viernes, 21 de agosto de 2020

La imagen de la Virgen del Carmen en La Playa

DEVOCIÓN CENTENARIA

         El Carmelo es un monte sagrado cuya hermosura es ensalzada por Isaías 35, 2. Se conoce que ya en el siglo IX antes de Cristo, el profeta Elías convirtió al monte Carmelo en el refugio de la fidelidad al Dios único y en el lugar del encuentro entre el Señor y su pueblo, como lo refiere 1 Reyes 18, 39.

         En los tiempos de las cruzadas, las grutas del monte Carmelo sirvieron de refugio a los ermitaños cristianos, sin embargo, fue en siglo XIII cuando éstos forman una familia religiosa, a la que le fue dada una regla en el año 1209 por Alberto, Patriarca de Jerusalén, confirmada por el Papa Honorio III en 1226.

         El monte Carmelo, que domina la llanura de la región de Galilea, no está muy lejos de Nazaret, en donde habitó la Santísima Virgen María, la que “conservaba todo en su corazón”, es por eso que la Orden del Carmelo ha querido, desde siempre, ponerse bajo la maternal protección de la que es Madre de los contemplativos.

         Para el siglo XVI, los doctores y reformadores de la Orden –Santa Teresa de Ávila y San Juan de la Cruz- convirtieron el Monte Carmelo en lo que San Buenaventura llamó el “itinerario hacia Dios”.

        La Virgen del Carmen de La Playa

        La hermosa imagen de Nuestra Señora del Carmen que posee la Parroquia San Vicente Ferrer de La Playa fue donada por Don Vicente Márquez e Ignacia Vivas en 1927, procedente de España, fue trasladada hasta Medellín y de ahí a San José de Cúcuta, donde fueron a buscarla don Vicente Márquez y Gonzalo Márquez en compañía de los playenses: José Márquez (padre de Mons. Luis Alfonso Márquez Molina), Concho Vivas, Amador Vivas, Déboro Castillo, Paciente Herrera, Florencio Vivas, Carmen Vivas, Román Salas, Virgilio Castillo, Ramón Castillo y Claudio Salas, la mayoría de ellos formaban parte de la Cofradía del Santísimo Sacramento.

         Después de un largo trayecto desde Cúcuta hasta La Playa, fue recibida solemnemente en el pueblo por el padre Azael Arellano Méndez, quien fue acompañado por todos los playenses que, gustosos habían esperado la devota imagen. Se celebró la Santa Misa con entusiasmo y el día fue armonizado por la música de cuerdas y la quema de pólvora en honor a Nuestra Señora del Carmen.

         Don Vicente Márquez y su esposa Doña Ignacia Vivas de Márquez fueron los mayordomos de la Virgen hasta el día en que murieron. Después asumió el compromiso una de sus hijas, Angélica Márquez y su esposo Gonzalo Márquez, quienes obraron de igual manera hasta que, después de muertos, asumió la festividad Carmen Márquez y Yudy Márquez desde 1994, José Ramón Rosales, esposo de Yudy asume como mayordomo desde 1995.

         En los últimos años han venido colaborando para cada 16 de julio Adelaida Montero, Ana Consuelo Castillo, Yrma Mora, Cecilio Rujano y Trino Barillas, encargándose entre todos del embellecimiento del Templo Parroquial y del altar a Nuestra Señora.

         Numerosa cantidad de presbíteros han estado en La Playa celebrando a la Virgen del Carmen cada 16 de julio, entre ellos se pueden mencionar: Padre Ramón Emilio Pernía Noguera, que venía desde Bailadores; los Padres Paúles, quienes se esmeraban por realizar una fiesta especial, propiciando en el pueblo los adornos con arcos y altares por las calles, donde se cantaban la Salve a la Virgen; el padre Ramón Darío Moreno; desde la Parroquia Nuestra Señora de Fátima de El Llano de Tovar acompañaron los padres Eustorgio Rivas, Pedro Moreno, Ignacio, Víctor Angulo, Antonio Viedma; para 1977 acompaña el padre Julián Moreno, quien construye la Casa Cural, luego los padres Ciro González, Anselmo Nigro, Rodrigo Conde, Mariano y Antonio de los Padres Paúles, Julio Clímaco Durán, Antonio Viedma, Alfredo Uzcátegui, Jaime Duque, Olivo Gómez y Argenis Zambrano Albarrán.

         Aportes para la Parroquia desde la Mayordomía

        La devoción a la Virgen del Carmen ha movido los corazones de sus devotos, es por eso que desde su Mayordomía se ha venido obsequiando para la Parroquia de La Playa diferentes bienes que a continuación se mencionan:

·       2004: 4 floreros dorados para la Capilla del Santísimo Sacramento.

·       2005: una casulla elaborada y bordada a mano por Carmen Márquez, la cual le fue obsequiada al padre Alfredo Uzcátegui por petición suya.

·       2005: 4 floreros plateados.

·       2006: dos ángeles guardianes día y noche para la Capilla del Santísimo Sacramento.

·       2007:17 capas rojas y verdes para los monaguillos.

·       2009: 1 alfombra para la Capilla del Santísimo Sacramento y 1 alfombra para el Monumento.

·       2010: 2 bases para los cirios del altar mayor.

·       2011: 4 floreros de barro.

·       2012: un alba para el padre Jaime Duque.

·       2013: 6 sillas de madera para el altar mayor.

·       2014: 1 mantel para la Capilla del Santísimo Sacramento y 3 juegos de corporales.

·       2015: 2 manteles para las credencias del altar mayor y 1 juego de corporal.

·       2017: 1 juego de corporales.

·       2018: 3 velones grandes para el Santísimo

·       2019: 1 juego de corporales.

·       2020: 1 velón para el Santísimo.

P.A

García

sábado, 15 de agosto de 2020

Sor Marina Márquez, religiosa hija de La Playa

MARINA DEL CORDERO INMACULADO


         Elda Rosa Márquez Castillo (C.I.V-1.904.218) nació en La Playa el 24 de febrero de 1924, hija legítima de Ramón Márquez y María Rita Castillo. Fue presentada y bautizada el 9 de marzo del mismo año.

         En su partida de nacimiento se puede leer que el domingo 9 de marzo de 1924 fue presentada ante el Despacho de Eloy Mora en Bailadores, una niña hembra por Amador Vivas, con mandato oficial de los padres, manifestando que la niña presentada había nacido el 24 de febrero a las 8:00 am y llevaba por nombre Elda Rosa.

         Ramón Márquez, al nacer su hija, contaba con 42 años de edad, y se dedicaba a la agricultura, mientras que María Rita tenía 38 años y se dedicaba a los quehaceres del hogar. Ambos eran analfabetos, pues manifestaron no saber firmar. Junto con Amador Vivas fueron testigos de la presentación Vicente Márquez y Jesús Vivas, mayores de 21 años ambos.

         Los padres de Sor Marina se habían casado el domingo 6 de febrero de 1910 a las dos de la tarde en Bailadores, siendo Matías N. Codina el Presidente del Concejo Municipal. Ramón tenía 27 años de edad y era hijo natural de Sara Márquez, y María Rita, con 23 años de edad, era hija natural de Carlota Castillo. Testigos del casamiento fueron Medardo Vivas y César B. Henríquez. Por Ramón firmó Ismael Vivas y por María Rita firmó Juan Antonio Mora.

         La Partida de Bautismo de Sor Marina reza lo siguiente: Ilda Rosa Márquez. En 9 de marzo de 1924 yo, el infrascrito Cura Párroco de la Iglesia de Nuestra Señora de Candelaria de Bailadores, bauticé solemnemente según el Ritual Romano a una niña que nació el 24 del pasado mes, le puse por nombre Ilda Rosa hija legítima de Ramón Márquez y Rita Castillo, vecinos de esta feligresía; fueron padrinos: Amador Vivas y Amalia Vivas a quienes advertí el parentesco espiritual y obligaciones. Lo que certifico. Pbro. José A. Pérez C.

         La vida religiosa de Sor Marina Márquez fue de destacado servicio. Había iniciado su postulantado en la comunidad de las Hermanas Dominicas de Santa Rosa de Lima, fundación merideña, el 16 de septiembre de 1953, con 29 años de edad. El noviciado lo inició al año siguiente, el 30 de abril de 1954. Hizo su primera profesión religiosa el 30 de abril de 1956, y finalmente, con 38 años de edad hizo sus Votos Perpetuos el 30 de abril de 1962.

         En su amada congregación Sor Marina ejerció diferentes cargos. Fue educadora y catequista por más de 30 años, a saber: Colegio Santa Rosa de Lima de La Grita, Colegio Fátima de Caracas, Colegio Santo Domingo del Táchira, Colegio San José de la Sierra de Mérida, Instituto Coromoto del Táchira.

         En algunas de estas instituciones fungió como superiora: Colegio Santa Rosa de Lima de La Grita (1968-1971), Instituto Coromoto de San Cristóbal (1982-1987). Sus últimos años al servicio de su Congregación y de la Santa Iglesia Católica los vivió en la Casa Corazón de María de Trujillo. Sor Marina del Cordero Inmaculado Márquez Castillo falleció en la ciudad de Mérida el viernes 04 de febrero de 2011, a la edad de 87 años, después de haber hecho en su vida la voluntad de Dios. Sus restos mortales fueron enterrados en el Cementerio Municipal “El Espejo” el sábado 5 de febrero de 2011. La Santa Misa Exequial fue celebrada en la Capilla del Colegio San José de la Sierra en Mérida.

         La Congregación a la que sirvió durante 58 años aproximadamente la recuerda como una religiosa de sonrisa amplia, con espíritu generoso y servicial. Mantuvo durante toda su vida encendida la lámpara de la fe, que le permitió vivir en una constante contemplación e intimidad con el Señor, quien con fino trato supo compartir con todos, en alegría, sencillez y humildad, la riqueza de su corazón.

         Con respecto a la relación con su familia Márquez Castillo Sor Marina fue muy responsable, los amó entrañablemente y siempre los tenía presente en sus oraciones, siendo solícita y atenta a sus necesidades. Plantó en su vida un especial celo por cultivar las vocaciones sacerdotales y religiosas.

         Sor Marina, como se ha dicho antes, se desempeñó durante muchos años en el campo educativo y catequético como maestra y formadora abnegada de niños y jóvenes. Su servicio fue generoso, responsable, destacando su entrega incondicional en favor del pueblo de Dios. Además mostró siempre un amor entrañable a Jesús Eucaristía y especial devoción a la Santísima Virgen, lo que le permitió vivir en búsqueda de la santidad, teniendo un trato fraterno y caritativo con sus hermanas de congregación y todos los que la trataron. En medio de su enfermedad supo aceptar siempre la voluntad de Dios.

         La alegría por sus Bodas de Oro como Religiosa no fue omitida en modo alguno, pues una celebración unió a la familia Márquez Castillo y a la Congregación, durante el sábado 29 de abril y el domingo 30 tuvieron una convivencia en la sede del Hogar “La Milagrosa”, donde se ofició una misa por los familiares difuntos. El día domingo se tuvo la Misa en Acción de Gracias, luego un Brindis y “picada de torta” para finalizar con un paseo comunitario.

         La Playa debe incluir entre sus personajes destacados a Sor Marina, tal vez no hizo mucho por su pueblo, pero si lo representó y lo dejó bien en alto. Antes de fallecer, María Auxiliadora Castillo, quien conoció la vida de Sor Marina, quiso que se colocara en el Despacho Parroquial de la Parroquia San Vicente Ferrer de La Playa un cuadro de esta religiosa, dicha petición fue concretada gracias a la colaboración de la Sra. Migdalia Castillo y mi persona, aprovechando la fotografía de Sor Marina tomada por el Sr. Freddy Rodríguez, en octubre de 2009.

P.A

García

 

sábado, 8 de agosto de 2020

Dos palabritas que llevo en el alma

CAÑO BLANCO

         A propósito de la culminación de mi trabajo pastoral en la Rectoría Santa Lucía de Caño Blanco, recibí algunos agradecimientos por parte de las personas de la comunidad, la mayoría de estos fueron agradecimientos verbales, con palabras espontáneas, solamente dos fueron por escrito. A continuación los traigo a la palestra, no tanto para mostrarme, sino para mostrar cómo me vio la gente de Caño Blanco. Son palabras que llevo en el alma.

         El primer testimonio escrito dice así:

“Le doy gracias a Dios por haberte enviado a nuestra Rectoría y por compartir con nosotros un poquito de tu sabiduría. Fueron muy gratos los momentos que compartimos contigo y me hubiese gustado aprender más de ti, pero ya ha llegado el momento de que continúes con tus estudios para que seas un buen sacerdote. Te doy mil gracias por estar con nosotros y ser como un guía en el momento más especial de mi vida, el de mi matrimonio. También te pido disculpas por los momentos desagradables que hayas vivido estando aquí. Solo te digo que no dejes que nada ni nadie te haga desviar de tu camino, porque tú eres un ser bendecido por Dios. A pesar del poco tiempo que compartimos contigo te agarramos mucho cariño. Que Dios te bendiga y el Espíritu Santo te acompañe”.

Las conversaciones que se tienen con las personas sobre temas como la fe, la doctrina, lo que dice el Catecismo de la Iglesia, son conversaciones en las que me siento muy a gusto, porque sé que en algo puedo aportar para la recta formación del pueblo de Dios, pues yo no predico mis opiniones personales, sino lo que manda la Iglesia.

Por otro lado, hay personas que en su hablar no tienen nada bueno que decir, y hay otras, por el contrario, que edifican con sus frases pues, aunque humildes, tienen gran fuerza, la de la experiencia. Esta primera persona, de la cual he copiado su agradecimiento, menciona y pide disculpas por las posibles cosas desagradables que se pudieron haber vivido, sin embargo, no tuve ningún inconveniente con nadie, sólo el pesar de saber que los comentarios y críticas de la gente no aportan nada, de todo esto me quedó una frase muy buena: “no aceptes críticas constructivas de gente que nunca ha construido nada en su vida”.

El segundo testimonio dice lo siguiente:

“Hola…, Pedro, tengo que expresarte desde lo más profundo de mi corazón que en tan poco tiempo que llevas al mando de esta Rectoría, haz demostrado ser un Seminarista de muy buen corazón, preocupado por cada cosita por más mínimo que sea… Tu forma de ser es de un espíritu muy generoso, amable, cariñoso y muy profesional en tu carrera. A Dios y al Espíritu Santo le pido para que seas un Sacerdote por todo lo alto, y que siempre esté en ti ése espíritu renovador para que lleves la Palabra de Dios con mucho entusiasmo y que la Sabiduría Divina permanezca siempre dentro de ti. Te deseo lo mejor del mundo”.

Ciertamente que esta persona sabe que seré, con el favor de Dios, un sacerdote de altura, pues con 1,91 metros no será tan fácil pasar desapercibido por allí donde se me destine.

En Caño Blanco comprendí lo que significa ser “enviado”, por Dios en primer lugar, pero de manera concreta por el Señor Obispo Diocesano. Ser enviado significó también ser administrador de algo que, aunque muy propio -la Iglesia-, era ajeno –la Rectoría-. Comprendí que se trabaja es por el Reino de Cristo y para la gloria de Dios, y que no hay nada mal dicho, sino mal interpretado.

Un último aprendizaje que expongo es que asumí cómo el poder tiene que verse siempre desde la perspectiva del servicio. Comprendí que mi vocación sacerdotal, mi vida entera, está en función de los demás, porque no puedo ser sacerdote para mí mismo, sino para los demás, así como Cristo es Salvador de los hombres, no Salvador o Mesías de sí mismo.

Cada vez que alguien me llamaba “padre” me acordaba de inmediato que no lo era, pero que debía luchar por serlo, pero no de cualquier manera, debía serlo al modo de Jesús Buen Pastor, preocupado por la salvación de todos, también de los que no comprenden lo hermoso que significa ser católico.

Ante preguntas profundas que me hizo la gente, me quedó el deseo ardiente de continuar mi formación académica. Ante la ausencia de tiempo libre para mis cosas personales supe aprovechar los días con precisión cronométrica. Ante la abundancia de tiempo libre, por la cuarentena decretada, supe adentrarme en el estudio y lectura personal, siempre de temas teológicos y filosóficos, alternando por supuesto, con visitas a personas, sectores, familias.

Hubo días en que realizaba hasta tres celebraciones de la Palabra. Eso no me agotaba en lo absoluto, a pesar de que en todas ponía el mismo entusiasmo; me tocó cantar, predicar y contestarme a mí mismo el Santo Rosario. Comprendí lo que vive la gente al esperar al pastor, pues me sentí eso, pastor, aunque no era más que una oveja negra, y lo digo por el color de la sotana que llevaba puesta casi todo el tiempo, sin importar el ardiente sol zuliano.

P.A

García

sábado, 1 de agosto de 2020

Rectoría Santa Lucía, Caño Blanco

Informe General de la Pastoral



         Introducción: el trabajo pastoral que los seminaristas, en ocasiones, deben ejercer durante algún tiempo fuera del seminario, es una experiencia casi obligatoria que han de vivir, de manera que, a través del contacto con la gente y sus realidades temporales, adquieran los conocimientos necesarios para un futuro pastoreo o cura de almas. En este caso, el responsable “de hecho”  del cuidado pastoral de la Rectoría fue el seminarista Pedro García, pero el responsable “de derecho” fue el sacerdote Marcos Molina. La pastoral tuvo una duración de siete meses, desde el 04 de enero al 04 agosto de 2020. Desde el 04 de enero hasta el 16 de marzo se llevó una pastoral itinerante por casi todas las comunidades de la Rectoría. Hubo comunidades que no se lograron abarcar por diferentes motivos. No se realizó la Semana Santa, ni en público ni en privado.

         Rectoría Santa Lucía: esta pequeña comunidad cristiana forma parte de la jurisdicción eclesiástica de la Parroquia Santa Bárbara, cuya sede está en la ciudad de Santa Bárbara del Zulia. Está enclavada en la Parroquia Civil Urribarrí, del Municipio Colón del estado Zulia. Aunque la sede de la Rectoría está en Caño Blanco, la capital de la Parroquia Civil está en Puerto Concha, comunidad a orillas del Lago de Maracaibo.

         Distribución: la jurisdicción eclesiástica de la Rectoría Santa Lucía comprende las siguientes poblaciones o sectores: Puerto Concha, Medio Cuarto, Janeiro, Caño Negro, San Antonio, Taparones, Caño Blanco, Mosioco, Puerto Chama, Caño Muerto, La Fortuna, entre otros caseríos menores que se extienden desde La Fortuna hasta llegar nuevamente a Puerto Concha. Se visitaron en jornada de evangelización todas las casas de: La Fortuna, Puerto Chama y Mosioco (Centro).

         Religiosidad: la fe católica en la zona, aunque expandida por doquier, posee frívolas raíces. La patrona de la Rectoría es Santa Lucía, virgen y mártir. El porcentaje de católicos supuestamente es superior al de otras confesiones cristianas. La feligresía que acude a la Rectoría está conformada por un gran número de personas que participaron de la “Experiencia de Emaús”, mejor conocido como Retiro de Emaús, a estas personas se les identifican como “emausianos”. La asistencia y participación de los católicos, comparando con el número de habitantes, es muy bajo.

         Economía: en la zona es muy común el plátano, principal fuente de trabajo y alimentación. La manutención del ministro encargado puede sustentarse discretamente con las aportaciones voluntarias que los fieles hacen en las celebraciones, bien sea en alimentos o dinero, o por el estipendio establecido. Los ingresos durante los dos meses y medio que se trabajó fueron invertidos en la alimentación y manutención del seminarista. Después de decretada la cuarentena los gastos pasaron a correr por cuenta del propio seminarista, recibiendo el apoyo monetario de su familia, del sr. Obispo, y de algunas personas de la comunidad. Se realizó un inventario completo de la casa cural y templo, que después hubo de estimarse en nada, pues las personas de la comunidad fueron reclamando pertenencias suyas que reposaban desde hacía años en la Rectoría.

         Infraestructura: tanto la sede de la Rectoría como sus capillas tienen necesidades propias en el ámbito de la construcción, mantenimiento y mejoramiento de las instalaciones. El templo de Caño Blanco está muy completo, pero necesita aportaciones considerables en estructura y en material litúrgico-cultual.

         Generosidad: el común de las personas de esta comunidad es naturalmente generosa, les agrada compartir los alimentos, demostrando así la rica gastronomía zuliana.

         La Rectoría Santa Lucía es una comunidad con nulo compromiso y sentido de pertenencia cristiana-católica. Según el parecer de los mismos habitantes, aunque no es justificable, el lugareño es jocoso y extrovertido en el trato con los demás, rayando a veces en el irrespeto y la irresponsabilidad. En los feligreses no existe una adecuada formación de vida eclesiástica, aunque se notó interés y participación en las actividades convocadas y realizadas, fue decayendo el interés con el correr de los días, hasta que, entrada la Cuarentena, no se continuó con el trabajo pastoral con normalidad. No hay costumbre de visitar al Santísimo Sacramento del Altar.

         La centralidad de las actividades realizadas lleva el tinte “emausiano” por lo que se atiene solamente a este grupo la participación o la organización, siendo en oportunidades deficiente. No existe entre ellos una adecuada formación eclesiástica.

         Ante diferentes convocatorias por parte del seminarista para organizar actividades no hubo participación de la feligresía, por el contrario, al convocarse desde la “Hermandad de Emaús” sí la hubo, lo que demuestra un sectarismo infundado e irreverencia para con el seminarista encargado.

         La cuarentena decretada por el Ejecutivo Nacional fue tomada con mucha seriedad por parte de los habitantes, por lo que se paralizó de manera contundente la vivencia de la fe católica. Disminuyó la participación en actividades convocadas con las medidas de prevención propuestas por la OMS. Hubo gente que se alejó de la Iglesia con el pretexto de cuidarse de la pandemia, pero en sus vidas laborales o vecinales todo concurrió con normalidad, lo que denota poco interés por la autenticidad de la vida espiritual. Hubo gente que manifestó no estar de acuerdo con el repentino cambio del sacerdote anterior, tomando como opción alejarse de la “Iglesia”. Un joven de la comunidad parte para el Seminario de Mérida al curso introductorio.

Toda la comunidad debe ser orientada en el compromiso con Dios y con su Iglesia, no con personas particulares. La distribución hecha con los equipos de la “Hermandad de Emaús” para la organización de las celebraciones dominicales es un gran incentivo para trabajar por la Iglesia, sin embargo, se cae en el error de participar solamente cuando le corresponde y no dominicalmente, como lo manda la Santa Iglesia. Se inició dos rondas de talleres sobre los Sacramentos que no puedo concluirse.

Hubo personas específicas que faltaron el respeto al seminarista de manera descarada, unas de frente, otras de espaldas. No hubo ningún inconveniente que terminase en enemistad. El seminarista llamó a la corrección a personas particulares, mediante conversaciones privadas y con sentido crítico constructivo. Las personas que coordinan las actividades de la Rectoría no cuentan con la formación necesaria.

En cuanto a los grupos de apostolado: la catequesis es deficiente, por el reducido número de niños y por el poco número de catequistas; existe actualmente una sola catequista. En la juventud no hay ningún grupo legalmente conformado que trabaje y sea responsable; es de mencionar que en la Rectoría se ha tenido la experiencia de “Encuentros de Hijos e Hijas” (EHH), pero no hay personas responsables al frente de ellos. También se han vivido anteriormente retiros juveniles. No hay Cofradía del Santísimo Sacramento, no hay Legión de María, no hay Cursillo de Cristiandad, por mencionar grupos tradicionales del catolicismo.

Finalmente es preciso agradecer el apoyo y colaboración, durante estos meses de pastoral, de las siguientes personas: Pbro. Adafel Vera; María Doralicia Pérez Castillo; Alicia Borrego; Blanca de Urdaneta y Ruperto Urdaneta; Cenaida de Zambrano; Yaníbe Vera de Corona; Lubín Pirela y Elva Arellano; Ángel Arenas y  Laura Araujo; Mayerlin Bracho.

Aportes a la Rectoría: puerta principal de la casa cural restaurada. Base de madera para el Crucifijo del Altar mayor. Cruz procesional de madera. Cerradura para el closet de la sacristía. Pequeño cuadro de la Última Cena. Jardines. Limones. Colegio de Monaguillos “Pbro. Leward Fernández”. Orden y pulcritud en la Iglesia y casa cural. Una extensa documentación de personas (Fotocopias de cédulas y Partidas de Nacimiento) fue quemada, pues siendo innecesario dentro de la administración de la Rectoría, se encontraban en desorden total.

P.A

García