!VIVA GÓMEZ¡
Sobre la vida espiritual del General
Juan Vicente Gómez se tienen muchas interrogantes, sin embargo, podemos
concluir sin lugar a dudas que era católico por naturaleza. En los siguientes
testimonios conoceremos cuál era su relación con la jerarquía eclesiástica.
Explica el mismo Juan Vicente Gómez:
Cuando llegué a la
Presidencia y el año 15 vino un nuncio del Papa, un tal Pietropaoli y me
ofreció hacerme Conde Romano si le firmaba el Concordato, le pregunté al Doctor
García qué era el Concordato y él me explicó, muy sencillo, que si firmaba ese
papel me iban a nombrar todos los Obispos y yo no podía escoger Obispo, ni
Arzobispo como escogí al padre Rincón González de San Cristóbal como Arzobispo
de Caracas, cuando el pleito entre los aspirantes después de la muerte de
Monseñor Castro y como yo no necesitaba ser Conde entonces le dije a
Pietropaoli que discutiera con Zumeta, que era ateo y muy leído y no pasó nada,
y después apenas hubo uno que otro cura que se quiso meter en política, pero
los puse en su puesto, pues yo no me metía en las cosas de la iglesia para que
ellos no se metieran en las cosas del Gobierno y así cada quién en su negocio
todo va bien y no hay enredos[1].
El doctor Ramón J. Velásquez relató con
presteza las confidencias imaginarias de Gómez, en ellas se conoce el pasado espiritual
del General, es así como se da razón a que el Benemérito haya escogido a un
sacerdote conocido suyo como Arzobispo de Caracas. En sus años mozos fue
cercano a la Iglesia, asistía a misa dominical y fiestas de precepto.
Consideraba a las demás religiones como impostoras y creía profundamente en
Dios y su providencia.
Gómez no era partidario de que los
curas se metieran en política porque, según él, él no se metía en cuestiones de
la Iglesia, contradiciéndose notablemente pues no quiso firmar el Concordato,
para así seguir nombrando obispos, cuestión que es netamente asunto
eclesiástico.
Ya hemos conocido lo que pensaba Gómez sobre la Iglesia y
sus jerarcas, ahora conoceremos el testimonio del mismo nuncio Monseñor Carlo
Pietropaoli, quien se desempeñó como
embajador de la Santa Sede en Venezuela durante el régimen gomecista, dejando
escritos de gran provecho para la comprensión de la época.
Pietropaoli escribió al Papa Benedicto XV en noviembre de
1915:
“Como tantas veces he
comunicado, el Gobierno de esta República al presente es absolutamente
personal. Las formas externas, aun cuando se observan, no cambian al hecho
real; y el hecho es que aquí domina única y soberanamente la voluntad del
general Gómez. Se hace lo que él manda y nadie se atreve a contradecirle. Para
obtener alguna cosa y despachar los asuntos hay que gozar de la confianza y la
benevolencia suyas. Los ministros que él nombra y despide cuando él quiere, son
como simples empleados; dan buenas y bellas palabras y nada más.
Afortunadamente, Gómez con todos sus defectos no es malo, es creyente y respeta
a la Iglesia. Hombre sagaz, reflexivo, prudente, es tardo en resolver y pronto
en ejecutar[2]”.
Las palabras finales de este prelado parecen ser su carta de
residencia en Venezuela, ya que, una opinión muy contraria al General, le
habría dejado como producto un repentino abandono de sus funciones
diplomáticas. Según Pietropaoli, Gómez con
todos sus defectos no es malo, es creyente y respeta a la Iglesia.
La dictatorial actitud de Gómez se ha encarnado hoy en día
en alguno que otro prelado y purpurado de la Iglesia Católica venezolana, pues,
para obtener alguna cosa y despachar los
asuntos hay que gozar de la confianza y la benevolencia suyas.
Por lo general lo que desde la Iglesia se ha criticado a los
gobiernos suele suceder al interior de la misma, es por eso que tuvo mucha
razón Gómez al mantener distancia entre los asuntos gubernamentales y
eclesiásticos, pues, evidentemente, ¿cómo podemos denunciar o criticar aquello
que nosotros mismos hacemos descaradamente?
!Viva Gómez¡
P.A
García
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