domingo, 21 de julio de 2019

Carta a los Romanos. Un estudio general

LA CARTA A LOS ROMANOS

Introducción

        Pablo, el apóstol de los gentiles, es un personaje bíblico que rebosa en materia de investigación, y en este sentido, es digno de ser tomado en consideración en los estudios de la Palabra de Dios propios de la Teología, pues éste apóstol, movido por su celo evangelizador se vio impulsado por el Espíritu Santo a escribir cartas a las comunidades cristianas, pero no actuando en ellas como ´apóstol y evangelista´, sino como ´maestro y pastor´[1]. En este trabajo investigativo no se hará un acercamiento Pablo como personaje, sino a una de sus cartas a las comunidades cristianas.
        
En este sentido, la Carta a los Romanos, que ha sido junto con Gálatas las bases de la Reforma[2], será el centro de esta breve disquisición, tomando en cuenta a su autor, lugar y fecha de composición, así como un posible esquema y temas de relevancia. Al final se presentará un bosquejo pastoral a partir del contenido teológico de la Carta a los Romanos.

Autor de la Carta a los Romanos
         Todas las opiniones que se tienen sobre el autor de la Carta a los Romanos arrojan como resultado a san Pablo[3], fariseo convertido al cristianismo, originario de Tarso de Cilicia y de ciudadanía romana[4], sin embargo, solamente el capítulo 16 exhibe cierta complicación, en el sentido de que originariamente no formara parte de esta Carta[5]. Con motivo de su viaje a España, Pablo escribe su Carta a los Romanos, a pesar de ser una comunidad que no fue fundada por él y por ende desconocida[6]. Los argumentos a favor de la autenticidad de la Carta a los Romanos se constituyen en la concordancia de ésta con las epístolas genuinas de san Pablo, en cuanto al contenido y en cuanto a la forma[7], es decir, Pablo se deja conocer por sus escritos, y en la Carta a los Romanos se reafirma se estilo literario y contenido teológico, que será similar al de otros escritos paulinos.

Fecha y lugar de composición

Pablo había querido visitar Roma desde hacía mucho tiempo, deseaba predicar en Occidente, con particularidad en España, donde llegaría luego de pasar por Roma, por ser la capital del Imperio y ciudad de relevancia para su papel de apóstol, pues era una posible vía para la expansión misionera[8]. Y en este contexto, la Carta a los Romanos fue escrita, como preparación para la visita de Pablo, donde se daría a conocer por medio de su mensaje evangelizador que se basada en la Salvación de Dios (primero a los judíos y luego a los gentiles)[9], necesaria para todos y ofrecida a todos (Rom 1, 1 ss., 16 s.).

La mayoría de veredictos sobre Carta a los Romanos afirman que fue escrita en Corinto, hacia el final del tercer viaje misional paulino, durante el invierno del 57 o 58 d.C. Siendo una señal de su sitio de redacción, la recomendación que hace de Febe, diaconisa de la Iglesia de Cencreas, puerto oriental de Corinto (Cf Rom 16, 1).

Esquema de la Carta

        Encabezamiento (1, 1-7). Tiene la misma estructura trimembre en todas las cartas de Pablo: se abre con el remitente, en el que Pablo añade la excepción de 1-2 de Tesalonicenses a su nombre el título de apóstol, para indicar así la autoridad con la que se dirige a los destinatarios[10].

Sigue la dirección y destaca su status histórico-salvífico como santos elegidos de Dios. La bendición de entrada que coincide siempre en sus términos, constituye el final formulado en una frase[11].

De manera distinta, Pablo no se presenta inmediatamente como apóstol, sino como esclavo de Cristo Jesús[12].

Excurso: “Evangelio” (1, 8-17). Es en Pablo el concepto central y teológicamente rico para la predicación misionera. El término puede designar tanto la realización práctica de la predicación como su contenido[13].

Acción de gracias, petición, enunciación del tema de la carta (proemio)[14].

El comienzo de las cartas (proemio) tiene en las cartas paulinas una forma fija que proviene de la tradición epistolar helenística pagana y que ha sido recogida en numerosas ocasiones en la diáspora judía[15].
·       Acción de gracias v. 8
·       Súplica v. 9
·       Petición v. 10
·       Perplejidad y cautela v. 11
·       Ánimo carismático v. 12
·       Misionero v. 13
·       Proclamación de la Palabra v. 14
·       Cultos e incultos v. 15
·       Confesión del Evangelio. “No avergonzarse” v. 16
·       Fuerza salvífica del Evangelio v. 17

Cuerpo de la Carta (I)
·       Revelación de la ira de Dios (1, 18-32).
·       El pecado de los judíos (2, 1-29).
o   Juicio de Dios 2, 1-11
o   Juicio según las obras 2, 12-16
o   Gloria de la ley 2, 17-24
o   Gloria de la circuncisión 2, 25-29
·       Rechazo de las objeciones judías (3, 1-8).
·       Judíos y entiles culpables ante Dios (3, 9-20).
·       Tesis: La justicia de la fe en virtud d la acción expiatoria de la justicia de Dios en la muerte de Cristo (3, 21-26).
·       Universalidad de la justicia (3, 27-31).
·       Pruebas escriturísicas (4, 1-25). Abraham
·       Gloriarse de los pecados justificados (5, 1-11).
·       Imperio de la gracia sobre el imperio del pecado (5, 12-21). Adán y Cristo

Justicia real (6, 1-23) (II)
ü Bautismo 6, 1-14
ü Servicio 6, 15-23
·       El cambio de soberanía (7, 1-6).
·       El pasado: Pecado-Muerte (7, 7-25).
·       El presente: Espíritu-vida (8, 1-17).
·       Sufrimiento y esperanza (8, 18-30).
·       El canto de la victoria de los cristianos (8, 31-39).

Súplica por Israel (9, 1-5) (III)
·       Persistencia de la justicia de Dios: independiente de los hombres (9, 6-29).
·       Oposición de Israel a la justicia de Dios (9, 30-10, 21).
·       El milagro de la justicia de Dios: la salvación escatológica de Israel (11, 1-32).
ü Elección de un resto (11, 1-10).
ü Advertencia: No engreírse en la salvación (11, 11-24).
ü Realidad paradójica en la justicia de Dios (11, 24-32).
·       Alabanza de la justicia de Dios (11, 33-36).

Paráclesis (IV)
·       La vida por la fuerza del amor (12, 1-13, 14).
ü Existencia del cristiano 12, 1-2
ü Criterio de los carismas 12, 3-8
ü Amor: criterio de bien 12, 9-21
ü Obediencia a la autoridad: protectora del bien 13, 1-7
ü Amor al prójimo: cumplimiento de la ley 13, 8-10
ü Horizonte escatológico de la exhortación 13, 11-14

Temas resaltantes de la Carta a los Romanos

El origen de la Iglesia romana es un misterio, aunque no se niega la posibilidad de que los cristianos hallan estado en Roma en los primeros tiempos del cristianismo. Quizás fue dado por la migración de creyentes sin ninguna misión planeada, donde algunos de ellos posiblemente habían escuchado la predicación de san Pedro en Pentecostés[16]. Pero no es probable que Pedro sea el fundador de la Iglesia en la capital del Imperio, pues parece que fue allá en la década de los 50 o 60 d.C. es decir, un poco tarde. A lo que cabría mencionar que dicha comunidad estuvo compuesta por judíos y prosélitos, cuyo núcleo fundamental de la doctrina de los romanos es: «la salvación viene, no por la circuncisión o la Ley, sino por la fe sin las obras de la Ley»[17].

La problemática tratada por Pablo en Romanos: Según Dodd, a lo largo de la Carta a los cristianos de Roma, la doctrina de Pablo se ve tratada de la siguiente manera:

1. Dios es el soberano absoluto y tiene plena
libertad para escoger a los que han de recibir sus favores, y a los instrumentos de sus propósitos. La libertad del plan de Dios se ilustra repitiendo el tema bíblico de que el heredero de la promesa no tiene que ser necesariamente el primogénito […] mientras la misericordia de Dios se manifiesta en aquellas promesas rechazadas por los judíos y que ahora se ofrecen a los gentiles, como las Escrituras nos han anunciado (Rom 9, 6-26).

2. […] Pablo acentúa la responsabilidad humana en el misterio de la infidelidad judía. […] no se han sometido al plan de Dios; antes bien, buscando su propia justificación en las obras de la Ley, han descuidado la justificación que Cristo había traído. La salvación se consigue a través de la profesión de fe en el Señor Jesús (Rom 9, 9 ss) […].
3. La libertad de Dios para escoger a su pueblo y de su propia fidelidad, que no puede rechazar Israel. No todo está perdido: aunque ahora, el Pueblo escogido, en conjunto es infiel, alcanzarán, sin embargo, su verdadero destino. […] el actual rechazo a Cristo por parte de los judíos ha abierto la puerta a la conversión de los gentiles, y si éstos, los últimos, ramas de un olivo silvestre, se han injertado en el rebaño paterno de Israel, cuánto más fácil será, injertar a los judíos convertidos. Para los gentiles esta advertencia saludable: deben tener presente que, por la misericordia divina han logrado la herencia que hubiera debido ser de Israel, y han aprendido de la triste historia de Israel, que también ellos pueden ser separados si se muestran infieles […][18].

Saludo de Gracia. Pablo les otorga en sus cartas los títulos honoríficos a gobernadores y generales por las necesidades de este mundo. Pero el mismo se denomina como aborto, indigno del apostolado y primero de los pecadores. Aunque ponía en sus cartas los nombres que le habían sido impuestos por la gracia, para un mejor acogimiento de quien las recibía, un mayor celo y mejor ánimo[19].

Tema relevante para la pastoral actual

La riqueza que contiene la Carta a los Romanos hace que en el capítulo 8, versículos del 35 al 39 se tenga una exhortación propicia para el mensaje esperanzador que los cristianos deben llevar en estos momentos, cuando el país sufre una degradación de valores, que se ve reflejada en una pésima economía y por ende en aumento de la pobreza y marginalidad de la población.

Al respecto, Pablo, consciente de las adversidades de los cristianos romanos, les escribe con la mayor firmeza, y quiere animarlos de la siguiente manera:

¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada?, como dice la Escritura: = Por tu causa somos muertos todo el día; tratados como ovejas destinadas al matadero. = Pero en todo esto salimos vencedores gracias a aquel que nos amó. Pues estoy seguro de que ni la muerte ni la vida ni los ángeles ni los principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades ni la altura ni la profundidad ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro (Romanos 8, 35-39).

San Pablo concluye el capítulo 8 con este ´canto triunfal al amor´ que Dios tiene por la humanidad, y es gracias a él que el cristiano sale triunfador de todas las tribulaciones que la vida le depara. Por eso Pablo exclama en un grito de victoria: “Si Dios está de nuestra parte, ¿quién estará en contra?” (Romanos 8, 31), pero éste no es un ´grito de cruzada´ contra nadie, como tantas veces ha sido deformado a lo largo de la historia cristiana. “Dios ha tomado partido por el hombre y la mujer de toda nación, raza o religión, en un acto de amor del que nada ni nadie podrán ya separarnos, y que va más allá de la muerte, pues es prenda de resurrección”[20].

En este texto paulino lo importante no es enumerar las situaciones concretas de las que nos salva Dios, el núcleo de esta perícopa se tiene al comprender que “el Padre nos predestina a Cristo porque nos ama en Cristo, a quien nos contempla unidos como miembros a su cabeza, como hermanos menores al primogénito. Así que el amor eterno del Padre y el amor de Cristo es el fundamento de nuestra esperanza”[21], he aquí un mensaje suficientemente convincente para transmitir a aquellos que están atribulados.

Conclusión

         El acercamiento a una de las Cartas de san Pablo constituye un despertar en el celo apostólico que debe dinamizar la vida del futuro sacerdote, pues de Pablo se aprenden innumerables herramientas sobre la praxis de la misión cristiana, la más importante de estas sería su infatigable fidelidad a la doctrina evangélica, así como también su preocupación por la formación en la fe de las comunidades, motivo (entre otros más circunstanciales) que le anima a escribirles, no solo a los Romanos, sino también a los cristianos de Corinto, Galacia, Éfeso, Filipos, Colosas, y Tesalónica.

         En el caso de la Carta a los Romanos, se tiene que es un enfrentamiento sincero con el judaísmo, anulando así todas sus pretensiones y eliminando su orgullo, sin restarle importancia a la historia de la Salvación, que pasa, necesariamente, por el pueblo de Israel[22], con lo que se deduce que a Pablo no le interesa vivir aferrado a sus tradiciones judías, que cada vez estaban más alejadas de Dios, sino que por el contrario, consciente de la grandeza de Jesucristo, se decide a erradicar todo lo contrario al querer del Creador sobre el género humano.

         La vida y el testimonio de Pablo, esclavo y apóstol de Cristo Jesús (cf. Romanos 1, 1), han de ser el vademécum práctico de todos los que sienten un llamado especial de Dios, para la misión y para la extensión de su Reino en la tierra. Con Pablo se aprende a estar Cristo, que es Camino, Verdad y Vida (cf. Juan 14, 6), y con la ayuda de Pablo se emprende el camino de la conversión que no sólo tumba del caballo y quita la visión momentáneamente, sino que después devuelve la vista para ver con los ojos de Dios, y devuelve el caballo para galopar a tiempo y a destiempo por el Reino de Cristo y a para la gloria de Dios.

Bibliografía

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Kuss, Otto, Carta a los Romanos, Carta a los Corintios, Carta a los Gálatas, Editorial Herder, Barcelona, España, 1976.


[1] cf. Sánchez, Jordi, Escritos Paulinos, Navarra, Editorial Verbo Divino, 1998,  p. 57
[2] cf. La Sagrada Escritura, Nuevo Testamento, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1965, p. 174
[3] cf. Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo, Navarra, Ediciones Verbo Divino, 2004, p. 361
[4] cf. Enciclopedia de la Biblia, Madrid, Ediciones Robinbook, 1999, p. 227
[5] cf. Comentario al Nuevo Testamento, Navarra, Ediciones Sígueme, 1995, p. 411
[6] cf. Nuevo Diccionario de Teología Bíblica, Madrid, Ediciones Paulinas, 1990, p. 1699
[7] cf. Verbum Dei, Comentario a la Sagrada Escritura, Tomo IV, Barcelona Editorial Herder, 1959, p. 78
[8] cf. Harrington, Wilfrid, Iniciación a la Biblia, La plenitud de la promesa, p. 261
[9] cf. Idem
[10] cf. Ulrich, Wilckens, La carta a los Romanos, Salamanca, Ediciones Sígueme, 1992 p.p. 57-76
[11] cf. Ibidem, p. 76
[12] cf. Ibidem, p. 82
[13] cf. Ibidem, p. 97
[14] cf. Ibidem, p. 99
[15] cf. Ibidem, p. 100
[16] cf. Wikenhauser, A., Los Hechos de los Apóstoles, p.p. 292-293
[17] Idem
[18] Dodd, C. H., The Apostolic preaching and its developments, p. 160
[19] Bray, Gerald, Romanos, p. 47
[20] Alonso, Luis, La Biblia de Nuestro Pueblo, Bilbao, Ediciones Mensajero, 2011, p. 359
[21] Nácar, Eloíno y Colunga, Alberto, Sagrada Biblia, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1965, p. 1157
[22] cf. Kuss, Otto, Carta a los Romanos, Carta a los Corintios, Carta a los Gálatas, Barcelona, Editorial Herder, 1976, p. 27

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