EL MORRO
Esta
Parroquia Eclesiástica, que cuenta con varios años de creación, ha sido el
escenario del silencioso trabajo de los diversos sacerdotes que por la administración
de su curato han pasado, todos ellos dejando una huella imborrable en el
corazón de aquella gente noble y campesina.
Llegué
a esta hermosa Parroquia de Pueblo, que atiende 26 aldeas, para vivir las misiones de Adviento y Navidad del 2016, el
día miércoles 14 de diciembre en horas de la tarde, procedía del Seminario de
Mérida, mi destino en este pueblo era acompañar y ayudar en la Novena de
Aguinaldos y las Posadas Decembrinas de la comunidad, al lado de su Cura
Párroco, el Pbro. Jesús Enrique García Ramírez, oriundo de Canaguá, Municipio
Arzobispo Chacón, de los Pueblos del Sur de Mérida. En el viaje de ida al
pueblo compartí con el Diácono Permanente Hernán Villarreal, de la Parroquia
Santa Lucía de Mucuchíes, quien también iba de misiones a la Parroquia de San
Jacinto de El Morro, él fue destinado a una comunidad lejana.
El
Diácono Hernán, compartió conmigo su interesante historia vocacional, y de
verdad que es bello conocer cómo el Señor llama a cada uno según sus propias
particularidades, en este caso, el Diácono Hernán ha sido un fiel católico
perteneciente a varios grupos de apostolado y estrecho colaborador de varios
sacerdotes, por la gracia de Dios ha tenido la oportunidad de tener una seria y
comprometida formación en la fe y la doctrina católica, siempre buscando el
servicio a los demás desde la humildad, como la Virgen María, así me lo
manifestó. Puedo afirmar que es un hombre santo, un hombre de Dios.
Conversando
con una persona del pueblo de El Morro, justo al lado del Templo Parroquial, me
cuestionaba yo, y manifestándolo también, por qué tan pequeño aquel poblado,
aquella persona, respondió en seguida, este es un pueblo que se ha negado a
morir, luego haciendo señas hacia una calle rodeada de antiguas casas de
tapias, hizo el siguiente comentario, “todos los de esas casas no están ahí,
andan para el cementerio”, lo que significaba que en su mayoría ya habían
fallecido.
Otro
lugareño, una vez entablada la conversación me preguntó, “y cuál es su gracia”,
en seguida le manifesté que no sabía responderle a aquella pregunta, en lo que
él la formuló de otra manera, para que yo fuera capaz de responderle me dijo, “cuál
es su nombre”.
Un
hombre de edad avanzada, que transitaba por la solitaria plaza del pueblo
acompañado de 4 caninos, al saludarme cordialmente me preguntó que de qué parte
yo era, al final no era baquiano de mi lugar de procedencia, pasó de inmediato
a aclararme que este pueblo de El Morro, era muy solitario, no tenían gran
cantidad de personas que se paseasen por sus calles, refiriéndose con orgullo a
la tranquilidad que esto trae a los vecinos, también me dijo que aquel lugar se
quedaba pequeño en festividades como las Celebraciones Patronales, San Jacinto,
y otros santos como La Candelaria y San Isidro Labrador, pues al pueblo se
abocan la mayoría de personas que habitan las aldeas de la Parroquia, que son
muchas, apartadas pero con una fe bien arraigada.
Tuve
la grandiosa oportunidad de compartir bastante con una de las señoras de la
parroquia, que a lo largo de los años ha tenido protagonismo en la vida de la
Iglesia, ella es la Sra. Matilde, quien conversó conmigo amablemente, es una
señora llena de experiencias e historias que contar, ha colaborado de cerca con
los diferentes sacerdotes que han pasado por El Morro, ella pertenece a la
Legión de María desde 1993, fue fundadora de dicho apostolado, y para cada
sacerdote tiene una gran lista de anécdotas que contar.
Varias
personas me comentaron, animados por las interrogantes que yo les manifestaba,
sobre la añeja Iglesia de El Morro, su aspecto inicial, todas ellas coincidían mencionando
la existencia de un antiguo retablo de madera cubierto con oro, eran notables
las rosas del mismo metal precioso que lo decoraban, imagen que no ha podido
ser olvidada por los más ancianos. Comentan que hubo un tiempo en el que la
Iglesia estuvo muy descuidada, las aguas pluviales lograron penetrar el
interior del templo lo que ocasionó el deterioro del retablo, no saben qué pasó
finalmente con él, solo recuerdan que se comparaba en ostentosidad y belleza al
que actualmente está en la capilla de Estanques, de singular elaboración.
Recuerdan
afligidos la triste historia del joven sacerdote Efraín Ferreira, quien a tan
solo 6 meses de haber sido ordenado sacerdote y al mismo tiempo haber sido
designado como Vicario del Párroco de El Morro perdió la vida a causa de un trágico
accidente automovilístico en las cercanías del pueblo. Los lugareños recuerdan
del Padre Efraín su humildad, era bajo de estatura pero grande de ánimo y celo
pastoral, reposan los restos del querido sacerdote en la Iglesia de San Jacinto
de El Morro, el pueblo se quedó con el honor de tener para siempre a su
padrecito. En varias de las casas visitadas hay fotos del Padre Efraín, sin
lugar a dudas él intercede por el alivio de las muchas necesidades de quienes
le invocan con fe cristiana.
GRACIAS PEDRO POR TAN INTERESANTE COMENTARIO. CONOCÍ AL PADRE EFRAÍN CUANDO ERA SEMINARISTA Y SIEMPRE LO RECUERDO Y NO ME OLVIDO DE REZAR POR ÉL
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