CONTANDO EL LLAMADO
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Pbro. Antonio Rojas y R.P. Fray Pedro Castellanos, OCC |
En la tarde de este lunes 3 de junio, en el marco de la Semana del Seminario, fueron invitados al Seminario San Buenaventura de Mérida dos sacerdotes para compartir sus testimonios vocacionales, ellos fueron: el R. P. Fray Pedro Castellanos OCC, formador de su casa religiosa en la ciudad de Mérida y el Pbro. Antonio Rojas, Párroco de Nuestra Señora del Carmen de Buenos Aires de la Diócesis de El Vigía - San Carlos del Zulia. Ellos contaron su experiencia sobre la vocación, a continuación un resumen de sus comentarios.
El seminarista Yarfranson Montoya inició la ronda de
preguntas. ¿Padre Pedro, en su tiempo de formación y ministerio cuál ha sido la
mayor dificultad?
Desde el momento de los estudios encontré dificultades, pero
desde el llamado de Dios uno se ve animado a seguir adelante, pues el mismo
Jesús hizo muchas cosas con valentía, de igual manera nosotros sus discípulos.
Onias Rojas preguntó ¿Padre Antonio, desde su ministerio
puede comentarnos una experiencia que le haya fortalecido?
El sacerdocio se vive a cada instante y en cada momento hay
una lección y enseñanza. Como director de Caritas he sabido reconocer las
dificultades y carencias de las personas. Siempre ha sido duro para mi
encontrarme con realidades como las cárceles y hospitales y es lo que he venido
haciendo como sacerdote, y es algo que me ha fortalecido grandemente en mi
ministerio, en todos lados Dios me manifiesta su misericordia.
Carlos Araujo ¿Padre Pedro, cómo te llamó el Señor?
Lo básico para hablar de la vocación es precisamente
responder esa pregunta. Desde niño siempre me llamó la atención la vida
sacerdotal y de manera especial la vida religiosa. A mi padre no le agradó la
idea de hacerme sacerdote, pues él me quería trabajador, con cayos en las
manos. En una oportunidad un sacerdote misionero habló con mi familia, sin
embargo, la negativa de mi padre continuó. Llegué a tenerles miedo a los
sacerdotes. Mis estudios se vieron realizados dentro de muchas dificultades.
Con el Padre Víctor Angulo me sentí nuevamente motivado a seguir estudiando,
por ello me fui a vivir a la casa cural de Timotes. Al padre ser cambiado,
empecé a buscar la vida religiosa, pero yo seguía sin tener el bachillerato. Un
día fui invitado al cursillo, cuando el padre Ángel Palacios redentorista
preguntó si alguien quería ser religioso, por lo que empecé el proceso
vocacional con ellos durante tres años. Un primero de mayo me informan que no
podía ingresar por falta del bachillerato. Después de buscar en varias
congregaciones siempre me animaban a casarme. Lo último que hice fue hablar con
un padre paulino que me dijo algo sorprendente: Pedro, ya no intente más y deje
que sea Dios el que lo llame. Un día llega un gran amigo sacerdote, el padre
Olivo León, quien me animó a irme con los padres carmelitas. A la semana
cercana a Pentecostés me invitaron a una convivencia en la Casa de los
Carmelitas de Mérida, y desde ese momento empezó mi vida nuevamente, dejando
todo para empezar de nuevo. Me puse al día con mis estudios, de cuarto grado en
adelante y luego con el bachillerato. Fue una etapa muy dura, pero con esfuerzo
y en cumplimiento de la voluntad de Dios lo logré.
Luis Miguel García ¿Padre Antonio, que son para usted los
consejos evangélicos y cómo los vive?
No son el reflejo de algo que es muy difícil de hacer, son
un regalo de Dios. Todo depende de cómo amaneces cada mañana. Siempre he dicho
que la parroquia será como sea el sacerdote. Y si el sacerdote vive los
consejos evangélicos animará a su feligresía a seguir también a Jesús. Si no
ponemos en práctica estos consejos el sacerdocio se nos cae. Todos los días
Dios nos llama, y todos los días hay que responderle con nuestra entrega y
servicio.
Abrahan Rangel. ¿Padre Antonio, cómo fue su proceso
vocacional y su llamado?
Yo soy de Valencia, estado Carabobo. Tengo un tío sacerdote
y desde la niñez siempre tuve esa inquietud de hacerme sacerdote. Estuve
cercano a unos padres italianos, en esto intenté optar por la vida religiosa.
Un día, mientras trabajaba me consigo en el terminal con un sacerdote
extraviado. Él me pidió que le ubicara una dirección. Y luego me dijo que lo
hospedara en mi casa, cosas muy extrañas. Se quedó con nosotros 17 días y luego
me dijo que cuando me vio en el terminal pensó que yo podía ser sacerdote.
Finalmente me invitó a una convivencia. Tuve que renunciar a mi relación
sentimental con una joven, es parte del proceso de maduración vocacional. En
todas estas fui asaltado y supuestamente apuñalado, al llegar al terminal no me
pudieron localizar la herida de la cual había salido muchísima sangre. Ingresé
con los Misioneros del Sagrado Corazón de Jesús. Allí me di cuenta que Dios tenía
preparadas grandes cosas para mí. Decido entrar como diocesano y en la Diócesis
de Maracay me envían a estudiar a San Cristóbal. Después de los estudios soy enviado
de año de pastoral para El Vigía y allí fui ordenado sacerdote y hasta los
momentos tengo 16 años de ministerio.
Abrahan Rangel ¿Padre Pedro, tuvo algún momento con ganas de
abandonar todo?
En el noviciado llegó un momento en el que sentí que debía estar
afuera. Ya con las maletas hechas para marcharme abrí la Biblia y me conseguí
con la frase de Jesús: el que pone la mano en el arado y mira para atrás no es
digno de mí. Fui al superior y me animó a seguir adelante. Luego de esto me
propuse a estudiar la vida de los padres del desierto. Todo esto me ha ayudado
en la vida sacerdotal. Nunca he pensado en dejar el sacerdocio ni la vida
religiosa. He tenido muchos ofrecimientos desde la vida diocesana, pero nunca
he pensado en dejar la vida religiosa, porque el que pone la mano en el arado y
mira para atrás no es digo del Señor.
Padre Antonio ¿Ha tenido usted la tentación de dejarlo todo?
En mi tiempo de estudiante recuerdo que por el trato inadecuado de mis
superiores casi me marchaba del seminario. Una vez, estando en el primer año de
teología, quise irme del Seminario, luego con la maleta hecha dejé el día
siguiente para irme del seminario. Al día siguiente volví a deshacer la maleta
para continuar. Más adelante, con la enfermedad de mi madre estuve a punto de
dejar el ministerio sacerdotal por un tiempo. Mi madre falleció y no hubo
tiempo para que yo renunciara al sacerdocio. Entendí así el mensaje de Dios.
Todo me quedaba claro frente al Santísimo Sacramento. Todavía me falta mucho
por conocer del Señor.
Al finalizar el conversatorio, el Pbro. Jormin Fermín cjm agradeció a estos dos sacerdotes por venir a compartir con el Seminario de
Mérida.
“Somos uno en la diversidad”
P.A
García
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