domingo, 18 de agosto de 2019

La cuestión del alma en el Helenismo, en San Pablo y la Doctrina Católica


ALMA-HELENISMO-PABLO-CATOLICISMO

EL ALMA

         En el presente esquema sinóptico se expondrá el tema del alma, haciendo un breve recorrido por la concepción de dicho concepto desde la filosofía helénica hasta la doctrina del catolicismo.

         El alma: del latín anima, es el principio de vida de los seres vivos. Aquello de que resulta la condición de viviente. Modernamente se ha restringido el concepto de alma, al alma sensitiva o dotada de algún modo de conciencia, excluyendo del mismo el alma o vida vegetal. En un sentido más restringido -y vulgar- se dice sólo del alma racional humana, dotada de sustancialidad e inmortal.

         Helenismo:

        Existe la idea entre los griegos de que el alma es inmortal porque pertenece a la substancia indestructible de los dioses o a una substancia que es la más afín a la naturaleza de ellos.

Platón: Lo que se mueve a sí mismo está por sí mismo en acto y no puede perecer. Lo que se mueve a sí mismo no es movido por otro y es principio de movimiento para los otros móviles y tal es el alma, la cual es preexistente al cuerpo del que es un principio motor. Todo principio de este tipo es por naturaleza ingénito y eterno. En el hombre el alma tiene tres partes que son: el alma más noble que se encuentra en la cabeza; el alma irascible que impulsa a la valentía; el alma innoble que es principio de los apetitos sensuales.

Recluida en el cuerpo, el alma se encuentra como el auriga de un coche tirado por dos corceles, uno generoso (el alma irascible) y el otro perezoso que es el alma concupiscible.

Aristóteles: entiende el alma personal como entelequia, es decir, como esencia o forma que informa la materia, de tal modo que se hace mortal con la misma materia. Lo verdaderamente espiritual radica en el nous, entendido no como algo individual o personal sino como un principio separado del que participa el hombre.

Otros pensadores: La negación explícita de la inmortalidad la realizó Demócrito, el cual consideraba el alma como una substancia compuesta de átomos y, por ello, corruptible. Los estoicos, que entendían que el alma es un contrapunto de Dios, quedan en la duda, entre la exigencia de otorgar una justicia y una felicidad perfecta a los espíritus mejores (lo cual requiere la inmortalidad individual) y la lógica de su metafísica materialista. El alma se compone del más tenue de los elementos que es el fuego y vuelve, tras la muerte, al fuego cósmico. Séneca defendía, por su parte, la inmortalidad del alma. También Plotino admite la inmortalidad, pero la reserva al alma principal o al anima mundi, en la que las almas individuales quedan reabsorbidas.

Si la negación absoluta de la inmortalidad del alma es rara e irregular, en la filosofía griega sin embargo tampoco se logró su demostración, por lo menos en el sentido de un espiritualismo y personalismo rigurosos.

Teniendo en cuenta todo lo anteriormente descrito, hay que considerar que: “El concepto del alma debe más al cristianismo que a la filosofía” Joseph Cardenal Ratzinger.

Concepción Paulina

Qué entendía san Pablo por soma (cuerpo), sarx (carne), psyche (alma), pneuma (espíritu), kardia (corazón) y nous (mente). Él no nos ofrece una descripción del hombre en sí, sino que nos describe más bien distintas relaciones del hombre ante Dios. Por tanto, estos términos no indican realmente partes del hombre, sino que ponen de manifiesto aspectos del hombre completo, considerado desde distintas perspectivas.

Entonces, la psyche no es exactamente el principio vital de la actividad biológica del hombre. Significa, lo mismo que en el AT, un «ser vivo, una persona viva» (en hebreo, nepef; 1 Cor 15,45). Indica al hombre con su vitalidad, su conciencia, su inteligencia y volición (1 Tes 2,8; Flp 2,30; 2 Cor 1,23; 12,15; Rom 11,3; 16,4). Incluso cuando parece no significar otra cosa que el «yo» (Rom 2,9; 13,1), tiene siempre la connotación de vitalidad consciente y finalista de «vida». Aun en este caso, sólo se trata de la «vida» terrena y natural del hombre. Generalmente, Pablo no emplea psyche en sentido restrictivo; pero, por otra parte, se trata con toda claridad de la vida de la sarx y no de la vida dominada por el

Espíritu. Esta es la razón de que llame psychikos al hombre que vive sin el Espíritu de Dios (1 Cor 2,14). Este es hombre «material» y no «espiritual» (pneumalikos). En 1 Tes 5,23 Pablo esboza las tres partes de que, al parecer, está constituido el hombre: soma, psyche y pneuma. En este caso, pneuma no es el Espíritu Santo (cf. Rom 8,16; 1 Cor 2,1011). Unido a soma y psyche, que designan al hombre completo bajo distintos aspectos, pneuma señalaría otro aspecto del hombre. Pero no siempre es fácil distinguir el pneuma de la psyche (cf. Flp 1,27; 2 Cor 12,18). Pneuma indica, cuando menos, el yo cognoscitivo y volitivo del hombre, y como tal manifiesta que el hombre es especialmente apto para recibir el Espíritu de Dios. Algunas veces, sin embargo, es un simple sustitutivo del pronombre personal (Gál 6,18; 2 Cor 2,13; 7,13; Rom 1,9; Flm 25).

Doctrina Católica

Patrística:

En la patrística no se da una construcción sistemática del tema del alma. Los padres frecuentemente se encontraban en el dilema de tener que elegir la vía del platonismo no exenta de errores, o seguir la vía de Aristóteles. Y el problema que se encontraban en Aristóteles es que reducía el alma a pura forma del cuerpo sin salvar convenientemente su inmortalidad. Con todo, los Padres se inclinaban más bien hacia Platón, pues con él salvaban mejor la espiritualidad del alma, pero teniendo al mismo tiempo que purificarlo de elementos heterodoxos que condujeron a posiciones como la de Orígenes.

Medieval:

La reflexión filosófica sobre el alma no llegó a realizarse de forma definitiva sino hasta santo Tomás, quien concluyó que el alma humana es forma del cuerpo, pero a la vez tiene una entidad propia porque es substancia de carácter espiritual o intelectual: «El ser forma del cuerpo es algo que conviene al alma según su esencia y no como algo sobreañadido. Esto no obstante, hay que decir que el alma, en cuanto mediatizada por el cuerpo, es su forma; mientras que en tanto que supera la condición corporal, es llamada espíritu o substancia espiritual»

Magisterio actual:

La Iglesia ha mantenido siempre las afirmaciones de la tradición. La Humani Generis enseña que la fe católica nos obliga a retener que las almas son creadas inmediatamente por Dios. También en el Credo del Pueblo de Dios enseña san Pablo VI que Dios es creador en cada hombre del alma espiritual. El documento de la Congregación de la doctrina de la fe sobre bioética afirma también que «El alma espiritual de cada hombre es inmediatamente creada por Dios». El Vaticano II, hablando sobre la muerte del hombre, ha venido a decir que «su máximo tormento es el temor por la desaparición perpetua. Juzga con instinto certero cuando se resiste a aceptar la perspectiva de la ruina total y del adiós definitivo. La semilla de eternidad que en sí lleva, por ser irreductible a la sola materia, se levanta contra la muerte» (GS 18). El concilio profesa que el alma humana es espiritual e in-mortal (GS 14). Habría que añadir también el magnífico discurso de san Juan Pablo II al Congreso tomista internacional (1986) sobre el alma en la doctrina de santo Tomás y donde recoge lo mejor de la tradición tomista. El Catecismo subraya que el hombre es, a la vez, un ser corporal y espiritual (CEC 362). Y llama la atención la preocupación del mismo por subrayar la unidad personal del hombre, al tiempo que la dualidad (no dualismo) de principios que en él se dan.

¿Qué es el alma? ¿Existe realmente? ¿Es algo por lo que hoy en día se pregunta la gente? ¿Es importante su conocimiento para la existencia vital? La ciencia actual cree posible explicar la aparición de actividades vitales en los seres vivos a partir de la materia organizada. ¿Es eso cierto? Si fuera así, conceptos y experiencias vitales como el “amor”, la “alegría”, la “tristeza” etc… serían un conjunto de reacciones químicas, uniones neuronales más o menos fáciles de reproducir. En los seres vivos la substancia es el individuo compuesto de cuerpo y alma, no es ni el cuerpo solo ni el alma sola. El alma es la forma de los seres vivos porque es lo que les da realidad plena y les capacita para las operaciones propias del ser viviente. Es curioso observar que, esta definición o perspectiva del alma como acto de un cuerpo que tiene en potencia la vida sobre una forma de algo que es materia, es decir la perspectiva acto/potencia y forma/materia, no excluye en absoluto la perspectiva científica, sino que la completa. El conjunto de reacciones físico – químicas serían así una consecuencia del acto de un cuerpo que tiene la capacidad de realizar actividades vitales, que tiene en potencia la vida. Entonces, es la ceguera de absolutizar la ciencia como única visión de la vida, la que hace ignorar una definición de alma que coge a todo el ser viviente por completo y que le remite a una búsqueda de tal cuerpo que genera vida, de alimentarlo, de cuidarlo y mimarlo porque de él dependen sus actividades vitales. En el caso del hombre, que es obviamente el que más nos interesa, actividades vitales como el entendimiento, la voluntad, la libertad, la alegría, la paz y un largo etc… provendrían de tal cuerpo que tiene en potencia la vida, la realización de tales actividades vitales. Si además somos creyentes y sabemos que Dios insufló tal cuerpo en nosotros, la búsqueda y alimentación del alma se convierte en un continuo orar a Dios que la engorda y la potencia aún más.

P.A
García

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