domingo, 27 de diciembre de 2020

Palabras al padre Argenis Zambrano en La Playa

EVANGELISTA


El Directorio Arquidiocesano de Mérida presenta los datos más resaltantes del clero local, y del padre Argenis Zambrano dice que nació el 27 de diciembre de 1965; ordenado sacerdote el 28 de noviembre de 1992, e incardinado a esta Arquidiócesis de Mérida el 26 de julio de 1997, por lo que en este día nuestro párroco está cumpliendo 55 años de edad, con 28 años de fructífero ministerio sacerdotal, de los cuales 23 años ha dedicado al trabajo pastoral en el territorio merideño.

Padre Argenis, fuiste tomado de entre los hombres para una vocación celestial: el sacerdocio ministerial católico; pero antes fuiste bautizado con el agua de la salvación y ahora no te cansas de abrir el cielo a quienes sumerges en esas mismas aguas. En la madurez de tu juventud recibiste por puro don de Dios el sacramento del Orden Sacerdotal, para dar a los demás gratuitamente lo que has recibido de Dios también gratuitamente. En tu sacerdocio sabemos que oras todos los días con el Breviario, porque eres consciente de que así te unes a la plegaria de la Iglesia Universal, que nunca se cansa de alabar y dar gracias a Dios a través del rezo y meditación de los salmos. El Santo Rosario está no sólo a la cabecera de tu cama, sino arraigado en tu profunda devoción mariana.

Administras el sacramento de la Reconciliación, juzgando con misericordia la debilidad de los penitentes, que es tu misma debilidad, la realidad pecadora que a todos nos alcanza, pero que se ve curada por este mismo sacramento de sanación y liberación. Sabemos que celebras piadosamente el Santo Sacrificio de la Misa, porque con él alimentas tu alma y la de los demás cristianos. Elevas el Cuerpo y la Sangre del Señor para mostrarlos al mundo, presentando así a todos el Camino, la Verdad y la Vida verdadera. Predicas solemnemente la Palabra de Dios con profundo conocimiento de la misma, comprometido siempre con los ideales de un profeta de Dios, que vive anunciando y denunciando: anunciando la salvación con optimismo y denunciando las injusticias propias de nuestro tiempo con valentía y sin miedo al qué dirán, demostrando que amas al mundo apasionadamente y por eso le alertas cuando el mundo, tu mundo, se aleja de Dios y sus mandamientos. El amor por tu patria Venezuela lo demuestras en cada oración, en cada plegaria, en cada oportunidad que tienes para crear conciencia en los ciudadanos de que merecemos un país mejor y para el cual podemos trabajar desde el presente sin pronosticar obstinadamente el futuro, para por fin gozarnos de tener una Venezuela libre y de los venezolanos.

Celebras el sacramento del Matrimonio dejando claro a los contrayentes las maravillas de esta particular vocación. Valoras la familia como célula de la sociedad y como Iglesia doméstica y primera escuela. Catequizas a tiempo y a destiempo, porque procuras la formación doctrinal necesaria para una vivencia auténtica del catolicismo.

Conoces los principales fundamentos filosóficos y teológicos, teniendo una capacidad intelectual que se deja notar en todas las circunstancias de tu vida, desde una sencilla conversación que puede terminar en una clase magistral, hasta las homilías dominicales y también diarias, como antes lo he expresado. La cultura general que posees te hace acreedor de ser un sacerdote integral, conocedor de las realidades temporales que nos acompañan en el peregrinar hacia las realidades eternas.

Saludas con amabilidad, aconsejas con sabiduría y generosidad, y vives la caridad como máxima en tu vida diaria. Tus amistades te valoran por lo que eres, por lo que has hecho, por lo que haces y porque saben que seguirás haciendo más, por Dios, por la Iglesia y por todo aquel que en algún momento necesite de ti.

Todos sabemos, pero no mejor que tú mismo, que en los últimos meses has padecido cual calvario el sufrimiento propio de la enfermedad, conociendo en carne propia el dolor, la fatiga y la necesidad económica que, por providencia divina, se ha visto solventada gracias a la generosidad y colaboración de tus familiares, amigos y personas cercanas. En estas circunstancias muchos de nosotros tus feligreses no hemos podido estar cerca de ti, sin embargo, como creemos en el poder de la oración y en la comunión de los Santos, podemos decir convencidos que nunca hemos estado más unidos como lo hemos estado en la oración, sincera, oculta y esperanzadora.

Tu alma es fuerte porque estás lleno de fe. Tu ánimo no decae, porque el Señor que te llamó es tu fortaleza. Tu alegría se mantiene y es contagiosa, porque estás lleno de Dios. Como nuestro patrono San Vicente Ferrer, eres el mensajero del Señor en nuestro pueblo de La Playa, eres el heraldo del gran Rey.

Padre Argenis, tú sabes que muchos corazones soberbios no te comprenden, muchos te critican y te juzgan, como lo hicieron con Cristo, pero eso no te hace mella, pues conoces y vives en carne propia aquel himno del glorioso San Francisco de Asís, tu santo de devoción, que invita a comprender más que a ser comprendido… esos mismos que te critican son los que te exigen resultados que ni un santo lograría…

Te reconocemos Guardián de la fe, Apóstol abnegado, Evangelista de nombre y de oficio, eso eres. Figura venerable, respetable y acogedora. Muchos hablan de ti, pero pocos contigo, y no porque no puedan hacerlo, sino porque simplemente no quieren, ya que tu apertura y disponibilidad siempre te han caracterizado y el que diga lo contario peca por mentiroso.

Te equivocas, como cualquiera se puede equivocar. Fallas, como todos podemos fallar, pero en ti encontramos una gran virtud, la humildad, porque, como lo dice San Josemaría Escrivá: santo no es el que no cae, sino el que siempre se levanta.

Muchos gozamos de tu valiosa amistad, de tu compañía, por eso hoy damos gracias a Dios por el don de tu vida, porque tu opinión es acertada y tu consejo es siempre oportuno.

Querido padre Argenis, sabes que no lo puedes todo, ciertamente necesitas de manos colaboradoras que te apoyen, que te ayuden. Necesitas también de gente que te sepa aconsejar, que te ayude a proyectarte pastoralmente en las actividades parroquiales en las cuales tu experiencia es siempre de admirar.

Tener a un amigo sacerdote no es tener a la persona misma, sino es tener a Cristo como amigo. Eres sacerdote, qué noble tarea para la que has sido convocado, es la cruz que tú mismo has aceptado voluntariamente, la cruz que ha dado a tu vida un carácter serio que te ha hecho fuerte y lleno de sabiduría.

En el pueblo de La Playa y en todos los lugares donde se lean estas palabras en el día de tu cumpleaños, elevamos una oración a Dios por tu salud, corporal y espiritual, y te deseamos un feliz cumpleaños al lado de los tuyos.

Dios todopoderoso te bendiga, la Virgen Santísima te cubra con su manto, San Juan Evangelista, San Francisco de Asís y San Vicente Ferrer intercedan por ti.

Señor, danos sacerdotes, danos sacerdotes santos, danos muchos sacerdotes santos. Amén.

P.A

García


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