BENEDICTUS P.P. XVI
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Benedicto XVI |
La fe nos enseña que nuestro Señor Jesucristo
tiene poder sobre el Demonio, y así lo demuestran los Evangelios Sinópticos
(Mateo, Marcos y Lucas), pues en varios relatos él expulsa a Satanás o a sus
demonios, demostrando de esta manera que el Reino de Dios ha llegado: "Pero si por el Espíritu de Dios
expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios" (Mt
12, 28).
La Iglesia Católica, depositaria de la Verdad, manifiesta
creer en el poder de Jesús sobre el Demonio; poder que a su vez suministró a
sus discípulos, así lo reza el Catecismo
de la Iglesia Católica en su numeral 1673, donde encontramos un compendio
de todo lo que debemos creer acerca de los exorcismos y la posesión diabólica:
Cuando la Iglesia pide públicamente y con
autoridad, en nombre de Jesucristo, que una persona o un objeto sea protegido
contra las asechanzas del maligno y sustraída a su dominio, se habla de exorcismo. Jesús lo
practicó, de él tiene la Iglesia el
poder y el oficio de exorcizar. El exorcismo solemne sólo puede ser practicado por un sacerdote y con el permiso del
obispo. En estos casos es preciso proceder con prudencia, observando
estrictamente las reglas establecidas por la Iglesia. El exorcismo intenta
expulsar a los demonios o liberar del dominio demoníaco gracias a la autoridad
espiritual que Jesús ha confiado a su Iglesia. Es importante, asegurarse, antes
de celebrar el exorcismo, de que se trata de una presencia del Maligno y no de
una enfermedad.
El padre Gabriele Amorth[1]
fue un famoso exorcista italiano, perteneció a la Sociedad de San Pablo,
comunidad fundada por el Beato Santiago Alberione. En toda su vida sacerdotal
realizó más de 160.000 exorcismos. Solamente él, con toda su experiencia, puede
darnos semejante testimonio que titula este artículo: El Diablo le teme a san Juan Pablo II, pero más a Benedicto XVI.
Entre otras cosas, el padre Amorth habló abiertamente en su
libro El último exorcista, mi batalla contra Satanás, en entrevista
con Paolo Rodari, sobre una experiencia muy particular acontecida en la Plaza
de San Pedro, en una acostumbrada Audiencia Papal con Benedicto XVI, en mayo de
2009.
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Benedicto XVI y su secretario Mons. Georg Ganswein |
La escena ubica a dos mujeres y dos muchachos. Las mujeres
eran asistentes del padre Amorth, quienes le ayudaban durante los exorcismos,
rezando por el padre Amorth y por los poseídos que a él acudían. Los dos
jóvenes estaban poseídos y fuera de ellos cuatro más nadie lo sabía. Ese miércoles las mujeres deciden llevar a
los dos a la audiencia del Papa porque piensan que les puede ser útil. No es un
misterio que muchos gestos y palabras del Papa hacen enfurecer a Satanás. No es
un misterio que incluso la sola presencia del Papa inquieta y en cierto modo
ayuda a los poseídos en su batalla contra aquel que los posee.
La Guardia Suiza hace pasar a los 4 a los puestos reservados
a las personas incapacitadas. Los dos poseídos no hablaban nada, pues estaban inexplicablemente
callados. Al sonar las 10:00 a.m. sale Benedicto XVI en su jeep blanco,
acompañado por Mons. Georg Ganswein, su secretario particular. Las 2 mujeres se vuelven hacia Giovanni y
Marco. Instintivamente los sostienen con los brazos. Los dos, en efecto,
empiezan a comportarse de manera extraña. Giovanni tiembla y rechina los
dientes. Los dos jóvenes, por la presencia papal que se aproximaba,
demuestran actitudes de energúmenos.
A la vuelta del jeep papal por toda la plaza, los 2 poseídos
caen al suelo. Se golpean la cabeza en el piso. Los guardias suizos los
observan pero no intervienen. El jeep cumple un largo recorrido. Luego llega al
fondo de la plaza, a pocos metros del portón de la basílica vaticana. El Papa
baja del coche y saluda a las personas que están en las primeras filas. Giovanni y Marco, juntos, empiezan a aullar.
Tendidos en el suelo aúllan. Aúllan muy fuerte. —¡Santidad, santidad, aquí
estamos! -grita al Papa una de las 2 mujeres tratando de atraer su atención. Benedicto
XVI se gira pero no se acerca. Ve a las 2 mujeres y a los 2 jóvenes en el suelo
que gritan, babean, tiemblan, montan en cólera. Ve la mirada de odio de los 2
hombres. Una mirada dirigida contra él. El Papa no se altera. Mira de lejos.
Levanta un brazo y bendice a los 4. Para los 2 poseídos es un shock furibundo.
Un latigazo asestado en todo el cuerpo. Tanto que caen 3 metros atrás, tirados
en el suelo. Ahora ya no gritan. Pero lloran, lloran y lloran. Gimen durante
toda la audiencia. Cuando el Papa se va, vuelven en sí. Vuelven a ser ellos
mismos. Y no recuerdan nada.
Con esta anécdota el padre Amorth concluye que Satanás teme
muchísimo a Benedicto XVI, pues sus misas, sus bendiciones, sus palabras, son
como poderosos exorcismos; todo su pontificado es un gran exorcismo contra
Satanás, eficaz y poderoso. La manera
como Benedicto XVI vive la liturgia. Su respeto a las reglas. Su rigor. Su
postura, son eficacísimos contra Satanás. La liturgia celebrada por el
Pontífice es poderosa. Satanás es herido cada vez que el Papa celebra la
eucaristía.
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San Juan Pablo II y el Cardenal Joseph Ratzinger |
Cuenta el padre Gabriele Amorth que Monseñor Andrea Gemma, en
un libro publicado en Bérgamo en el año 2009, con el título de Confidencia de un exorcista, afirma que el maligno, durante los exorcismos,
reacciona violentamente a la invocación del nombre de Juan Pablo II. Durante un
exorcismo el diablo habría admitido: «El
vejestorio (así llama a Juan Pablo II) nos
ha hecho un daño enorme, pero el que está ahora es peor...». Palabras que
confirman también la profunda aversión del maligno a Benedicto XVI.
Benedictus qui venit in nomine Domine
Bendito el que viene en el nombre del Señor
P.A
García
[1] Padre Gabriele Amorth, El último
exorcista, mi batalla contra Satanás, Editorial San Pablo, p.p. 93-95.