viernes, 30 de diciembre de 2016

Conozca a la Parroquia San Jacinto de El Morro.

REALIDAD PARROQUIAL
         La Parroquia San Jacinto de El Morro, es un territorio hermosísimo y propicio para ejercitarse en la caridad pastoral. A mi juicio en esta parroquia se experimenta la realidad de la Iglesia en épocas de la colonización, en el sentido de que posee un gran espacio geográfico que le corresponde atender al Párroco de turno, y en relación a la cantidad de comunidades, muchas de ellas de procedencia indígena, como se puede palpar, no solo en sus nombres, sino también en los rasgos físicos de los habitantes, esto sin menospreciar a nadie.

La Parroquia Eclesiástica cuenta con las siguientes Aldeas: Mocosós, Mucutaray, Mucuybuche, Miquirurá, Mocotoné, Mocaz, Muchachay, Mosnandá, El Cucuy, El Hatico, El Plan, Hato Las Pérez, San Pedro, Tapiecitas, El Quinó, San Antonio de Acequias (Iglesia Filial). Como es de notar, la mayoría de estas aldeas conservan su nombre de antiguos dialectos indígenas que habitaron la zona. Para llegar a estas aldeas, en oportunidades es necesario largas horas de caminata, como es el caso de El Quinó, a otras puede llegarse en carros rústicos.

         El pueblo como tal cuenta con los siguientes sectores: Las Marías, El Cementerio, La Paz, Los Camachos, La Plazuela, Calle Bolívar, El Porvenir, El Orégano, éste último sector conforma el mayor número de viviendas y por ende de habitantes.

         El Morro es un pueblo lleno de tradiciones, y profundamente católicos son sus habitantes. Asisten regularmente a las Misas de Aguinaldos que se realizan a partir del 15 de diciembre a las 5:00am. Los encargados de cada misa, el día anterior a la celebración, repican las campanas a las 12 del mediodía y a las 6 de la tarde, acompañando este toque de campanas con la quema de pólvora (morteros).

Todas las tardes, a partir de las 6:00pm, sale un grupo de personas del Templo Parroquial con nutrida presencia de niños, dos de ellos representando a María y José, los santos peregrinos que buscan refugio, a realizar las famosas “Posadas”, que consiste en rezar el Santo Rosario mentas se camina de una casa a la otra y en cada hogar se cantan los versos de las posadas, en las que San José y la Virgen María piden posada para pasar la noche, pues el niño que lleva la Virgen en su vientre ya quiere salir a la luz del mundo. Cada día, durante la novena de aguinaldos se realizan las posadas en un sector diferente. Siempre la última posada es en la Iglesia, donde se cantan todos los versos, y se culmina el acto de piedad popular con la bendición del Sacerdote u otra oración dirigida.

Esta parroquia es profundamente sacerdotal, pues en su historia han sido muchos los sacerdotes que la han atendido debido a que, en ocasiones, son cambiados por el Arzobispo teniendo poco tiempo de haber llegado al pueblo, por ello los morreros conocen la diversidad de dones y carismas que poseen los presbíteros de la Iglesia Merideña.

De igual manera, El Morro, cuenta con cinco diáconos permanentes, que colaboran notablemente en la atención pastoral de la Parroquia.

P.A
García

Los tesoros litúrgicos e históricos de El Morro.

MISSALE ROMANUM
        
    La Parroquia San Jacinto de El Morro, se ubica en el Municipio Libertador del Estado Bolivariano de Mérida, encumbrada en lo alto de las montañas de los andes merideños, es una comunidad parroquial que se remonta al año 1619, lo que la convierte en seguida en una de las Parroquias más antiguas de la Arquidiócesis de Mérida, su actual Párroco es el Pbro. Jesús Enrique García.

Este pueblo veterano en la religión católica posee interesantes historias, desde leyendas hasta vivencias reales de lugareños o extraños. Pero hay algo que me anima a escribir estas líneas, y es precisamente los grandes tesoros del pasado litúrgico e histórico de la Iglesia Católica que hay, por gracias d Dio, en esta Parroquia, de igual manera se encuentra una colección de los antiquísimos folletos del “Boletín Diocesano” fundado por el Ilustre Doctor Antonio Ramón Silva García, Primer Arzobispo de Mérida, quien en 1915, en una Visita Pastoral realizada a la Parroquia San Jacinto de El Morro, obsequió una considerable cantidad de los famosos boletines al Cura Párroco de la época, entre otros libros, y algunos de orientación pastoral que aún se conservan en la Parroquia.

De los Misales Romanos MISSALE ROMANUM que hay, que son 5 en total, el más antiguo data de MDCCCLXXIII (1873), los otros se fechan en MDCCCLXXVIII (1878); MCMX (1910), que tiene una nota: Propiedad de la Iglesia de Nuestra Señora de Belen abril de 1912; el otro es de (1912); y el último en orden cronológico es de MCMLIII (1953). Estos misales son una joya artística, su presencia imponente nos remontan al verdadero culto eucarístico.

De los 10 tomos de “boletines diocesanos” que están empastados, hay uno, el correspondiente a 1898 en adelante,  que tiene una nota aún legible, la cual señala: Pbro. Juan de Dios Dávila de la Iglesia Parroquial de El Morro. Archivo Parroquial de San Jacinto de El Morro visitado enero 6 del 1915 +El Obispo.

Hay un libro de “Instrucción Pastoral del Episcopado Venezolano” que data de 1933, y tiene una nota que reza: Para la Iglesia ó Archivo Parroquial de El Morro adquirida por el Pbro. Man. Barillas stbre 1946.

Luego se pueden ver dos libros de “Documentos para la historia de la Diócesis de Mérida” uno de 1905 y otro de 1910, en este último hay una nota que expresa: visitado el 21 de enero del 1912 +El Obispo. Estos libros son de un valor importante, pues lo que en ellos se puede leer fue recogido y publicado por el Ilmo. Señor Doctor Antonio Ramón Silva García, es decir, el mismo que los donó a esta Parroquia, firmados a puño y letra.

También hay más de 100 folletos de estos Boletines Diocesanos que luego se llamaron Boletines Eclesiásticos, y cada uno de ellos lleva el nombre del Arzobispo en la fecha de publicación.

Una última cosa que quisiera escribir en este artículo, es algo que me llamó la atención de sobremanera. Leyendo el libro Documentos para la historia de la Diócesis de Mérida, que corresponde al Pontificado del Ilmo. Señor Hernández Milanés, conseguí un discurso de este Obispo a los Seminaristas, de inmediato me interesó y por eso, sobre todo por su contenido, deseo compartirlo con ustedes, copiándolo exactamente como aparece en el libro de 1910:

Discurso del Illmo. Señor Hernández Milanés á los Seminaristas.

Quando acepté el Obispado y supe que había sido compuesto de las extremidades de los vecinos, Santafé y Carácas: cuando vi las distancias inmensas de aquí á las dos Universidades, y no tuve noticia, que en esta Ciudad hubiese algún establecimiento de estudios, para ocurrir á la ignorancia de la Religión, cuyo adelantamiento debe ser el principal objeto de un Prelado celoso y fiel… confieso que me ocupó una tristeza demasiada que me hubiera obligado á renunciar la Mitra, si Dios, que dispone todas las cosas, no me hubiera fortificado y esperanzado.

Con efecto, apenas había llegado á la Corte, quando supe que el primer Prelado de esta Iglesia, á pesar de sus pocos años de Prelacía y cortas rentas, había fundado este Seminario, esta Santa Casa, digna de todo mi aprecio y amor: supe que había dispuesto este Plantel de jóvenes cristianos, descendientes de las familias mas distinguidas del Pays, y por esto honrados, y dispuestos á no degenerar de las virtudes, y nobles procederes de sus Mayores.

Quando me confundieron las primeras impresiones, y consideraciones de la negra ignorancia, tanto me animaron las noticias satisfactorias y halagüeñas de este mi Seminario; y más quando al tiempo que mas me acercaba á vosotros, entendí, que no obstante vuestra horfandad, habíais adelantado sobre todo lo que se podía esperar en tales, y tan críticas circunstancias.

Ya supe en Caracas de estos adelantamientos; ya vuestra aplicación no solamente es allí savida por la fama, es también conocida por los D.D. y M.M. de aquella Universidad, que han examinado, y graduado á algunos hijos de esta santa casa; ya se dice casi generalmente, que el Seminario de Mérida está tan arreglado, sus hijos tan adelantados, sus estudios tan bien fundados, como lo están los seminaristas de Caracas, no obstante que aquel cuenta mas de un siglo de fundación, y este acaba de nacer, y no ha recibido la última mano, no ha experimentado, ni los socorros, ni los cariños, ni siquiera la presencia de su Padre legitimo, hasta este dichoso día que le teneis presente.

Consolaos, pues, hijos mios. Conviértanse ya vtras. lágrimas en alegrías, estad seguros de mi amor paternal, y de que vosotros sereis el principal objeto de mi ternura, sereis el consuelo de esta Iglesia, la Esposa de Jesu-Cristo,……. si ocupados de un honor cristiano, os proponéis cumplir vtras. obligaciones. Y pues estas no pueden cumplirse, sin saberse, y no podeis saber y entender, sino aquellas, que os han propuesto los únicos Superiores, que haveis tenido hasta hoy; aquellas que la prudencia les ha dictado: como sea no solo conveniente, sino necesario escribirlas, estamparlas, para que las escribáis, y traigáis como atadas á vtro. dedo, según la expresión de la Escritura, he dispuesto unas Constituciones y  Reglas, quanto me ha parecido acomodadas a vosotros, y circunstancias del Pays, las que se os entregarán muy breve, governandoos en el entretanto como aquí y según lo que me pareciere mudar, añadir ó quitar.

 Y para dar la última mano á unas Reglas que han de gobernar á unos alumnos que han de hacer el honor de la Iglesia y el Estado, para acertar en una materia tan importante, he querido revisarlo antes, oir á vuestros Superiores y Maestros, oíros á vosotros mismos, porque tal vez esta visita, que no debe tener otro objeto que vuestro bien me puede servir para el deseado acierto.

Pedidlo al Señor vosotros en los exerciceos espirituales que teneis, pedidlo postraos delante de Aquel que es el principio de todas las cosas, el que dá la ciencia, el que dá la salud para que concediéndome de balde estos dos bienes, pueda yo concluir obra tan grande, de modo que le sea grata y á vosotros muy provechosa.

Con esta esperanza en el Señor, haceos dignos de su amor, observando su Ley Santa de el amor a Dios, amando al Próximo, amándoos unos á otros, porque en el amor de Dios y de el Próximo consiste toda la observancia de la Ley, asegurándolo el mismo Jesu-Cristo. Respetareis, amareis y obedecereis á vuestros Superiores: primeramente al Prelado, después al Rector, á quien debéis mirar como á Gefe y Cabeza de esta Comunidad, y que representa a nuestra Persona, al Vice-Rector, que hace las veces de él, á vuestros Catedráticos. También manifestareis este respeto, este amor, fuera del Seminario á los Señores Prebendados, á los Superiores seculares, á todos los hombres; y todos los hombres os amarán y aun respetarán ese vestido, esa beca, esa insignia de distinción, de honor. Si os acordáis de esa distinción y honor que os darán precisamente vuestros conciudadanos, ¿cómo dexareis ese vestido esa beca, esa distinción por cualquiera friolera, por cualquier disgusto, por cualquiera falta? Cómo dexareis un vestido que guardan y conservan todos los colegiales para llevarlo hasta el sepulcro aunque hayan llegado al estado Pontifical?

En prueba de esta verdad, os manifiesto la que vestí en el mayor de San Bartolomé de Salamanca; ha sido mi compañero desde el otro lado del mar; irá al sepulcro conmigo, y en el entretanto me recordará que al colegio donde la recibi debo todo honor, acaso debo el Obispado; y asi esa beca será de mi estimada siempre como la misma Mitra. Aquel Real Colegio se gloría de haver dado un santo á la Iglesia, de haver tenido muchos varones excelentes en ciencia, en virtud y santidad, muchos Cardenales, muchos entre Arzobispos y Obispos, 2 Patriarcas, muchos Abades benditos, muchos Auditores de la Rota; y por lo secular, muchos Governadores, Virreyes, Concejeros, Presidentes, Oidores, Capitanes Generales, Embaxadores; en fin, muchos empleados en el servicio de la Iglesia y de el Estado, por el espacio de 400 años.

¿Y quien no podrá esperar que en los 400 siguientes ha de dar al Estado y á la Iglesia este nuestro Seminario, si no tantos, por lo menos muchos hijos que le hagan y á su Patria el mayor honor, y sean el consuelo de la Iglesia?

Yo así lo espero y así lo pido a Dios, como el que dé á mis hijos ilustrados pensamientos, grandes satisfacciones y sobre todo, grandes virtudes, en cuyo exercicio crezca, grande ciencia para que la empleen en servicio de Dios, de la Iglesia y de la Patria, mientras les dure esta vida para conseguir la eterna.

SANTIAGO
Obispo de Mérida de Maracaybo.
(p.p. 14-18)

P.A
García

lunes, 19 de diciembre de 2016

La Parroquia San Jacinto de El Morro.

EL MORRO
Templo Parroquial y Casa Cural de San Jacinto de El Morro

Esta Parroquia Eclesiástica, que cuenta con varios años de creación, ha sido el escenario del silencioso trabajo de los diversos sacerdotes que por la administración de su curato han pasado, todos ellos dejando una huella imborrable en el corazón de aquella gente noble y campesina.

Llegué a esta hermosa Parroquia de Pueblo, que atiende 26 aldeas, para vivir las misiones de Adviento y Navidad del 2016, el día miércoles 14 de diciembre en horas de la tarde, procedía del Seminario de Mérida, mi destino en este pueblo era acompañar y ayudar en la Novena de Aguinaldos y las Posadas Decembrinas de la comunidad, al lado de su Cura Párroco, el Pbro. Jesús Enrique García Ramírez, oriundo de Canaguá, Municipio Arzobispo Chacón, de los Pueblos del Sur de Mérida. En el viaje de ida al pueblo compartí con el Diácono Permanente Hernán Villarreal, de la Parroquia Santa Lucía de Mucuchíes, quien también iba de misiones a la Parroquia de San Jacinto de El Morro, él fue destinado a una comunidad lejana.

El Diácono Hernán, compartió conmigo su interesante historia vocacional, y de verdad que es bello conocer cómo el Señor llama a cada uno según sus propias particularidades, en este caso, el Diácono Hernán ha sido un fiel católico perteneciente a varios grupos de apostolado y estrecho colaborador de varios sacerdotes, por la gracia de Dios ha tenido la oportunidad de tener una seria y comprometida formación en la fe y la doctrina católica, siempre buscando el servicio a los demás desde la humildad, como la Virgen María, así me lo manifestó. Puedo afirmar que es un hombre santo, un hombre de Dios.

Conversando con una persona del pueblo de El Morro, justo al lado del Templo Parroquial, me cuestionaba yo, y manifestándolo también, por qué tan pequeño aquel poblado, aquella persona, respondió en seguida, este es un pueblo que se ha negado a morir, luego haciendo señas hacia una calle rodeada de antiguas casas de tapias, hizo el siguiente comentario, “todos los de esas casas no están ahí, andan para el cementerio”, lo que significaba que en su mayoría ya habían fallecido.

Otro lugareño, una vez entablada la conversación me preguntó, “y cuál es su gracia”, en seguida le manifesté que no sabía responderle a aquella pregunta, en lo que él la formuló de otra manera, para que yo fuera capaz de responderle me dijo, “cuál es su nombre”.

Un hombre de edad avanzada, que transitaba por la solitaria plaza del pueblo acompañado de 4 caninos, al saludarme cordialmente me preguntó que de qué parte yo era, al final no era baquiano de mi lugar de procedencia, pasó de inmediato a aclararme que este pueblo de El Morro, era muy solitario, no tenían gran cantidad de personas que se paseasen por sus calles, refiriéndose con orgullo a la tranquilidad que esto trae a los vecinos, también me dijo que aquel lugar se quedaba pequeño en festividades como las Celebraciones Patronales, San Jacinto, y otros santos como La Candelaria y San Isidro Labrador, pues al pueblo se abocan la mayoría de personas que habitan las aldeas de la Parroquia, que son muchas, apartadas pero con una fe bien arraigada. 

Tuve la grandiosa oportunidad de compartir bastante con una de las señoras de la parroquia, que a lo largo de los años ha tenido protagonismo en la vida de la Iglesia, ella es la Sra. Matilde, quien conversó conmigo amablemente, es una señora llena de experiencias e historias que contar, ha colaborado de cerca con los diferentes sacerdotes que han pasado por El Morro, ella pertenece a la Legión de María desde 1993, fue fundadora de dicho apostolado, y para cada sacerdote tiene una gran lista de anécdotas que contar.

Varias personas me comentaron, animados por las interrogantes que yo les manifestaba, sobre la añeja Iglesia de El Morro, su aspecto inicial, todas ellas coincidían mencionando la existencia de un antiguo retablo de madera cubierto con oro, eran notables las rosas del mismo metal precioso que lo decoraban, imagen que no ha podido ser olvidada por los más ancianos. Comentan que hubo un tiempo en el que la Iglesia estuvo muy descuidada, las aguas pluviales lograron penetrar el interior del templo lo que ocasionó el deterioro del retablo, no saben qué pasó finalmente con él, solo recuerdan que se comparaba en ostentosidad y belleza al que actualmente está en la capilla de Estanques, de singular elaboración.

Recuerdan afligidos la triste historia del joven sacerdote Efraín Ferreira, quien a tan solo 6 meses de haber sido ordenado sacerdote y al mismo tiempo haber sido designado como Vicario del Párroco de El Morro perdió la vida a causa de un trágico accidente automovilístico en las cercanías del pueblo. Los lugareños recuerdan del Padre Efraín su humildad, era bajo de estatura pero grande de ánimo y celo pastoral, reposan los restos del querido sacerdote en la Iglesia de San Jacinto de El Morro, el pueblo se quedó con el honor de tener para siempre a su padrecito. En varias de las casas visitadas hay fotos del Padre Efraín, sin lugar a dudas él intercede por el alivio de las muchas necesidades de quienes le invocan con fe cristiana.

Pbro. Efraín Ferreira fallecido en 2005


P.A
García

domingo, 4 de diciembre de 2016

El Seminario de Mérida da la bienvenida a Su Eminencia Baltazar Enrique Cardenal Porras Cardozo.

BIENVENIDO AL SEMINARIO CARDENAL PORRAS CARDOZO

Cardenal Baltazar Porras con el Grupo III de Filosofía


   Buenos días. La comunidad del Seminario Arquidiocesano San Buenaventura de Mérida, se siente profundamente jubilosa al recibir por vez primera, ya como Cardenal de la Santa Iglesia, a nuestro querido Arzobispo Metropolitano, Su Eminencia Baltazar Enrique Cardenal Porras Cardozo.

Un día como hoy, hace ya 25 años, el Cardenal Porras tomó posesión de esta Sede Arzobispal. Como VI Arzobispo de Mérida recibió la cátedra que ocupaba su maestro; ahora, firme y perseverante en su misión es también el VI Cardenal de Venezuela, lo que nos enorgullece a todos los merideños y demás fieles católicos de las diferentes diócesis del país que hacen vida en esta Casa; El Vigía - San Carlos del Zulia, Barinas, Machiques y Guanare. 

Sea bienvenido Su Eminencia, a esta que es su casa, los seminaristas, sacerdotes y personal que hacemos vida en este Seminario, lo recibimos con gran alegría; siempre hemos sentido gran respeto y admiración por su persona, y ahora, con este nuevo acontecimiento en su vida, nos vemos animados a permanecer fieles en este llamado a la vida sacerdotal, dejándonos formar, siguiendo sus huellas, así como una oveja sigue las de su pastor, y de esta manera convertirnos en apóstoles de la verdad, del bien común y del progreso espiritual y social de nuestro pueblo, y a su ejemplo, luchando siempre por la igualdad, el respeto, la tolerancia y la convivencia de todos.

Beati pacifici quoniam filii Dei vocabuntur. (Mateo 5,9)

Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Bienvenido.

Bienvenido Cardenal Baltazar Porras

P.A
García