“LA PLAYA, MUNICIPIO GERÓNIMO MALDONADO”
Templo parroquial de San Vicente Ferrer
Firmado en Caracas en enero de 1978, el
playense Homero Arellano escribe un breve comentario sobre La Playa a propósito
de su elevación a la efímera categoría de municipio. Inicia su escrito
describiendo la población, para finalizar sin ilación alguna en datos biográficos
del epónimo de la naciente municipalidad.
Sobre La Playa, Homero Arellano escribe
lo siguiente:
“La Playa, escribe José Ramón Rangel,
es uno de los lugares más pintorescos de los Andes venezolanos, con amplios panoramas
de cumbres que descienden de los páramos de La Negra, El Portachuelo y Mariño,
con un altiplano cultivado de cañamelar, cafetos y hortalizas, regado por el
rumoroso río Zarzales, que en tierras tovareñas toma el nombre de Mocotíes, o
mejor Mucutíes, por tener una voz indígena.” En esta primera sección sitúa
geográficamente al pueblo, además de indicar la posible correcta grafía del
nombre del río Mocotíes, con lo que curiosamente concuerdo en mi escrito sobre
el posible significado de esta voz indígena.
Continúa Arellano: “Vista desde la Mesa
de Adrián o desde el filo del Morretón, La Playa parece un pequeño mar de
verdura en que las tonalidades del verde se dan todas. Los sauces parecen
flotar su tristeza y su parsimonia durante el día y en la noche semejan
centinelas solemnes de aquel paisaje vegetal. Verdes amenazados hoy por el
reseco deterioro de los montes circunvecinos durante años consecutivos
castigados por los incendios forestales.” Y es que Homero Arellano no ha sido el
primero ni el único en preocuparse por las constantes quemas de las montañas que
rodean a La Playa, si esto lo escribía en 1978, significa que es cuento de
nunca acabar, pues todos conocemos cómo periódicamente se incendian los cerros
para la destrucción de la flora y fauna y para el deslumbrante espectáculo
observable por la noche desde el pueblo; aunque en los últimos años ha habido
gran conciencia ambientalista, la misma que se ha visto reflejada en la minuciosa
reforestación de las montañas y en el combate directo contra los incendios por comitivas
de playenses comprometidos con el medio ambiente y a los que no les importa
tanto arriesgar sus vidas para enfrentarse a llamaradas de fuego que sobrepasan
los dos o tres metros de altura.
Arellano
parece tener claro que La Playa en la que él nació y creció no era la misma que
para el momento en el que escribía su comentario, y lo más notable del cambio
era el descenso del nivel del agua, por lo cual apunta: “Las aguas otrora
abundantes y sonoras, comienzan a escasear. El río de las remotas leyendas
mucutíes está resentido y disminuido; ya los alisos no habitan en sus orillas
como antaño. Rescatar su verdor y salvar el viejo río es un deber del hoy
municipio Gerónimo Maldonado.”
Luego
Arellano nos brinda una información bastante olvidada, o al menos poco conocida
por las generaciones actuales, y es referente al licor playero: “Del alambique
de los años veinte que dio el aguardiente más famoso de aquellos años en los
Andes, el aguardiente playero o ahinojado de grato recuerdo para los
sobrevivientes de la pasada generación”.
Finalmente,
hace mención particular de una supuesta variedad de papa playera, de la cual
desconozco su veracidad o vigencia en la actualidad: “De su agricultura es
famosa y muy conocida en la región occidental venezolana la alta calidad de la
papa playera variedad especial de la zona merideña de fines del siglo
diecinueve y primera década de veinte.” El comentario, como ya dije al
principio, culmina con datos biográficos del doctor Gerónimo Maldonado, pero como
no aporta mayor novedad prefiero dejarlo hasta ahí.
Es
así como La Playa ha sido amada y recordada también por sus hijos que una vez
tuvieron que dejarla atrás para perseguir sus sueños, estudios, o trabajos
anhelados, como en el caso de Homero Arellano, que ejerció el periodismo en la capital
de la República, y como él tantos otros profesionales que han hecho sus vidas
fuera del pueblo, pero que recuerdan cada detalle con orgullo y melancolía,
pues siempre se cree que fueron mejor los tiempos pasados y que los actuales ya
no son tan buenos.
P.A
García
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