PABLO, APÓSTOL POR VOCACIÓN
Evaluación presentada para la Cátedra Literatura Paulina,
del Pbro. Cándido Custodio Contreras Ochoa, el 21 de febrero de 2019, en el
Seminario Arquidiocesano San Buenaventura de Mérida.
¿Qué
novedad encontraste en la Teología Paulina, en el breve acercamiento que
hicimos a la hipotética catequesis primitiva?
En este estudio de la primera carta a
los Tesalonicenses encontré el génesis de lo que en la actualidad creemos en la
fe católica, y que aquella primera comunidad cristiana se dirigía a Jesús como
el “Cristo”, el “Hijo de Dios” y como el “Señor”, lo que, a mi parecer, es
bastante prodigioso, pues es ya una confesión avanzada en la Revelación de
Dios. Si Pablo lo escribe no es cosa suya solamente, es fruto de la predicación
del Evangelio, y es así como esa comunidad puede entender y acoger con alegría
la carta paulina.
Como se vio en el estudio, se presenta
muy elaborada esta carta primera a los Tesalonicenses, sin olvidar que los escritos
paulinos son, esencialmente, circunstanciales. Hay que tener en cuenta que
Pablo, como Apóstol de Jesucristo, no dudó en aprovechar su epistolario para
seguir catequizando a sus hermanos en la fe.
¿Tiene
algo que decirle hoy al creyente católico la expresión: “Jesucristo, el Señor”?
Si para aquella comunidad primitiva
llamar a un hombre “Dios” era, en principio, un poco escandaloso, para nosotros
en la actualidad también debe serlo, ya que es bastante atrevido elevar a la
dignidad divina a un ser humano que vivió entre los suyos. Pero en esto hay
algo característico, y es que “Señor”, según el griego de los Setenta, es la
traducción normal del inefable nombre de Yahveh, es por eso que resulta
difícil, sobre todo para los no creyentes, llamar a Cristo “el Señor”, ahora
bien, para el catolicismo en la actualidad, al igual que en épocas pasadas,
decir que Jesús es el Señor, tiene en sí la misma fuerza gramatical que ya he
precisado, pues es confesar la divinidad de Jesús.
Del
trabajo que hiciste sobre la carta deuterocanónica: ¿qué considerar fundamental
para poner en práctica en la vida de tu Seminario?
Como se puede precisar en la Carta a los Efesios, san Pablo
quiere hacerles una invitación a que vivan de manera digna la vocación
cristiana, que sea fundamentada en la unidad interior por la fe, la esperanza y
la caridad. Al igual que la comunidad de Éfeso, el Seminario es una comunidad que
se ve afectada por un sinfín de propuestas pseudoreligiosas, las cuales se
convierten en obstáculos para el correcto seguimiento de Cristo. Pablo ayuda a
esclarecer que los cristianos tenemos una mejor esperanza, la de ser elegidos
por Dios para una vida incorruptible, por eso el Apóstol apunta: “Bendito sea
Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de
Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la
persona de Cristo, antes de crear el mundo para que fuésemos santos e
irreprochables ante él por el amor” (1,
3-4).
El Seminario es una comunidad de
cristianos, y por ende es una comunidad de elegidos, lo que nos hace falta es
escuchar a Pablo para recordar que nuestra elección es para nuestra mayor
fidelidad en la tierra y así ser
incluidos en la felicidad del cielo. Con Pablo, los seminaristas recordamos que
somos elegidos, y no sólo eso, que tenemos que vivir como elegidos, por eso las
virtudes que deben reinar en nuestra comunidad deben ser la fe, la esperanza y
la caridad.
“Ubi caritas et amor Deus ibi est”
P.A
García
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