LA TABLA MILAGROSA
San Vicente Ferrer nació en España, el
23 de enero de 1350 y falleció en Francia, el 5 de abril de 1419. Fue
canonizado por el Papa Calixto III, el 29 de junio de 1455, su cuerpo está
enterrado en Vannes, donde murió. Su fiesta litúrgica se celebra el 5 de abril
de cada año. San Vicente fue un sacerdote de la Orden de Predicadores, mejor
conocidos como los “Padres Dominicos”.
Su nombre secular era Vicente Ferrer
Miguel, nació en Valencia, en la calle del Mar, en la casa conocida hoy como “el pouet de Sant Vicent”, el pocito de
San Vicente. A los 17 años entró de dominico en el Convento de Predicadores de
Valencia. Estudió en Barcelona, Lérida y Toulouse. Vicente fue profesor de
Lógica en Lérida y de Teología en la Catedral de Valencia. Por su actividad
docente le fue concedido el título de “Maestro en Teología”, el máximo
reconocimiento intelectual de la Orden.
Junto a su acción académica,
desarrollaba una intensa actividad predicadora, taumatúrgica y de beneficencia.
Después de un tiempo en Aviñón, al sur de Francia, llamado por el Papa para ser
su confesor y limosnero, a partir de 1399 y durante 20 años, se dedicó a
recorrer parte de Europa predicando el Evangelio, suscitando todo un movimiento
de renovación cristiana y eclesial.
San Vicente recorrió toda la Península
Ibérica, Francia, Suiza y el norte de Italia. Su predicación unía profundidad
teológica y espiritual junto con la capacidad de llegar a convencer a los más
variados auditorios.
San Vicente se vio inmerso en la
situación del Cisma de Occidente, que presentaba a dos Papas, uno en Roma y otro
en Aviñón, ambos pretendían ser el único legítimo. Optó en conciencia por el
Papa de Aviñón. Posteriormente, y luego de haber intentado sin éxito convencer
a Benedicto XIII de dimitir por el bien de la Iglesia, y tras el Concilio de
Constanza, aceptó al único Papa: Martín V, coincidiendo con Santa Catalina de
Siena.
La imagen de la que se hará el estudio iconográfico se
encuentra en la Parroquia San Vicente Ferrer de La Playa, Mérida, Venezuela. La
misma es una pintura al óleo sobre madera, con unas proporciones de 33
centímetros de ancho por 48 centímetros de alto. Actualmente se encuentra
resguardada por un nicho de madera que dificulta su contemplación y veneración.
No se conocen datos exactos sobre el autor de la pintura o la fecha y lugar de
su realización. Es posible que la imagen no sea criolla.
Los símbolos iconográficos de esta pintura son los
siguientes:
Parte superior: La imagen, para propósitos del desarrollo de este estudio,
puede dividirse en tres partes, de arriba abajo. Los detalles a explicar se
tomarán en cuenta de izquierda a derecha.
1. Trompeta: San Vicente Ferrer es conocido popularmente por ser un gran
predicador, de ahí que la trompeta esté presente en la mayoría de sus cuadros,
pues su voz potente y enérgica se asemeja al sonido de este particular
instrumento musical de viento-metal. La predicación del valenciano puede ser
comparada con una dulce melodía de una trompeta, capaz de penetrar los más
apáticos tímpanos, provocando en ellos el gozo por el anuncio y el terror por
la denuncia. La trompeta también lo identifica con los siete ángeles
apocalípticos, como se verá con el detalle de las alas.
2. Mano: El gesto más característico de San Vicente Ferrer es su mano
derecha alzada señalando con el dedo índice hacia arriba. Este es un gesto
expresivo, que hace cualquier orador en un discurso multitudinario, con ánimo
de subrayar alguna frase, expresión o palabra, por ejemplo su lema, que se verá
más adelante. San Vicente señala el cielo porque ese es nuestro destino final,
allí nos espera Dios. También se cree que con este gesto, el santo efectuaba
sus milagros en vida, para el deleite de todos los que le seguían o le
escuchaban.
3. Alas: San Vicente se consideraba a sí mismo como uno de los siete
ángeles del Apocalipsis, cuyas trompetas sonaban antecediendo maravillosos
signos que san Juan bien detalla en el último libro de la Biblia, es por eso
que algunas imágenes del santo dominico español lo representan con alas, como
si fuese realmente un ángel o “El Ángel del Apocalipsis”.
4. Aureola: Del latín aureola
y, a su vez, de aurea, que significa “dorado”.
La aureola o el nimbo es un cerco en torno a la cabeza de un santo. Se plasma
con rayos luminosos en el cuerpo pintado de un personaje o un objeto, de
ordinario de modo circular, poligonal, crucífera o triangular. En la Edad Media
fueron aureolados emperadores, papas y reyes. En general, la aureola se reserva
a las personas divinas y santos. San Vicente Ferrer en esta pintura es
representado con aureola circular dorada, para diferenciarla del fondo que es
de tonalidad amarilla.
Parte media:
1. Hábito dominico: El hábito no hace al monje, pero sí lo identifica. San
Vicente Ferrer fue dominico, por eso es natural que su hábito esté representado
con una túnica blanca, ceñida por una correa negra, sobre la cual se pone un
escapulario o mandil del mismo color, para finalmente ser cubierto por una gran
capa negra, elegante y majestuosa. El blanco y el negro son los colores del
hábito dominico. En la pintura de San Vicente que estamos estudiando, se nota
cómo la túnica es de un color más oscuro y no blanco natural, tal vez para
diferenciarla del escapulario que sí es de un blanco bastante brillante, puro y
limpio.
2. Santo Rosario: El catolicismo debe a Santo Domingo de Guzmán, el fundador
de la Orden de Predicadores, la creación y expansión de la devoción al rezo del
Santo Rosario a María Santísima. San Vicente Ferrer, como buen dominico que
fue, hijo espiritual de Santo Domingo de Guzmán, lleva su Rosario colgando
sobre el escapulario. Es de suponer que lo rezaba diariamente, mientras se
preparaba para sus masivas predicaciones o de camino en sus largas peregrinaciones.
En el Santo Rosario se medita la vida de Jesús a través de los ojos de María.
3. Calavera: La calavera es el símbolo de los que se retiran a la soledad
del desierto o a un lugar retirado para entrar en comunión con Dios. En San
Vicente Ferrer la calavera sobre el libro representa su incesante predicación
sobre la inmanencia del juicio final. Él buscaba la conversión de los pecadores
y en este sentido la calavera recordaba que no somos eternos en este mundo,
sino que nos espera la verdadera vida en Dios, para lo cual es necesaria la
conversión. De varios santos se conoce que al contemplar la calavera reconocían
lo poco que eran y la necesidad de Dios en sus vidas.
4. Libro: El libro representa a las Sagradas Escrituras en general, o
al Evangelio en particular. San Vicente, en esta pintura, sostiene el libro
cerrado con el lomo hacia él y las páginas hacia afuera, sujetadas por su mano
izquierda, con el pulgar sobre la cubierta y el resto de los dedos debajo del
libro. La Biblia es lo más representativo en la imagen de un predicador, y San
Vicente Ferrer fue el mejor de su época. Las ciencias filosóficas y teológicas
que supo enseñar y predicar en su vida, pueden verse compendiadas también con
el tomo en su mano.
5. Flor de lirio: Es bien conocida la referencia del Señor Jesús a las flores de
lirios, puede verse en Mt 6, 28 y en Lc 12, 27. Es muy adecuada la mención de
la “flor del campo” como ejemplo de la brevedad de la vida humana, y ello más
en una tierra como el Oriente Medio, donde la aparición anual de las flores
silvestres, un espectáculo maravilloso, dura apenas unas semanas, seguido de
una gran sequedad. Israel crecerá como un lirio en los días escatológicos (Os
14, 5), promesa que ha de cumplirse en la nueva Jerusalén, que es la Iglesia. Entre
la ornamentación del templo del Antiguo Testamento se hallaba la figura del
lirio (1 R 7, 19; 22, 26). En la imagen de San Vicente, el lirio representa la
brevedad de la vida humana, lo que conlleva la constante preparación para
recibir la llamada de Dios que a todos nos llega: la muerte. El santo español
perseveró en una vida virtuosa y pura, razón por la cual el lirio sea también
un premio merecido para él.
Parte inferior: En esta última parte ya no se mencionan detalles
iconográficos referentes al culto devocional a San Vicente Ferrer, sino que se
expondrán detalles particulares de esta pintura de la parroquia eclesiástica de
La Playa.
1. Orificios: Casi al margen de la pintura, cerca del final del hábito de
San Vicente, se encuentran dos pequeños orificios, por donde pueden entrar
clavos, que perforan la tabla en su totalidad, dejando ver el fondo sobre el
cual se soporta actualmente la pintura. Estos orificios corresponden, seguramente,
a un primer intento de sujetar la pintura sobre algún nicho o retablo para la
veneración de los fieles. Aunque la pintura presenta rasgos de haber sufrido
una restauración -si es que así se le puede llamar- es curioso que estos dos
orificios no hayan sido tapados, lo que da a pensar que la imagen fue alterada
artísticamente estando todavía en su anterior nicho.
2. Pintura: Al lado derecho del primer orificio, de izquierda a
derecha, se encuentra un rasgo de pintura simulando lo que podría ser la capa
de San Vicente. Este detalle es posible observarlo gracias al deterioro notable
del óleo usado en el cuadro, ya que presenta este parche como evidencia
innegable del paso de los años, apoyando la data de la pintura en años muy
anteriores a 1828, fecha en la cual se construye la primera capilla en La Playa,
en lo que hoy es el sector San Vicente.
3. Pies: En esta pintura, los pies de San Vicente no se pueden
apreciar, parecen no haber sido dibujados detalladamente, o tal vez porque en
la restauración sufrida, el artista no logró representarlos con detalle,
dejando en su lugar una deforme mancha de óleo, precisamente del mismo color
usado en el escapulario, un blanco brillante. Se puede apreciar como si el
pintor hubiera limpiado su pincel sobre el lugar donde estarían los pies de San
Vicente, que por cierto, es donde la pintura ha desaparecido con mayor
violencia, dejando ver la tabla de madera sobre la cual se pintó originalmente la
venerada imagen.
Otros símbolos: No todas las imágenes de San Vicente Ferrer lo representan
con todas sus características iconográficas, es por eso que también se le puede
ver figurado con los siguientes símbolos:
1. Mitra: De la vida de San Vicente se conoce que por su amistad con
el Cardenal Pedro de Luna, quien llegó a ser el Papa Benedicto XIII, le
ofrecieron el cardenalato o incluso ser arzobispo de alguna sede, cuestión que
el santo rechazó enfáticamente, pues nunca se acostumbró a la vida entre
palacios; ya que lo suyo era la predicación itinerante y la peregrinación. La
mitra, símbolo episcopal, es ubicada a sus pies, pues se resistió a llevarla
sobre la cabeza, demostrando así una gran humildad, al no querer formar parte
del principado de la Iglesia Católica.
2. Libro abierto: En nuestra imagen de estudio el libro aparece cerrado, pero
en la imagen principal de la Parroquia San Vicente Ferrer tiene sobre su mano
izquierda el libro abierto con unas palabras enfáticas, que le resumen su
predicación, estas palabras son su lema.
3. Lema de San Vicente: La frase aparece generalmente en latín “Timete Deum et date ei honorem”, que viene a significar en
castellano “Respetad a Dios y dadle honor”. Con esta frase escrita en
mayúsculas doradas, se compendia la vida del santo, quien nunca se cansó de
presentar la fe católica como el regalo más grande que de Dios hemos recibido.
4. Lengua de fuego: Finalmente, la lengua de fuego, que la tiene también la
imagen central de la Parroquia, significa el milagro de Pentecostés, cuando los
Apóstoles predicaron en lenguas distintas y eran comprendidos por todos los
presentes en Jerusalén. A San Vicente se le conoce por predicar en su original
valenciano, pero ser entendido en castellano, francés, sueco, italiano y los
idiomas de los musulmanes que poblaban las zonas por él recorridas. La
hagiografía vicentina manifiesta que en su juventud aprendió el latín y el
hebreo, por su pasión por el estudio de las Sagradas Escrituras.
San Vicente Ferrer es el patrono de la
comunidad valenciana en España, allí es recordado como Sant Vicent el del ditet, San Vicente el del dedo. Su figura sigue
siendo hoy un ejemplo de vida cristiana y de predicación del Evangelio. Sus
sermones, el “Tratado de la vida espiritual”, su labor pacificadora y
dialogante, su sentido eclesial son una herencia de la que nos podemos
aprovechar fructuosamente.
El cuadro del que hemos hecho este
superficial estudio merece más atención y respeto por todos los playenses. En
el Templo Parroquial debería existir un lugar dedicado exclusivamente a
resguardar esta reliquia histórica y religiosa y, por qué no, deberían despertarse
iniciativas para reubicar la tabla del dificultoso nicho actual a uno nuevo,
mejorado artísticamente y sobre todo que le permita una contemplación total de
la venerada imagen.
Ahí está San Vicente Ferrer, esperando a
todos los devotos, a todos los playenses, para que le conozcan y le veneren
como en épocas de antaño. A todos los que no conocen esta imagen, les invito a
visitarla en el Templo de La Playa, ahí está expuesta siempre a la veneración.
Acérquense, véanla con detalle, recen delante de ella y encomienden
principalmente el progreso espiritual y de toda índole de nuestro querido
pueblo.
La Parroquia San Vicente Ferrer de La Playa
está en constante deuda devocional con su Santo Patrono. Esperemos que lleguen
los días en los que se pueda celebrar su fiesta por todo lo alto. Actualmente
el Consejo Municipal de Rivas Dávila está buscando precisar una fecha para
celebrar al pueblo de La Playa, ojalá y en esta iniciativa puedan contemplar la
festividad de San Vicente Ferrer como día de precepto civil y religioso, de
esta manera la “Parroquia Civil Dr. Gerónimo Maldonado” se mostraría atenta con
la religiosidad de la mayoría de sus habitantes.
P.A
García
Les propongo que hagan como en la Comunidad Valencina que celebra la festividad de San Vicente Ferrer el segundo lunes de Pascua, así se puede celebrar siempre, pues el 5 de abril fecha oficial, suele caer en Cuaresma o Semana Santa.
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