jueves, 29 de julio de 2021

Pedro Castillo asume la presidencia del Perú

“PRESIDENTE DEL BICENTENARIO”

El campesino y profesor de 51 años de edad, José Pedro Castillo Terrones, asumió ayer 28 de julio de 2021 la presidencia de la República del Perú para el período constitucional 2021-2026. De familia católica nació en Puña, un poblado rural de la Región de Cajamarca, al norte del Perú. En la juramentación estuvo presente su núcleo familiar: Lilia, su esposa; Arnold y Alondra, sus hijos. Pedro Castillo es el Presidente del Bicentenario, por coincidir su ascensión al poder con esta fecha patria.

El presidente saliente Francisco Sagasti fue rechazado en las puertas del Congreso Nacional, donde asistió para entregar la banda presidencial a su sucesor, como lo precisa el protocolo, sin embargo, su entrada al recinto legislativo no fue admitida, por lo que tuvo que abandonar el lugar en medio de una hiriente actitud por parte del Congreso Nacional y una prensa consternada por dicho desaire, al tratarse de un personaje que había gobernado la nación durante 8 meses, los más polémicos en materia política y de salud.

En su discurso a la nación, el presidente Castillo hizo memoria extendida de los abusos del Virreinato del Imperio Español, cuando minutos antes había saludado a Su Majestad Felipe VI Rey de España, quien gustoso había viajado a Lima para acompañar al Perú en la toma de gobierno de su nuevo mandatario, y que se encontraba en el Congreso Nacional en compañía de otros mandatarios regionales que habían convergido para acompañar a Pedro Castillo.

El Perú recibe a su nuevo presidente en medio de una pandemia que todavía no ha sido controlada en la nación. Los peruanos, en su pensamiento y opinión política, están fraccionados a la mitad, pues como lo evidenciaron las urnas electorales, la candidata Keiko Fujimori fue apoyada por la mitad del electorado nacional, siendo superada por una pequeña cantidad de votos a favor del hoy presidente Pedro Castillo.

Con respecto a los extranjeros en el Perú, el presidente Castillo dio 72 horas a los “delincuentes extranjeros” para que abandonaran el territorio peruano; esto es como si dijera que en el Perú solamente tienen el derecho y el deber de delinquir los peruanos, los que han nacido aquí; es decir que de hoy en adelante para robar, asesinar, estafar, violar menores, etc. será requisito mostrar el DNI a las víctimas, para que éstas se sientan más cómodas en el acto.

Ninguna nación en el mundo merece una actitud hostil por parte de extranjeros. Nadie quiere sufrir las consecuencias de la delincuencia. El delincuente es delincuente y debe ser tratado en tal consecuencia, fuere de aquí o de allá, porque el mal no tiene nacionalidad. En todos lados hay gente buena y gente mala; y hay quienes piensan que simplemente hay gente -sin calificativos- esto desde una perspectiva personalista, en la que se valora a la persona por su dignidad, no por sus actos. Sin embargo, afortunadamente los buenos somos más.

P.A

García

miércoles, 28 de julio de 2021

Misa por el Bicentenario de la proclamación de la Independencia del Perú

“SOMOS LIBRES”

         Hoy, miércoles 28 de julio de 2021, la República del Perú festejó el Bicentenario de la proclamación de su independencia. Esta patria recuerda con gloria y honor las palabras solemnes pronunciadas por el general argentino José de San Martín, el “Libertador”, quien comparte dicho título con el general venezolano Simón Bolívar. San Martín proclamó la independencia, Bolívar la hizo posible.

         En horas de la mañana (7:00 a m) participé de la Solemne Eucaristía de Acción de Gracias por esta fecha patria, la cual había sido convocada por las autoridades civiles y militares de esta Ciudad de Huamanga (Ayacucho). El Arzobispo Metropolitano Monseñor Salvador Piñeiro García-Calderón, quien presidió la liturgia, señaló en su homilía que las autoridades presentes en la Catedral Basílica para este evento, trabajaban por hacer de Ayacucho una región de paz y prosperidad.

         Monseñor Salvador precisó que son muchas las cosas que dividen y separan al peruano de hoy, como la geografía, las economías o las ideologías, pero, hay algo que los une a todos: “nuestra confianza en Jesús”. El Arzobispo recordó la imagen venerable del “Señor de los Milagros”, pintada por un negro esclavo y popularizada por un español devoto, como símbolo de unidad de toda una nación. Monseñor Salvador lamentó los abusos del Virreinato, época en la que se esclavizaron a los negros e indígenas peruanos para ser explotados en beneficio de sus amos.

         En medio de esta alegría por la Patria, el Arzobispo recordó que el Perú debe seguir construyéndose en el futuro tras las huellas de Santa Rosa de Lima y San Martín de Porres, dos grandes ejemplos de vida que, junto a tantos héroes nacionales, han impregnado al Perú de testimonios de bondad, solidaridad y compromiso. Hoy, según las palabras fervorosas y llenas de sano patriotismo del prelado, es un día para dirigirse a Dios con la siguiente aclamación: “Gracias, porque somos peruanos”.

         Finalmente, el mensaje homilético de Monseñor Salvador versó sobre las palabras de San Pablo a los Gálatas, en las que les recomienda que, para ser libres de verdad, hay que ser esclavos en el amor, que es preocupación por los débiles, por los que el mundo margina, enfermos, ancianos, etc. El Arzobispo culminó su discurso recordando las palabras de San Martín en Guayaquil, cuando se despedía del Perú: “les dejo una Patria libre, les toca engrandecerla”. Igualmente parafraseó las palabras de Sánchez Carreón, Patricio de la República, quien al nacer la Patria Peruana dejó claro que “hay que respetar a sus instituciones”, como garantía del buen funcionamiento republicano.

         La Eucaristía concluyó con los honores protocolares a la Bandera Nacional y el canto del Himno Nacional, acompañado por banda marcial.

         “Hoy los peruanos nos sentimos hermanos, y esa debe ser la tarea de todos los días”

(Mons. Salvador Piñeiro 28-VI-2021)


P.A

García

sábado, 24 de julio de 2021

Décimo Aniversario

POR AMOR A DIOS

         El domingo 24 de julio de 2011 dejé la comodidad de mi casa y el entorno familiar para viajar a las afueras de Ejido, sector Manzano Alto, Carretera Panamericana, con la intención de ingresar al Cursillo de Verano del “Centro Vocacional de los Legionarios de Cristo”, que después resultó ser un fabuloso “Seminario Menor” de dicha Congregación Religiosa.

El sábado 23 había participado en la que sería mi última actividad como Scouts. Fuimos a una piscina en el sector Cucuchica de Tovar para, entre otros motivos, hacer mi despedida, pues ya les había manifestado mi deseo de ingresar en aquel internado, donde podía culminar mi bachillerato, además de vivir una experiencia formativa en el ámbito religioso. A pesar de que les advertí que no me sumergiría en la piscina, decidieron tomarme entre varios y lanzarme desprevenidamente al agua, por lo que terminé con la ropa empapada.

Aquella tarde sabatina había entregado el banderín de la Patrulla Lobo, la cual había fundado y estaba bajo mi guía, encomendándoles no desmayar en el ánimo por seguir adelante. Todo esfuerzo fue en vano, pues me enteré que aquella actividad no sólo fue la última para mí, sino también para todo el “Grupo Scouts Cinco Águilas Blancas” de La Playa. Al parecer decidieron desintegrar el grupo y aquella despedida mía era en realidad un punto y fin para toda la comunidad Scouts.

         En los días anteriores a mi partida al seminario menor, había tenido dos previas citas con religiosos Legionarios de Cristo. La primera fue en Mérida, a la que asistí con mi mamá, y mientras ella acudía a la recepción de un Título de Postgrado, yo estuve con los padres Elías Sallet (venezolano) y Luis Miguel Vargas (mexicano) en un restaurante cercano a la Catedral, donde me propusieron observar un video sobre los centros vocacionales de la Congregación. En esa oportunidad quedamos en que ellos irían a mi pueblo, para afinar detalles sobre mi participación en el cursillo de admisión.

         La segunda cita se llevó a cabo en mi casa. Los padres precisaron el día y la hora del encuentro, y allí estuvieron puntualmente. Por el camino iban llamando por teléfono para no perderse, sin embargo, la dirección era muy fácil: La Playa, detrás de la Iglesia. En este segundo encuentro, los padres compartieron el almuerzo con nosotros, y luego de un breve reposo, nos convocaron a todos los de la casa para conversar sobre la experiencia del cursillo y la posible admisión a la “Apostólica”, que es como se le llama a los seminarios menores de la Legión de Cristo. Todo se desenvolvió en un ambiente muy cordial.

         Al final de aquel encuentro, los padres nos dejaron un material impreso donde se contenía toda la información necesaria para asistir al cursillo de admisión. Eran varias hojas que incluían: lista de ropa y objetos personales, lencería, documentos básicos para poder asistir con el permiso legal de los padres, entre otras cosas. Esa misma semana nos empezamos a preparar con todo lo necesario. La parte más meticulosa fue coser a cada prenda de vestir una pequeña etiqueta que identificaría mi ropa, era un número impreso sobre una cinta de tela: “V-287”.

         El domingo 24 de julio de 2011, como ya les dije al principio, fue mi ingreso al cursillo vocacional. Ese día viajamos desde La Playa, mi mamá, mi papá, mis hermanas y yo. Doña Eva (mi querida abuela) se había quedado en casa a petición mía. Su colaboración en toda esta novedosa experiencia había sido protagónica, pero yo sabía que despedirme de ella sería más doloroso, por lo que decidí pedirle que no me acompañara hasta Ejido, sino que me despidiera en la casa.

         Llegamos en horas de la tarde al Centro Vocacional. El ambiente era festivo. Una gran corneta dejaba escuchar canciones cristianas de ritmos variados, la mayoría de esas canciones eran desconocidas para nosotros. Los padres Elías y Luis Miguel nos esperaban en la puerta. Nos hicieron pasar a unos recibidores muy cómodos y allí, nuevamente reunidos todos, volvieron a conversar con mis padres sobre la experiencia que yo viviría en esos próximos días. Mi mamá hizo una que otra pregunta y finalmente me despedí de ellos. Antes tuve que dejarle mi teléfono móvil a mi hermana mayor, pues no lo necesitaría, además de que no estaba permitido tenerlo mientras duraba el cursillo.

         Desde los ventanales del comedor, en la parte de arriba de las oficinas donde nos despedimos, pude ver partir a mi familia. Ellos se iban contentos y yo quedaba en la misma situación, alegre por estar en ese lugar. Mientras se hacía de noche, me hicieron ubicar las maletas en un pasillo e ir con un sacerdote y un grupo de jóvenes a jugar futbol en las enormes canchas del Centro Vocacional. La distribución de aquel improvisado partido fue rápida, me tocó la portería.

         Al hacerse de noche nos convocaron a todos frente a la Capilla. Un sacerdote, montado sobre la fuente, con una gran lista donde estaban ordenadamente apuntados los nombres de todos los jóvenes, nos fue llamando uno a uno, antes nos había pedido separarnos por estados, pues no sólo éramos merideños, sino también tachirenses, zulianos, etc. Aquella organización grupal sería la de pequeñas comunidades de vida que se llamarían “Batallones”, identificados con una letra del abecedario y bajo el patrocinio de un santo. Yo formé parte del “Batallón D” San Francisco de Asís, allí estábamos los que habíamos culminado el segundo y tercer año de bachillerato.

         Mi primer amigo en estas filas fue el tachirense Javier Mauricio Sayago Bayona, con quien mantengo una buena amistad desde ese tiempo. Fuimos muy cercanos en nuestros dos años de formación con los Legionarios de Cristo. Ambos nos iniciamos en esta vida de formación y frecuentemente recordamos las experiencias vividas desde aquel domingo 24 de julio de 2011, hasta el mes de julio de 2013, cuando recibimos nuestro Título de Bachiller de la República Bolivariana de Venezuela, mención “Ciencias”.

         Quince días después de aquel 24 de julio fue la primera visita familiar, la alegría por vernos nuevamente, fue opacada por la triste noticia de esa mañana, pues había fallecido mi tío Luis Castillo, hermano de mi abuela Eva. Antes de venir al cursillo me había despedido de él, quise explicarle que ya no estaría disponible para hacerle los mandados, como comprarle el chimó o el tiquete de lotería, todos los días, como ya estábamos acostumbrados los dos.

         De aquel cursillo de admisión tengo muchas anécdotas, que en otra oportunidad les dejaré saber. Por ahora sólo me gustaría culminar estas breves palabras, agradeciendo a Dios por aquel maravilloso día, en el que dejé de vivir como un simple jovencito, y empecé a ver el mundo desde la perspectiva de un futuro sacerdote.

         Agradezco al padre José Ignacio Pernía, quien fue mi director espiritual en ese tiempo de formación legionaria, además de ser el Rector de la Apostólica, por todo el apoyo y atención hacia mí, sobre todo cuando perdí físicamente a mi abuela. Y agradezco también al padre José Gutstein, quien fue el Prefecto de la Comunidad de Precandidatos, es decir, mi superior inmediato, con quien aprendí muchas cosas meritorias, como valorar la patria, la familia y la vocación.

P.A

García


martes, 13 de julio de 2021

Un libro ideal, descripción detallada.

BIBLIO-TECO-FILO-GÍA


En lo personal me gusta aseverar que un libro es una auténtica obra de arte, ya que su técnica y presentación final ha ido evolucionando con el correr del tiempo –como el arte mismo-, hasta el punto de precisar sus partes dentro de un vasto universo que no es correctamente conocido por muchos; por eso –en mi opinión- un libro ideal tendría la siguiente descripción:

Formato a medio folio. Su estructura externa conformada por cubierta acartonada y forrada de cuero a la española pero con puntas a la holandesa, plano anterior con gofrado de lis, lomo a media caña con 6 nervios engalanados con hierros dorados e intermedios los florones, a un dedo de altura de la base el tejuelo con el título y siglas del autor. Plano posterior sin gofrado. Cortes tintados al rubor, el delantero a media caña. En su estructura interna las preliminares completas, guardas decoradas y en la primera de ellas el ex libris centrado, un par de hojas de cortesía de vitela, la segunda dedicada y refrendada por el autor, portadilla simple, contraportada colorida con litografía clásica de la efigie del autor, más que portada, un frontispicio de lo más elegante, con un centrado apoteósico que exprese en mayúsculas: “Obras Completas”, seguido en el verso por la página de derechos alineada hacia la izquierda, dedicatoria y agradecimiento de pocas líneas, prefacio extenso enumerado con romanos, epígrafe breve preferentemente de anónimo, prólogo de recto a verso, la tripa gruesa y sin pliegos intonsos, conformada por varios apartados, ultimada por epílogo en sólo recto, anexos de gráficas especiales para la edición, bibliografía minuciosa, índices temático, de grabados y glosario de términos, fe de erratas por tradición y un colofón triangular. Toda la obra protegida con camisa monocromática de solapas informadas y faja ancha, para evitarles el deterioro”.

Si no has entendido casi nada de esta sencilla descripción del “libro ideal”, es porque tal vez desconoces las minuciosas partes de un libro, por eso, a continuación, trataré de explicarlas brevemente.

1.    Formato: es la medida universalmente reconocida para considerar el tamaño de un libro, por lo general, los libros están impresos y encuadernados de manera que presenten una forma rectangular, en esto es clave el folio.

 

2.    Folio: desde el medioevo, cuando se inició el arte de escribir cartas o imprimir libros, se tomaba como medida estándar a los folios, que eran los soportes más comunes para plasmar epístolas. De manera que medio folio hace referencia a un folio doblado por mitad, consiguiéndose así la medida más común de los libros. En la actualidad el tamaño de una hoja blanca A4 es un tanto parecido al folio, tal vez un poco más pequeña.

 

 

3.    Cubierta: el empastado o encuadernado de un libro está determinado por su tipo de cubierta, que es la parte más externa del mismo. Las cubiertas son también llamadas caras y cuando son duras o acartonadas se les llama tapas. A los libros de tapas duras se les llama encuadernados a la española, los de tapas blandas se les llama encuadernados a la romana o “rústica” y los libros de tapa dura “a la española” que tienen bordes de metal en las puntas, para protegerlos del deterioro, se les llama “puntas a la holandesa”.

 

4.    Plano anterior: la cubierta de un libro también puede ser llamada plano, en este caso se tendrían dos, el anterior y el posterior. Los libros de ediciones elaboradas suelen tener gofrados, que son impresiones en alto relieve, generalmente sin coloración, aunque también se hizo común el dorado y plateado en estos grabados en cubierta. Grabado de lis hace referencia a la flor de lis, símbolo universalmente conocido (una flor de tres pétalos, el central totalmente erguido y los de los lados doblados hacia afuera).

 

 

5.    Lomo: el lomo de un libro es la parte que agrupa las páginas y que por lo general está a la vista en una biblioteca, cuando se organizan los libros de manera que quepan en los estantes. Los lomos suelen contener alguna información sobre el libro. Cuando se inició la encuadernación a la española de los libros, al ser cocidas las hojas (a lo que se le llama códice), se formaban unas notables venas o nervios, que finalmente fueron decorados por metales, para darles fortaleza al libro y disimular los nervios.

 

6.    Florones: son pequeños grabados dorados o en relieve que se plasman sobre el lomo o las tapas de un libro. La diferencia entre un relieve o grabado gofrado y los florones suele ser el tamaño, ya que los primeros ocupan lugares centrales en las tapas por su tamaño, mientras que los segundos son usualmente ubicados en el lomo, de tamaño menor, lógicamente.

 

7.    Tejuelo: el tejuelo nació como principal etiqueta de identificación de los libros. El tejuelo por lo general se ubica en la parte inferior del lomo, y su objetivo es resumir la información del libro, pudiendo aparecer el título de la obra, el nombre del autor, la editorial y hasta el año de publicación. En la actualidad, algunas bibliotecas modernas cuyos textos están debidamente catalogados, usan una etiqueta o tejuelo impreso al que se le llama cota, cuya función es organizar los libros por temas, autores o cualquier otra razón, esta organización sigue patrones generalmente basados en el orden alfabético en el caso de las letras y de menor a mayor en el caso de los números.

 

 

8.    Cortes: los cortes son también llamados bordes, y es el margen de todas las hojas del libro, que por lo general viene correctamente alineado por las encuadernaciones con máquinas especializadas. Los libros antiguos tenían cortes en media caña, es decir, curvos o semi curvos, guardando relación con el lomo. También fue común tintar, pintar, sombrear o colorear los cortes para darle más valor a la edición e incluso evitar el ensuciamiento de los mismos. El tintar con rojo (ruborizar) los cortes de los libros fue más de eclesiásticos que de libros seculares, por ejemplo las biblias, misales, leccionarios, breviarios, etc.

 

9.    Preliminares: las preliminares son todas las hojas con contenido adicional que forman parte del libro, pero que prescindiendo de ellas (a excepción de la portada) el libro seguiría siendo útil y hasta más cómodo para la lectura. Las preliminares se han ido añadiendo con el correr de los años, para darle más protocolo y solemnidad a la impresión de obras literarias o científicas. Como veremos, en la actualidad es imposible pensar un libro sin algunas de las preliminares más importantes, tal como se explican más adelante.

 

 

10.                      Guardas: en un libro de empastado a la española, las primeras dos hojas –verso y recto- que se encuentran son llamadas “guardas” así como las dos últimas, y tienen como objeto sostener la cubierta del libro con el resto (la tripa). Las guardas suelen ser de un tipo de hoja más duro, (cartulina) para evitar que la cubierta y el cuerpo se separen con facilidad. Algunas guardas de libros son decoradas con motivos religiosos (cruces), con flores, con logotipos de las imprentas o cualquier otra figura agradable a la vista.

 

11.                      Hojas de cortesía: las hojas de cortesía son las hojas en blanco que se dejan libres (sin contenido) precediendo a las guardas y antecediendo a la portadilla. En ediciones lujosas se suele dejar mayor cantidad de hojas de cortesía, y es en ellas donde, por lo general, los autores suelen dedicar y firmar sus libros a personas particulares. De igual manera es recomendable que los sellos, firmas o marcas de los propietarios de los libros, sean ubicadas en estas hojas de cortesía, ya que de esta manera se evita alterar el libro con tintas que no le son originales, evitando también que el valor del libro disminuya. En mi opinión, ningún libro debería ser subrayado, resaltado o alterado con notas. Lo mejor sería tomar apuntes en un cuaderno aparte, pero nunca subrayar, a no ser que el libro sea personalísimo o de uso periódico. Las hojas de cortesía en vitela, hace referencia a un tipo de pergamino de mayor valor por su finura y estética.

 

 

12.                      Portadilla: luego de las hojas de cortesía, se ubica una hoja llamada portadilla, siempre en el recto de la hoja, en esta parte se pone el título de la obra y el nombre del autor, a veces se copia el nombre completo del autor, cuando en la portada aparece resumido o abreviado.

 

13.                      Recto y verso: son los nombres que se le dan a las dos caras de una hoja o página, el recto será siempre la parte derecha, o de enumeración impar, y el verso será la parte izquierda o de enumeración par, es así como la mayoría de páginas preliminares o páginas de inicio de un capítulo, siempre aparecerán en el recto de la hoja, no en el verso.

 

14.                      Contraportada: siempre en el verso de la portadilla se consigue la contraportada, la cual puede albergar imágenes, por lo general una imagen referencial al tema en cuestión o una foto del autor del libro.

 

 

15.                      Portada: esta es la hoja más importante de las preliminares. En la portada se ubica cuanta información se pueda resumir del libro, es común conseguir: título de la obra, subtítulos si los tiene, nombre del autor, nombre de la editorial, ciudad y año en que es publicado el libro. Cuando la portada está decorada hermosamente, se le puede llamar frontispicio o frontis, haciendo referencia a la majestuosa entrada a un lugar especial.

 

16.                      Página de derechos: de uso más moderno, la página de derechos puede encontrarse en el verso de la portada, ubicándose en esta parte todo lo referente a la legalidad de la impresión, como el “número internacional normalizado del libro”, o ISBN por sus siglas en inglés (International Standard Book Number). Se ha hecho requisito de necesidad por la bibliotecología agregar la llamada “ficha bibliográfica”, que facilita su catalogación en las diversas bibliotecas que alberguen libros para consulta pública o privada.

 

 

17.                      Dedicatoria: palabras en las que se dedica la obra a una o varias personas o instituciones. Un libro dedicado es prácticamente un homenaje del autor a quien ofrenda su producto literario. De los agradecimientos que he leído, me gusta el de J.K. Rowling en Harry Potter y la Piedra Filosofal: “Para Jessica, a quien le gustan las historias, para Anne, a quien también le gustaban, y para Di, que oyó ésta primero”. Otra dedicación interesante es la que hace Antonine de Sanint-Exupéry en su libro El Principito, “a León Werth, cuando era niño”.

 

18.                      Agradecimiento: por lo general se agradece en un libro a las personas o instituciones que han hecho posible la producción o publicación del texto. Mientras menos extenso el agradecimiento como la dedicatoria, mucho mejor, más elegante.

 

 

19.                      Prefacio: se encarga la elaboración del prefacio a una persona fuera del grupo de autores o autor del libro, esta persona debería ser experta en el tema del que trata la obra. En los prefacios se encuentran panegíricos sobre el autor, su obra o sus obras, los más extensos y valiosos abarcan varias páginas que suelen ser enumeradas con números romanos, para diferenciarse así de la enumeración arábiga del resto del libro.

 

20.                      Epígrafe: brevísima cita hecha de otro libro o autor, necesariamente que haga ilación natural con el tema del libro. Epígrafes de autores anónimos da cierto mérito al libro.

 

 

21.                      Prólogo: página que resume o introduce a los lectores, realizado por el autor. El prólogo puede llamarse también Resumen o Introducción, dependiendo de la función que desempeñe.

 

22.                      Tripa: la tripa es el cuerpo en total del libro, el grueso de sus hojas, el libro sin su cubierta. Un libro de tripa gruesa es un libro de muchas páginas, en formato de medio folio que contenga más de 250 páginas como mínimo. En la tripa del libro se ubica todo el desarrollo del texto, pudiendo ser fraccionado por capítulos o apartados, para facilitar su lectura y comprensión., sobre todo si se trata de libros de carácter científico.

 

 

23.                      Epílogo: es el resumen conclusivo del contenido del libro.

 

24.                      Anexos: apartado final donde se pueden agregar contenidos adicionales o de importancia para el tema general. Los anexos más comunes son las imágenes cartográficas (mapas).

 

25.                      Bibliografía: contiene los datos de libros o autores citados para la elaboración del libro que se publica, estos datos pueden ser: apellido y nombre del autor, año de la publicación entre paréntesis, título de la obra en cursiva, número de tomo si lo tiene, número de edición si la tiene, editorial, ciudad, país y número de la página o páginas que han sido citadas en el texto.

 

 

26.                      Índices: al principio si es un libro de carácter científico, al final si es de tipo literario. Los índices ayudan a ubicar a los lectores por temas o títulos. Existen índices temáticos –los más genéricos-, índice de imágenes o gráficos, glosario de términos, donde se aclaran palabras concretas que son de vital importancia para la comprensión de la lectura.

 

27.                      Fe de erratas: en las primeras publicaciones de imprentas, por allá a finales del siglo XV, al ultimar la impresión del texto se hacía una revisión o relectura del mismo, para corroborar que todo estuviese en orden; cuando se encontraban errores, por lo general de transcripción, se preparaba una hoja contenida de la “fe de erratas”, es decir, una advertencia clara de los errores que se conseguirían en el libro. Las erratas de un libro solían ser números de fechas, o letras de más en palabras. La fe de erratas puede conseguirse cocida o agregada en la tripa del libro, así como también de manera individual o suelta, simplemente entre las hojas del libro, guardando un tamaño menor para no ser confundida.

 

 

28.                      Colofón: es la última página impresa de un libro, en el recto de esta hoja se consigue todo lo referente a la impresión del texto, por lo general se narra el día y la fecha donde se “terminó de imprimir” la obra, el taller o imprenta, ubicación exacta entre otras cosas. Los libros de carácter eclesiásticos suelen mencionar el día litúrgico en el que se terminó de imprimir la obra. Los colofones pueden ser plasmados formando figuras geométricas, los más comunes son los círculos y los triángulos.

 

29.                      Camisa: la camisa de un libro, también llamado sobrecubierta, es un protector principal de las cubiertas, lo arropa en su totalidad, facilitándole la conservación de las cubiertas, sobre todo cuando éstas contienen informaciones como la portada. Las camisas de libros protegen la cubierta de ser ensuciada por las manos de los lectores, por el sudor o por el contacto que tenga el libro con soportes sucios, también garantiza que un gofrado dorado se mantenga más tiempo, pues estaría oculto a la vista y tacto de los lectores.

 

30.                      Faja: es una pieza de papel, de menor proporción a la camisa. Las fajas pueden contener alguna información sobre el libro, como el título y autor. Algunas fajas son comúnmente vistas en libros nuevos, para garantizarle al comprador que dicho texto no ha sido desempaquetado o abierto por otra persona antes que él.

 

 

31.                      Solapa: las solapas son dos, la principal y la final, son prolongaciones de la camisa o de la cubierta de un libro, llegando casi hasta la mitad de las guardas, conteniendo a su vez algún resumen del libro, en la principal, y algunos datos biográficos del autor, en la final. En la encuadernación de libros actuales las solapas son tan anchas que suelen ser usadas como marca páginas, sobre todo cuando la tripa del libro no es muy gruesa.

Hasta aquí el tema de las partes del libro. De seguro faltaron otras partes que yo desconozco. Si les sirvió la descripción, me alegra; si estoy equivocado en algo, por favor me lo hacen saber.

Ah, con respecto al título del artículo: “BIBLIO-TECO-FILO-GÍA” es un término inexistente en nuestra lengua castellana, pero que recoge dos que sí: el primero bibliofilia, que es la pasión por los libros como piezas de arte coleccionables, (un bibliófilo no es que no lea libros, sino que le interesa más otros detalles del mismo), y el segundo es la bibliotecología, que es una ciencia un poco más amplia en el estudio de las Bibliotecas en general.

P.A

García

lunes, 5 de julio de 2021

Unas palabras 730 días después…

«“LATAE SENTENTIAE”»


         Dos años después del oscuro acontecimiento que involucró una prestigiosa institución eclesiástica y la vida y fama de 30 de sus miembros -ahora ex miembros muchos de ellos- me animo a escribir unas palabras de reflexión y, tal vez, de conclusión valorativa de dichos sucesos. Expreso desde el comienzo que estas no son palabras de animadversión, sino de idónea transparencia y humilde verdad, porque la verdad nos hace libres (Cf. Juan 8, 32).

 

         Aclaro el término “latae sententiae”, que es una expresión latina de uso canónico para indicar el tipo de excomunión en la que incurre el católico después de haber cometido “delitos” o faltas específicas; explica el Catecismo (#1463): “Ciertos pecados particularmente graves están sancionados con la excomunión, la pena eclesiástica más severa, que impide la recepción de los sacramentos y el ejercicio de ciertos actos eclesiásticos y cuya absolución, por consiguiente, sólo puede ser concedida, según el derecho de la Iglesia, al Papa, al obispo del lugar, o a sacerdotes autorizados por ellos. Para el Código de Derecho Canónico (#1314): una excomunión “latae sententiae, [significa que se efectúa de manera instantánea] de modo que incurre ipso facto [automáticamente] en ella quien comete el delito”.

 

         Las circunstancias concretas por las que ahora escribo estas palabras son conocidas por muchos –o desconocidas-, pero no es lugar mi Blog (por ahora), para relatarlas detalladamente como quisiera. Ya llegará su momento. A continuación solamente un recuerdo personal, una experiencia dolorosa y un testimonio que marca la diferencia.

 

         El viernes 5 de julio de 2019, viví una de las más trágicas experiencias que nunca pasó por mi mente, recogí mis posesiones (en circunstancias injustas) de la institución eclesiástica a la que había pertenecido abnegadamente desde el 27 de septiembre de 2013. Fueron 32 cestas llenas de libros las que tuve que bajar, con la ayuda de unos compañeros, hasta el camión que nos esperaba en la puerta, para llevarnos la mudanza. Mis compañeros también recogían sus cosas, también se despedían con dolor de “la casa”.

 

         En estas circunstancias, hubo alguno que hizo burla de nosotros al vernos en tal situación, efectivamente se reía porque había logrado sus objetivos más íntimos y viscerales, vernos salir cabizbajos, después de que nosotros le habíamos abierto las puertas con natural receptividad, y es que el odio es así, infundado, no hay razón para odiar, por el contrario hay muchas razones para amar. Pienso ahora mismo en un nombre y un apellido, que me reservaré, pero que tampoco vale la pena precisar. Lo advierto aquí no porque guarde alguna rencilla, sino porque está bíblicamente condenado burlarse de los desgraciados (Proverbios 17, 5 “Quien se burla de un pobre, ultraja a su Hacedor, quien se ríe de la desgracia no quedará impune”) y es menester corregir al que yerra.

 

         Esa mañana del 5 de julio de 2019, antes de despedirnos del Santísimo Sacramento, pasamos a despedirnos de un anciano sacerdote, quien se encontraba en su habitación, conocedor de lo que estaba pasando, sabía que estábamos recogiendo nuestras cosas, por eso había preferido estar encerrado, pues ciertamente lamentaba todo aquello.

 

         Cuatro compañeros nos dirigimos hasta su habitación, le tocamos la puerta con el rigor de costumbre y de inmediato nos abrió, alguno le manifestó que íbamos a despedirnos de él, por lo que se tomó unos segundos para sacar de su bolsillo de la guayabera blanca, unas pequeñas estampas con la imagen del Inmaculado Corazón de María. Y nos dijo: “donde quiera que vayan recuerden que tienen una Madre” y empezó a llorar. Luego levantando su mano derecha nos dijo: “Dios los bendiga” y conmovido cerró la puerta de su pieza.

Esas lágrimas valen oro.

Gracias por todo y por tanto…

05-07-2019

        

Esta estampa está fechada el 11 de febrero de 1938, y fue impresa en Alemania, su representación gráfica es sencilla pero maravillosa, pues retrata a la Santísima Virgen María, con su rostro sereno, en el pecho su Inmaculado Corazón, coronado de rosas y traspasado por una espada, sostenido por su mano derecha, y en la izquierda un notorio lirio con al menos 5 flores. Esa espada que atraviesa el corazón de María es la mejor representación de la espada de la traición que atravesó aquel día los corazones de mis compañeros y el mío, sin ser éstos para nada inmaculados. El dolor que sentimos en aquella oportunidad es totalmente semejable a lo que la imagen dibuja.

 

Las palabras que pongo en cursiva las escribí ese mismo día en el reverso de la estampa, como aparece en la foto, sabía que aquello no se podía perder de mi memoria, por eso lo plasmé, porque, como dijo Poncio Pilato “lo escrito, escrito está” (Juan 19, 22), y estas palabras no sólo están escritas en un papel, sino en el corazón.

 

Ahora bien, el recuerdo doloroso está fundamentado en las irregulares circunstancias que obligaron nuestro abandono de la casa de formación, y el testimonio gratificante fueron las palabras y acciones realizadas por este anciano y sabio sacerdote, quien lloró con nosotros y por nosotros, porque sabía la injusticia que se estaba llevando a cabo, sin nadie poder hacer nada.

 

Aquellos que antes habían jurado frente a Dios ser custodios, guías, padres, maestros y protectores de nosotros, (porque todo eso significa la palabra formador) no estuvieron allí para despedirnos y mucho menos se preocuparon por impedir nuestra salida irregular. Simplemente inclinaron sus cabezas y cerraron sus bocas ante el abuso de poder y autoritarismo del “jefe” de la casa (con minúscula), porque el Jefe en realidad es Cristo, Jefe y Señor, a quien no se puede engañar y a quien verdaderamente le compete juzgar.

 

Dos años después no ha habido disculpas, palabras enmendadoras o intento de acercamiento por parte de ninguno de los “formadores” de aquel extinto “seminario”. Pero a nosotros sí nos tocó pedir perdón, reconocer errores, asumir culpas, soportar calumnias y majestuosas mentiras, arrastrarnos por el suelo suplicando misericordia para que finalmente nos enviaran a nuestras casas con una “excomunión latae sententiae”, no de derecho, pero sí de facto. Vivimos en carne propia el ser señalados por todos, juzgados por todos, el ser considerados “persona non grata” en el territorio al que habíamos dedicado tantas horas de trabajo y consagración desinteresada.

 

Aquel que era la única pero no la última esperanza de salvación, porque después de él viene el Papa, no nos comprendió, nos convocó pero no para escucharnos, sino para amonestarnos, no dio crédito a nuestras palabras, no creyó ni una sola letra de las muchas que le expresamos con el objeto de esclarecer la situación, pero todo esfuerzo fue en vano, para él hubo solo una versión certera y creíble, la de la parte victimizada, cuando en realidad los más vulnerables éramos nosotros y efectivamente, con pruebas en mano, teníamos la razón en lo que expresábamos y en lo que habíamos denunciado por escrito. El tiempo nos dará la razón.

 

Dos años después me cuestiono a mí mismo, me pregunto si todo esto tiene sentido, si tal vez todo ha pasado con un propósito, y la respuesta es un , con mayúsculas. La Sagrada Escritura nos consuela: “Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio” (Romanos 8, 28). Todo lo sucedido nos ha hecho más fuertes, porque hemos sido probados como oro en el crisol (Cf. Sabiduría 3, 6) y hemos perseverado, unos en un lugar, otros en otro, unos con mejores oportunidades, otros más perjudicados pero con más ganas de seguir adelante, y así…

 

¿Perdonar? Definitivamente sí. ¿A quién o quiénes? Muy en primer lugar es preciso perdonarnos a nosotros mismos, por actuar con ingenuidad, por creer en los que nos decían apoyar, por pensar que seríamos escuchados en una institución marcadamente clasificada, donde los de arriba sí pueden hablar, decidir y equivocarse, pero los de abajo no; y en segundo lugar perdonar a los que nos hicieron daño –en nombre de Dios y por el supuesto bien de la Iglesia-, porque al igual que los verdugos romanos, no sabían lo que hacían (Cf. Lucas 23, 34).

 

La conclusión de todo esto es que no hay mal que por bien no venga, y “si Deus cum nobis, ¿quis contra nos?”, si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros? (Romanos 8, 31). Siempre adelante, con la frente muy en alto, porque la vida es de los que saben levantarse, no de los que se quedan en el suelo después de una caída, y este escrito es parte de ése “levantarse”, no vayan a creer que es parte de sentirse uno todavía en la caída, porque no es así, repito, no es así…

 

Por los momentos aquí seguiré, lejos de mi Patria, (exilio producto de la injusticia vivida), haciendo lo que me corresponde, respondiendo a Dios en la medida que Él lo permita, porque mi vida está en sus manos y sólo a Él quiero servir, y esto me parece que ya lo he dejado muy claro, con mis palabras y con mis acciones: soy de Dios, le pertenezco a Él, quiero vivir y morir por aquel que se ha dignado escogerme, elegirme, para que forme parte de su enorme ejército de pescadores de hombres, de salvadores de la humanidad.

 

No tengo enemigos, no considero a nadie mi enemigo, ni mi adversario. No compito con nadie, yo no actúo movido por otro sentimiento que no sea el dar gloria a Dios. Me considero una persona libre, sin cadenas, una persona como tantas en este mundo a las que les pasa cosas buenas y cosas malas, afortunadamente han sido más las buenas que las malas, y de las malas se aprende.

 

A mis compañeros les recuerdo siempre en la oración. Con pocos de ellos todavía mantengo alguna comunicación. La mayoría tomó su rumbo propio, sin mirar atrás, sin estancarse en nada, por eso me alegro por ellos, porque donde están sé que hacen las cosas bien, por amor a Dios y a la Iglesia, o al menos espero que así sea.

 

Que no se nos olvide orar por las vocaciones sacerdotales y religiosas de nuestra Iglesia Católica, pero más importante aún, orar por los que están a cargo de esas vocaciones, para que las valoren, no las maltraten, no las obstinen, les ayuden con el ejemplo más que con palabras bonitas. Porque para ser sacerdotes no hace falta solo la vocación divina, también es necesaria la vocación canónica, que es aquella que se da cuando un candidato es llamado por el obispo para formar parte del Orden Sacerdotal.

 

“Porque muchos son llamados, pero pocos escogidos”

(Mateo 22, 14).

 

P.A

García