jesucristo tiene poder sobre el Demonio, y así lo demuestran los Evangelios Sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas), pues en varios relatos él expulsa a Satanás o a sus demonios, demostrando de esta manera que el Reino de Dios ha llegado: "Pero si por el Espíritu de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios" (Mt 12, 28).

La Iglesia Católica, depositaria de la Verdad, manifiesta creer en el poder de Jesús sobre el Demonio; poder que a su vez suministró a sus discípulos, así lo reza el Catecismo de la Iglesia Católica en su numeral 1673, donde encontramos un compendio de todo lo que debemos creer acerca de los exorcismos y la posesión diabólica:

Cuando la Iglesia pide públicamente y con autoridad, en nombre de Jesucristo, que una persona o un objeto sea protegido contra las asechanzas del maligno y sustraída a su dominio, se habla de exorcismo. Jesús lo practicó, de él tiene la Iglesia el poder y el oficio de exorcizar. El exorcismo solemne sólo puede ser practicado por un sacerdote y con el permiso del obispo. En estos casos es preciso proceder con prudencia, observando estrictamente las reglas establecidas por la Iglesia. El exorcismo intenta expulsar a los demonios o liberar del dominio demoníaco gracias a la autoridad espiritual que Jesús ha confiado a su Iglesia. Es importante, asegurarse, antes de celebrar el exorcismo, de que se trata de una presencia del Maligno y no de una enfermedad.
El padre Gabriele Amorth[1] fue un famoso exorcista italiano, perteneció a la Sociedad de San Pablo, comunidad fundada por el Beato Santiago Alberione. En toda su vida sacerdotal realizó más de 160.000 exorcismos. Solamente él, con toda su experiencia, puede darnos semejante testimonio que titula este artículo: El Diablo le teme a san Juan Pablo II, pero más a Benedicto XVI.

Entre otras cosas, el padre Amorth habló abiertamente en su libro El último exorcista, mi batalla contra Satanás, en entrevista con Paolo Rodari, sobre una experiencia muy particular acontecida en la Plaza de San Pedro, en una acostumbrada Audiencia Papal con Benedicto XVI, en mayo de 2009.
Benedicto XVI y su secretario Mons. Georg Ganswein

La escena ubica a dos mujeres y dos muchachos. Las mujeres eran asistentes del padre Amorth, quienes le ayudaban durante los exorcismos, rezando por el padre Amorth y por los poseídos que a él acudían. Los dos jóvenes estaban poseídos y fuera de ellos cuatro más nadie lo sabía. Ese miércoles las mujeres deciden llevar a los dos a la audiencia del Papa porque piensan que les puede ser útil. No es un misterio que muchos gestos y palabras del Papa hacen enfurecer a Satanás. No es un misterio que incluso la sola presencia del Papa inquieta y en cierto modo ayuda a los poseídos en su batalla contra aquel que los posee.

La Guardia Suiza hace pasar a los 4 a los puestos reservados a las personas incapacitadas. Los dos poseídos no hablaban nada, pues estaban inexplicablemente callados. Al sonar las 10:00 a.m. sale Benedicto XVI en su jeep blanco, acompañado por Mons. Georg Ganswein, su secretario particular. Las 2 mujeres se vuelven hacia Giovanni y Marco. Instintivamente los sostienen con los brazos. Los dos, en efecto, empiezan a comportarse de manera extraña. Giovanni tiembla y rechina los dientes. Los dos jóvenes, por la presencia papal que se aproximaba, demuestran actitudes de energúmenos.

A la vuelta del jeep papal por toda la plaza, los 2 poseídos caen al suelo. Se golpean la cabeza en el piso. Los guardias suizos los observan pero no intervienen. El jeep cumple un largo recorrido. Luego llega al fondo de la plaza, a pocos metros del portón de la basílica vaticana. El Papa baja del coche y saluda a las personas que están en las primeras filas. Giovanni y Marco, juntos, empiezan a aullar. Tendidos en el suelo aúllan. Aúllan muy fuerte. —¡Santidad, santidad, aquí estamos! -grita al Papa una de las 2 mujeres tratando de atraer su atención. Benedicto XVI se gira pero no se acerca. Ve a las 2 mujeres y a los 2 jóvenes en el suelo que gritan, babean, tiemblan, montan en cólera. Ve la mirada de odio de los 2 hombres. Una mirada dirigida contra él. El Papa no se altera. Mira de lejos. Levanta un brazo y bendice a los 4. Para los 2 poseídos es un shock furibundo. Un latigazo asestado en todo el cuerpo. Tanto que caen 3 metros atrás, tirados en el suelo. Ahora ya no gritan. Pero lloran, lloran y lloran. Gimen durante toda la audiencia. Cuando el Papa se va, vuelven en sí. Vuelven a ser ellos mismos. Y no recuerdan nada.

Con esta anécdota el padre Amorth concluye que Satanás teme muchísimo a Benedicto XVI, pues sus misas, sus bendiciones, sus palabras, son como poderosos exorcismos; todo su pontificado es un gran exorcismo contra Satanás, eficaz y poderoso. La manera como Benedicto XVI vive la liturgia. Su respeto a las reglas. Su rigor. Su postura, son eficacísimos contra Satanás. La liturgia celebrada por el Pontífice es poderosa. Satanás es herido cada vez que el Papa celebra la eucaristía.
San Juan Pablo II y el Cardenal Joseph Ratzinger

Cuenta el padre Gabriele Amorth que Monseñor Andrea Gemma, en un libro publicado en Bérgamo en el año 2009, con el título de Confidencia de un exorcista, afirma que el maligno, durante los exorcismos, reacciona violentamente a la invocación del nombre de Juan Pablo II. Durante un exorcismo el diablo habría admitido: «El vejestorio (así llama a Juan Pablo II) nos ha hecho un daño enorme, pero el que está ahora es peor...». Palabras que confirman también la profunda aversión del maligno a Benedicto XVI.

Benedictus qui venit in nomine Domine
Bendito el que viene en el nombre del Señor

P.A
García


[1] Padre Gabriele Amorth, El último exorcista, mi batalla contra Satanás, Editorial San Pablo, p.p. 93-95.

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