viernes, 17 de junio de 2016

La Virgen María, reflexiones.

REDEMPTORIS MATER
      
   Reflexiones de la Carta Encíclica Redemptoris Mater de san Juan Pablo II sobre la Bienaventurada Virgen María publicada en marzo de 1987.
      
   ¿De qué modo está unida María al Misterio de Cristo?

         En el misterio de Cristo, María está presente ya “antes de la creación del mundo” como aquella que el Padre “ha elegido” como Madre de su Hijo en la encarnación, y junto con el Padre la ha elegido el Hijo, confiándola eternamente al Espíritu de santidad. María está unida a Cristo de un modo totalmente especial y excepcional, e igualmente es amada en este “Amado” eternamente, en este Hijo consubstancial al Padre, en el que se concentra toda “la gloria de la gracia”.

         María es introducida definitivamente en el misterio de Cristo a través de este acontecimiento: la anunciación del ángel. (RM, 8)  

         ¿Por qué podemos llamar a María Madre de Dios y Madre nuestra?

         Isabel pregunta a María: “¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a verme?”(Lc 1,43). Isabel da testimonio de María: reconoce y proclama que ante ella está la Madre del Señor, la Madre del Mesías. (RM, 12)

         San Ireneo dice: “el nudo de la desobediencia de Eva fue desatado por la obediencia de María; lo que ató la virgen Eva por incredulidad, la Virgen María lo desató por la fe”. A la luz de esta comparación con Eva los Padres –como recuerda todavía el Concilio- llaman a María “Madre de los vivientes”. (RM, 19)

         Podemos decir que, si la maternidad de María respecto de los hombres ya había sido delineada precedentemente, ahora es precisada y establecida claramente; ella emerge de la definitiva maduración del misterio pascual del Redentor. La Madre de Cristo, encontrándose en el campo directo de este misterio que abarca al hombre, a cada uno a todos, -es entregada al hombre- a cada uno y a todos como madre.

         Este hombre junto a la cruz es Juan, “el discípulo que él amaba”. Pero no está él solo, sino que siguiendo la tradición, el Concilio no duda en llamar a María “Madre de Cristo, madre de los hombres”, pues está “unida a la estirpe de Adán con todos los hombres…; más aún, es verdaderamente madre de los miembros de Cristo por haber cooperado con su amor a que nacieran en la Iglesia de los fieles”. (RM, 23)


P.A
García

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