domingo, 10 de diciembre de 2017

¿Qué es el sufrimiento?

VISIÓN ANTROPOLÓGICA DEL SUFRIMIENTO

         ¿Por qué sufre el hombre? Si por antropología enten­demos lo que la doctrina cristiana enseña a propósito del hombre, e intentamos dar con lo que es más característico, convendremos en que, para el cristianismo, el hombre es, antes que nada, un ser en proceso de formación; «un ser que se hace»[1], un «ser en camino, un ser de paso»[2] hacia una perfección que todavía no posee. De allí que el sufrimiento se encuentre implícito en dicho proceso como elemento necesario. Así como los metales necesitan un proceso para alcanzar una utilidad, así el hombre, a través del sufrimiento, logra en sí la perfección a la que está llamado.
Es así como el sufrimiento parece pertenecer a la trascendencia del hombre; es uno de esos puntos en los que el hombre está en cierto sentido «destinado» a superarse a sí mismo, y de manera misteriosa es llamado a hacerlo[3].
         ¿Cuál es la causa del sufrimiento? Cuestionarse sobre el sufrimiento es menester de la razón humana, puesto que es una realidad presente en toda su existencia. En primer lugar, se acostumbra a decir que la causa del sufrimiento humano es el pecado original, esto desde la perspectiva cristiana, sin embargo, para referirse al sufrimiento desde el punto de vista ateo, se considera que el mismo es incomprensible, puesto que, los niños sufren y, aparentemente, son inocentes del pecado. Hay que entender que el sufrimiento puede ser físico, mental o emocional. Muchas son las razones por las que el hombre puede sufrir, por ejemplo, el daño que se ocasiona como el resultado de la guerra, la avaricia comercial, las crisis sociales, las enfermedades, los accidentes, los desastres naturales, los actos y las expresiones faltos de caridad por parte de otras personas, el darse cuenta de una calamidad inmediata y la misma ignorancia del hombre.
         ¿Permite Dios el sufrimiento? Pretender atribuir a Dios el sufrimiento, no está bien visto, y menos desde el cristianismo, ya que Jesús, el Hijo de Dios, nos ha mostrado un evangelio lleno de misericordia. La causa del pecado, encuentra su cognición en el mal uso de la libertad. En el caso del justo Job, se contesta la verdad del principio que identifica el sufrimiento con el castigo del pecado y lo hace en base a su propia experiencia. En efecto, él es consciente de no haber merecido tal castigo, y expone el bien que ha hecho a lo largo de su vida. Al final es Dios mismo quien reprocha a los amigos de Job por sus acusaciones y reconoce que Job no es culpable. El suyo es el sufrimiento de un inocente; debe ser aceptado como un misterio que el hombre no podrá comprender a profundidad con su limitada inteligencia[4].
         ¿Puede ser positivo el sufrimiento? Desde la fe cristiana el sufrimiento permite la purificación del alma y con ella la perfección del individuo. El hombre de fe logra entender, en medio del sufrimiento, que Dios sufre con él. Por su parte, el hombre sin fe, simplemente cree que el sufrimiento es un callejón sin salida, ante el cual la decisión más inmediata es acabar con su vida para erradicar el dolor. De esta manera, se logra entender que para el hombre de fe es más fácil sobrellevar la experiencia del sufrimiento, ya que, como lo dice la Escritura, “Dios interviene en todas las cosas para bien de todos los que le aman”[5]. En este sentido, la experiencia del sufrimiento es positiva en cuanto que, de él, Dios se vale para hacer un bien, esto se evidencia en casos de conversiones cuya raíz ha sido el padecimiento de una enfermedad. Se han visto familias enteras volver a Dios a partir de la enfermedad de uno de sus miembros.
¿Se puede glorificar a Dios en el sufrimiento? El Catecismo de la Iglesia Católica es claro a la hora de manifestar que, también a través del sufrimiento se puede dar gloria a Dios, al respecto expresa que “a veces Dios puede parecer ausente e incapaz de impedir el mal. Ahora bien, Dios Padre ha revelado su omnipotencia de la manera más misteriosa en el  anonadamiento voluntario y en la Resurrección de su Hijo, por los cuales ha vencido el mal”[6]. En conclusión, el hombre junto a Cristo, es capaz de entender el sufrimiento, y con la ayuda de una fe firme, es capaz de vivir su peregrinar dando gloria a Dios con su existir.
El sufrimiento cristiano es acompañado por el ofrecimiento, siendo conscientes de que, el mismo se remite a la cruz de Cristo, de ahí el motivo por el cual debe ofrecerse todo sufrimiento para bien nuestro y del mundo. El sufrir con paciencia no puede entenderse nunca como una mera resignación, no, este sentimiento no es cristiano, es todo lo contrario, a representa una esperanza con miras a la alegría de la resurrección.
Como lo refiere el Concilio Vaticano II: Peregrinos todavía sobre la tierra siguiendo sus huellas en el sufrimiento y en la persecución, nos unimos a sus dolores como el cuerpo a la Cabeza, padeciendo con El, para ser con el glorificados (cf. Rom., 8,17)[7].

P.A
García



[1] La expresión es de J. PIEPER, Antología, Herder, Barcelona 1984, 17, y tiene una perspectiva filosófica. La revelación cristiana añade a esta percepción el horizonte de un proyecto de hombre.
[2] J. RATZINGER, Au commencement Dieu créa le ciel et la terre, Fayard, Paris 1986, 57.
[3]San Juan Pablo II. (1984. Salvifici Doloris. (p.1)                                                                         
[4] Ibídem (p.26)
[5] Romanos 8, 28

[6] Catecismo de la Iglesia Católica  (1992). Primera Parte: La profesión de la fe. (#272)
[7] Concilio Vaticano II (2015) Lumen Gentium (#7)

No hay comentarios:

Publicar un comentario