AVENTURAS EN PAÑALES...
El famoso filósofo español José Ortega y Gasset manifestó en
su momento: “Yo soy yo y mis
circunstancias”, haciendo alusión a la identidad especialísima que cada
persona posee de acuerdo a su manera de ser, de vivir, de existir. Quise citar
esta frase para introducir la narración de la historia de un joven como tantos
en este mundo, al cual llamaremos Alessandro, seudónimo oportuno para cuidar su
identidad original y su privacidad.
Aclaración: con la presente historia, basada en hechos
reales, no es mi pretensión aprobar o desaprobar lo que aquí se narra,
solamente me limito a compartirlo con ustedes, esperando que conozcan esta
parte del mundo que tal vez es ignorada para la mayoría de mis lectores.
Nuestro protagonista es decididamente “gay”, él cree que tal
vez haya sido inducido a esta condición gracias a los abusos de los que fue
víctima en su infancia, por parte de un clérigo, en la parroquia a la cual
asistía como monaguillo. Alessandro, al graduarse de Bachiller en su ciudad
natal, decidió escaparse de su casa en compañía de la persona que era y es
hasta los momentos su pareja sentimental. Con esa cruda pero firme decisión le
esperarían innumerables aventuras “en pañales”, dada su temprana edad, pues
salió de casa a recorrer el mundo a los 16 años.
Con tan sólo 50 dólares en el bolsillo, Alessandro y su
pareja emprendieron juntos un episodio nuevo en sus vidas. Emigraron a otro
país entre nervios y adrenalina. Llegaron a una ciudad fronteriza, cuna de
inimaginables situaciones sociales, pero con oportunidades de trabajo por
doquier. Alessandro, después de haber crecido con todas las comodidades en su
hogar, tuvo que trabajar para poder alimentarse y pagar el arriendo de la
habitación donde vivía.
Su primer desempeño fue en una zapatería, allí le
correspondió llevar los calzados solicitados por el cliente, desde la bodega o
depósito hasta las tiendas, corriendo en pleno centro de la metrópolis; aunado
a ello, cargaba a hombros los enormes bultos de mercancía, situación que le
agotaba en demasía dada su contextura de púber. De cualquier manera ese era su
trabajo, aunque mal pagado.
Su pareja, quién fue contratado al mismo tiempo por la
zapatería, duró un solo día en el trabajo, ya que no fue capaz de asimilar su
nueva situación y sumido en la depresión, prefirió encerrarse en la habitación,
donde lloraba desconsoladamente, pues no soportaba verse en tal escena, por su
parte Alessandro, quien también compartía sus mismas penas, optó por no llorar
y hacerse el fuerte para darle ánimos, pero realmente por dentro se sentía muy
angustiado y lleno de preocupaciones, pues no tenía nada seguro, ya que vivía
esos días de lo que hacía en su trabajo. Alessandro acudió puntualmente a la
zapatería durante tres meses seguidos, hasta que fue despedido.
Por el mes de enero, las ventas bajaron notablemente, por lo
que la zapatería se vio obligada a hacer reducción de personal. Alessandro y su
pareja no hallaron ninguna alternativa más que la de regresar a su ciudad de
origen. Se devolvieron pero no hallaron el mismo panorama. La madre de
Alessandro, dolida por lo que había hecho su hijo, no aceptaba la situación,
por eso no permitió que él regresara a su casa, donde también estaban sus
pequeñas hermanas. Fueron días amargos y tristes para todos en la familia. Por
su parte y afortunadamente, el padre de Alessandro sí le apoyó. Le llevó a
vivir con él, le aceptó la pareja que tenía y le brindó el apoyo económico y
afectivo que tanto necesitaba en esos momentos.
Alessandro, con un alma soñadora y un tanto ambiciosa no se
sentía a gusto como estaba, por lo que empezó a buscar alternativas. Conoció a
una joven quien después se hizo su fiel amiga y compañera de labores; ella le
ofreció la oportunidad de trabajar como modelo al desnudo en una página web, en
aquella ciudad fronteriza de la que Alessandro se había devuelto, él no conocía
esa realidad. Recordó su infancia yendo a la iglesia a servir como monaguillo y
el rechazo que había sufrido en el proceso vocacional que había iniciado
anteriormente mientras estudiaba en su liceo. Alessandro se sentía llamado al
sacerdocio.
El trabajo en el que Alessandro se estaba comprometiendo consistía
en tener relaciones sexuales en vivo, para ser transmitido por una página web.
Alessandro fue contratado, pero no quería dejar a su pareja, además sentía miedo
por los peligros de esa situación. Su amiga le aseguró la estadía, le mostró
fotos y vídeos donde vivirían, pero la pareja de Alessandro no sería aceptada y
eso no le era conveniente.
Llegó el día de
partir nuevamente, con maletas en mano Alessandro sufría por dejar a su pareja,
y la sorpresa fue que éste se apareció en el terminal, de pie afuera del autobús
en el que estaba Alessandro montado, listo para salir. Alessandro empezó a
llorar y decidió bajarse del bus, canceló su viaje y prefirió esperar el
momento en que los dos fueran recibidos. Efectivamente lo que sentía por aquel
era muy fuerte.
Llegada la cuarentena por la pandemia del coronavirus, la
situación económica les golpeó con más agresividad. La pareja de Alessandro
tenía un hermano gemelo quien también quería trabajar. Recibieron una oferta de
la misma índole desde el país vecino y 100 dólares para los pasajes. Decidieron
viajar los tres, pero por esos días había problemas de transporte, por lo que
les tocó caminar kilómetros y kilómetros de carretera peligrosa, fueron unas
diez o doce horas de camino, esquivando alcabalas y suplicando a los pocos
vehículos que pasaban por la autopista para que les llevaran. Pernoctaron en un
hotel. Les enviaron más dinero. Y
finalmente pudieron llegar hasta la frontera.
Llegaron al sitio indicado, todo parecía correcto, conforme
les habían ofrecido, era una casa, con estudio de filmación, habitaciones, etc.
El impacto para Alessandro fue muy grande, pues las personas que allí
trabajaban parecían muy de ese mundo, algo a lo que él no estaba acostumbrado.
El horario era de 6:00 pm a 12 de la noche. El mismo día que llegaron les
ofrecieron amablemente que descansaran, pero ellos decidieron saber de qué se
trataba el trabajo y estuvieron listos a las 6 en punto. En las primeras
transmisiones recibieron buena paga, incursionaron en los “shows privados” que
eran mejor pagados. Aquella primera noche se echaron al bolsillo 500 dólares
americanos.
Cerca del estudio donde Alessandro, su pareja y el hermano
gemelo de éste trabajaban, había un templo católico y todas las tardes
Alessandro pasaba por allí para rezar, en su oración se confiaba a Jesús de la
Divina Misericordia y pedía perdón a Dios por lo que estaba haciendo, a la vez
que le pedía ayuda en su trabajo. Por razones de la cuarentena tal vez no tenía
más opciones de las cuales valerse.
Cada día producían más dinero. En una oportunidad lograron
la paga de 1.000 dólares, lo que despertó la envidia dentro del estudio que les
había contratado. Se independizaron de este estudio por desacuerdos en la
repartición del dinero. Pero siguieron en la misma faena, esta vez llegaron a
recibir la impresionante cantidad de 5 millones de pesos quincenales.
Adquirieron teléfonos de última generación, se dejaron llevar por el consumismo,
derrochaban dinero en ropa, en lujos, etc. Alessandro reconoce que no ayudó a
personas con necesidades, amistades, familiares, teniendo la oportunidad de
hacerlo.
Por la envidia que despertaron en estudios vecinos, al ellos
contar con más de 150.000 (ciento cincuenta mil) seguidores, y ya que sus
transmisiones en vivo eran vistas por más de 18.000 (dieciocho mil) personas en
línea, les jaquearon la cuenta. Seguidamente se separaron de una chica de
trabajo, y Alessandro empezó a trabajar sólo con su pareja. Pero las cosas no
empezaron a marchar bien. Les estaban pagando mal, o no lo justo según ellos.
Les multaban por impuntualidad, les trataban mal. En todas estas seguían siendo
menores de edad, y les tocó darse de baja en este sitio.
Fueron al estudio de un inversionista y reanudaron sus
apariciones en vivo. El jefe anterior tenía fotos de los pasaportes de
Alessandro y su pareja. Ellos habían trabajado con él al hacerse de identificaciones
falsas. El exjefe reportó que Alessandro era menor de edad. Seguidamente les
bloquearon de la plataforma, y por el reconocimiento facial no pudieron
trabajar por cuatro meses. Alessandro y su pareja se quedaron sin dinero.
Bloqueados no podían trabajar en lo mismo, que es lo que mejor sabían hacer.
Alessandro empezó a moderar, no a modelar, en el chat de la transmisión en vivo;
éste era un trabajo similar aunque la paga no era la misma. Hubo momentos en
los que tenían solo para la comida. La ropa y el teléfono y más nada.
Con la ayuda de expertos en cibernética lograron resolver el
problema del bloqueo, lo que les permitió moderar y modelar. Mejoró rápidamente
su economía. Alessandro está convencido de que recibió ayuda de Dios en sus
dificultades económicas y emocionales.
Después de haber recibido amenazas de muerte en su trabajo,
por haber logrado que más de 50 personas se quedaran sin ingresos, debido a
bloqueos similares a los que él había sufrido, les tocó que esconderse, hasta
que las aguas se calmaran. Hoy en día Alessandro desea salir pronto de ese
mundo, quiere ahorrar para ponerse a estudiar y dedicarse a un trabajo
profesional diferente.
En sus andanzas iniciales en el mundo de la web se tiñó el
cabello de colores extravagantes. En una oportunidad, buscando ayuda
espiritual, logró confesarse con un sacerdote, y éste no sabía absolutamente
nada de esas situaciones. Actualmente la relación con su madre ha mejorado.
Alessandro es un joven de buenos sentimientos, en lo
profundo de su alma están los mejores deseos de hacer el bien, de cambiar su
estilo de vida y de seguir decididamente al lado de su pareja sentimental, con
quien ha compartido todas estas experiencias que les han hecho valorar a la
familia, los amigos y sobre todo la paz espiritual que tal vez han perdido.
Como aclaré al principio, no pretendo aprobar o desaprobar
esta historia basada en hechos reales. Estoy limitándome a publicar éste
relato, el cual pude escuchar a viva voz del protagonista y de quien recibí la
debida autorización. Mis mejores deseos para él y para tantos jóvenes que,
desafortunadamente, son contratados para este tipo de actuaciones. De seguro si
se proponen, pueden cambiar de rutina, dedicándose a labores más sanas, en las
que no sea necesario exponer sus cuerpos al disfrute de un público pervertido y
pervertidor.
P.A
García