MI CASA ES CASA DE
ORACIÓN
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Epígrafe en la puerta del templo de La Playa |
Rodeando en forma de arco la puerta principal y única del
templo parroquial de La Playa, Parroquia San Vicente Ferrer, se encuentra un epígrafe o lema que reza así: “MI
CASA ES CASA DE ORACIÓN”,
pues bien, de dónde mejor puedo haber salido este texto si no es de la
Escritura Santa. A continuación veremos su significado y originalidad bíblica y
exegética.
Lo primero en precisar es la cita bíblica de esta frase,
cuestión que no es tan sencilla de presentar tan apresuradamente, pues resulta
ser una frase con al menos cuatro referencias distintas en toda la Biblia, una
en el Antiguo Testamento y otras tres en el Nuevo Testamento, específicamente
en los Evangelios Sinópticos: Mateo, Marcos y Lucas. El evento que encierra
esta frase es también presentado por Juan, pero sin hacer cita textual de estas
palabras tan icónicas: “Mi casa es casa de oración”.
La primera referencia bíblica, que es en sí la más original
de todas, es la que encontramos en Isaías
56, 7: “los traeré a mi Monte Santo,
los alegraré en mi casa de oración; aceptaré sobre mi altar sus holocaustos y
sacrificios; porque a mi casa la
llamarán Casa de Oración todos los pueblos”. La frase latina sería: “Quia
domus mea domus orationis vocabitur cunctis populis”. La frase en
lengua latina será decisiva al momento de especificar la cita bíblica que fue
utilizada para el epígrafe del templo de La Playa. Aquí es traducida del latín
al castellano manteniendo la voz pasiva, pues “la casa será llamada”. En la voz
pasiva el sujeto sufre la acción, mientras que en la voz activa el sujeto
ejecuta la acción.
La segunda referencia bíblica de la frase en estudio es
ubicada en el primer libro del Nuevo Testamento. Así la presenta Mateo 21, 12-13: “Jesús entró en el templo y echó fuera a los que vendían y compraban en
el templo, volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían
palomas. Les dijo: —Está escrito que mi
casa será llamada casa de oración, mientras que ustedes la han convertido
en cueva de asaltantes”. En Mateo la frase en latín sería: “Domus
mea domus orationis vocabitur”. Se hace presente la frase de nuevo en
voz pasiva.
La tercera referencia está en Marcos 11, 15-17: “Llegaron a
Jerusalén y, entrando en el templo, se puso a echar a los que vendían y
compraban en el templo; volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los
que vendían palomas, y no dejaba a nadie transportar objetos por el templo. Y
les explicó: —Está escrito: Mi casa será
llamada casa de oración para todas las naciones; en cambio ustedes la han
convertido en cueva de asaltantes”. En latín se puede leer así: Quia
domus mea domus orationis vocabitur ómnibus gentibus.
La cuarta referencia, que es la más genuina para el epígrafe
del templo de La Playa, está en Lucas
19, 45 – 46: “Después entró en el
templo y se puso a echar a los mercaderes diciéndoles: —Está escrito que mi casa es casa de oración y ustedes la
han convertido en cueva de asaltantes”. Esta frase viene directamente
traducida del latín: “Quia domus mea domus orationis est”. Aquí
la frase es traducida del latín en voz activa, no en voz pasiva, es decir, la
casa es
casa de oración, por el contario no será llamada casa de oración.
Ahora bien, el último Evangelio también presenta el hecho de
la purificación del Templo por Jesús, a saber: Juan 2, 13-17: “Como se
acercaba la Pascua judía, Jesús subió a Jerusalén. Encontró en el recinto del
templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los que cambiaban
dinero sentados. Se hizo un látigo de cuerdas y expulsó a todos del templo,
ovejas y bueyes; esparció las monedas de los que cambiaban dinero y volcó las
mesas; a los que vendían palomas les dijo: Saquen eso de aquí y no conviertan
la casa de mi Padre en un mercado. Los discípulos se acordaron de aquel texto:
El celo por tu casa me devora”. Como hemos visto, la escena es idéntica en
los cuatro relatos del Evangelio, pero en éste último no cita la frase de
Isaías.
En conclusión, la cita del epígrafe del templo de La Playa
corresponde a Lucas 19, 46. En castellano: “Mi casa es casa de oración”. En
latín: “Domus
mea domus orationis est”.
Pasemos ahora a considerar lo que la frase bíblica encierra
en su contenido doctrinal. En los cuatro relatos del Nuevo Testamento en donde
la frase está presente, es ubicada dentro del relato de la Purificación del
Templo hecha por Jesús, sin embargo, tomaremos en cuenta la reflexión que se
hace a la cita de Lucas 19,45-48, por ser ésta la usada en el epígrafe del templo
de La Playa.
Lo que le interesa resaltar a san Lucas en este texto se
centra en varios gestos. Lo primero es que
Jesús no es contrario al Templo; pues en el corazón de cada judío está inscrito
el Templo como el más importante emblema religioso, por eso Jesús reclama que
se utilice para lo que es: «casa de oración». En segundo lugar, una vez
purificado el Templo, Jesús desenmascara
el extremo al que había llegado la «casa de Dios», de emblema religioso y lugar
de encuentro de la comunidad con su Dios, había pasado a ser emblema de
opresión, cueva de asaltantes. Finalmente, con esta actitud del Señor, se hace más clara la decisión de las
autoridades de eliminarlo, pero no pueden hacerlo porque «todo el pueblo estaba
pendiente de sus palabras».
En algunas escenas cinematográficas sobre la vida de Jesús
de Nazaret hemos visto cómo el Señor se dispone a purificar el Templo de Jerusalén
con todas sus fuerzas. La escena es realmente impactante y por ende muy
conocida. El cantautor Alí Primera osó al incluirla en una de sus canciones,
comparando la figura mesiánica y libertadora de Jesús con la figura de Simón
Bolívar: “Si Jesucristo sacó los
mercaderes del Templo; Bolívar también lucho por liberar a su pueblo”.
El padre Alberto Colunga de la Orden de Predicadores,
(Dominicos), reflexiona este texto de Lucas y llega a la conclusión siguiente: la parte del templo abierto a los paganos es
también sagrada. Y para aquellos
a los que les gusta ubicar el culto a Dios lejos de la asistencia al templo,
que es en espíritu y en verdad, el padre Colunga opina que Jesús no está en favor de la "desacralización" del templo;
todo lo contrario, quiere su "sacralización", su
"desecularización" incluso en el patio abierto a los paganos.
Queda con todo esto un compromiso. El solemne compromiso de
hacer de nuestros templos católicos unas verdaderas casas de oración, donde
vayamos confiados cada vez que necesitemos encontrarnos con la comunidad de
creyentes, para dirigirnos como pueblo elegido a un mismo Dios y Creador de
todos.
MI CASA ES CASA DE
ORACIÓN
DOMUS MEA DOMUS ORATIONIS EST
P.A
García
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