Exégesis
de Lucas 11,1-4
La
oración dominical
El
autor del evangelio según san Lucas
Mencionar a Lucas es
hablar de aquel discípulo de san Pablo, autor tradicional del Evangelio que
lleva su nombre y de los Hechos de los Apóstoles, compañero del apóstol Pablo a
partir de su segundo viaje[1].
El autor se plantea desde el principio de su obra, una “narración ordenada” de
todo lo que hizo y enseño Jesús, y Hechos de los Apóstoles le da continuidad
después de la resurrección, en la vida y en la obra de los Apóstoles desde la
ciudad de Jerusalén hasta Roma, la capital del Imperio. Lucas es gentil y se
considera un historiador, proponiéndose informar a los judíos; escribe en
griego koiné (común), pero no tan vulgar como Marcos. Bien estructurado ha sido
llamado “el más bello de los libros del mundo”, siendo el más largo de los
evangelios y el más detallado[2].
Tal y como aparece en Colosenses 4,14, Lucas fue el “médico querido” de san
Pablo.
Fecha
de composición del evangelio según san Lucas
En cuanto a la fecha de
su composición, el autor tiene noticias de la destrucción de la ciudad de
Jerusalén, hecho sobrevenido hacia el año 70 después de Cristo[3],
lo más probable es que lo haya escrito entre el 75 y el 90, en Roma, a pesar de
que el lugar de composición puede apuntar también a ciudades como Cesarea,
Éfeso, Corinto, todas fueras de Palestina[4].
La
oración dominical: Lucas 11,1-4
Ahora, teniendo
claro el autor, fecha y lugar de composición del evangelio de Lucas, se da el
siguiente paso, que es analizar detalladamente el texto en cuestión. El texto bíblico
que a continuación se presenta, es tomado de la traducción de las Sagradas
Escrituras de la Biblioteca de Autores Cristianos (Nácar-Colunga)[5],
la misma traducción y notas será utilizada para la versión de Mateo y Marcos
más adelante:
1
Acaeció que, hallándose Él orando en cierto lugar, así que acabó, le dijo uno
de sus discípulos: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñaba a sus
discípulos 2 Él les dijo: cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu
nombre; venga tu reino; 3 danos cada día el pan cotidiano; 4 perdónanos
nuestras deudas, porque también nosotros perdonamos a todos nuestros deudores,
y no nos pongas en tentación.
Referencia
del Padrenuestro en: Marcos 11,25-26
25
Cuando os pusiereis en pie para orar, si tenéis alguna cosa contra alguien,
perdonadlo primero, para que vuestro Padre, que está en los cielos, os perdone
a vosotros vuestros pecados. 26 Porque si vosotros no perdonáis, tampoco
vuestro Padre, que está en los cielos, os perdonará vuestras ofensas.
Método
de hacer oración: Mateo 6,9-13
9
Así, pues, habéis de orar: Padre
nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre; 10 venga tu reino,
hágase tu voluntad, como en el cielo, así en la tierra. 11 El pan nuestro de
cada día dánosle hoy, 12 y perdónanos nuestras deudas, así como
nosotros perdonamos a nuestros deudores, 13 y no nos pongas en tentación, más
líbranos del mal.
Análisis sinóptico de las tres
versiones evangélicas
El
texto del padrenuestro se encuentra integro en los evangelios de Mateo y Lucas,
como se ha visto, Marcos sólo hace referencia a la importancia del perdón como
experiencia de Dios. En Mateo son siete peticiones, Lucas presenta solamente
cinco. Al leer el padrenuestro en Mateo, se encuentra éste ubicado en la
sección del sermón del Monte que dedica a la cuestión de la oración; más parece
que la ocasión de su enseñanza sea ésta, recordemos que Lucas hace mención de
la petición de uno de sus discípulos, “Domine,
doce nos orare” Señor enséñanos a orar; la antigua tradición ubica esta
escena en el monte de los Olivos, en la Eleona. Así como las bienaventuranzas,
el padrenuestro está abreviado en Lucas, Mateo propone una versión más extensa.
La Iglesia prefirió desde el principio la forma más larga y completa de Mateo
para la oración litúrgica[6].
El Señor ofrece a sus seguidores la
forma de oración que deben utilizar los fieles, inspirándose en los
sentimientos de piedad de los buenos hijos para con el Padre Celestial,
reprobando de esta manera la manera de orar propia de los hipócritas fariseos y
de los gentiles. Una cuestión curiosa y de gran controversia en este pasaje
evangélico es la relación Padre-hijos que Jesús plantea, pues, la Ley antigua
miraba a Dios como Señor, y aunque a veces Dios se revela Padre de Israel e
Israel el primogénito de Dios, para este pueblo no había llegado a sentirse la
piedad y la ternura hacia su Dios[7].
Lucas presenta en síntesis un proyecto
de vida de Jesús, dedicado éste a todos los que deseen ser discípulos suyos;
este proyecto cristiano gira en torno a dos realidades: la primera es Dios,
cuyo nombre el hombre ha de santificar con obras y palabras, y su reino, cuya
venida ha de ser preparada; y la segunda es el Prójimo, con y por quien se
compromete a luchar por la justicia, para que la creación de Dios sea de todos
realmente[8].
Visión en conjunto según Giuseppe
Ricciotti
Después
del episodio de Betania, Lucas ubica la enseñanza del padrenuestro, como ya se
ha mencionado anteriormente, Mateo la sitúa en el Sermón de la Montaña. Sin
embargo, parece más evidente históricamente la ubicación lucana. Pero, ¿fue
ésta en realidad la primera vez que Jesús enseñó a sus discípulos? Al decir que
sí quedaría por explicar por qué Jesús después de tantas normas de formación
espiritual dadas a sus amigos, no había tocado el tema de la oración. Hoy en
día, en la reconstruida iglesia de la Eleona, junto a la cima del Monte de los
Olivos, la primera plegaria cristiana está esculpida grandiosamente en lenguas
de toda estirpe humana.[9]
Según el Pbro. León Alberto Sánchez
Febres-Cordero, la interpretación del padrenuestro sería de esta manera: Padre
nuestro que estás en los cielos: Dios es
nuestro origen. Santificado sea tu nombre: la santidad de Dios sea manifiesta. Venga a nosotros tu reino: que Dios irrumpa y manifieste su soberanía a
todos los hombres. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo: que en la tierra se haga lo que Dios quiera,
así como sucede en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día: que Dios satisfaga las necesidades
cotidianas. Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los
que nos ofenden: a pesar de que el hombre
es malo, Dios se dona, así nosotros tenemos que donarnos a los demás a pesar de
los demás. No nos dejes caer en la tentación: la tentación es el torbellino del mundo que lo envuelve a uno y trata
de alejarlo de la voluntad de Dios. Y líbranos del mal: evitar hacerse daño a uno mismo y a los
demás.
P.A
García
[1] CIRCULO de lectores, S.A., Diccionario enciclopédico VOX, Lexis/22. Ediciones
Biblograf. Barcelona, España 1976, p. 3437.
[2] GEDDES y GROSSET, Enciclopedia de la Biblia, Editorial
Robin Book. Barcelona, España 1999, p.
186.
[3] SCHÖKEL, Luis Alonso., La Biblia de nuestro pueblo, Nuevo
Testamento, Ediciones Mensajero. Bilbao, España 2011, p. 158.
[4]
MATEOS, Juan y SCHÖKEL,
Luis Alonso., Nuevo Testamento, Ediciones
Cristiandad. Madrid, España 1974, p. 187.
[5] NÁCAR, Eloíno y COLUNGA,
Alberto., Sagrada Biblia, Ediciones
Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid, España 1965.
[6] NÁCAR, Eloíno y COLUNGA,
Alberto., Sagrada Biblia, Ediciones
Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid, España 1965, p. 1064.
[8] SCHÖKEL, Luis Alonso., La Biblia de nuestro pueblo, Nuevo
Testamento, Ediciones Mensajero. Bilbao, España 2011, p.p. 191-192.
[9]
RICCIOTTI, Giuseppe., Vida de Jesucristo, Ediciones Luis
Miracle. Barcelona, España 1951, p.p. 481 – 482.
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