¿QUÉ
SABES TÚ DE JESÚS?
A mis alumnos del sexto grado,
para la clase de Educación Religiosa, les propuse realizar una actividad
sorpresa, la cual consistía en manifestar lo que cada uno de ellos conocía o
sabía sobre Jesús; para tal fin, en la clase virtual por la plataforma Zoom les
compartí en pantalla una página Word en blanco, con el título “Hablemos sobre Jesús”, en seguida les
expliqué que yo iría anotando en esa página en blanco todo aquello que me
dijeran, lo que conocían o lo que recordaban sobre Jesús. Y esto fue lo que dijeron,
tal cual como lo manifestaron:
Hablemos sobre Jesús
Nació en Belén. Vivió en Nazaret. Curaba
enfermos, hacía milagros. Jesús caminaba grandes regiones predicando la Palabra
de Dios a través de parábolas y les enseñaba a orar y a cumplir los diez
mandamientos. Les decía: “amen al prójimo”. Jesús caminó sobre el agua. Jesús
dijo a sus discípulos en la última cena, que el pan era su Cuerpo y el vino era
su Sangre. Jesús iba al Templo porque decía que era la casa de su Padre. Jesús
oraba. Fue traicionado por su apóstol Judas Iscariote. Alimentó cinco mil
hombres, con tres panes y dos peces. Su madre se llamaba María. Su padre se
llamaba José. Fue enviado por Dios, su Padre, para salvar a la humanidad. Es
Dios, por tanto es inmortal. Reunió a doce hombres que fueron sus apóstoles:
Juan, Pedro, Judas Iscariote, Judas Tadeo, entre otros. Jesús fue una persona
buena, honesta y humilde. Fue apresado por los romanos y fue crucificado en
medio de dos ladrones. En su cruz ubicaron un cartel que decía Jesús Nazareno
Rey de los Judíos. Jesús en la cruz dijo: “Padre, perdónalos, porque no saben
lo que hacen”. Al morir hubo un terremoto, el Templo se derrumbó y el cielo se
puso nublado. María, su madre, recogió el cuerpo sin vida de Jesús y lavó sus
heridas. Resucitó al tercer día y subió al cielo. Murió en Jerusalén, en el
monte Calvario.
Esto
es lo que unos niños de 11 o 12 años conocen sobre la vida de nuestro Señor.
Valga la oportunidad para preguntarnos a nosotros mismos: ¿y yo qué tanto
conozco a Jesús? Recordemos que nadie puede amar aquello que no conoce.
El
conocimiento de Jesús significa más que datos biográficos o citas bíblicas.
Conocer a Jesús, en nuestros días, significa comprender que el Hijo de Dios se
ha hecho hombre para morir en la cruz y abrirnos el Paraíso que habíamos
perdido. La vida del cristiano, “el seguidor de Cristo”, se configura y se
determina en la vida misma de Cristo, por eso, conocer a Jesús es vivir como él
lo hizo, tener sus sentimientos, mirar el mundo desde su perspectiva.
San
Josemaría Escrivá de Balaguer resumió, a mi parecer, lo que para nosotros debe
significar el “conocimiento sobre Jesús”, con estas palabras: “Ojalá fuera tal tu compostura y tu
conversación que todos pudieran decir al verte o al oírte hablar: éste lee la
vida de Jesucristo” (Camino 2). Según esta máxima, conocer a Jesús es leer
su vida en los Evangelios, y no solo eso, sino también comportarnos como él lo
hizo.
Las
dos cosas son importantes, conocerle a través de las Sagradas Escrituras y
vivir según su ejemplo, es decir, Palabra y Acción, no sólo lo primero o lo
segundo, sino las dos cosas, muy unidas y en iguales proporciones. “Palabra”: leer las Sagradas Escrituras,
fuente de inspiración divina, y “Acción”:
poner en práctica aquello que hemos leído, lo que hemos escuchado de la misma
voz de Dios.
Ojalá
y cada vez que escuchemos la proclamación del Santo Evangelio, por ejemplo
durante las misas, prestemos la mayor atención a las palabras pronunciadas por
Jesús, o a sus gestos concretos, para que así vayamos indagando y comprendiendo
que él es perfectamente imitable, pues se hizo semejante a nosotros en todo,
menos en el pecado.
Y qué
curioso es el dato siguiente: el versículo más corto de la Biblia, el que menos
palabras contiene es Juan 11, 35:
“Lacrimatus est Iesus”, “Jesús
lloró”, pues bien, también en el llanto podemos imitar a Jesús, sabiendo que: “Mi vida es toda de amor, y si en amor estoy
ducho, es por fuerza del dolor, pues no hay amante mejor, que aquel que ha
llorado mucho”. Quien no sabe amar no sabe llorar.
P.A
García