domingo, 24 de noviembre de 2019

Edición Atípica de Camino en mi biblioteca

Camino

Pedro García y José Antonio Contreras en la
Capilla del Centro de Estudios Mosén Sol, El Marqués, Caracas
Camino, es un famosísimo libro de espiritualidad de san Josemaría Escrivá de Balaguer, el fundador del Opus Dei. El texto consta de 999 breves consideraciones -número múltiplo de tres, en honor a la Trinidad- que tratan de tú al lector y le guían por la espiritualidad católica más clásica. Durante su estancia en Burgos, san Josemaría amplió los puntos de meditación publicados en “Consideraciones Espirituales”, tarea que ya había iniciado durante su encierro en la legación de Honduras (1937), los organizó en capítulos temáticos y los dio a la imprenta con el nombre de “Camino”. Así apareció la primera edición de su libro más conocido, considerado un clásico de la espiritualidad cristiana, que en estos momentos ha superado los cuatro millones de ejemplares impresos, en más de cuarenta idiomas. En 1986, once años después de la muerte del autor, se editaron otras mil consideraciones, recogidas bajo el título de Surco. Al año siguiente salieron otros 1.055 puntos, bajo el nombre de Forja. Es en estos tres libros donde se encuentra el cogollo de su pensamiento y, por tanto, del Opus Dei.

Es de este tesoro literario -Camino- que trataré a continuación, pues con motivo del Seminario Internacional de Teología Caracas 2019, viajé a la capital venezolana para participar del mencionado encuentro de formación teológica, en compañía del Licenciado en Teología José Alfonso Morales Rosales. Fuimos hospedados en la Centro de Estudios Mosén Sol (CEMS), de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos, en El Marqués, Caracas, por el seminarista José Antonio Contreras, que es oriundo de Guaraque.

José Antonio, aprovechando mi visita a su casa de formación, y conociendo mi devoción por san Josemaría, me obsequió ese tesoro literario -Camino- en edición atípica, que fue grandiosamente elaborado en unas dimensiones de 35x25 centímetros, siendo protegido, el libro, por una delicada caja de madera que lo deja soportar verticalmente. Quiero copiarles textualmente el comentario que tiene esta edición en la presentación y en su parte final, porque son estos comentarios los que dan sentido a la emoción de este artículo en mi blog.

La presentación expresa entre otras palabras: “La presente edición intenta reflejar el arraigo de CAMINO en este campo abierto, de promesas y esperanzas, que es la tierra americana. Pretende prestar eco, desde aquí, a la sugerencia del padre, del hermano o del amigo. Y aspira a ser una expresión más de simpatía y de agradecimiento al autor que nos visita. Nuestra hospitalidad ancestral nos obliga al esmero. Por eso, esta primera edición venezolana de CAMINO, que coincide con la primera visita de Mons. Escrivá de Balaguer a nuestras tierras, sale a la luz con sencillez y con acierto engalanamiento tipográfico. Caracas, agosto de 1974”. Se trata de la primera edición venezolana, un trabajo conjunto de las editoriales Vértice y Arte.

Y en la parte final del libro se encuentra lo que hace tan singular esta edición atípica, pues la última hoja impresa expresa orgullosamente: “Esta edición de Camino cuyos beneficios se destinan, por deseo expreso del Autor, al Centro de Cultura Popular “Los Samanes” de Caracas, consta de un ejemplar especial dedicado al Autor, marcado con la letra A, treinta ejemplares numerados del I al XXX y ochocientos cincuenta ejemplares numerados del 1 al 850. Los textos fueron compuestos en letra garamond 24 puntos, los números en bodoni extra bold 30 y los títulos en garamond light. Impresa toda a dos tintas, sobre papel francés Velin Arches 160 gramos de la casa Arjomari. Cada ejemplar contiene 27 litografías a todo color de pinturas coloniales venezolanas, impresas sobre papel Cameo Dull 118 gramos. Las fotografías de las mismas son de Graziano Gasparini y Petre Maxim. Consta de 312 páginas con numeración arábiga y 28 con numeración romana. Se terminó de imprimir en las prensas venezolanas de Editorial Arte, en la ciudad de Caracas, el día quince de agosto de mil novecientos setenta y cuatro, fiesta de la Asunción de Nuestra Señora. LAUS DEO VIRGINIQUE MATRI”.

Esta edición atípica presentó el Nihil obstat de Alfredo Rincón Montero, en Caracas, el 16 de julio de 1974. El Imprímase fue de José Alí Lebrún, Arzobispo Coadjutor y Administrador Apostólico Sede Plena de Caracas. El Diseño gráfico de José Serra B. El ejemplar del que les hablo es el número 128  de 850, y es el libro n° 1650 de mi biblioteca personal.

P.A
García

martes, 12 de noviembre de 2019

Un vistazo a “Caridad y Unión” y Casa Hogar “San Vicente de Paúl”


CARIDAD Y UNIÓN
Escudo actual (2023)
Misioneros de la Reconciliación


 La honorable actividad misionera de “Caridad y Unión” es ampliamente conocida por todo el occidente venezolano, ya que ésta auténtica obra de Dios, a través de la Hermandad “Misioneros de la Reconciliación”, ha llevado el Evangelio con testimonio y abnegación a diferentes lugares, sembrando de esta manera, la esperanza necesaria para la reconciliación de tantos corazones heridos, que esperan ser sanados por Dios y guiados por una mano amiga y bien formada en la doctrina católica.

         Lo que conocemos como “Caridad y Unión” es, o quiere ser jurídicamente, una Sociedad de Vida Apostólica mixta, la cual, a pesar de contar con varios años de fundada (1991), todavía espera la necesaria aprobación eclesiástica de sus estatutos, por parte de la Diócesis de San Cristóbal, donde se ubica su sede. No obstante, ha contado con el considerable apoyo de numerosos sacerdotes y obispos, que han visto en “Caridad y Unión” un modelo de formación laical, manantial de santidad, de cuyas filas también han salido vocaciones sacerdotales, incardinadas actualmente en las diócesis de origen.

Pedro García, Ana Hernández, Irma Sosa, Marisela de Jaimes
         La Casa sede de “Caridad y Unión” está ubicada en el sector Las Quebraditas, cerca de la población de San Joaquín de Navay, en el estado Táchira, en un amplio terreno donado, con más de 25 hectáreas productivas en la cría de ganado y de cachamas y pargos, aunque estos últimos hayan desaparecido casi en su totalidad, a causa de la grave situación económica. La caña de azúcar, el cambur y yuca también solventan las necesidades alimenticias de esta comunidad.

Esta Casa sede es realmente un agradable complejo conformado por varias edificaciones, destinadas todas al apostolado. El templo está en construcción, y su base será de forma circular, siete cúpulas se alzarán en su techo. El salón de usos múltiples tiene capacidad para ochocientas personas aproximadamente, y goza de una acústica espectacular, teniéndose con ello la facilidad para la predicación sin aparatos de sonido. El área de hospedería se conforma por dos modernos edificios de tres plantas cada uno, con un total de 30 habitaciones, cada una con closet y baño. La Casa Hogar San Vicente de Paúl tiene su sede también dentro de este complejo, que rodeado de varias lagunas artificiales, queda en medio de un paraíso terrenal, propicio para la feliz estancia de los ancianos.

El pregonereño Simón de Jesús García Sánchez, mejor conocido como el “hermano Simón”, ha sido el pionero de esta fundación, a él se debe el carisma especial de la Hermandad “Misioneros de la Reconciliación”, y nos alegra saber que actualmente profesó los votos perpetuos de pobreza, castidad y obediencia, por lo que es considerado como religioso profeso para la Iglesia universal. El acto fue presidido por S.E.R. Mons. Pablo Modesto, Obispo de Guasdualito, diócesis llanera sufragánea de la Arquidiócesis de Mérida.

         El hermano Simón, para los que le hemos conocido, nos inspira una gran paternidad, propia de un alma consagrada al servicio de los demás. Su vida es testimonio evidente del poder de la oración, él es un verdadero apóstol moderno, consagrado a su misión, que es vocación divina. Vocación a la santidad. Constantemente está viajando de un lugar a otro en el occidente venezolano, para dictar retiros de formación cristiana. Su palabra penetra el corazón de los que le escuchan con atención, sus gestos demuestran que vive según la única regla de vida, el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Actualmente reside en las afueras de la población de Pregonero, en la Casa de retiros que él mismo, con la ayuda de sus hermanos de comunidad, está levantando para ser lugar de encuentros de formación. Ha sido víctima de falaces comentarios, sin embargo, ha demostrado siempre ser auténtico cristiano.

Ancianos de la Casa Hogar San Vicente de Paúl
En todo el tiempo transcurrido desde su conformación como hermandad, “Caridad y Unión” ha formado a gran cantidad de laicos para la misión, acercando a los caminos de Dios a niños, jóvenes, adultos y ancianos, cuya característica especial es la fervorosa piedad católica sembrada en el corazón, un amor especial por la predicación de la Palabra de Dios y un deseo inmenso de hacer el bien a la humanidad, prueba de ello es la Casa Hogar “San Vicente de Paúl”, mejor conocido como el “Ancianato”, en este lugar se atienden actualmente a 16 hermanos menesterosos, los más pobres entre los pobres, que, aunque abandonados por sus más cercanos, han encontrado en “Caridad y Unión” una verdadera familia cristiana.

En el mañanero aseo de los ancianos
La Casa Hogar “San Vicente de Paúl”, no es sólo un albergue para personas mayores necesitadas, allí no sólo se les brinda techo, comida, medicamentos y buena atención, sino que se procura la vida espiritual de los ancianos, con el rezo diario del Santo Rosario, la meditación de las lecturas de cada día, y, cuando Dios así lo quiere, la participación de la celebración Eucarística, celebrada por sacerdotes visitantes o por el Cura-Párroco de San Joaquín de Navay.

Es necesario limpiar todos los días la Casa Hogar
De los ancianos que han tenido la dicha de pasar por esta Casa Hogar, la mayoría han sido de procedencia colombiana; ellos cuentan con nostalgia cómo una vez llegaron a Venezuela para trabajar, y que con el correr de los años, fueron quedando solos, sin familia, sin hogar y finalmente sin fuerzas para valerse por sí mismos. Ya han muerto varios ancianos, dando espacio a otros hermanos. En los terrenos de “Caridad y Unión” se proyecta la construcción de un cementerio, para garantizar la cristiana sepultura de estos hermanos, que en su mayoría han perdido todas sus posesiones.

Dios me dio la bendición de conocer la obra y el apostolado de “Caridad y Unión”, para convencerme de que su santa voluntad está en esta tierra de misión y propagar las maravillas de la vivencia de la caridad y la unión de esta hermosa hermandad.

Marisela de Jaimes, Pedro García e Irma Sosa
Sin mucha preparación, y como una aventura para mí, viajamos el domingo 3 de noviembre hasta la Casa sede, para asistir los trabajos diarios de la Casa Hogar y retornar el domingo 10 del mismo mes. Hospedado en la Casa Hogar, pude colaborar con la atención de los ancianos, allí conocí sus diferentes realidades humanas, pues en aquella casa habitan ciegos, paralíticos, sordos, mudos, enfermos y alentados, todos ellos necesitados de atención humanitaria, pero sobre todo, de alguien que les escuche, que les comprenda y que les procure la compañía de hermanos todos en el Señor.

En esta casa no hay espacio para la queja o la murmuración, pues todos los ancianos son muy agradecidos con las atenciones que se les brinda. Están atentos a lo que se les indique, como la hora del aseo personal, que se hace todas las mañanas, para lo cual es necesario calentar el agua con hojas de mango, para luego tibiarla. El toque de la campana anuncia las horas de comida y de oración. Los nombres de algunos de los hermanos menesterosos son: Manuel, Tíbulo, Evencio, Gavino, José, Lucas, Martín, Salustriano, Eleuterio, Antonio, Pedro y Ovidio, son sólo algunos de los que alcanzo a recordar. Solamente una anciana es atendida en esta casa, Paulina, que fue la primera en llegar a formar parte de la Casa Hogar, es oriunda de Palmira.

En lo que a la convivencia de la Casa Hogar se refiere, hay muchos testimonios agradables de mencionar, quiero plasmar aquí dos de ellos. El primero es el de un hermano Misionero de la Reconciliación, de unos 55 años, que después de haber perdido la vista, fue recibido en esta Casa Hogar, y sin importar su ceguera tan agravada, se dedica todos los días a lavar los platos utilizados en las tres comidas y meriendas. Tantea con precisión la esponja, el jabón, la llave del agua y así, una vez que ha terminado de lavar todos los utensilios, los seca y organiza en su respectivo lugar.

Simón Urbina y Pedro García en el trapiche
El segundo es el de un par de amigos, inseparables ellos, se trata de Salustriano y Pedro, iguales de viejos los dos, pero apoyo el uno del otro. Salustriano sufre de un parkinson leve que no le permite llevar los alimentos a su boca, pero no hay inconvenientes, para eso está a su lado Pedro, que sabe coordinar perfectamente un bocado para él y otro para su compañero de faenas y además paisano colombiano. Salustriano y Pedro son los más independientes de todos los ancianos de la Casa Hogar, ellos salen juntos a buscar leña para el fogón, ellos marcan el ritmo del día, siendo puntuales a la hora del rezo del Rosario. A la jaculatoria de ¡Ave María Purísima! en voz de Salustriano, todos presurosos contestan ¡sin pecado original concebida!

No todo es trabajo, lo primero es la oración, por ello el despertar de los colaboradores –como yo- y hermanos misioneros es a las 5:30am, para que a las 6:00am se inicie con la plegaria de la Coronilla de la Divina Misericordia, y luego dar paso al rezo de Laudes, cuya salmodia siempre se realiza cantada. La meditación de las lecturas del Oficio se hace entre todos los participantes de la oración, siempre en voz alta y procurando dejar un mensaje concreto a la comunidad.

El Santísimo Sacramento está presente en la pequeña capilla u oratorio del complejo sede de “Caridad y Unión”, esta capilla no tiene bancas ni sillas, solamente unos sencillos cojines que son utilizados al momento de sentarse o arrodillarse en el piso. El silencio del campo, y el ruido de la naturaleza misma, son los mejores ambientadores para una oración personal con el Creador. Los hermanos misioneros acostumbran orar sentados sobre sus pantorrillas y con la cabeza tocando el suelo, en actitud de postración ante la presencia sacramentada de Jesús Eucaristía.

Pedro García, Irma Sosa, Simón Urbina
Esta Sociedad de Vida Apostólica “Caridad y Unión” necesita con urgencia la presencia sacerdotal, para garantizar la vida sacramental de los hermanos y la debida asistencia espiritual, como lo manda la Iglesia Católica. Dios, a su debido tiempo, enviará a esta obra suya la posibilidad de ordenar, como sacerdotes, a las vocaciones que ya están surgiendo dentro de esta comunidad, como es el caso del joven Simón Rafael Urbina, que se prepara con ilusión para ser sacerdote, dentro de “Caridad y Unión”, actualmente ya ha cursado el primer año de Filosofía en el Instituto Eclesiástico Santo Tomás de Aquino en su extensión de Táriba.

Simón Urbina, Marisela de Jaimes y Pedro García
Agradezco humildemente el ánimo de Marbella Rodríguez, quien inicialmente me planteó esta aventura, y agradezco la generosidad de los hermanos Gerardo Jaimes y Marisela de Jaimes, los esposos pertenecientes a la Hermandad “Misioneros de la Reconciliación” que me permitieron concretar la invitación a vivir esta experiencia, también a la hermana Irma Sosa, necesaria autoridad en esta casa. A ellos y a todos los “Misioneros de la Reconciliación” agradezco la receptividad y sobre todo la oportunidad que me han dado, de conocer esta gran familia espiritual que se llama “Caridad y  Unión”, para dar gloria a Dios.

Que Dios bendiga abundantemente este proyecto, y que pronto les otorgue la gracia de recibir la aprobación diocesana, para que de esta manera se consolide su apostolado y lluevan las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa bajo este carisma de reconciliación con Dios, con uno mismo, con el hermano y con la naturaleza.

P.A
García

miércoles, 6 de noviembre de 2019

Sobre La Playa en la Independencia y en las guerras civiles venezolanas



Vista aérea de La Playa en 2019
Por todos es conocido el paso de Bolívar por Bailadores, sucedido el 19 de mayo de 1813, sin embargo, es de suponer que también pasó por La Playa al día siguiente, tal vez algunos de los pobladores, al enterarse de tan grata noticia, salieron a la calle principal a saludar al recién proclamado Libertador de Venezuela, pero, no se puede afirmar nada, porque, al respecto, no se tiene noticia de ello.

Más adelante a esta memorable fecha, para 1820 se tiene la noticia de la participación de La Playa en el proceso de independencia de nuestra nación, al respecto, el pueblo sirvió como “fuerte fortificado” de las fuerzas españolas. El Dr. Nucete describe el suceso:

La victoria de Boyacá y a liberación de la Nueva Granada, que junto con Guayana y las Provincias del Oriente constituyeron la República de Colombia, obligó al mariscal Pablo Morillo a reforzar las tropas españolas en los Andes. Así, en marzo de 1820 el Batallón Ligero de Barinas, estacionado en Guanare, fue movilizado bajo el mando del Cnel. Juan Tello, hasta el Pueblo de Regla, que podía alojar “con alguna incomodidad 1.900 hombres”. El comando se estableció en Bailadores y un puesto fortificado en El Volcán[1].

Y es de suponer que el Sector El Volcán haya servido como punto estratégico para montar un “fuerte fortificado”, pues, como se conoce, este lugar está conformado por la parte final de la explanada de La Playa, antes de empezar a descender hasta Tovar, lo que le proporciona la altura suficiente para divisar fuerzas enemigas a lo lejos. El Volcán siempre ha marcado un límite entre los terrenos de Tovar y Bailadores, la curva Sogamoso es como un corte y giro obligado a la carretera trasandina para las comunicaciones entre los pueblos del Valle del Mocotíes.

La Playa ha sido escenario de eventualidades poco referidas en la historia de la región, una de ellas fue la batalla que se llevó a cabo en el mismo Sector El Volcán el 3 de agosto de 1860, con una duración de nueve horas de combate, donde las fuerzas federales, comandadas por José Ignacio Pulido y en unión con las tropas de Eulogio Aranguren, se enfrentaron a las del gobierno y fueron derrotadas por las mismas, aun cuando éstas eran un tanto menor en número. El Dr. Nucete recrea la escena de la siguiente manera:

Al día siguiente, 3 de agosto, en el sitio de El Volcán las tropas del gobierno (de más de 500 hombres) derrotaron a los federalistas (cerca de 600). La acción duró desde las 10 de la mañana hasta las 7 de la tarde[2].

P.A
García




[1] Nucete, J. (2007) Pueblos en la historia. El Valle del Mocotíes. Mérida, Venezuela. Ediciones del Rectorado. (p. 45).
[2] Ibídem. (p. 52)

martes, 5 de noviembre de 2019

El Templo a San Vicente Ferrer de La Playa, Bailadores


Sobre la construcción del Primer Templo hoy en ruinas

Documento de 1879
El lugar donde hoy se encuentran las ruinas de la primera Iglesia a San Vicente Ferrer, que es propiedad de la familia Salas, es el testimonio más fiel de una devoción bicentenaria al santo dominico. Para estar al tanto de este dato importante es necesario conocer textualmente el Documento de donación de terreno para la capilla de san Vicente Ferrer en el sitio La Batalla. Tomado del Registro Subalterno Tovar I Parte (1779-1854), Sección 817/10, folios 43v – 44. Archivo General de Mérida.

En la Villa de Bailadores en dieciocho días del mes de marzo de mil ochocientos veintinueve años. Ante mi José Dolores Carrero, Alcalde Primero Municipal y ante testigos cartularios con quienes actúo por falta de escribano, parecieron presentes Francisca, Carmen, José del Rosario, y Manuel Escalante, vecinos de esta, a quienes conozco y dijeron: que por el presente instrumento de escritura pública que aquí otorgan conocen; que de su propia, libre y espontánea voluntad y sin fuerza, ni obligados por nadie, donan y donaron de su haber heredado, un pedazo de tierra (en el sitio de La Batalla, para el culto y veneración de la imagen de San Vicente Ferrer) donde con licencia del Ordinario se ha hecho Capilla, y se sujetan a lo dispuesto por el Ilustrísimo Señor Obispo Diocesano en la licencia referida, y que en fe de ello, desde ahora y para siempre, se desiste, desapoderan, quitan y apartan, y a sus hijos, herederos sucesores y quien sus causas haya, del derecho, acción, dominio y propiedad, que al terreno, donado habían, y lo ceden perpetuamente a favor de aquel culto, o de quien en adelante el Prelado determine; y consta de los linderos y medidas siguientes: por la parte de abajo o a pie con Hipólito Ramírez, para su costado, frente a la Capilla, el filo de la ladera, por el otro costado de atrás su cimiento de piedra que va cercado hasta dar con la ladera. Esta tierra donada, tiene de largo ciento cuarenta y ocho varas y de ancho en la parte de abajo sesenta varas del filo de la ladera al cimiento: que en fe y seguridad de lo que está expresado renuncian todos los donatarios, todas las leyes, fueros y derechos de su favor, domicilio y vecindad con la general del derecho en legal forma, para que a lo contenido lo ejecuten en caso de denegarse a lo escriturado, como para sentencia pasada en cosa juzgada consentida, y no apelada. En cuyo testimonio así lo dijeron, otorgan, y firmados por todos ellos, ante mí y testigo de que certifico.
José Dolores Carrero
Testigo Juan José Ramírez       Testigo José Tomás Mora

El documento es una declaración a la autoridad civil sobre la donación del terreno que había sido dado antes del 18 de mayo de 1829, de allí se puede pensar que la primera capilla fue construida anterior a esta fecha, pues el mismo documento refiere que para el momento de escriturarse el terreno donado, ya en él existía la capilla con la imagen de san Vicente Ferrer. José Dolores Carrero era para el momento el Alcalde de Bailadores y ante éste, los hermanos Escalante: Francisca, Carmen, José del Rosario y Manuel, que eran los propietarios del lugar, hacen constar que donaban libremente el pedazo de tierra para la capilla, que ya estaba allí construida.

El texto especifica que con el permiso del Cura de Bailadores se había construido una capilla en el sitio de La Batalla, para el culto y veneración de la imagen de san Vicente Ferrer, y deja a disposición del Obispo de Mérida los destinos del terreno a partir de ese momento.

La riqueza de este documento es tal, que brinda de inmediato las medidas y linderos del espacio donado, teniéndose como primer referente los terrenos del Señor Hipólito Ramírez, ubicados estos en la parte de abajo, es decir, del lado izquierdo del templo; en frente de la capilla se ubica lo que hasta hoy en día se puede observar, el filo de la ladera; y por el otro costado, es decir del lado derecho del pedazo de tierra, se ubica el cimiento de piedras que llegaba hasta la ladera, este cimiento tal vez haya desaparecido por la ocupación de personas con el correr de los tiempos.

Aunque el texto hable de varas como medida de aproximación longitudinal, al hacer la conversión de varas a metros se tiene que 148 varas de largo, por 60 varas de ancho equivaldrían a un aproximado de 124,32 metros de largo por 50,4 metros de ancho. Se está hablando, entonces, de un buen pedazo de terreno, que incluso superaba las medidas del espacio utilizado para construir el templo.

Con respecto al lugar identificado como La Batalla, es el mismo lugar que hoy en día se conoce como San Vicente, el cual es una meseta que está inclinada hacia la Quebrada La Batallera, se tiene entonces que, La Batalla y La Batallera son un mismo sector.

 Al final del documento firman los dos testigos, Juan José Ramírez y José Tomás Mora, junto con el Alcalde José Dolores Carrero en Bailadores. Es posible pensar que los propietarios que hacen la donación, los hermanos Escalante, se hayan desprendido del terreno al fallecer sus padres, pues el texto detalla que la tierra de la que se están despidiendo les había sido heredada.

Esta capilla fue por medio siglo el lugar de culto a san Vicente, pues, como se explicará más adelante, para el 26 de julio de 1879 ya se habían iniciado los trabajos para la nueva Iglesia, que es la que está hoy frente a la Plaza Bolívar. Esta primera construcción, que de seguro es anterior a 1829, sirvió por un espacio de tiempo aproximado a los 50 años, (1829-1879).

Sobre la construcción del Templo actual

Superando el siglo XIX, se llega a la fecha de 1901, y en este año es donde el Prof. Alejandro Castillo ubica la construcción del actual templo parroquial de La Playa, pues bien, esta fecha, es preciso que no sea tan equivocada. A continuación se presenta un respaldo a esta hipótesis.

La Playa eclesiásticamente ha pertenecido a la Parroquia de Bailadores, lo prueba  el Libro de Bautismo 23° (1897-1903) de esta Parroquia bailadorense, en la página 318, donde se expresa lo siguiente:

En la Capilla del Glorioso San Vicente Ferrer, filial de esta Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de Candelaria de Bailadores a diez y seis de junio de mil novecientos tres, el Señor Párroco Bachiller José Amable Escalante autorizado por el infrascrito Cura de ella, suplió las ceremonias del bautismo, puso óleo y crisma y dio bendiciones según el Ritual Romano, a un niño nacido le día seis del mismo mes y a quien por necesidad había bautizado privadamente Ismael Vivas competente para ello, hicieron oficios de padrinos Ismael Vivas y María de los Santos Escalante. Lo certificó, es hijo de Carlina Márquez. Doctor Ezequiel Arellano Azebedo.[1]
        
         Este texto, encontrado no casualmente, sino como fruto de la ardua tarea de esta investigación, revela que ya para el año 1903 existía en La Playa la “Capilla del Glorioso San Vicente Ferrer”, además de ello servía para administrar los sacramentos. Como es de suponer, La Playa era un pueblo pequeño, por lo que debía pertenecer a la Parroquia vecina, Bailadores, y de su Cura Párroco recibiría las atenciones necesarias a la fe católica. Este texto deja claro también que La Playa ha sido un pueblo profundamente católico, ya que, como se menciona, un tal Ismael Vivas estaba autorizado para bautizar a los recién nacidos en caso de emergencia, como era de costumbre, y despues sí proceder a buscar al sacerdote para que continuase con el rito de este sacramento de iniciación cristiana.

         Pero hay una fecha más remota que puede dar indicios de que la Iglesia de La Playa sea más antigua que la fecha de 1901. En las investigaciones realizadas en el Archivo Arquidiocesano de Mérida, se encontró un acta ubicada en los Folios 94B-95A de los Libros Parroquiales de Bailadores, específicamente el Libro de Gobierno 1850-1946, donde se explica lo siguiente:

                   Capilla de La Playa
Gobierno de la Diócesis de Mérida = Sede Vacante = Señor José de Jesús Méndez Medina = Bailadores = Mérida 26 de julio de mil ochocientos setenta y nueve = En el caserío denominado “La Playa” jurisdicción de la parroquia de Bailadores, se ha principiado a edificar una Capilla, con las limosnas que los fieles voluntariamente ofrecen como testimonio de su veneración y gratitud al Santo a quien dicha Capilla está dedicada. Este es el glorioso San Vicente Ferrer cuya milagrosa imagen hasta hoy se ha venerado en un sitio que no es el más cómodo para recibir las veneraciones que de todas partes recurren a visitarla = Piadosa es la obra en verdad, y dignas de alabanza los que la han emprendido. Más para que los trabajos se hagan con regularidad y se lleve cuenta de la inversión de los fondos, no porque temamos malversación de ellos sino para satisfacción del público, hemos resuelto en uso de nuestras facultades ordinarias nombrar a un Administrador o Mayordomo de aquella obra pía, el cual recaude y administre los fondos y dirija los trabajos = Entre los sujetos que pudieran ser nombrados al efecto, nos hemos confiado en U. confiando que no rehusará a aceptar este compromiso, el cual no le impone otros deberes que los que hasta ahora espontáneamente ha estado desempeñando. Estos son. Colectar las donaciones que hicieren los fieles en favor de la obra e invertirlas en su objeto. Dirigir los trabajos por sí mismo, o hacer contractas generales o particulares con alarifes o personas capaces de llevarla a cabo. En fin llevar una cuenta del ingreso, egreso y existencia de los fondos en un libro al que se le dará principio con el inventario de lo que exista perteneciente a la Capilla. Este inventario lo hará él con asistencia del Admor y dos testigos = Concluidos los trabajos y bendecida la Capilla, se hará con la mayor solemnidad posible la traslación de la Santa Imagen, del oratorio donde hoy está a dicha Capilla. Todo lo que en el mencionado oratorio se encuentre perteneciente al culto del Santo, ya se trasladarán a la nueva Capilla y será materia de inventario = Practicada la traslación, podrá ser demolido el antiguo oratorio y los materiales vendidos a beneficio de la misma obra pía = Bendecida que haya sido la Capilla quedará habilitada al culto público con el carácter de iglesia filial sometida a la jurisdicción del párroco de Bailadores = aguardamos cuanto antes la contestación favorable de esta nota = De U. atto. Servidor = Tomas Zerpa=
Es copia
Bailadores setiembre 9 de 1885
El Cura Gabriel Gómez

         El acta lleva por título “Capilla de La Playa”, sin embargo, ya al finalizar denota la nueva nomenclatura de la misma, que ahora sería “Iglesia Filial”. Este documento es en realidad la copia de una carta enviada desde Bailadores al Señor José de Jesús Méndez Medina, de fecha 26 de julio de 1879, donde se le explica que en La Playa se ha iniciado la construcción de una Capilla para el culto a San Vicente Ferrer. El motivo por el cual se inicia dicha construcción es porque la imagen del santo estaba ubicada en un lugar incómodo para recibir a los fieles, esta incomodidad pudo haber sido más por la lejanía del lugar que por el espacio en sí donde estuviera la antigua capilla u “oratorio”, se estaría pensando entonces en las ruinas ubicadas hoy en día en el sector San Vicente.
     
    Más adelante el escrito solicita al Señor José de Jesús Méndez Medina que ejerza el cargo de “Mayordomo” o “Administrador” de la construcción, con el objetivo de que se lleve de la mejor manera la recolección de donativos y la inversión de los mismos en la obra, contratando a los respectivos alarifes o maestros de obra, capacitados para emplear la técnica del tapiado en la construcción. Además de esto, debía dar apertura a un libro que contendría explícitamente los ingresos y egresos de la construcción, así como el inventario de todo lo que existiese en la antigua capilla que a su vez pasaría a formar parte de la nueva capilla.

         Lo curioso de este texto es que menciona la posible demolición del antiguo oratorio, una vez estuviera terminada y bendecida la nueva construcción, cosa que no vendría a concordar con la realidad, porque las mencionadas ruinas en San Vicente están en pie todavía, a pesar de que sean sólo grandes paredes de tapia, estas no parecen haber sufrido una “demolición”, o tal vez sí un desmantelamiento del techo, ventanas y puertas.

         La carta concluye haciendo énfasis al Señor José de Jesús, para que conteste a esa petición de encargarse de la construcción de la capilla, además la firma el Cura Tomás Zerpa, Párroco de Bailadores para el año de 1879, pero la asienta en el Libro de Gobierno el Cura Gabriel Gómez, Párroco de Bailadores, el 9 de septiembre de 1885, es decir, seis años después.
P.A
García


[1] Fany Paredes, Sonia Sarmiento, Daniel Mercades. (2001). Bailadores: Pueblo y Parroquia. Mérida, Venezuela. Archivo Arquidiocesano de Mérida-AAM.

lunes, 4 de noviembre de 2019

Sobre la devoción a San Vicente Ferrer en La Playa

SAN VICENTE FERRER DE LA PLAYA

Ruinas de la primera iglesia a San Vicente
Ferrer en La Playa

Este tema es innovador, precisamente porque no hay nada escrito, a pesar de que sea de interés común saber cómo llegó originalmente a La Playa la devoción a este santo español dominico[1]. Sobre el tema realmente se sabe muy poco, lo que se ha escuchado en el pueblo a los más ancianos, es que La Playa desde siempre ha contado con San Vicente Ferrer como santo Patrono, incluso, prueba de ello es la existencia de unas antiguas ruinas, paredes de tapia, que según comentan y afirman algunos, pertenecieron a lo que fue una primitiva Capilla dedicada seguramente a San Vicente Ferrer, la misma se encontraba ubicada en lo que hoy en día es el Sector San Vicente, posiblemente en ese lugar, se dio inicio a la fe de un pueblo que posteriormente se trasladó un poco más abajo, al lugar más plano, una vez vaciado el dique que se formó como consecuencia del terremoto.

Efectivamente existen tales ruinas de una construcción rectangular, y estas ruinas parecen ser la prueba más fiel de que en La Playa, desde épocas pasadas, se daba culto a Dios, dentro de la religión Católica, las mismas encarnan un espacio bastante considerable y propicio a la hora de imaginarse a una feligresía reunida allí, para el Culto Divino.

Al conocerse el lugar de las ruinas[2] se pueden notar paredes anchas, más o menos altas, como de unos 3 metros aproximadamente, al parecer la parte de la fachada ya no existe, solo puede notarse un escalón que posiblemente demarque el suelo de la capilla por dentro. De igual manera es imposible precisar de qué material estaba cubierto el techo de la capilla, lo más probable es que pudo haber sido de paja, sin abandonar la posibilidad de que haya sido de tejas un poco más elaboradas.

Al pie de las paredes de tapia puede observarse un “sócalo” o base de piedras, sobre el cual se levanta la pared (tapia), en las mismas paredes y un poco cerca de lo que pudo haber sido el altar mayor puede notarse unas aberturas, como especies de nichos donde colocar imágenes de bulto o pinturas, tal y como hay en la Iglesia actual que está abajo en el pueblo.

En la pared del fondo, que debió servir de retablo, se percibe la figura de un antiguo altar retablo, ese pudo ser el lugar donde se celebraba la Misa (de espaldas al pueblo) y donde reposaría por largos años la imagen de San Vicente Ferrer. Del lado izquierdo del altar o presbiterio está la abertura de una puerta. Las tapias en pie no reflejan indicios de que hayan existido ventanas.

Es posible deducir que detrás de la antigua iglesia haya existido un cementerio, ya que, como lo narran los habitantes del Sector, en trabajos agrícolas al remover la tierra se ha conseguido osamenta humana, lo que indica que el pueblo se estableció en ese lugar por largo período de tiempo. Además de ello, manifiestan la existencia de numerosas casas antiguas, las cuales han ido desapareciendo con el paso de los años y el abandono de sus moradores.

Ahora, volviendo al tema de la devoción y la presencia del Santo, se transcribe a continuación lo que se ha conseguido en una amarillenta hoja trascrita a máquina, que reposaba en el Despacho Parroquial de La Playa, la cual trata de reseñar en brevísimas palabras la devoción a San Vicente Ferrer en La Playa, sin embargo no dice mucho:

SAN VICENTE FERRER EN LA PLAYA: No sabemos desde cuando tiene La Playa a San Vicente Ferrer como patrón. Probablemente algún misionero dominico que vino por estos lugares quiso que tuviésemos por patrón a un santo de su congregación. Dicen los más viejos que La Playa antigua estaba en lo que hoy es San Vicente y que de allí bajaron esta “Tablita” a la Iglesia. La antigüedad de esta “Tablita” prueba que ya nuestros antepasados le rezaron y le encomendaron todos sus trabajos, esfuerzos y afanes. Es justo pues que también nosotros hagamos lo mismo.[3]

Este texto menciona la existencia de una “tablita” y ésta no es otra que la que se encuentra en la Iglesia en un dificultoso nicho de madera, es conocida por todos, es además la imagen[4] del santo Patrono que visita todos los sectores durante la novena previa a la Fiesta Patronal de todos los años, por lo que se expone a la intemperie, razón por la cual pueda estar deteriorándose progresivamente.

 Sería propicio que sea reubicada esta misteriosa pintura de San Vicente Ferrer, a un lugar donde sea más fácil su contemplación y veneración, un espacio digno y un nicho que lo muestre y no que lo esconda. De igual manera sería justo que se tomara en cuenta la iniciativa de recuperar, limpiar y redescubrir el lugar de las ruinas de la antigua iglesia o capilla y ver la forma de conservarlas o incluso de restaurarlas, para así conservar el patrimonio eclesiástico y la historia de una Parroquia que sí tiene que contar, historias, costumbres y tradiciones, pero que lo que hace falta es rescatar todo eso, tomando en cuenta y valorando el pasado.

P.A
García



[1] Más adelante se hará una biografía de San Vicente Ferrer con su Novena y devocionario.
[2] Estas antiguas paredes de tapia se encuentran en la propiedad del Señor Pedro Salas e hijos, en el Sector San Vicente, han sufrido alteraciones por parte de la misma familia dueña de los terrenos.
[3] De este documento sólo se posee una fotografía, el papel original se traspapeló y aún no se ha conseguido.
[4] Esta imagen pintada sobre una tabla de madera mide aproximadamente 48cm de alto por 33cm de ancho, parece haber sido “restaurada” o mejor dicho alterada, en la misma puede notarse el cambio de color en algunas partes de la capa negra del santo, además del fondo del mismo.