EFESIOS
Introducción
Al adentrarnos en el estudio de la Carta a los Efesios es
preciso saber que desde tiempos antiguos, Éfeso fue una ciudad importante por
su situación geográfica, y en tiempos de Pablo era la capital de la provincia
romana de Asia. Entre sus muchos edificios suntuosos descollaba el templo de
Artemisa, diosa asiática de la fecundidad (Cf. Hch 19). Como ciudad romana del
Mediterráneo oriental, formaba terna con Antioquía y Alejandría. Cuando Pablo
visitó Éfeso (Hch 19,1) encontró allí algunos cristianos no muy bien formados.
Les instruyó y constituyó con ellos una floreciente comunidad de paganos
convertidos, base de operaciones para la expansión misionera. El Apóstol
residió allí tres años entre éxitos y dificultades.
Ahora bien, la Carta a los Efesios tiene forma literaria de
carta antigua, como muestran, por ejemplo, el saludo (1,1-2) y la conclusión
(6,21-24). Sin embargo, si lo comparamos con las cartas indiscutidas de Pablo,
a quien se ha solido considerar autor de este escrito, las diferencias formales
son bastante grandes y hacen dudar de que sea una carta como las otras y de que
haya sido dirigida a unos destinatarios concretos, a pesar del nombre con que
siempre se la ha conocido. En realidad, más bien parece una carta de tipo
general, a la manera de las “Cartas Católicas” del Nuevo Testamento. A veces se
ha defendido que se trata de un sermón u homilía disfrazados de carta, opinión
no demasiado probable. Considerando detalles como las largas exhortaciones de
los capítulos 4-6 y la constante tradición en hablar del escrito como de una
carta, es preferible verla como tal. Son más dudosos, en cambio, los detalles.
Se ha dicho también que era un escrito abierto, susceptible de ser enviado a diversos
destinatarios, hipótesis que no carece de fundamento. Podría pensarse que el
autor ha elegido esta forma literaria de carta para poder comunicarse con más
público, artificio no infrecuente en la antigüedad.
A continuación veremos unas consideraciones sobre la Carta a
los Efesios, su posible autor y opiniones al respecto, llegando a concretar a
quien se le atribuye, su cercana fecha y lugar de composición, el esquema
general de la carta, sus temas resaltantes, finalizando con la reflexión de
algún tema relevante para la pastoral actual.
Autor de la Carta a los Efesios
En el siglo XVI, Erasmo había considerado que la carta a los
Efesios era distinta a las demás cartas paulinas, sin llegar a negar la autoría
de Pablo. Aunque Renan llegará a decir que quizás es la carta más antigua
reconocida en autoría al Apóstol de los Gentiles se sabe que en los primeros
siglos del cristianismo fue el documento más usado por los gnósticos, pudiendo
existir antes de la última década del siglo I dándosele la autoría probable a
un discípulo de Pablo, por los rasgos similares a la Carta a los Colosenses. A
ello, el jefe de la escuela de Tubinga F. Chr. Baur, concluía que apenas podía
ponerse en duda la autoría de la carta se llegaría a resolver de forma
solidaria, considerando que la carta a los Colosenses se reconocía generalmente
como paulina, la epístola a los Efesios debía beneficiarse igualmente de ser
agregada a Pablo .
Fecha y Lugar de Composición
Todo lo dicho anteriormente hace pensar que el autor es un
discípulo de Pablo que escribe después de la muerte del Apóstol a paganos
convertidos de la segunda generación, entre los años 70-90. Si atribuye el
escrito de la Carta a Pablo es para dar autoridad a sus reflexiones y, apoyado
en las enseñanzas de su maestro que va desarrollando, iluminar la vida de las
Iglesias en las nuevas circunstancias por las que atravesaban, veinte o treinta
años después de que fueran fundadas por el Apóstol.
Teniendo en cuenta el desarrollo de los conceptos paulinos y
el conocimiento que la carta supone de los escritos del Apóstol –siempre en la
hipótesis más probable de que el autor no sea el propio Pablo–, hemos de asumir
un ambiente del último tercio del siglo I. No parece sensato colocarla mucho
más tarde de la muerte del Apóstol –que tuvo lugar a mediados de la década
60-70–, en cuyo caso hubiera sido más difícil que se considerase de Pablo, si
es que realmente se pretendió. Además, si el autor usó de algún modo la Carta a
los Colosenses, hay que situar, evidentemente, la fecha de Efesios después de
la del otro escrito. Puede proponerse, pues, una fecha aproximada entre el 70 y
el 90. Tampoco es posible fijar mucho más el posible lugar donde el documento
fue escrito y redactado. Lo más verosímil es pensar en algún sitio de Asia
Menor. Pero no contamos con elementos para determinar más.
Esquema divisorio de la Carta
Según considera José María González que establece, que Pablo
al salir de la crisis colosense, fecundó su pensamiento en las últimas
consecuencias del Misterio de Cristo, repensando en síntesis el conocimiento
adquirido, y colocándolo por escrito en una epístola que es destina
especialmente a los convertidos del paganismo (Ef. 1, 13; 2, 1-2. 11-22: 4, 17
ss), que constituyen su feudo misional (3, 1-8). Descubriendo en ella toda la
Iglesia su adentro al Misterio de la Salvación en un plan que parte desde su
salutación epistolar (1, 1-2), primera parte dogmática (1, 3-3, 21): visión
panorámica del Misterio de Cristo (1, 3-14), la Iglesia en el Misterio de
Cristo (1, 15-2, 22), parte de Pablo en el anuncio y realización del misterio
(3, 1-21). La segunda parte moral (4, 1-6, 20): la unidad en la Iglesia (4,
1-16), de lo viejo a lo nuevo (4, 17-24), virtudes concretas (4, 25-5, 21),
moral social (5, 22-6, 9), Ascética militante (6, 10-20). Y la tercera parte
(6, 21-24): noticias personales (6, 21-22), y la bendición final (6, 23-24).
A ello, se le confronta lo establecido por el P. Joseph
Huby, tras el saludo inicial en la carta (1, 1-2), la epístola se divida en dos
partes: una dogmática (1, 3-3, 21) y otra parte moral (4, 1-6, 20) fundada está
en la primera. Como el objeto de la parte dogmática es la unión de todos,
judíos y paganos, en Cristo y con Cristo, para formar un solo cuerpo, la
Iglesia, todos los preceptos de moral tienen por finalidad promover la unión de
los fieles en Cristo y hacer crecer los miembros del cuerpo a la medida de su
Cabeza.
Es posible señalar sustancialmente una estructura de la
Carta tomando como base dos cesuras importantes. La más destacada es la que
separa los tres primeros capítulos de los otros tres. Efectivamente, la sección
1-3 termina con una doxología (3,20-21), que normalmente es signo de conclusión
(Cf Rom 11,33-36), mientras que 4,1 comienza con la fórmula: "Yo os
pido", que ya en Rom 12,1 introducía la sección parenética. En la primera
parte el lenguaje es de tipo contemplativo, celebrativo, mientras que en la segunda
es exigitivo, con el verbo muchas veces en imperativo.
Hay otra cesura en el capítulo 1 entre el versículo 14 y el
versículo 15; aquí tiene lugar el paso de un trozo atípico para un comienzo de
carta, de estilo hímnico, a un auténtico comienzo epistolar; de manera que el
trozo 1,3-14 puede aislarse como prólogo de toda la carta. De aquí se deriva
una estructura que es literaria y teológica al mismo tiempo. Después del saludo
(1,1-2) y del prólogo-apertura (1,3-14), vienen dos grandes partes: la primera,
de tono más doctrinal, está dedicada al tema del misterio de Dios en Cristo
como fundamento de la Iglesia (1,15-3,21); la segunda, más parenética, trata de
la nueva vida del cristiano en la Iglesia (4,1-6,20); y termina con noticias y
saludos finales (6,21-24).
Tema Resaltante:
• Destinatarios: Según el P. Joseph Huby
es un problema pese a ser nombrada como la Epístola o Carta a los Efesios desde
su consideración más antigua en el siglo III en el Fragmento Muratoriano hasta
el Canon de Libros Santos promulgado por el Concilio de Trento. Es decir, la
duda surge en la palabra en Efeso donde le falta una P a la palabra en griego ἐṿ ᶥEϕἑơɯ, al igual que la mención de la interpretación del pasaje
citado por Orígenes y san Basilio que debieron leer el texto sin mención del
lugar. Además, por los Hechos de los Apóstoles se sabe que Pablo se detuvo en
Efeso a predicar el Evangelio a los Judíos y Griegos durante dos años , y en la
Carta a Efesios no se hace mención de este hecho, aunque se haga mención al principio
de la carta a la misión confiada a Tíquico (6, 21-22) no llega a saludar
directamente a ningún miembro de esta Iglesia o a los amigos que pudiera tener
en ella. Por lo que se cree de la existencia de una comunidad o un conjunto de
comunidades donde los paganos convertidos formaban un grupo importante (2, 1-2;
11, 12; 4, 17-19) no da indicios concretos para creer en que la carta iba
dirigida preferentemente a la Iglesia de Efeso. Sumado al hecho que Teodoro
Mopsuestia había sacado la impresión de este carácter impersonal de la carta, y
concluía que Pablo había escrito la presente carta a los Efesios, cuando aún no
los conocía. Por tanto, se cree que la carta fue dirigida a la Iglesia de
Laodicea, pero eran indignos de ser mencionados en el encabezamiento de la
misma por su mal comportamiento. Suprimiendo su nombre, reemplazándolo por el
de Efeso, metrópoli de la provincia romana de Asia, que había sido uno de los
principales centros de actividad apostólica de san Pablo, y por haber una
intención de leer a otras comunidades del valle del Lico, Colosas o Hierápolis
el contenido doctrinal de la epístola .
Tema para la pastoral
La aplicación de todo este pensamiento teológico paulino a
la pastoral pudiera ser dada desde dos vertientes, desde lo dogmático y lo
moral. Considerando que la Carta a los Efesios muestra la unión de todos en
Cristo: el Padre desde la eternidad decretó una filiación adoptiva y unión a
Cristo; El Hijo derramando su sangre por nuestros pecados; El Espíritu Santo
que nos comunica sus dones. Además de la preeminencia de Cristo por encima de
todo Principado y Potestad y especialmente como Jefe de la Iglesia, que es su
cuerpo y plenitud. Estamos entonces ante una Carta que exhorta a las
comunidades a reconocer la primacía de Jesús en las mismas, esa primacía que
tiene como consecuencia la unión indisoluble de los cristianos a Cristo, y
ahora con mayor urgencia es necesaria una vuelta a Cristo de nuestras
comunidades eclesiales.
Y en lo moral por describir de forma general como debe ser
la vida del cristiano, la Carta va exhortando a vivir de manera digna la
vocación cristiana, fundamentada en la unidad interior por la fe, la esperanza
y la caridad. Y la unidad exterior por la profesión de un mismo cristianismo
desde los distintos carismas en la edificación del Cuerpo, cuya Cabeza es
Cristo. Siendo necesario la santidad de la vida cristiana en todo aspecto y
área. En este sentido, siempre será necesario la conciencia de que estamos
llamados a vivir con Cristo y a ser santos, solo de esa manera el mensaje del
Evangelio tendrá su razón de ser en nuestras vidas, pues hemos sido llamados
para una vida eterna y sobrenatural, de la cual Pablo es predicador por la
gracia de Jesucristo.
La Carta a los Efesios brinda una ayuda muy acertada a
nuestras comunidades, pues, como en el tiempo en que escrita, hoy en día se
desarrolla un sinfín de propuestas religiosas que más que ayudas a la humanidad
se convierten en obstáculos, de igual manera sucedió con aquella provincia
romana de Asia, la de Éfeso, pues en ese tiempo se desarrollaba entre un
hormigueo de religiones nuevas que pretendían abrir a todos a un camino de
salvación; era por tanto necesario dar a los cristianos una visión más amplia de
la esperanza de la que eran portadores . Así como en aquel tiempo, hoy en día
es necesario preguntarnos: ¿hacia dónde va la humanidad? Y en este sentido: ¿es
Cristo el único Salvador?
Conclusión
Como reflexión final podríamos afirmar lo que varios autores
han precisado, que la Carta a los Efesios comienza donde termina la Carta a los
Colosenses, ya que, como se ha visto, ambas se complementan. Si aquella habla
de Cristo, ésta habla de la Iglesia. Dios tenía un plan escondido por siglos,
revelado y ejecutado en y por Jesucristo. Ahora, este plan se despliega en y
por la Iglesia. Si Colosenses resalta la dimensión cósmica de la mediación
salvadora de Cristo, Efesios coloca la misión de la Iglesia en el centro mismo
del universo, como sacramento de salvación de ese cosmos que Cristo llena con
su poder vivificador. En este sentido, y precisando algunas consideraciones
finales, la Carta perdería toda su lógica si no se contara con una victoria
final en la batalla que libran los cristianos en ese mundo, pues si Dios lo
sometió todo bajo los pies de Cristo (1,21), no puede dejar eternamente sueltos
“por el aire” a esos “dueños del mundo”. Es decir, que al “día malo” del v. 13
(Cf. 5,16) sucederá el gran día de la redención total (4,30), en el que la
“señal” (1,13; 4,30) del Espíritu servirá como “billete de entrada” y las
“arras” (1,14) acreditarán que se nos debe la herencia en el Reino de Cristo y
de Dios (5,5).
Al terminar nuestro curso de Escritos Paulinos es necesario
que tengamos en cuenta lo siguiente a manera de conclusión general de la
materia y como conocimiento de cultura y profundidad bíblica, pues se hace
necesario reconocer que Pablo es el autor de las 14 cartas más famosas que
existen en el mundo. En este sentido la más extensa y doctrinal es la que escribió
a los cristianos de Roma, que se llama Carta a los Romanos y tiene 16
capítulos. La más corta es la que escribió a Filemón para pedirle perdón en
nombre de un esclavo que se le había fugado y quería volver donde su amo. Tiene
solamente una página. Las cartas más apasionadas y fuertes de San Pablo son las
dos que escribió a los Corintios, corrigiendo algunos errores. La más elevada y
difícil es la de los Efesios. La más cariñosa es la que escribió a los
Filipenses, que eran unos cristianos a quienes él amaba muchísimo. Las últimas
cartas las escribió desde la cárcel por ejemplo la de Timoteo y Tito. La
primera carta de San Pablo a los Tesalonicenses tiene el mérito de ser el
primer escrito del Nuevo Testamento, pues fue escrita antes que los evangelios.
En las cartas de San Pablo está resumido todo lo que la Iglesia Católica enseña
acerca de la fe y la moral. San Pablo es el escritor religioso más famoso que
ha existido. El Espíritu Santo lo iluminó para que escribiera de manera tan
agradable, que sus escritos gustan y hacen bien a las gentes de todos los
tiempos, de todas las razas y de todas las edades. Las Cartas de San Pablo
tienen dos partes: la primera es dogmática: o sea enseña grandes verdades del
Dogma. Es la parte más difícil. La segunda, o parte final, está dedicada a
enseñar moral, o sea reglas de buenas costumbres: es ya mucho más fácil y todo
mundo la entiende. Quien empieza a leer a San Pablo, si le parece difícil la
primera parte de sus cartas, al menos debería leer el final de cada carta. Verá
que le parece fácil, muy agradable, y le producirá mucho bien por su alma.
Bibliografía
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Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, Padre de la gloria,
les conceda un Espíritu de sabiduría y revelación
que les permita conocerlo verdaderamente.
(Efesios 1,17)
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