martes, 31 de enero de 2017

Proyecto Ético Personal

ÉTICA EN FORMACIÓN
Cardenal Karol Wojtyla, san Juan Pablo II, eminente filósofo personalista

       No es fácil hacer un proyecto ético personal, sobre todo porque siempre está el peligro de fallar en lo que uno se propone y lo que luego realiza, sin embargo, es necesario definir al menos una línea de pensamiento personal, que permita el esclarecimiento de ideas y que facilite la orientación personal de la vida, el cómo uno desea actuar, o cuáles serán las máximas que regirán nuestra existencia.

Con el estudio de la filosofía, se tiene la oportunidad de conocer diferentes corrientes de pensamientos que, de una u otra manera, van haciendo nido en cada uno de nosotros, sea porque logren convencernos con sus propuestas, o sea porque en ellas encontramos armonía con nuestra propia manera de pensar y de concebir a Dios, al mundo y a los hombres; en mi caso, podría hablarles del Personalismo, que es una respuesta al notable individualismo que sufre nuestra sociedad. Como he podido analizar, hay algo que es indudable en la persona humana, y es su capacidad de relacionarse con los demás, cosa que es evidente, sin embargo, al afirmar que esto es una capacidad, correspondería ahora presentar este “relacionarse” como un deber, y es que precisamente la misma naturaleza de la persona humana obliga, como si fuese un deber, a relacionarse unos con otros, con aquel que me hace sentir vivo, con aquellos que con solo mirarlos las confirmo como tal y me distingo como individual, aunque soy parte de un todo donde la Persona es lo primordial.

Hay en nosotros, además de una capacidad y un deber de relacionarnos, una necesidad, pues de lo contrario no sería posible dicha relación, pues con la capacidad me hago potencialmente persona, con el deber me incluyo en el pensamiento personalista, pero con la necesidad me hago parte de la acción de encuentro de la misma naturaleza de la persona humana. Creo entonces que, capacidad, deber y necesidad son los tres motores principales para la relación de persona a persona, y en esto puedo precisar un posible proyecto ético personal, pues a mi juicio, en el estilo de vida tan particular en el que me encuentro, es evidente que sin un encuentro del yo con el tú, no se podría llevar a cabo el bien que se pretende hacer.

Un ética personal vendría a exigirme, una total disposición de salir de mí mismo para optar por el encuentro con los demás, donde el respeto y la tolerancia vayan de la mano, donde el equilibrio sea tal, que mi persona sea, se manifieste, se desarrolle al igual que la persona que tengo en frente. Por mi parte, reconocer al otro, es clave fundamental para las relaciones de unos con otros, pues de esta manera, al reconocer al otro, le doy existencia y me hago sentir yo mismo, pues, en el otro puedo encontrar tanto diferencias como similitudes.

Ética sería entonces, lo que en mi vida marcará la pauta para existir, pero para existir de verdad, una existencia donde sea capaz de ser feliz sin coartar la felicidad de los demás. Hay que precisar, antes de finalizar este proyecto, que en concordancia a la fe que como persona tengo en Dios, debo encaminar mi visión y misión en virtudes muy particulares, personalmente opto por las teologales fe, esperanza y caridad, por las cardinales, prudencia, justicia, fortaleza y templanza, y por los consejos evangélicos, pobreza, castidad y obediencia, que en resumen, vienen a constituir la identidad presbiteral a la que estoy llamado a adoptar por la misma naturaleza vocacional.

P.A
García

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