FIRME HASTA EL FIN
Era el Domingo IV del Adviento de 2015,
en un diciembre frío. El anciano sacerdote de 73 años se levantó muy temprano,
a las 4:00 a.m., como todos los días cuando se celebra la Novena de Aguinaldos,
tomó su rutinaria ducha y a las 4:30 a.m. bajó de su habitación para saludar a
los que habían llegado al templo, siempre alegre y portando su camisa clerical,
distintivo sacerdotal.
Por la avanzada edad, días antes había
pedido al seminarista de la Parroquia que le colaborara con la predicación de
esas celebraciones, pues además de cansarse al estar de pie, el frío decembrino
le hacía daño y aún más si hablaba mucho. En este día, al llegar el momento de
la predicación, en vez de pasar el micrófono al seminarista, que durante la
liturgia permanecía a su lado, decidió dar el sermón él mismo.
Pero algo empezó a andar mal, el padre
parecía no sentirse bien. Tenía aproximadamente 5 minutos de haber empezado la
prédica, cuando su voz empezó a sonar extraña, ya no hablaba, sino que gritaba,
su cara enrojeció notablemente, sus palabras no tenían coherencia, se
tambaleaba aferrado al ambón. Una joven del coro parroquial se da cuenta de la
situación y subió al altar para comentarle al seminarista, quien ya se había percatado
de lo que estaba pasando. Decidieron interrumpir al padre para asistirlo, pues
no se veía nada bien.
El seminarista subió al altar, se
dirigió hacia el padre, lo tomó del brazo y le dijo al oído que lo dejara
terminar la prédica, porque él se veía un poco mareado. Desde el momento en que
el seminarista tocó el brazo del sacerdote, éste no pronunció más palabras,
sino que abrazó el ambón y perdiendo el equilibrio, cayó en brazos de algunas
personas que ya habían subido para prestarle ayuda. Rápidamente lo sentaron en
una de las tres sillas del altar mayor, mientras el seminarista tomaba el micrófono
para cantar los Gozos al Niño Jesús.
Fueron momentos de mucha tensión. El padre
sentado inclinó la cabeza, las personas que lo atendían le trajeron un vaso de
agua con azúcar, mientras le soplaban con una carpeta. El seminarista cantando
los versos no dejaba de voltear para darse cuenta de lo que estaba pasando con
el padre. Hacían señas de sacarlo para el hospital, pero alguien prefirió
llevarlo a la Sacristía, y allí fueron varios los minutos que pretendieron
estabilizarlo. De repente llegaron con una silla de ruedas que pertenecía a un
feligrés asistente a la Misa, subieron al padre a la silla y lo llevaron fuera
de la Iglesia. El padre, cubriéndose el rostro con su mano, salió por el medio
del templo, todos estaban mudos, algunas señoras empezaron a llorar, a alguien
se le ocurrió aplaudir y así el pueblo despidió a su Párroco, que salía enfermo
y le esperaban largos días de recuperación en el Hospital.
El libro de gobierno parroquial relató
éste incidente de la siguiente manera:
Misiones
de Adviento y Navidad 2015
La Parroquia San Vicente Ferrer de La
Playa contó con la presencia de 21 jóvenes del Grupo Misionero “Los enviados
del Espíritu Santo”, quienes durante la Novena de Aguinaldos recorrieron los
sectores del pueblo predicando la Palabra de Dios, de igual manera prestaron su
colaboración para la animación de las Eucaristías y Posadas.
El domingo 20 de diciembre, a las 5:15
a.m. nuestro Cura Párroco sufrió una subida de tensión que le produjo un
accidente cerebrovascular (ACV), esto sucedió mientras hacía su predicación;
inmediatamente fue trasladado al Hospital II San José de Tovar y posteriormente
al Hospital Universitario de Los Andes.
En el HULA estuvo recluido desde el 21
de diciembre hasta el 19 de enero de 2016. Desde el primer día que estuvo el
padre Jaime hospitalizado, la comunidad estuvo muy pendiente, colaborando
económicamente, como con su acompañamiento, especialmente la Sra. Yrma Mora
Serrano, quien se dedicó a acompañarlo en todos los estudios y exámenes que se
realizaron, como también estuvo pendiente de su aseo, cumplir su tratamiento y,
sobretodo, la dedicación de brindarle palabras de aliento, de brindarle el cariño
y amor que necesita un enfermo. Dios le pague y la bendiga por este gesto tan
grande para con nuestro querido y apreciado padre Jaime. Gracias a toda esta
comunidad de La Playa por su colaboración, Dios les pague a todos y los bendiga
siempre.
El 19 de enero de 2016 le dieron salida
al padre Jaime, siendo trasladado a La Playa, brindando su casa la Sra. Damiana
Ramírez, y después de quince días se llevó a casa de los esposos Gregorio
Moreno y Rosa Molina, para el cuidado y acompañamiento del padre Jaime, donde
estuvo hasta mayo del mismo año, cuando partió para la hermana República de
Colombia, su tierra natal.
El padre Jaime Duque en La Playa
siempre será recordado como un sacerdote ejemplar, dedicado a tiempo completo a
su labor pastoral. Su último testimonio en nuestro pueblo fue bastante
traumático, sin embargo, todos pudimos constatar que él prefirió cumplir con su
deber, antes que abandonar el púlpito.
P.A
García