miércoles, 8 de junio de 2016

El sufrimiento humano.

TEOLOGÍA DEL SUFRIMIENTO HUMANO


Reflexión personal sobre la Carta Apostólica Salvifici Doloris de
San Juan Pablo II

         En el presente trabajo, voy a tratar de dar respuesta a las siguientes preguntas: ¿Cuál es el sentido del sufrimiento humano? Y si Dios es todopoderoso ¿Por qué permite tanto dolor?, todo esto guiado desde la actualidad en la que el ser se encuentra, una actualidad sufriente, agonizante, pues cada día que pasa, el hombre encuentra una manera distinta de sufrir y padecer, sin saber que en la mayoría de los casos, el causante de ese sufrimiento, es el pecado, es decir, a desobediencia a los mandamientos de la ley del Señor.

         Al principio de la Carta, el santo Padre aclara que se centra en la temática del sufrimiento, pues coexiste con el hombre en el mundo y por ello hay que volver a él constantemente (n°2).

         Ahora veamos cuál es el sentido del sufrimiento humano a la luz de esta Carta Apostólica. En primer lugar debemos tener en cuenta que el hombre sufre cuando experimenta algún mal, sin embargo, en el concepto cristiano la realidad del sufrimiento se explica por medio del mal que está siempre referido a un bien. Así como el Señor fue consciente de probar a su siervo Jacob con el sufrimiento, lo hace para demostrar su justicia, de manera que el sentido del sufrimiento humano se basa en que éste tiene carácter de prueba.

         Profundizando más sobre el sentido real del sufrimiento humano, nos dice la Carta Apostólica que el sufrimiento debe servir para la conversión, es decir, para la reconstrucción del bien en el sujeto, que puede reconocer la misericordia divina en esta llamada a la penitencia.

         La penitencia tiene como finalidad superar el mal, que bajo diversas formas está latente en el hombre, y consolidar el bien tanto en uno mismo como en su relación con los demás y, sobre todo, son Dios.

         Comprendo que nuestro Dios que está lleno de misericordia y amor permita el sufrimiento en la humanidad para sacar de él un bien, ahora podríamos decir como lo proclama el famoso refrán: “no hay mal que por bien no venga” y comprender claramente que así como Dios entregó a su hijo único al sufrimiento de una muerte de cruz, para darnos un bien muchísimo mayor como lo es la salvación, así mismo en su omnipotencia permite el sufrimiento en nosotros para que esto sea un paso seguro a la conversión de corazón.

         Recordemos que nuestro sufrimiento, por ejemplo el de los enfermos, coopera con los sufrimientos de Cristo para la salvación del mundo, es como cargar con la cruz con Jesús de Nazaret.

         De este modo voy concluyendo esta breve reflexión, haciendo énfasis en que el sentido del sufrimiento humano se consigue cuando lo concebimos con los planes de Dios, con su voluntad y comprendemos que él es su poder magnifico lo permite para que con el tiempo ese sufrimiento nos acerque a él y nos aleje del verdadero sufrimiento, que es morir para Dios, es decir, perder la vida eterna, perder el banquete que no tiene fin, el cielo.

         Dios permite el mal para que un bien pueda llegar. El Señor es perfecto en sus designios, pero también la humanidad debe apostar por alejarse de todo aquello que aparta de Dios y por ende le causa sufrimiento.

P.A
García

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