martes, 6 de agosto de 2019

Mi viaje a Pamplona, Norte de Santander, Colombia.

PAMPLONA, COLOMBIA
Catedral de Pamplona, Norte de Santander, Colombia

       
El viernes 2 de agosto de 2019 a las 8:00 a.m. (hora colombiana) llegué a la ciudad de San José de Cúcuta. Fue la primera vez que salí de mi querida República Bolivariana de Venezuela. Al cruzar caminando el Puente Internacional Simón Bolívar pasamos por el punto de control de Migración Colombia; una multitud de venezolanos hicimos una cola que corría rápido, allí mostramos la cédula venezolana y el Carnet Fronterizo, mientras que del otro lado de la valla metálica pasaban más rápido los ciudadanos colombianos, que eran cantidad menor en comparación a los venezolanos.  Desde el Terminal de dicha ciudad partimos, mi madre y yo, para la ciudad de Pamplona, llegando a las 10:00 a.m.

         Pamplona es una ciudad verdaderamente hermosa, pequeña como para caminarla completamente en un solo día. La armonizan tiendas de ropa,  de comida,  de perfumes y un gran mercado histórico, que entre otras cosas dan vida comercial al centro de esta población colombiana. Al estar fundada en un fértil valle, está rodeada de barrios (caseríos) que forran las colinas próximas a la ciudad. De noche es todo un espectáculo mirar alrededor y observar las colinas totalmente cubiertas de pequeñas luces, cual pesebre navideño.

         A continuación les presento a Pamplona en 10 detalles muy particulares. Desde una perspectiva personal:

1-   Pamplona es oficialmente una ciudad limpia. Sus calles son muy aseadas. En la calle real o principal, son los venezolanos en situación de calle los que asean las aceras, las barren y les pasan un trapo húmedo, a expensas de recibir una moneda de cualquier transeúnte para poder comer diariamente. Hay pocas papeleras públicas, lo que indica la excelente formación cívica de sus habitantes.

2-   La cantidad de venezolanos en situación de calle es notable y por ende muy triste. Algunos se dedican a asear las aceras y barrer la ciudad, otros menos juiciosos se sientan a pedir limosna. Mujeres con niños de brazos y con acento central o marabino piden monedas a los que pasan. Duermen en los parques (plazas) abrigados con infinidad de cobijas, pues en la noche es baja la temperatura. En la vía Cúcuta – Pamplona pude ver las familias de venezolanos caminando, con el característico bolso tricolor a sus espaldas. Ellos aprovechaban de montarse en los grandes camiones que paraban en la vía, a causa de los actuales trabajos que una empresa española realiza para ampliar la carretera y hacer más rápido el acceso Cúcuta – Pamplona.

3-   La ciudad es muy transitada por el transporte de carga pesada, camiones de grandes dimensiones pasan día y noche por Pamplona. Además de esto, 4 de cada 10 vehículos particulares son de placa venezolana: Zulia, Táchira, Mérida y Barinas son los más comunes. Ocurre lo mismo con las motocicletas.


4-   La competencia comercial entre venezolanos y colombianos es fortísima, por lo que hay una xenofobia o rencor declarado hacia los venezolanos. La venta de obleas representa una competencia tonta pero justa a la vez. Pude conversar con una señora que expresó su descontento por la presencia de venezolanos en su ciudad, lo que le afectaba en su economía, pues toda su vida había vendido obleas o aseado casas de familia y al llegar presencia venezolana, estos lo hacen por menos dinero y por eso son contratados con mayor facilidad.

5-   La ciudad de Pamplona es “estudiantil”. Su Universidad es el orgullo del Norte de Santander, de ahí que las calles de Pamplona sean caminadas en su mayoría por jóvenes colombianos y extranjeros que van a cursar sus estudios universitarios, todos ellos bajo una misma moda en el uso de sus anteojos. La Universidad de Pamplona tiene todas las Facultades o carreras disponibles menos una: odontología. En épocas de vacaciones, los estudiantes regresan a sus ciudades de origen, y el vacío en Pamplona se percibe con facilidad.


6-   Por tener mucha afluencia de jóvenes universitarios es también innegable la fuerte presencia de la homosexualidad. Por todas partes van parejas de hombres, algunos disimulan su situación con obligación, otros no prestan atención al rechazo social que puedan sufrir y la manifiestan públicamente. La homosexualidad ha existido desde siempre en la humanidad, pero parece que en Pamplona sea una moda de rigor.

7-   Pamplona tiene un clima súper agradable, pues es una ciudad fría, pero no en exageración, sino lo suficiente como para andar bien abrigados por las tardes y noches, en las que la gente frecuenta los lugares públicos como parques y tiendas de comida. Se camina por sus calles con seguridad, pues parece no haber índice de vandalismo, y de darse un caso, seguramente es un venezolano el antisocial. Todos dicen lo mismo.


8-   El catolicismo colombiano es referencia a nivel mundial y Pamplona no es la excepción. La ciudad  tiene una hermosa Catedral y muchas iglesias de arte colonial.  Pamplona es la sede de la Arquidiócesis de Nueva Pamplona, actualmente tienen sede vacante, por lo que está al frente un Administrador Apostólico. Estuve en una misa en la Catedral, eran las exequias de alguna personalidad pamplonesa, absolutamente todos vestían de negro, las cenizas fueron sepultadas en el Panteón Sacerdotal que está justo al lado de la Catedral. En la homilía el sacerdote anciano, que era Monseñor (Capellán de Su Santidad), se destacó en citas al Magisterio sobre la oración por los difuntos.

9-   La ciudad nortesantanderiana es la sede del majestuoso Seminario Mayor Santo Tomás de Aquino de Pamplona, su actual rector es el Pbro. Alfonso Gutiérrez. Es un seminario de trayectoria. Actualmente está conformado por 55 seminaristas. La Arquidiócesis posee solamente 35 parroquias, muchas de las cuales están siendo atendidas por los párrocos con uno o dos vicarios. El éxito vocacional en Pamplona es una bendición que permite enviar sacerdotes colombianos a todas partes del mundo.

10-                     Son populares también los mercados a cielo abierto. En La Plazuela de la ciudad se armó un mercado con propaganda musical, en la tarima un joven colombiano cantó varias letras del venezolano Luis Silva. ¡Viva la música llanera! –gritó el cantante- y todos aplaudieron alegremente. También la carranga colombiana despertó el ánimo de los presentes.

Agradezco finalmente a mi gran amiga desde la época de liceísta en Bailadores Yanet Patricia Antolínez Rangel por recibirnos en Pamplona y servir de guía en dicha ciudad, pues con ella caminamos por todos lados, reímos bastante y sirvió de contacto para conocer el Seminario e iglesias.

Yanet Patricia, mi madre Clara Tahís y yo en Pamplona

P.A
García

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