domingo, 4 de marzo de 2018

Francisco Calvo Capítulo XI Las fuentes de la predicación.

LAS FUENTES DE LA PREDICACIÓN
La primera fuente de predicación es la Sagrada Escritura, ya que en la Biblia se encuentran ejemplos y modelos para la vida de los fieles, además es también un modelo para el lenguaje, la claridad, la viveza de la predicación. El lenguaje del Antiguo Testamento, sobre todo profetas, salmos y escritos sapienciales, es un lenguaje de imágenes simples y vigorosas.

Los Santos Padres son un ejemplo en la tarea de contribuir a que los oyentes escuchen verdaderamente a Dios que les habla y celebren y asimilen como creyentes la Palabra divina. Y tomando en cuenta a los Santos Padres, a los predicadores, en concreto, la lectura patrística del Oficio de lectura de la Liturgia de las Horas, les será particularmente útil por su contenido y por el modo como los Santos Padres acogieron ellos mismos la Palabra para explicarla a su pueblo.

Otra fuente de importancia, considerada también como Escritura, es la Liturgia, ya que el año litúrgico, por tanto, aparece como el principal itinerario del quehacer homilético, para que la Iglesia lo recorra avanzando  progresivamente en la historia de la salvación. La liturgia de la Iglesia es el caldo de cultivo de la predicación cristiana y la vida en la liturgia es la mejor preparación de la predicación que no puede ser sustituida de modo válido por ningún otro trabajo puramente teológico, exegético o dogmático.

También como fuente propicia se tienen los Documentos del Magisterio de la Iglesia, donde son de gran riqueza y contenido los Documentos de la Jerarquía, los Catecismos como el Catecismo Romano o el nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, todos estos pretende ser una síntesis de las fuentes principales de la predicación, donde se presenta con toda fidelidad las enseñanzas de la Sagrada Escritura, de la Tradición viva en la Iglesia y del Magisterio, así como la herencia espiritual de los Santos Padres, de los santos y santas de la Iglesia, a fin de conocer mejor el misterio cristiano y reavivar la fe de los fieles.

Los teólogos, su pensamiento e ideas son también colaboradores del arte de la predicación, además se tienen los llamados maestros de elocuencia sagrada, y los maestros de ascética y mística cristiana, quienes con sus aportes teológicos y espirituales a la luz de la historia de la Iglesia enriquecen más y más el contenido de las homilías. Una cosa que se suele obviar es que también la historia de la Iglesia puede ser objeto y fuente de la predicación porque, en la Iglesia Cristo continúa su vida.

Es de insistir siempre que la lectura formará la base de la preparación de la predicación, sin embargo, no una lectura superficial, sino atenta y fructífera, pues se olvida fácilmente lo que se ha leído. Lo que no se apunta, pese a los buenos propósitos de conservarlo en la memoria, se pierde en gran parte. No habría que leer nunca sin el bolígrafo en la mano. De ahí también la utilidad de tener un fichero que recoja nuestras lecturas. El que guarda cuando tiene, tiene cuando quiere. El ordenador permite establecer un fichero o banco de datos, donde es fácil encontrar un tema.

P.A
García

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